Higor Atucha Rodríguez *
Roberto Fernández Naranjo **
Adolfo Luis Rojas Tur ***
Universidad de Las Tunas, Cuba
higorat@ult.edu.cuResumen 
  El  presente artículo tiene como propósito fundamental realizar un análisis teórico  sobre el papel que desempeña la formación sociopolítica en el desarrollo de competencias  del estudiante universitario de carreras pedagógicas. Se toman en consideración  los principales retos de la educación superior en el mundo actual, así como el  contexto educativo nacional e internacional. La necesidad de potenciar la  formación sociopolítica se expresa como una emergencia del cambio educativo en  el siglo XXI desde una concepción interdisciplinaria y sistémica que integre e  interconecte, de manera dinámica, dimensiones, componentes y funciones que  ofrezcan un sentido de totalidad y no un agregado de elementos aislados. 
  Palabras  clave: formación; competencias; sociopolítica; cambio educativo; sociedad
  Abstract
  The present article has as fundamental purpose to  carry out a theoretical analysis on the paper that carries out the  sociopolitical formation in the development of competences of the higher  education students from pedagogic careers competences. They take in  consideration the main challenges of the higher education in the world today,  as well as the national and international educational context. The necessity to  upsurge the sociopolitical formation is expressed like an emergency of the  educational change in century XXI from an interdisciplinary and systemic  conception that integrates and interconnects, in a dynamic way, dimensions,  components and functions that offer a sense of entirety and not of an gathered of  isolated elements.
  Key  words: formation; competences; sociopolitical; educational  change; society
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Higor Atucha Rodríguez, Roberto Fernández Naranjo y Adolfo Luis Rojas Tur  (2018): “La formación sociopolítica en su relación con las competencias profesionales del estudiante universitario”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/012/competencias-profesionales.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1802competencias-profesionales
1.1 La política en la formación integral  del estudiante universitario
   En  la Declaración final de la Conferencia Mundial sobre Educación convocada por la  UNESCO en 1998 se lee: "La educación superior debe reforzar sus funciones  de servicio a la sociedad y más concretamente sus actividades encaminadas a  erradicar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el  hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades, principalmente  mediante un planteamiento interdisciplinario y transdisciplinario para analizar  los problemas y las cuestiones planteadas". (UNESCO, 1998)
   La  formación integral constituye la idea rectora de la Educación Superior Cubana,  que expresa la pretensión de centrar el quehacer de las universidades en la  formación plena de los profesionales, de modo que los conduzca hacia el  desarrollo de altos valores humanos, la creatividad, la independencia, la  capacidad para la autoeducación, la actualización y la preparación para  trabajar en colectivo y en equipos multidisciplinarios (Horrutinier, 2008).
   Se  asume el concepto de formación integral como: “el proceso mediante el cual el  estudiante aprende a conocerse a sí mismo y al mundo que le rodea, a  transformar ese mundo y lograr su propia autoformación en las diferentes  esferas y contextos de actuación manifestada en una adecuada coherencia entre  el sentir, el pensar y el actuar.”(Torres, 2006:34).
   El  Presidente Raúl Castro al intervenir en la cumbre de los Países de la CELAC  expresó: “Estamos obligados a alcanzar progresos en la educación como base del  desarrollo económico y social. Nada de lo que nos proponemos, desde la  disminución de la inequidad hasta la reducción de la brecha tecnológica y  digital, sería posible sin ello.” (Castro, 2013:2).
   Por  otra parte en la I Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC), se  señala, como uno de los objetivos: “Transformar la labor política e ideológica  con los jóvenes, para lograr su incorporación plena en la vida económica,  política y social, en correspondencia con las prioridades del país, propiciando  métodos atractivos y participativos según sus necesidades, intereses y  expectativas.” (PCC, 2012:7)
   La  educación cubana se sustenta de manera integradora en la filosofía marxista y  en el ideario pedagógico del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, cuya  concepción sobre la escuela, la función del docente y la relación entre enseñar  y educar constituyen fuertes baluartes sobre los que se erige la política  actual de la educación cubana, lo que le aporta al docente actual un mayor  discernimiento sobre su encargo social, no solamente en la institución, sino en  su labor educativa con la familia y la comunidad.
   De  acuerdo con lo abordado, Álvarez, C. (1999) que expresa la necesidad de formar  al hombre conforme a los intereses de la sociedad. Señala la existencia de un  proceso integral, al que denomina “de formación” o “formativo” y lo distingue  como objeto de estudio de la Pedagogía, cuyo propósito es preparar al hombre  como ser social en todos los aspectos de su personalidad, para que adquiera su  plenitud, tanto desde el punto de vista educativo como instructivo y  desarrollador. Además, alerta sobre la importancia del vínculo de la escuela  con la vida.
   Homero  Fuentes considera que "la formación del profesional constituye el proceso  en el que  los  sujetos   desarrollan  el  compromiso   social  y  profesional,   se  identifica  este   con  las situaciones de su entorno  y con las condicionantes de carácter histórico social" (Fuentes, H: 2000:46).  Por su parte, en el  Reglamento  del   Trabajo  Docente  y   Metodológico  del  Ministerio   de  Educación  Superior, Resolución  No.   210  de  2007,   se  relaciona  con   la  preparación  integral  que   deben  recibir  los estudiantes universitarios con el fin de  lograr un desempeño exitoso en los diversos sectores de la economía y la  sociedad en general (Ministerio de Educación Superior, 2007).
   Se  coincide con (López, 2004:13) quien señala que la formación de profesores puede  entenderse como ¨el proceso (y el resultado) desde el que es posible ayudar a  jóvenes que optan por esta profesión a configurar su identidad como  intelectuales y agentes socializadores y educativos.¨ 
   La  nueva universidad cubana se dirige a preservar, desarrollar y promover toda la  cultura de la humanidad, a través de procesos sustantivos y en estrecho vínculo  con la sociedad, llegando con ello a todo el pueblo y, en particular, a los  sectores más desfavorecidos. Entre sus características generales destaca su  carácter científico, tecnológico y humanista, la labor educativa y  político-ideológica, la formación investigativa de los estudiantes, y el  vínculo del estudio con el trabajo, así como la universalización de la  educación superior como rasgo distintivo que connota la riqueza conceptual e  innovadora del sistema educativo en concordancia con las demandas sociales  actuales.
   Las  universidades cubanas tienen compromisos sociales, sobresaliendo la formación  sociopolítica de los individuos. La integración de procesos sociales y  culturales es requisito fundamental en la formación del profesional cubano,  esta labor implica la orientación en el orden político e ideológico. Aun cuando  la docencia es la función principal por la que se reconoce a las altas casas de  estudios, desde nuestra realidad, el alcance en el orden sociopolítico ha sido  un elemento importante, pues las universidades se consideran espacios claves  para la reproducción de la obra de la Revolución.
   Con  la implementación de los nuevos planes de estudios E se pondera un sistema de  formación de nivel superior flexible y adaptado a los requerimientos de una  sociedad socialista avanzada y culta, más allá del simple planteamiento de  disminuir la duración de la permanencia en la universidad.
   La  formación de profesionales integrales y con un alto nivel de competencia es el  objetivo fundamental de la Educación Superior en nuestro país, lo que  constituye un reto para el claustro de profesores, estudiantes, las  instituciones educativas y otras entidades vinculadas a este proceso, en la que  se debe trabajar sistemática y científicamente; lo que implica la realización  de un perfeccionamiento continuo del proceso de enseñanza – aprendizaje. 
   Al  decir de Ovidio D´Angelo  el  tema   de  la  subjetividad   no  es  nuevo   en  las  ciencias   humanas, cobra gran importancia en el ámbito teórico, político y social  en los años recientes. (D´Angelo, 2004:1) A pesar de ser un término  insuficientemente tratado por las ciencias sociales y humanísticas lo  constituye la subjetividad entendida como "una cualidad constituyente de  la cultura, el hombre y sus diversas prácticas, es precisamente la expresión de  la experiencia vivida en sentidos diferentes para quienes la comparten,  constituyendo esos sentidos la realidad de la experiencia vivida para el  hombre." (González, 2012:13). Históricamente la política se ha ejercido  ignorando los procesos de subjetivación y efectos colaterales que generan los  diferentes procesos que la constituyen y las decisiones que la orientan.
   Cuando  se habla de la política se entiende como una región de un determinado sistema  social en la que se expresan posiciones de poder, intereses económicos,  relaciones y diferencias de clase, entramados de dominación, símbolos de  autoridad, niveles de jerarquía y subordinación, prácticas de control o  represión.
   En  la vida cotidiana y desde una visión superficial de la actividad de los hombres  en la sociedad, pudiera pensarse que unos individuos se dedican a la política  mientras otros se ocupan de la labor pedagógica en la educación básica,  profesional-formativa en la educación superior, o al desarrollo de las  ciencias, la tecnología o a la prestación de servicios; pero desde un estudio  sociológico más profundo sobre el tema, se observa que en la práctica social  sucede, que ningún hombre puede optar por existir y manifestarse, al margen de  la política.
   La  despolitización, que está teniendo lugar en el mundo a partir de una actitud de  desideologización desde las fuertes oligarquías de poder, es un proceso que  intenta ser global, mover signos y significados dirigidos a posiciones  consumistas o la búsqueda de placer y consumismo desmedidos, alejando a la  gente de sus necesidades concretas y reales.
   Otro  gran desafío de las universidades de hoy en Cuba es superar la mediocridad, el  oportunismo, el burocratismo, y el miedo a la política. Solo la política que  propicie el diálogo, la discusión y la confrontación de ideas podrá salvar el  ideario socialista en Cuba. Se trata de un cambio hacia un maestro y un alumno  reflexivos, con apertura mental, en vez de dogmáticos y acríticos; creativos,  en vez de repetitivos, íntegros en la valoración de su forma de actuar y de  pensar.
   Se  trata de formar un egresado que se caracterice por tener un dominio profundo en  su formación y que sea capaz de resolver los problemas más generales y  frecuentes que se les presenten en su labor como profesional, de modo activo,  independiente y creador, además de que posea hábitos de superación permanente,  con una elevada capacidad de comunicación, habilidades para el trabajo en grupo  y desarrollo de trabajos científicos e investigativos, dominio de las técnicas  informáticas y con un alto sentido de compromiso con la sociedad en que  vivimos.
   Contribuir  a la formación sociopolítica como parte de la cultura integral del estudiante  universitario DEBE ser función esencial de la Enseñanza Superior, como  complemento de la formación profesional que ha sido el objeto principal  tradicional de los centros universitarios. Las instituciones de Educación  Superior no deben preparar a los estudiantes sólo para ser más competentes en  sus diferentes esferas de actuación, sino ante todo para su competitividad como  verdaderos seres humanos.
   La  falta de una sólida formación sociopolítica en la juventud es un juego  peligroso que incauta el futuro de cualquier nación, porque convierte a sus  ciudadanos en personas más manipulables. Aunque no se ha extendido aún, hay una  tendencia dentro de los jóvenes hacia la enajenación. Son emigrantes que nunca  han salido del país, porque tienen la cabeza afuera y el cuerpo aquí. Aunque no  son mayoría, su existencia es un indicador social que no debe pasar  desapercibido. 
   No  obstante la formación sociopolítica corre el riesgo de la ineficacia si es  pensada exclusivamente en el plano subjetivo, en el plano de las ideas, si no  toma en cuenta las necesidades de la gente, si no es actual, si no cambia sus  contenidos y su estética a tono con cada nueva realidad, si pretende influir en  la conciencia y los comportamientos humanos con los mismos contenidos,  simbología y estética del pasado.
   Especificando  en el término ¨sociopolítica¨ ha de precisarse que se refiere a la estrecha  interrelación entre los términos sociedad y política y a la dificultad en la  distinción de cómo cada uno influye en el otro, por lo que cuando se hable de  política, inmediatamente se pensará en específicas características sociales y,  a la inversa, cuando se hable de una sociedad, inmediatamente se pensará en  específicas características políticas.
   Se  parte de la idea sostenida por el destacado psicólogo cubano Fernando González  Rey acerca de que la sociedad "no es una organización homogénea, donde  todo cobra un valor directo y lineal a través de un concepto aglutinador, sea  este capitalismo, socialismo o cualquier otro. Ningún concepto general referido  a la organización socioeconómica es representativo de los innumerables procesos  simultáneos y contradictorios que caracterizan la organización y el desarrollo  social". (González, 1997:27)
   Toda  sociedad aspira a formar sujetos cada vez más capaces de transformarla para  lograr un mejoramiento humano, aunque, no siempre se está consciente del fin  que se aspira con la formación del profesional que no es solo instruir sino  también y en última instancia educar, es decir dirigir dicho proceso a la  formación de convicciones, valores, intereses sociales, etc. Esta situación en  no pocas ocasiones conlleva a que no exista claridad en cuanto al profesional  que se aspira a formar produciéndose un proceso que algunos autores llaman desvalorización  de la formación de los profesionales.
   Los  estudiantes universitarios por las disimiles funciones y roles que cumple en la  sociedad una vez que egresan, precisan de una formación permanente desde la  universidad y su entorno universitario acorde con las exigencias de la realidad  social contemporánea, para lo que, se exige poseer una alta preparación  profesional desde lo curricular, lo axiológico, para un correcto desempeño  social y político en la sociedad.
   En  este sentido el destacado teólogo brasileño Frei Betto (2014:1) ha señalado que  ¨el primer deber del educador no es formar mano de obra especializada o  calificada para el mercado del trabajo. Es formar seres humanos felices,  dignos, dotados de conciencia crítica, participantes activos en el desafío  permanente de perfeccionar el socialismo, que considero que es el nombre  político del amor. Para eso le cabe a la educación despertar en los educandos  el aprecio por los valores que estimulan el altruismo, la solidaridad, el  servicio desinteresado a las causas colectivas, aunque la fuente de esos  valores no sea exclusivamente ideológica, sino también religiosa o espiritual¨.  (Betto, F. 2014:1)
   Al  tomar en consideración a concepción materialista de la historia, debe hacerse  énfasis, considerando las características de los estudiantes del pregrado y la  posibilidad para  adecuarla  al   momento  actual,  en  lo  expresado por Marx en el Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte: ”…Los hombres  hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias  elegidos   por  ellos  mismos,   sino bajo  aquellas  con   que  se  encuentran directamente que existen y le han  sido legadas por el pasado” (Marx, C. 1973:408)
   Por  consiguiente hay que tener en cuenta que son los hijos del período especial, son  los que conocieron de cerca sus penurias materiales, son los que han crecido  inmersos en las desigualdades, en el deterioro de la educación, en la crisis de  los modelos en el entorno familiar y en el medio social a su alcance.
   La  responsabilidad ciudadana y el compromiso social asociados al desempeño  profesional y por tanto, vinculados a la competencia del profesional de la  educación constituyen centro de atención en el proceso de formación que tiene  lugar en las universidades en la actualidad que se expresa en la necesidad de  transitar de una formación tecnocrática a una formación sociopolítica con un  fuerte sentido ético y humanista.
  1.2 Las competencias en la educación  superior
   La  formación del profesional de la educación, durante la formación inicial, ha  alcanzado rigor científico investigativo con la introducción de la política  científica en las universidades, con una concepción curricular sistémica,  multifuncional y multidisciplinar, que aspira a formar un profesional con las  capacidades y cualidades que lo identifiquen, con potencialidades  científico-pedagógica, priorizando el contacto con su realidad socio-cultural.  No obstante se manifiestan debilidades, proporcionadas, por la falta de  integración sistémica y coherente de todos los componentes del proceso  formativo. 
   Para  lograr el desempeño profesional competente de los licenciados en educación en  formación inicial, se requiere identificar y modelar las competencias  necesarias e imprescindibles que lo posibilitan desde el propio proceso  pedagógico universitario.
   Las  problemáticas esenciales a la hora de abordar la formación de competencias en  la educación superior, se antoja como una categoría compleja por la diversidad  de criterios y enfoques que de ella se tiene, constituyen una necesidad al  acercarse a la dinámica concreta de su devenir.
   A  los estudios sobre la competencias profesionales y su formación en el contexto  educativo se vienen dedicando muchos investigadores, actualmente existen varias  publicaciones sobre ellas desde diferentes concepciones aunque resulta un  término acuñado hace relativamente poco tiempo en el campo educativo
   Desde  esta perspectiva, se precisa una reflexión sobre las competencias desde lo  teórico y lo pedagógico, para examinar si las actividades educativas emanadas  desde la universidad cubana, contribuyen a satisfacer los intereses de los  estudiantes que se preparan como futuros profesionales de la educación y  garantizar su efectividad como sujetos con un fuerte compromiso social.
   Es  un hecho indispensable que los universitarios desplieguen competencias que les  permitan transformar la sociedad. En la práctica, en ocasiones, se aprecian  determinadas inconsistencias en el quehacer sociopolítico de los estudiantes  que limitan su desempeño social. 
   La  formación de competencias en la educación superior es considerada un  "proceso mediante el cual el futuro profesional desarrolla capacidades  para integrar: conocimientos, habilidades, valores y actitudes a un contexto  sociolaboral, para interpretarlo, argumentarlo y resolver problemas de forma  innovadora y creativa." (Díaz, T. 2016:36)
   Al  acercarnos a una definición de competencias profesionales (Mariño y Ortiz,  2011:2) precisan que son ¨aquellas cualidades de la personalidad que permiten  la autorregulación de la conducta del sujeto, a partir de la integración de los  conocimientos científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas con el  ejercicio de su profesión, así  como  de   los  motivos,  sentimientos,   necesidades  y  valores   asociados  a  ella   que permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional eficaz y  eficiente dentro de un contexto   social  determinado.  Expresan un enfoque holístico de la personalidad  en la unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual¨. 
   En  este orden de ideas se puede citar a la   investigadora  Santos  Baranda,   J. (2005:51)  quien en  sus   estudios  acerca  de  las  competencias en el ámbito pedagógico ofrece una definición en la que se revela  un mayor nivel de elaboración y una perspectiva de mayor complejidad en el  abordaje del término, al considerar que la competencia constituye: "un  sistema de conocimientos, habilidades, valores y cualidades de la personalidad  que se movilizan en función de las necesidades individuales y sociales, así  como de los motivos, intereses  y  actitudes   del  profesional,  que   permiten  el  desempeño satisfactorio en el ejercicio de la  profesión; y  que sólo pueden ser  evaluadas  a  través   del  desempeño,  considerando   las  exigencias sociales."
   Por  su parte (Achiong y Deniz 2012:7) consideran que en el caso del profesional de  la educación la existencia de tres competencias profesionales complejas  básicas, que responden a las funciones profesionales esenciales que se  reconocen en el perfil de este profesional: la competencia didáctica, la  competencia investigativa y la competencia de orientación educativa. 
   Sin  embargo con este último criterio los autores del presente artículo difieren,  pues a nuestro juicio si bien es acertada la relación de competencias que se  señalan, se debía considerar, por la singularidad del profesional de la  educación en formación inicial la competencia formación sociopolítica a partir  de dos principios esenciales de la pedagogía. Primero el de la “doble  intencionalidad pedagógica”. Con el citado principio la formación sociopolítica  desde la formación inicial tiene un doble propósito pedagógico que subyace en  su propia dinámica: la formación para sí y la formación para el desempeño de la  profesión. 
   El  segundo principio y no menos importante se considera a "El carácter  formativo del ser humano en su   contexto  sociocultural"  (Fuentes, L. 2008, citado por Fuentes, H. 2009:213),  lo   cual  quiere  decir   que  el  proceso   de  formación profesional y humana  de los sujetos es consecuencia del desarrollo del ser humano a lo  largo   de  la  historia   de  la  humanidad,   interpretado  a  partir   de  reconocer  su naturaleza compleja y a la vez  totalizadora (holística) que se desarrolla en la relación dialéctica  entre   lo  biológico,  ecológico,   social  y  espiritual,   con  autonomía  y   en  la interacción  social   en  un  medio   natural  y  cultural   y  en  su  devenir  histórico,   que  se desarrolla  en   unidad  dialéctica  con   el  desarrollo  de   su  capacidad  transformadora humana, y su actividad humana,  dinamizada por esta, en unidad con el desarrollo de sus valores y valoraciones  más esenciales.
   Al  hacer una distinción entre competencias laborales y competencias profesionales  (Chiang, E.A. 2016:133) afirma que la formación de estas últimas aborda la  posibilidad transformadora de cada sujeto, como expresión de las  potencialidades (conocimientos, hábitos, habilidades, actitudes y valores) que  este posea para desempeñarse en cualquier ámbito, no solo en un puesto de  trabajo determinado (ámbito laboral), sino también, en una diversidad de estos y  en la esfera social en sentido general (en la comunidad, en lo profesional,  entre otros) de ahí que constituye una visión más amplia de dicho proceso. 
   A  partir de este breve análisis teórico podemos afirmar que la sociedad cubana  actual requiere de un proceso formativo de nuevos profesionales, que sean  capaces, a corto plazo, de hallar soluciones a problemas acuciantes e  inmediatos de la sociedad y, a largo plazo, de enfrentar los múltiples y  complejos procesos culturales y políticos de la contemporaneidad.
  A manera de conclusiones
   A  manera de colofón al decir de Isabel Rauber (2015:2) es indispensable para la  formación sociopolítica desplegar la batalla político cultural en todos los  terrenos y dimensiones, en particular las redes sociales. Atender al desarrollo  de la subjetividad y espiritualidad de los pueblos potenciando sus identidades,  culturas, cosmovisiones; desarrollar sostenidamente procesos interactivos de  formación sociopolítica y abrir cauces a un nuevo pensamiento crítico  latinoamericano, descolonizado, intercultural y multicosmovisivo, plurívoco,  anclado a las prácticas de los pueblos.
   La  Educación Superior se plantea la formación de profesionales que, además de una  sólida instrucción y educación, desarrollen competencias profesionales que le  permitan convertirse en individuos creadores y transformadores, capaces de  autoprepararse sistemáticamente, para garantizar una actualización profesional  permanente a partir del desarrollo de habilidades para aprender a aprender.
   La  comprensión del papel de lo sociopolítico en la formación de los profesionales  de la educación en formación inicial tiene gran importancia para la  instrumentación de un proceso pedagógico como proceso de diálogo,  contextualizado, capaz de influir en los modos de actuar y en la apropiación de  los conocimientos de los sujetos que se involucran en este proceso, en  correspondencia con las normas que rigen la sociedad cubana actual.
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