Evelyn Guilarte Castillo*
Romelio Miguel Basto Castillo**
Universidad de Oriente, Cuba
evelyngc@uo.edu.cuResumen
  La  comunidad global actual, requiere de una dinámica social que implique a todos  los sujetos de diferentes generaciones. Dicho problema encuentra en la  comunicación intergeneracional, contextualizada a la educación superior  pedagógica, un vía para la aprehensión por parte de sus actores formativos de compromisos profesionales, personales y sociales, atendiendo lo  comunicativo, lo dialógico y lo contextual.
  Desde la visión de este  artículo, el análisis de la comunicación intergeneracional en la educación superior  pedagógica, propone un tratamiento a elementos que permiten dinamizar las  representaciones sociales de las generaciones de docentes y estudiantes,  quienes considerando el anclaje de estas en la formación, con un carácter  intencional y bidireccional, podrán, desde un actuar, sustentado en la  necesaria solidaridad intergeneracional, enfrentar los retos del milenio y las  metas educativas, en la cual la universidad juega un papel esencial como  entidad transformadora.
  Palabras claves: comunicación,  formación, comunicación intergeneracional, educación superior pedagógica.
ABSTRACT:
  Today's global community requires a  social dynamic involving all subjects of different generations. The problem  lies in intergenerational communication, contextualized pedagogical higher  education a way to apprehension by their training actors professional, personal  and social engagements, attending the communicative, the dialogic and  contextual.
  From the perspective of this article,  the analysis of intergenerational communication in pedagogical higher  education, proposes a treatment elements that allow energize social  representations of generations of teachers and students, who considering the  anchoring of these in training, with intentional and bidirectional character may,  from an act, based on the necessary solidarity between generations, face the  challenges of the millennium and educational goals, which the university plays  an essential role as a processing entity. 
  KEY WORDS: communication, training,  intergenerational communication, pedagogical higher education. 
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Evelyn Guilarte Castillo y Romelio Miguel Basto Castillo (2016): “Relaciones intergeneracionales y formación pedagógica”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (diciembre 2016). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/caribe/2016/12/comunicacion.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1612comunicacion
INTRODUCCIÓN
El  presente siglo ha impuesto a la relación sociedad-educación superior  pedagógica, nuevos desafíos a resolver. Esta se encuentra ante el reto de  enfrentar la formación en valores éticos y humanos, haciendo del hombre nuevo,  un hombre de su tiempo, para contribuir a la formación de otras generaciones.  Por tanto, el diálogo generacional sustentado en la búsqueda de historia,  tradiciones, modos de comportamiento, hacen que la comunicación siga siendo un imperativo  para la educación superior a escala global, y para la concreción de los  objetivos para el desarrollo sostenible.
La necesidad del  desarrollo sostenible, ha llevado a cuestionar los métodos habituales de  evaluación y gestión de los procesos universitarios, por cuanto se requiere de  un profesional que al acceder a la cultura que le aporta su tránsito por la  formación, influya con una dinámica social transformadora. Este propósito  llevará a incorporar la sostenibilidad como un requisito para el  establecimiento de una comunicación intergeneracional al interior de la  educación superior pedagógica, que conduzca a la equidad y solidaridad entre  generaciones y asegure un trato justo al futuro.
La  educación superior pedagógica como proceso formativo de gestión cultural de los  sujetos que se encuentran en él, que se desarrolla como espacio permanente de  apropiación social e intencional de la cultura a través de relaciones sociales  de carácter formativo, ha de ser coherente con el discurso humanista y destacar  que la cultura como resultado acumulado, creación constante, proyectos y fines,  deviene en ideas y realizaciones de los seres humanos (H. Fuentes, 1998, 2007)
De  manera particular, en dicho proceso, se desarrollan relaciones entre sus  componentes personales, constituyendo la comunicación la vía esencial donde el  agente formador deberá conjuntar conocimiento, habilidades y ética profesional.
La  comunicación es, por tanto, un proceso en el cual transcurre la interacción  entre los sujetos, el intercambio de información, de vivencias e influencias  mutuas que siempre dejan una huella que favorece el cambio en los  interlocutores; de ahí que esta, en la educación superior pedagógica emerge  como un fenómeno multiconceptual y dinámico.
A  pesar de reconocerse un tratamiento adecuado de la comunicación, como componente  esencial de los escenarios formativos en la educación superior pedagógica, es  menester atender aquel micronivel de relación comunicativa, que  al implicar a los sujetos en el proceso formativo, posibilita un cotejo desde  la visión de la comunicación intergeneracional en la relación docente-estudiante, en la cual se encuentran las  representaciones generacionales de ambos sujetos formativos, buscando favorecer  el desarrollo de modos de actuación profesional y por ende las exigencias sociales que actúan en el modelo de la educación  superior pedagógica.
La idea anterior,  refleja la condición esencial de la  comunicación pedagógica, es decir, como proceso interactivo, pero es válido  significar, que las relaciones comunicativas están ligadas a la influencia  espontánea que ejercen las representaciones de los sujetos participantes, su  ascendencia positiva o negativa, lo cual requerirá de un trabajo intencional,  desde una visión teórico-sistematizadora contextual, que favorezca una  transposición praxiológica consecuente con el diseño estratégico que se orienta  por los modelos de formación profesional universitarios actuales.
DESARROLLO
     De este particular,  emerge la necesidad de una nueva mirada a la comunicación y su dinámica en la  educación superior pedagógica, que garantice un desempeño a posteriori, se ajuste a un entorno social complejo, y brinde  respuestas profesionales adecuadas.  
   “La misión de la universidad “(…) es, ante todo, garantizar  la transferencia de todo el acervo cultural de la humanidad de una generación a  otra. (…) La generación que es portadora del conocimiento (…), traslada el  mensaje cultural del cual es portador a la generación que se forma aprendiendo  (…)” (Hourroutinier,  2007:5)
     Lo  anterior describe la esencia de la labor en la educación superior pedagógica  actual, la que debe penetrar en el proceso y el diseño que contribuyen a la  formación integral del futuro profesional de la educación, desde la adecuada  conjunción entre lo instructivo y lo educativo, sustentada en la comunicación  como el fenómeno metaeducativo que propicia la búsqueda de eficiencia y  eficacia en su proceso formativo.
     Teniendo  en cuenta que en el proceso de formación profesional se produce de manera  sucesiva la afluencia de múltiples generaciones, dada la consecutividad del  proceso formativo, la dinámica interactiva, y su inserción en diversos  escenarios formativos, es fundamental profundizar en torno a este tipo de  relaciones comunicativas, que como resultado de la interacción, permitan que el  alumno incorpore modos de actuación a su identidad generacional y profesional,  de manera íntegra, y el docente direccione este proceso desde su experiencia  generacional.
     J.  Barbero et. al (2008), destacan a la comunicación como elemento de mediación  pedagógica y le atribuye la  capacidad de promover y acompañar los aprendizajes de los interlocutores; es  decir, promover en los otros la tarea de construirse y apropiarse del mundo y  de sí mismo (D. Prieto, citado por M. Olaya, 2009). La mediación así entendida  transforma la concepción del mundo y las representaciones de los actores en el  curso de las relaciones comunicativas pedagógicas.
     En  consecuencia con esto, en la comunicación intergeneracional en la educación  superior pedagógica, como mediadora de la interacción entre sujetos, se debe  reconocer en el docente su cualidad de agente-gestor que, al operar con el  texto comunicativo durante la labor formativa contextualizada, deberá conducir  la movilización cognitiva en torno al contenido de lo que comunica, su apropiación  y comprensión, al considerar las exigencias del modelo profesional y su  experiencia generacional. 
     Dicho  polo, en una dinámica orientadora y colaborativa, deberá guiar al alumno, como  polo activo a su vez del proceso, a que conozca, reflexione y se erija en  autogestor de su formación, considerando el reacomodo de sus representaciones  generacionales y concientizando el valor de lo aportado por el docente. Es  destacable que, incluso cuando sean reconocidas o no estas aportaciones, las  mismas subyacen en el recorrido formativo y se pueden legitimar de forma  consciente en la medida en que sean comprendidas y enriquezcan de forma  intencional la comunicación.
     Lo  anterior, precisa de atender los modelos de educación asociados a los de  comunicación en la dinámica comunicativa pedagógica, con la mirada puesta en lo  intra e intergeneracional. A tal efecto Martín Serrano (1978; 1992; 2007; 2008;  2009), declara como componentes de su modelo los actores, las circunstancias, y  la representación. Esta posición ofrece una mirada diferente a la comunicación  pedagógica, al connotarse el significado que pueden alcanzar las representaciones1 .
     Al  asumir tal criterio, se impone un acercamiento a dicha categoría, identificada  desde los presupuestos epistémicos de la sociología y la psicología social  esencialmente, y siendo reconocida como controversial y compleja dada su  naturaleza subjetiva. 
     En  este particular, son notables las aportaciones del sociólogo E. Durkheim (2000,  2002) quien engloba en la representación colectiva la forma en que el grupo  piensa en relación con los objetos que lo afectan, considerándolas hechos  sociales de carácter simbólico, producto de la asociación de la mente de los  individuos, aunque desconociendo la representación individual. Esta perspectiva  encuentra seguidores en Abric (2001); Doise, A. Clémence & F.  Lorenzi-Cioldi (2005); S. Araya (2002).
     Al  respecto, en la visión de la Psicología Social, Moscovici (1979), máximo  exponente de la Teoría  de las Representaciones Sociales, seguido por D. Jodelet (1984) y otros,  coinciden en plantear que las representaciones son generadas por los sujetos  sociales, construidas en la interacción social, y constituyen procesos en que  se sustenta el pensamiento común. A su juicio, estas se desarrollan en la  relación interactiva entre sujetos, y los signos y símbolos que portan se  objetivizan de forma icónica con su naturalización y anclaje propio, toda vez  que reconocen que dan sentido al comportamiento, y son reflejo de las funciones  de saber, identitarias, de orientación y justificativa. 
     La  naturalización de las representaciones sociales da cuerpo material a su anclaje  no propositivo, implicando que los símbolos alcancen un nivel de referencia,  categorización social y auto-identificación a partir de lo cual los sujetos orientan  su actividad, su visión semiótica, noética y contextual (T. Van Dijk, 2001; A.  Romeu, 2009) en relación con su grupo y grupos cercanos, lo que organiza su  conducta y prácticas2 . 
     El  análisis de las representaciones sociales en el presente trabajo 3, justifica  que orientadas desde un anclaje bidireccional e intencional, y al asumir la  transposición del andamiaje teórico e instrumental de la comunicación  pedagógica, enriquecida por los presupuestos de la Teoría de la Actividad  Humana, la Teoría de las Subjetividades de F. G. Rey (2012), así como los  aportes de la sociología desarrollados por Berger & Luckman (2007), estas  discurran como un operador epistémico esencial en el estudio de la comunicación  visión intergeneracional en la educación superior pedagógica. 
     En  esta perspectiva, y al identificarlas como representaciones pedagógicas, estas  deberán contribuir a la re-producción, re-construcción de las representaciones  generacionales del sujeto/objeto de la comunicación, por su capacidad de  resignificar los significados y las prácticas contextualizadas, con arreglo a  la transposición de la espontaneidad a la intencionalidad pedagógica, necesaria  para que docentes y alumnos reorienten sus modos de actuación y por ende su  identidad profesional.  
     En  consecución lógica y siguiendo el modelo freiriano de comunicación asociado a  la educación, las relaciones comunicativas desde una perspectiva  intergeneracional, requiere que durante el proceso formativo, se tenga en  cuenta cómo y en qué contexto se proporciona, reconozca la problematización de  la información y se centre en la participación dialógica como fundamento.  Entonces, la comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica  se erigirá como un proceso que asume un modelo de comunicación democrático,  horizontal, de respeto mutuo, sin que el docente renuncie a su papel orientador  y guía de sus alumnos (P. Freire, 1985)
     Siendo  así, la comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica,  emerge con una naturaleza dialógica, reconociendo a las representaciones en su  orientación hacia un anclaje intencional pedagógico como operador en el cambio,  no solo de la concepción y diseño del proceso formativo, sino en los roles  asumidos tradicionalmente, sin que desaparezca la autoridad moral y científica,  reconociendo la cultura desde la cual se configura la identidad, obligando a  considerar a la comunicación como el proceso que implica recuperar el contexto  en el cual los sujetos de la formación dan sentido a sus prácticas (M. Kaplún4 , 1985, 2002)
     La reflexión conlleva a reconocer que, a pesar del valor  teórico de estos criterios, se debe tener en cuenta que en el proceso formativo  y mediante la interacción, se van configurando las representaciones  generacionales de los sujetos y por ende sus relaciones comunicativas,  atendiendo al contexto, el contenido y ética de la profesión, la empatía, la  cooperación, como reflejo de la significación y las prácticas explicativas. 
     Todo  esto, para el desarrollo social, desde la perspectiva que orientan los objetivos  del milenio en materia de educación inclusiva, requiere de la concientización  del docente en su gestión formativa, de su papel como generación portadora de experiencia y símbolos (producto de su  representación generacional ajustada con la identidad generacional, la cultura  y ética de la profesión), que al discurrir con intencionalidad, ejerce  influencia en el estudiante, lo que deberá favorecer un reacomodo de su  representación generacional desde la visión teleológica que orientan los  modelos de la educación superior. 
     Siguiendo  los juicios declarados, el proceso de formación inicial pedagógico como  expresión de una multiplicidad de relaciones que suceden necesariamente,  precisa atender, entre ellas, a la comunicación intergeneracional, entendida  como el tipo de relación que permite legitimar operativamente su presencia en  las relaciones comunicativas pedagógicas, sobre la base del conocimiento y  reconocimiento de las generaciones interactuantes en los diferentes contextos,  su comprensión consciente y sistematizada en las prácticas comunicativas  formativas.
     Por  tanto, y en función de una práctica comunicativa propositiva, es preciso el  reacomodo de las representaciones generacionales de los docentes, al considerar  sus potencialidades para la atención a la dinámica formación-comunicación en su  anclaje bidireccional e intencional pedagógico, y que esta se revierta en una  relación docente-alumno signada por los requerimientos del modelo del  profesional.
     En  el análisis, se parte de reconocer que a la movilización cognitivo-reflexiva  intergeneracional como aquel proceso de activación de los recursos  intelectuales y emocionales de los actores que intervienen en el proceso  formativo pedagógico, es decir, que se estimulan los procesos  autorreflexivos-reflexivos y la adquisición cognitiva, mediante la utilización  en el acto comunicativo de las representaciones generacionales con sus códigos  generacionales de pertenencia, los cuales expresan un contenido procedimental y  actitudinal, atendiendo a lo que cada generación ha hecho suyo y que manifiesta  su identidad con la época, vivencias, capacidad autorreflexiva y de orientación  proyectiva de continuidad al futuro.
     Lo  anterior significa que para la estimulación de los procesos  autorreflexivos-reflexivos, es preciso que los actores interioricen en el papel  que ocupan a nivel de la cotidianidad formativa interactiva, la significación  de su proyección y actuación generacional como manifestación de contradicción  entre su autenticidad generacional, los símbolos que porta transfigurados de la  realidad sociocultural, y su coherencia con la cultura y ética de la profesión,  lo cual se revela en la autocrítica constructiva, como expresión de autonomía y  compromiso con su formación como profesional de la educación.
     Al expresarse lo  anterior en la comunicación intergeneracional en la educación superior  pedagógica, es tener en cuenta la activación de los aprendizajes de carácter  humanistas, humanísticos, el contenido de la cultura, sus signos y símbolos  transpuestos al contenido y cultura de la profesión, el empleo de los mismos  como cualificador de la representación generacional manifiesta en su  representación profesional, peldaños de la identidad con la profesión para la  cual se forma. 
     Asimismo y en  correspondencia con los esquemas comunicativos generacionales previos del estudiante,  se puede garantizar un proceso que refleje cómo al accionar este, planifica,  regula y moviliza su representación generacional, contentiva de los códigos  generacionales identitarios, en correspondencia con la comprensión de lo  generacional en la convergencia intergeneracional.
     En tal sentido se  debe valorar la movilización cognitivo-reflexiva intergeneracional como espacio  generador de una dinámica de gestión formativa, donde ambos, docente y alumno,  puedan orientarse desde posiciones autocríticas y crítico-reflexivas como  generación de pertenencia, hacia posiciones generacionales de convergencia.  Esto permitirá que organicen los recursos simbólicos y semánticos como parte de  la adquisición cognitiva, transfigurada por las herramientas propias del  contenido de la profesión que emplea el docente en su interacción comunicativa  pedagógica. 
     De esta manera el  alumno al analizar su portador generacional y fundirlo con el portador  generacional del docente como referente, y viceversa, sepan explicarse y  argumentar por qué activan determinadas actitudes comunicativas, qué mecanismos  perceptuales y afectivos están incidiendo en el control de sus relaciones  intergeneracionales, y qué lo motiva a colaborar en una dinámica contextual  diversa. 
     Esta última idea se  refuerza al considerar lo orientador expresión de cómo guiar la asimilación y  comprensión de los códigos generacionales de pertenencia y referencia, la  relación de lo afectivo y lo cognitivo que opera de lo intra a lo  intergeneracional.
     Para  que sea efectiva la comunicación intergeneracional en  la educación superior pedagógica, es necesario recurrir a la interacción empático consciente intergeneracional.  Este proceso, emerge de un modo no arbitrario,  sino derivado de las experiencias en las relaciones intergeneracionales que se  van construyendo en el conjunto de actividades formativas que se organizan y  que distinguen a un grupo generacional de otro. 
     Por  tanto, la correlación entre el carácter identitario generacional y la  convergencia comunicativa intergeneracional manifiesta en la relación  docente-alumno, como expresión de la acción comunicativa, permite reconocer de  qué se apropia, y qué comprende el alumno de las experiencias generacionales  que le aporta el grupo generacional del docente, y cómo las re-construye y las  expresa. Por otro lado, cómo el docente reconoce las potencialidades de la  generación de alumnos, y teniendo en cuenta el sistema de influencias que  ejerce sobre la concientización en la reformulación cognitivo-procedimental y  cognitivo-actitudinal, establece una dinámica intergeneracional como expresión  de convergencia. 
     Dicho  proceso en su significación bidireccional, tiene en cuenta el conocimiento de  uno y del otro, es decir, la re-conversión empática, que refleja la dialéctica entre la concientización de la  autorreflexión, la reflexión y la determinación cognitiva que estimula el  docente, en función de la motivación, la asimilación y la aprehensión del  contenido de la profesión por el alumno, expresada en la aceptación de las  aportaciones generacionales del docente en la interacción comunicativa  intergeneracional.  
     No  obstante, se precisa establecer una línea de reacomodo donde el respeto a la  identidad generacional, expresa en relaciones de necesidad-libertad y  entendidas como procesos de comprensión y significación, coadyuve a un diálogo  reflexivo, democrático y transformador. 
     En  este sentido es válida, para una comunicación intergeneracional inclusiva,  distinguir que su eficacia y eficiencia formativa se obtiene cuando se domina  su contradicción básica, es decir, la capacidad de orientarse en el otro, en sí  mismo y en la tarea, y por último en el manejo de situaciones conflictivas  intergeneracionales a través de la interacción comunicativa de igual  naturaleza. 
     Es así que, el contenido de la comunicación intergeneracional permite que docentes  y alumnos al interactuar, logren la apropiación de conceptos que generan expectativas acerca del significado que se va  construyendo, y promueven inferencias sobre la información que se comparte. La  adecuación de los significados de las experiencias cognitivas consensuadas dan  cuenta que aquello que los docentes enseñan, habilita en una movilidad ascendente,  la posibilidad para aprender de los alumnos las nuevas  maneras de comprender el mundo desde su portador generacional. 
     El  logro de una comunicación intergeneracional en la educación superior  pedagógica, a tono con la necesidad global, requiere de la comprensión de las  representaciones intergeneracionales. Es recurrir a la interpretación,  asimilación, concientización y reformulación del andamiaje valorativo intra e  intergeneracional, comprender los rasgos distintivos de las generaciones a  través del diálogo intergeneracional, portador de significados intencionalmente  transformados en el proceso formativo universitario. 
     La comprensión de la  representación intergeneracional, está  dada por ser una expresión interactiva de los actores de la comunicación. Dicha  comprensión potencia desde las experiencias generacionales, la búsqueda del significado  contextual-individual de las relaciones intergeneracionales, localización de  acciones comunes y transpuestas de la representación generacional  identitaria. Constituye una expresión subjetiva del contenido de la comunicación a partir de la realidad vivencial de los sujetos y el reconocimiento  de la diversidad intergeneracional en el proceso formativo inicial.
     La comprensión de la representación intergeneracional, se  revela como  un proceso de apropiación activa y constructiva de los saberes  intergeneracionales, permitiendo la expresión de los mismos en el  comportamiento durante las relaciones comunicativas pedagógicas docente y el  alumno.
     Dicha  configuración, como síntesis, posibilita descubrir las causas objetivas de los  hechos generacionales, el comportamiento situacional, los motivos del  sobredimensionamiento de una actitud generacional alejada de la representación  generacional identitaria que incide en los modos de actuación e identidad con  la profesión. A su vez facilita la interpretación del sentido y significado de  la experiencia generacional del docente y la ayuda que intencionalmente brinda  como portador generacional.
     Tal  proceso considera fundamental para su repercusión, la conjunción de lo uno en  el todo, y del todo en lo uno, como expresión de un tipo de comunicación  hologramática. Esto conlleva a considerar el papel protagónico de los actores  de la comunicación en la realidad formativa, poniendo en situaciones de  relación el yo generacional, en el nosotros intergeneracional, en función de un  nivel de esencialidad que les permite comprender: qué  hace, para qué lo hace, por qué lo hace, cómo debe hacerlo y con qué recursos  cuenta para hacerlo.
     Ahora  bien, en la comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica,  su sistematización contextual, permite comprender el carácter continuo y  consecutivo de la orientación, la colaboración, la movilización, la empatía, la  comprensión, así como la apropiación y profundización en el contenido de la  profesión, a partir de las relaciones intergeneracionales docente-alumno, con  vista al desarrollo de su capacidad transformadora contextualizada y su  socialización pertinente.
     A partir de aquí, al  reinterpretar las representaciones generacionales en el marco de las relaciones  comunicativas que se establecen, sin quebrantar la identidad generacional, y  estableciendo una sinergia entre el conflicto intra e intergeneracional, se  propicia una conjunción interactiva, y por ende, el abandono de la brecha  intergeneracional en función de la transposición dialógica de la representación  generacional identitaria y espontánea, a las representaciones  intergeneracionales formativas, su despliegue activo en la búsqueda de  aprehensión del contenido de la profesión y su concreción en los modos de  actuación e identidad profesional, orientadas en el modelo del profesional.
     La  comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica, que  promueve el docente debe estimular un proceso consciente de toma de decisiones  generacionales por parte del alumno, pero adecuado al intercambio  intergeneracional, que con intencionalidad, exprese la dialéctica del qué al  cómo y del cómo al qué. Además de permitir impulsar al alumno a una reflexión  activa y consciente sobre la actitud que debe manifestar como futuro  profesional de la educación.
     Es  decir, que a la capacidad de los actores de la comunicación para proyectar,  construir y emitir sus mensajes se debe integrar la capacidad para gestionar la  formación con intencionalidad desde la dinámica comunicativa intergeneracional. 
     Dicha  gestión debe atender la instrumentación de los aprendizajes que emanan de las  herramientas, producto de la cualidad orientadora-colaborativa del  proceso; y la necesidad de tener en cuenta al otro en diversos sentidos, es  decir, valorando las condiciones de reciprocidad resultado de la dinámica  de la comunicación intergeneracional.
     La gestión formativa intergeneracional, se orienta  con un carácter dialógico-reflexivo, desde la planificación y ejecución de una  lógica y racionalidad interconectiva; se proyecta  como actividad transicional, transposicional y pactada, que desde  la orientación-colaborativa en la dinámica comunicativa  docente-alumno, permita  la re-construcción de la representación  intergeneracional formativa, e ir reevaluando y  modificando las estrategias que se diseñan en/para el intercambio  intergeneracional. 
     Para  que las relaciones intergeneracionales docente-alumno, logren como fin  trasmitir su intención comunicativa con efectividad, resulta fundamental establecer  una asociación entre el conocimiento del contexto en que se desarrollan, y las  potencialidades para su diseño con intencionalidad, permitiendo así una  planificación adecuada, a partir de una interpretación congruente. 
     La  gestión formativa intergeneracional, precisa de organizar las acciones, su  ejecución y la creación de las condiciones para dar solución a los posibles  conflictos intergeneracionales que se pueden derivar de las relaciones  comunicativas de igual naturaleza. 
     Esta  configuración posibilita analizar y comprobar el desarrollo del proceso, para  la búsqueda del reacondicionamiento de la actividad cognitiva significante,  además de establecer el rediseño estratégico formativo, lo cual implica un  control sistemático de la orientación y la colaboración. 
     Los argumentos  esgrimidos hasta aquí, permiten entender que  la comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica, se convierte  en un análisis necesario en el contexto formativo universitario. Tal reconocimiento  requiere en su dinámica de un acercamiento desde un tipo de comunicación  dialógico-reflexiva intergeneracional, reguladora  de toda la actividad comunicativa que se desarrolla en los diferentes contextos  de la formación a este nivel y su consiguiente inserción social.
  CONCLUSIONES
     La  comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica, se debe  reconocer como un proceso de retroalimentación-regulador, que permite, mediante  la labor formativa del docente, que el alumno dirija, controle, valore,  compruebe, a la vez que reoriente y reconstruya sus modos de actuación, así  como los medios y procedimientos necesarios para alcanzar los propósitos  formativos.
     La  comunicación intergeneracional en la educación superior pedagógica, es  expresión de la identificación, construcción-deconstrucción de las  implicaciones formativas de las relaciones intergeneracionales, pues implica  direccionar la proyección y gestión con carácter intencional, seleccionar y  organizar la información producto de la relación entre ambas; reconstruir las  síntesis e interpretar las experiencias y las vivencias.
     Este  tipo de comunicación conduce a una adecuación de las prácticas universitarias  en función del diseño de estrategias que organicen y coadyuven al cumplimientos  de las metas para el desarrollo sostenible, donde las relaciones  intergeneracionales en las condiciones del mundo actual pueden propiciar  transformaciones sociales que trasciendan el escenario local de la educación  superior pedagógica.
  BIBLIOGRAFÍA
* Facultad de Educación en Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad de Oriente. Actividad que desarrolla: Jefa de la carrera Filosofía e Historia de la Universidad de Oriente.
** Facultad de Educación en Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad de Oriente. Actividad que desarrolla: Profesor de Historia de América de la carrera Filosofía e Historia de la Universidad de Oriente.
1 El término representaciones sociales proviene desde Kant, quien la define como “…toda experiencia humana destinada a mejorar una acción colectiva”. Toulmin la define “como la práctica de un programa mental de un individuo, que se da por medio de la comprensión e internalización de la representación expresada por la sociedad, en este sentido el individuo es una copia de la sociedad a la cual pertenece”. Ambos autores circunscriben las representaciones sociales a la influencia de la acción social en el individuo soslayando la significación que le otorga la acción individualizada a la sociedad.
2 Según Vergara (2011), las características fundamentales de las representaciones sociales se pueden citar de manera esquemática, afirmando que siempre son la representación de un objeto o de una persona; tienen un carácter de imagen y la propiedad de intercambiar lo sensible y la idea, la percepción y el concepto; tienen un carácter simbólico y significante, un carácter constructivo y, finalmente, un carácter autónomo y creativo. Respecto a su anclaje, Jodelet (1986) resume sus funciones de la siguiente forma: función de interpretación de la realidad, función de integración de la novedad en un sistema preexistente de pensamiento grupal, función de orientación de las conductas y relaciones sociales (al comprender el objeto social desde una perspectiva particular del grupo, sus miembros saben cómo hay que actuar respecto a él).
3 El fenómeno de las representaciones sociales ha sido poco tratado en las Ciencias Pedagógicas. La representación es identificada en la Pedagogía con la categoría percepción en el desarrollo de la personalidad. En este particular la mayoría de las investigaciones pedagógicas en torno a las representaciones se circunscriben a la utilización de su instrumental para el desarrollo de diagnósticos.
4 Al respecto M. Kaplún, añade un cuarto modelo que enriquece la idea freiriana y que denominó: modelo que pone énfasis en los procesos culturales.
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