Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


LA FORMACIÓN SOCIOPOLÍTICA EN SU RELACIÓN CON LAS COMPETENCIAS PROFESIONALES DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO

Autores e infomación del artículo

Higor Atucha Rodríguez *

Roberto Fernández Naranjo **

Adolfo Luis Rojas Tur ***

Universidad de Las Tunas, Cuba

higorat@ult.edu.cu

Resumen
El presente artículo tiene como propósito fundamental realizar un análisis teórico sobre el papel que desempeña la formación sociopolítica en el desarrollo de competencias del estudiante universitario de carreras pedagógicas. Se toman en consideración los principales retos de la educación superior en el mundo actual, así como el contexto educativo nacional e internacional. La necesidad de potenciar la formación sociopolítica se expresa como una emergencia del cambio educativo en el siglo XXI desde una concepción interdisciplinaria y sistémica que integre e interconecte, de manera dinámica, dimensiones, componentes y funciones que ofrezcan un sentido de totalidad y no un agregado de elementos aislados.
Palabras clave: formación; competencias; sociopolítica; cambio educativo; sociedad
Abstract
The present article has as fundamental purpose to carry out a theoretical analysis on the paper that carries out the sociopolitical formation in the development of competences of the higher education students from pedagogic careers competences. They take in consideration the main challenges of the higher education in the world today, as well as the national and international educational context. The necessity to upsurge the sociopolitical formation is expressed like an emergency of the educational change in century XXI from an interdisciplinary and systemic conception that integrates and interconnects, in a dynamic way, dimensions, components and functions that offer a sense of entirety and not of an gathered of isolated elements.
Key words: formation; competences; sociopolitical; educational change; society

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Higor Atucha Rodríguez, Roberto Fernández Naranjo y Adolfo Luis Rojas Tur (2018): “La formación sociopolítica en su relación con las competencias profesionales del estudiante universitario”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/012/competencias-profesionales.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1802competencias-profesionales


  1. FORMACIÓN SOCIOPOLÍTICA Y COMPETENCIA PROFESIONAL. UNA APROXIMACIÓN

1.1 La política en la formación integral del estudiante universitario
En la Declaración final de la Conferencia Mundial sobre Educación convocada por la UNESCO en 1998 se lee: "La educación superior debe reforzar sus funciones de servicio a la sociedad y más concretamente sus actividades encaminadas a erradicar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades, principalmente mediante un planteamiento interdisciplinario y transdisciplinario para analizar los problemas y las cuestiones planteadas". (UNESCO, 1998)
La formación integral constituye la idea rectora de la Educación Superior Cubana, que expresa la pretensión de centrar el quehacer de las universidades en la formación plena de los profesionales, de modo que los conduzca hacia el desarrollo de altos valores humanos, la creatividad, la independencia, la capacidad para la autoeducación, la actualización y la preparación para trabajar en colectivo y en equipos multidisciplinarios (Horrutinier, 2008).
Se asume el concepto de formación integral como: “el proceso mediante el cual el estudiante aprende a conocerse a sí mismo y al mundo que le rodea, a transformar ese mundo y lograr su propia autoformación en las diferentes esferas y contextos de actuación manifestada en una adecuada coherencia entre el sentir, el pensar y el actuar.”(Torres, 2006:34).
El Presidente Raúl Castro al intervenir en la cumbre de los Países de la CELAC expresó: “Estamos obligados a alcanzar progresos en la educación como base del desarrollo económico y social. Nada de lo que nos proponemos, desde la disminución de la inequidad hasta la reducción de la brecha tecnológica y digital, sería posible sin ello.” (Castro, 2013:2).
Por otra parte en la I Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC), se señala, como uno de los objetivos: “Transformar la labor política e ideológica con los jóvenes, para lograr su incorporación plena en la vida económica, política y social, en correspondencia con las prioridades del país, propiciando métodos atractivos y participativos según sus necesidades, intereses y expectativas.” (PCC, 2012:7)
La educación cubana se sustenta de manera integradora en la filosofía marxista y en el ideario pedagógico del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, cuya concepción sobre la escuela, la función del docente y la relación entre enseñar y educar constituyen fuertes baluartes sobre los que se erige la política actual de la educación cubana, lo que le aporta al docente actual un mayor discernimiento sobre su encargo social, no solamente en la institución, sino en su labor educativa con la familia y la comunidad.
De acuerdo con lo abordado, Álvarez, C. (1999) que expresa la necesidad de formar al hombre conforme a los intereses de la sociedad. Señala la existencia de un proceso integral, al que denomina “de formación” o “formativo” y lo distingue como objeto de estudio de la Pedagogía, cuyo propósito es preparar al hombre como ser social en todos los aspectos de su personalidad, para que adquiera su plenitud, tanto desde el punto de vista educativo como instructivo y desarrollador. Además, alerta sobre la importancia del vínculo de la escuela con la vida.
Homero Fuentes considera que "la formación del profesional constituye el proceso en el que  los  sujetos  desarrollan  el  compromiso  social  y  profesional,  se  identifica  este  con  las situaciones de su entorno y con las condicionantes de carácter histórico social" (Fuentes, H: 2000:46). Por su parte, en el  Reglamento  del  Trabajo  Docente  y  Metodológico  del  Ministerio  de  Educación  Superior, Resolución  No.  210  de  2007,  se  relaciona  con  la  preparación  integral  que  deben  recibir  los estudiantes universitarios con el fin de lograr un desempeño exitoso en los diversos sectores de la economía y la sociedad en general (Ministerio de Educación Superior, 2007).
Se coincide con (López, 2004:13) quien señala que la formación de profesores puede entenderse como ¨el proceso (y el resultado) desde el que es posible ayudar a jóvenes que optan por esta profesión a confi­gurar su identidad como intelectuales y agentes socializadores y educativos.¨
La nueva universidad cubana se dirige a preservar, desarrollar y promover toda la cultura de la humanidad, a través de procesos sustantivos y en estrecho vínculo con la sociedad, llegando con ello a todo el pueblo y, en particular, a los sectores más desfavorecidos. Entre sus características generales destaca su carácter científico, tecnológico y humanista, la labor educativa y político-ideológica, la formación investigativa de los estudiantes, y el vínculo del estudio con el trabajo, así como la universalización de la educación superior como rasgo distintivo que connota la riqueza conceptual e innovadora del sistema educativo en concordancia con las demandas sociales actuales.
Las universidades cubanas tienen compromisos sociales, sobresaliendo la formación sociopolítica de los individuos. La integración de procesos sociales y culturales es requisito fundamental en la formación del profesional cubano, esta labor implica la orientación en el orden político e ideológico. Aun cuando la docencia es la función principal por la que se reconoce a las altas casas de estudios, desde nuestra realidad, el alcance en el orden sociopolítico ha sido un elemento importante, pues las universidades se consideran espacios claves para la reproducción de la obra de la Revolución.
Con la implementación de los nuevos planes de estudios E se pondera un sistema de formación de nivel superior flexible y adaptado a los requerimientos de una sociedad socialista avanzada y culta, más allá del simple planteamiento de disminuir la duración de la permanencia en la universidad.
La formación de profesionales integrales y con un alto nivel de competencia es el objetivo fundamental de la Educación Superior en nuestro país, lo que constituye un reto para el claustro de profesores, estudiantes, las instituciones educativas y otras entidades vinculadas a este proceso, en la que se debe trabajar sistemática y científicamente; lo que implica la realización de un perfeccionamiento continuo del proceso de enseñanza – aprendizaje.
Al decir de Ovidio D´Angelo  el  tema  de  la  subjetividad  no  es  nuevo  en  las  ciencias  humanas, cobra gran importancia en el ámbito teórico, político y social en los años recientes. (D´Angelo, 2004:1) A pesar de ser un término insuficientemente tratado por las ciencias sociales y humanísticas lo constituye la subjetividad entendida como "una cualidad constituyente de la cultura, el hombre y sus diversas prácticas, es precisamente la expresión de la experiencia vivida en sentidos diferentes para quienes la comparten, constituyendo esos sentidos la realidad de la experiencia vivida para el hombre." (González, 2012:13). Históricamente la política se ha ejercido ignorando los procesos de subjetivación y efectos colaterales que generan los diferentes procesos que la constituyen y las decisiones que la orientan.
Cuando se habla de la política se entiende como una región de un determinado sistema social en la que se expresan posiciones de poder, intereses económicos, relaciones y diferencias de clase, entramados de dominación, símbolos de autoridad, niveles de jerarquía y subordinación, prácticas de control o represión.
En la vida cotidiana y desde una visión superficial de la actividad de los hombres en la sociedad, pudiera pensarse que unos individuos se dedican a la política mientras otros se ocupan de la labor pedagógica en la educación básica, profesional-formativa en la educación superior, o al desarrollo de las ciencias, la tecnología o a la prestación de servicios; pero desde un estudio sociológico más profundo sobre el tema, se observa que en la práctica social sucede, que ningún hombre puede optar por existir y manifestarse, al margen de la política.
La despolitización, que está teniendo lugar en el mundo a partir de una actitud de desideologización desde las fuertes oligarquías de poder, es un proceso que intenta ser global, mover signos y significados dirigidos a posiciones consumistas o la búsqueda de placer y consumismo desmedidos, alejando a la gente de sus necesidades concretas y reales.
Otro gran desafío de las universidades de hoy en Cuba es superar la mediocridad, el oportunismo, el burocratismo, y el miedo a la política. Solo la política que propicie el diálogo, la discusión y la confrontación de ideas podrá salvar el ideario socialista en Cuba. Se trata de un cambio hacia un maestro y un alumno reflexivos, con apertura mental, en vez de dogmáticos y acríticos; creativos, en vez de repetitivos, íntegros en la valoración de su forma de actuar y de pensar.
Se trata de formar un egresado que se caracterice por tener un dominio profundo en su formación y que sea capaz de resolver los problemas más generales y frecuentes que se les presenten en su labor como profesional, de modo activo, independiente y creador, además de que posea hábitos de superación permanente, con una elevada capacidad de comunicación, habilidades para el trabajo en grupo y desarrollo de trabajos científicos e investigativos, dominio de las técnicas informáticas y con un alto sentido de compromiso con la sociedad en que vivimos.
Contribuir a la formación sociopolítica como parte de la cultura integral del estudiante universitario DEBE ser función esencial de la Enseñanza Superior, como complemento de la formación profesional que ha sido el objeto principal tradicional de los centros universitarios. Las instituciones de Educación Superior no deben preparar a los estudiantes sólo para ser más competentes en sus diferentes esferas de actuación, sino ante todo para su competitividad como verdaderos seres humanos.
La falta de una sólida formación sociopolítica en la juventud es un juego peligroso que incauta el futuro de cualquier nación, porque convierte a sus ciudadanos en personas más manipulables. Aunque no se ha extendido aún, hay una tendencia dentro de los jóvenes hacia la enajenación. Son emigrantes que nunca han salido del país, porque tienen la cabeza afuera y el cuerpo aquí. Aunque no son mayoría, su existencia es un indicador social que no debe pasar desapercibido.
No obstante la formación sociopolítica corre el riesgo de la ineficacia si es pensada exclusivamente en el plano subjetivo, en el plano de las ideas, si no toma en cuenta las necesidades de la gente, si no es actual, si no cambia sus contenidos y su estética a tono con cada nueva realidad, si pretende influir en la conciencia y los comportamientos humanos con los mismos contenidos, simbología y estética del pasado.
Especificando en el término ¨sociopolítica¨ ha de precisarse que se refiere a la estrecha interrelación entre los términos sociedad y política y a la dificultad en la distinción de cómo cada uno influye en el otro, por lo que cuando se hable de política, inmediatamente se pensará en específicas características sociales y, a la inversa, cuando se hable de una sociedad, inmediatamente se pensará en específicas características políticas.
Se parte de la idea sostenida por el destacado psicólogo cubano Fernando González Rey acerca de que la sociedad "no es una organización homogénea, donde todo cobra un valor directo y lineal a través de un concepto aglutinador, sea este capitalismo, socialismo o cualquier otro. Ningún concepto general referido a la organización socioeconómica es representativo de los innumerables procesos simultáneos y contradictorios que caracterizan la organización y el desarrollo social". (González, 1997:27)
Toda sociedad aspira a formar sujetos cada vez más capaces de transformarla para lograr un mejoramiento humano, aunque, no siempre se está consciente del fin que se aspira con la formación del profesional que no es solo instruir sino también y en última instancia educar, es decir dirigir dicho proceso a la formación de convicciones, valores, intereses sociales, etc. Esta situación en no pocas ocasiones conlleva a que no exista claridad en cuanto al profesional que se aspira a formar produciéndose un proceso que algunos autores llaman desvalorización de la formación de los profesionales.
Los estudiantes universitarios por las disimiles funciones y roles que cumple en la sociedad una vez que egresan, precisan de una formación permanente desde la universidad y su entorno universitario acorde con las exigencias de la realidad social contemporánea, para lo que, se exige poseer una alta preparación profesional desde lo curricular, lo axiológico, para un correcto desempeño social y político en la sociedad.
En este sentido el destacado teólogo brasileño Frei Betto (2014:1) ha señalado que ¨el primer deber del educador no es formar mano de obra especializada o calificada para el mercado del trabajo. Es formar seres humanos felices, dignos, dotados de conciencia crítica, participantes activos en el desafío permanente de perfeccionar el socialismo, que considero que es el nombre político del amor. Para eso le cabe a la educación despertar en los educandos el aprecio por los valores que estimulan el altruismo, la solidaridad, el servicio desinteresado a las causas colectivas, aunque la fuente de esos valores no sea exclusivamente ideológica, sino también religiosa o espiritual¨. (Betto, F. 2014:1)
Al tomar en consideración a concepción materialista de la historia, debe hacerse énfasis, considerando las características de los estudiantes del pregrado y la posibilidad para  adecuarla  al  momento  actual,  en  lo expresado por Marx en el Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte: ”…Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias  elegidos  por  ellos  mismos,  sino bajo  aquellas  con  que  se  encuentran directamente que existen y le han sido legadas por el pasado” (Marx, C. 1973:408)
Por consiguiente hay que tener en cuenta que son los hijos del período especial, son los que conocieron de cerca sus penurias materiales, son los que han crecido inmersos en las desigualdades, en el deterioro de la educación, en la crisis de los modelos en el entorno familiar y en el medio social a su alcance.
La responsabilidad ciudadana y el compromiso social asociados al desempeño profesional y por tanto, vinculados a la competencia del profesional de la educación constituyen centro de atención en el proceso de formación que tiene lugar en las universidades en la actualidad que se expresa en la necesidad de transitar de una formación tecnocrática a una formación sociopolítica con un fuerte sentido ético y humanista.
1.2 Las competencias en la educación superior
La formación del profesional de la educación, durante la formación inicial, ha alcanzado rigor científico investigativo con la introducción de la política científica en las universidades, con una concepción curricular sistémica, multifuncional y multidisciplinar, que aspira a formar un profesional con las capacidades y cualidades que lo identifiquen, con potencialidades científico-pedagógica, priorizando el contacto con su realidad socio-cultural. No obstante se manifiestan debilidades, proporcionadas, por la falta de integración sistémica y coherente de todos los componentes del proceso formativo.
Para lograr el desempeño profesional competente de los licenciados en educación en formación inicial, se requiere identificar y modelar las competencias necesarias e imprescindibles que lo posibilitan desde el propio proceso pedagógico universitario.
Las problemáticas esenciales a la hora de abordar la formación de competencias en la educación superior, se antoja como una categoría compleja por la diversidad de criterios y enfoques que de ella se tiene, constituyen una necesidad al acercarse a la dinámica concreta de su devenir.
A los estudios sobre la competencias profesionales y su formación en el contexto educativo se vienen dedicando muchos investigadores, actualmente existen varias publicaciones sobre ellas desde diferentes concepciones aunque resulta un término acuñado hace relativamente poco tiempo en el campo educativo
Desde esta perspectiva, se precisa una reflexión sobre las competencias desde lo teórico y lo pedagógico, para examinar si las actividades educativas emanadas desde la universidad cubana, contribuyen a satisfacer los intereses de los estudiantes que se preparan como futuros profesionales de la educación y garantizar su efectividad como sujetos con un fuerte compromiso social.
Es un hecho indispensable que los universitarios desplieguen competencias que les permitan transformar la sociedad. En la práctica, en ocasiones, se aprecian determinadas inconsistencias en el quehacer sociopolítico de los estudiantes que limitan su desempeño social.
La formación de competencias en la educación superior es considerada un "proceso mediante el cual el futuro profesional desarrolla capacidades para integrar: conocimientos, habilidades, valores y actitudes a un contexto sociolaboral, para interpretarlo, argumentarlo y resolver problemas de forma innovadora y creativa." (Díaz, T. 2016:36)
Al acercarnos a una definición de competencias profesionales (Mariño y Ortiz, 2011:2) precisan que son ¨aquellas cualidades de la personalidad que permiten la autorregulación de la conducta del sujeto, a partir de la integración de los conocimientos científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas con el ejercicio de su profesión, así  como  de  los  motivos,  sentimientos,  necesidades  y  valores  asociados  a  ella  que permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional eficaz y eficiente dentro de un contexto  social  determinado.  Expresan un enfoque holístico de la personalidad en la unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual¨.
En este orden de ideas se puede citar a la  investigadora  Santos  Baranda,  J. (2005:51)  quien en  sus  estudios  acerca  de  las competencias en el ámbito pedagógico ofrece una definición en la que se revela un mayor nivel de elaboración y una perspectiva de mayor complejidad en el abordaje del término, al considerar que la competencia constituye: "un sistema de conocimientos, habilidades, valores y cualidades de la personalidad que se movilizan en función de las necesidades individuales y sociales, así como de los motivos, intereses  y  actitudes  del  profesional,  que  permiten  el  desempeño satisfactorio en el ejercicio de la profesión; y  que sólo pueden ser evaluadas  a  través  del  desempeño,  considerando  las  exigencias sociales."
Por su parte (Achiong y Deniz 2012:7) consideran que en el caso del profesional de la educación la existencia de tres competencias profesionales complejas básicas, que responden a las funciones profesionales esenciales que se reconocen en el perfil de este profesional: la competencia didáctica, la competencia investigativa y la competencia de orientación educativa.
Sin embargo con este último criterio los autores del presente artículo difieren, pues a nuestro juicio si bien es acertada la relación de competencias que se señalan, se debía considerar, por la singularidad del profesional de la educación en formación inicial la competencia formación sociopolítica a partir de dos principios esenciales de la pedagogía. Primero el de la “doble intencionalidad pedagógica”. Con el citado principio la formación sociopolítica desde la formación inicial tiene un doble propósito pedagógico que subyace en su propia dinámica: la formación para sí y la formación para el desempeño de la profesión.
El segundo principio y no menos importante se considera a "El carácter formativo del ser humano en su  contexto  sociocultural" (Fuentes, L. 2008, citado por Fuentes, H. 2009:213),  lo  cual  quiere  decir  que  el  proceso  de  formación profesional y humana de los sujetos es consecuencia del desarrollo del ser humano a lo  largo  de  la  historia  de  la  humanidad,  interpretado  a  partir  de  reconocer  su naturaleza compleja y a la vez totalizadora (holística) que se desarrolla en la relación dialéctica  entre  lo  biológico,  ecológico,  social  y  espiritual,  con  autonomía  y  en  la interacción  social  en  un  medio  natural  y  cultural  y  en  su  devenir  histórico,  que  se desarrolla  en  unidad  dialéctica  con  el  desarrollo  de  su  capacidad  transformadora humana, y su actividad humana, dinamizada por esta, en unidad con el desarrollo de sus valores y valoraciones más esenciales.
Al hacer una distinción entre competencias laborales y competencias profesionales (Chiang, E.A. 2016:133) afirma que la formación de estas últimas aborda la posibilidad transformadora de cada sujeto, como expresión de las potencialidades (conocimientos, hábitos, habilidades, actitudes y valores) que este posea para desempeñarse en cualquier ámbito, no solo en un puesto de trabajo determinado (ámbito laboral), sino también, en una diversidad de estos y en la esfera social en sentido general (en la comunidad, en lo profesional, entre otros) de ahí que constituye una visión más amplia de dicho proceso.
A partir de este breve análisis teórico podemos afirmar que la sociedad cubana actual requiere de un proceso formativo de nuevos profesionales, que sean capaces, a corto plazo, de hallar soluciones a problemas acuciantes e inmediatos de la sociedad y, a largo plazo, de enfrentar los múltiples y complejos procesos culturales y políticos de la contemporaneidad.
A manera de conclusiones
A manera de colofón al decir de Isabel Rauber (2015:2) es indispensable para la formación sociopolítica desplegar la batalla político cultural en todos los terrenos y dimensiones, en particular las redes sociales. Atender al desarrollo de la subjetividad y espiritualidad de los pueblos potenciando sus identidades, culturas, cosmovisiones; desarrollar sostenidamente procesos interactivos de formación sociopolítica y abrir cauces a un nuevo pensamiento crítico latinoamericano, descolonizado, intercultural y multicosmovisivo, plurívoco, anclado a las prácticas de los pueblos.
La Educación Superior se plantea la formación de profesionales que, además de una sólida instrucción y educación, desarrollen competencias profesionales que le permitan convertirse en individuos creadores y transformadores, capaces de autoprepararse sistemáticamente, para garantizar una actualización profesional permanente a partir del desarrollo de habilidades para aprender a aprender.
La comprensión del papel de lo sociopolítico en la formación de los profesionales de la educación en formación inicial tiene gran importancia para la instrumentación de un proceso pedagógico como proceso de diálogo, contextualizado, capaz de influir en los modos de actuar y en la apropiación de los conocimientos de los sujetos que se involucran en este proceso, en correspondencia con las normas que rigen la sociedad cubana actual.
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* Licenciado en Educación, Especialidad Marxismo-Leninismo e Historia. Máster en Educación. Ha participado en eventos científicos nacionales e internacionales. 11 años de experiencia en la educación superior. Ha publicado en revistas de alto impacto para las ciencias pedagógicas.
**Licenciado en Educación, Especialidad Marxismo-Leninismo e Historia. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Director del Centro de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Las Tunas. Sus artículos sobre el fenómeno social marginalidad y la integración latinoamericana han sido publicados en revistas de impacto científico. Ha impartido conferencias en universidades de la República Bolivariana de Venezuela.
*** Licenciado en Educación, Especialidad Marxismo-Leninismo e Historia. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Funcionario del Ministerio de Educación Superior, Cuba. Ha publicado artículos en revistas nacionales e internacionales. Ha participado en eventos científicos de alto nivel. Ha impartido conferencias en universidades de la República Bolivariana de Venezuela.

Recibido: 21/12/2017 Aceptado: 05/02/2018 Publicado: Febrero de 2018


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