Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


26 DE NOVIEMBRE: UNA FECHA Y DOS HECHOS DE LA HISTORIA POCO CONOCIDOS

Autores e infomación del artículo

Roger Florentino Obregón Tejeda*

Universidad de Holguín, Cuba

roger58@fe.uho.edu.cu

RESUMEN
El 26 de noviembre es reconocido en Cuba como “Día del Economista”, por ser nombrado ese día, de 1959, Ernesto “Che” Guevara, Presidente del Banco Nacional de Cuba. Sin embargo, hay dos hechos históricos poco conocidos, ocurridos en esa fecha: el primero, relacionado con la figura del Che, lo fue un intento de intromisión de los EE.UU. al objetar el nombramiento. El otro hecho, lo fue el suicidio del matrimonio Lafargue. El cubano Pablo Lafargue, uno de los difusores más renombrados del Marxismo, casado con una de las hijas de Carlos Marx, y donde, como curiosidad uno de los oradores en el panegírico lo fuera  Vladimir Ilich Lenin.
PALABRAS CLAVE: Ernesto “Che” Guevara, Pablo Lafargue, Nadiezda Kruspskaia, Vladimir Ilich Lenin.

ABSTRACT
November 26 th is celebrated in Cuba as Day of the Economist, since that day, in 1959, Ernesto Che Guevara was appointed chairman of the National Bank of Cuba. Besides, there are two historical facts not very well known which also took plase on that day. One is related to “El Che”: an intent of interference by the United States of America to object such an appointment. The other fact refers to the suicide of the couple made by the cuban Pablo Lafargue, one of the renowned persons who spread out the theories of Marxism, and his wife, one of Carlos Marx´x daughters. As a curiosity, one of the speakers ot the panegyric was Vladimir Ilich Lenin.
KEYWORDS: Ernesto “Che” Guevara, Pablo Lafargue, Nadiezda Kruspskaia, Vladimir Ilich Lenin.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Roger Florentino Obregón Tejeda (2016): “26 de noviembre: una fecha y dos hechos de la historia poco conocidos”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (mayo 2016). En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2016/05/historia.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/CARIBE-2016-05-historia


Los economistas cubanos celebramos el 26 de noviembre como el “Día del Economista”, es conocido, que ese día, de 1959, Ernesto “Che” Guevara es designado por el Consejo de Ministros, Presidente del Banco Nacional de Cuba.
Pero no todos conocen, que tal designación originó que el entonces embajador de los Estados Unidos, Philip W. Bonsal protestara ante el Presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado, por la designación del Che como Ministro Presidente del Banco Nacional de Cuba y le enviara una propuesta de tres candidatos para que escogiera uno. Por supuesto, que el intento de intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba, no tuvo efecto.
Ya para entonces el gobierno de los EE.UU. conocía la profundidad y el calibre del pensamiento antiimperialista del comandante Guevara.
No es casual que el Che, pocos años después, recordando el asesinato de Patricio Lumumba, historia trágica que encerraba un importante mensaje para los revolucionarios del mundo, expresara: “…no se puede confiar en el imperialismo pero ni un tantito así, nada”.1 Proféticas palabras que hoy retumban con estremecedora vigencia en nuestros días, a tener muy en cuenta en los tiempos que corren y en las batallas que se nos avecinan con el Vecino del Norte.
El otro hecho histórico, más lejano en el tiempo, pero no por ello hoy deja de estremecernos, ocurrió entre el 25 y 26 de noviembre de 1911. En la mañana del 26 de noviembre se conoció el trágico suceso que llenó de estupor y tristeza a los socialistas de todo el mundo. Pablo y Laura Lafargue2 se habían suicidado.
Ambos, después de haber pasado todo el sábado 25 de noviembre en París se habían dirigido a su casa de Draveil. “Conversaron con humor” - dirían el jardinero Ernest Doucet y su familia-. Laura y Pablo habían estado en un cine. Sabían cuan cerca se hallaba la muerte y eso no desfiguraba la serenidad y alegría familiar. Doucet, en la mañana del 26 de noviembre, inquieto por lo desacostumbrado de la hora, golpea la puerta y luego abre para encontrar a Pablo y Laura ya sin vida. Lafargue estaba tendido, todo vestido, en su habitación. En la habitación contigua, Laura sentada en una butaca, estaba igualmente muerta. Todo lo demás como de ordinario: limpio, recogido y ordenado. Sobre la mesa no lejos de los cadáveres, una carta a su sobrino Edgar Longuet y una hojita con sus disposiciones testamentarias:

  • “Sano de cuerpo y de espíritu, me mato antes de que la implacable vejez, que me roba uno a uno los placeres y las alegrías de la existencia y que me despoja de mis fuerzas físicas e intelectuales, paralice mi energía y rompa mi voluntad y me convierta en una carga para mí y para los demás.
  •  Desde hace años me prometí no pasar de los setenta. Fijé la época de mi partida y preparé el modo de ejecutarla: una inyección hipodérmica de ácido cianhídrico.
  • Muero con la alegría suprema de tener la certidumbre de que en un próximo futuro, la causa a la que consagré mi vida durante 55 años triunfará”.3

La actitud de Laura no queda en la incógnita. En sus cartas a Engels se han hallado frases que se explican por si solas:

  • “No es cuestión de vida o muerte, pero si está robusto y en buena salud.
  • ¿Cómo podría hacer de otro modo el trabajo que nuestro querido Moro (así le llamaban a Marx sus allegados) le dejó?
  •  ¿Y quién lo haría si usted cayera gravemente enfermo? Es demasiado terrible de pensar…” 4

Lenin, que apenas tres años atrás había conversado y discutido con él apreciando en sus escritos el aporte de Lafargue en la lucha contra los neokantianos, fue conmocionado por la infeliz noticia. De tal modo afectó a Lenin que Krupskaia años después le dará cabida a este pasaje en sus memorias:

  • “El mes de octubre fue señalado por el suicidio de los Lafargue.

(confunde el mes en que murieron) Su muerte impresionó fuertemente a Ilich. Recordamos nuestra visita a su casa. Ilich me dijo en esta ocasión: “Si ya no se tienen más fuerzas para trabajar por el Partido, es necesario mirar rectamente la verdad y hay que saber morir como los Lafargue”. Ilich tuvo el deseo de declarar ante la tumba de los Lafargue que su trabajo no había sido en vano, que la obra de Marx, obra a la cual Pablo y Laura Lafargue estaban tan estrechamente ligados, tomaba amplitud y se extendía hasta la lejana Asia: en esta época precisamente se veía en China la renovación del poderoso aliento revolucionario. Vladimir Ilich escribió su discurso e Inés (Armand) lo tradujó. Recuerdo la emoción con que él lo pronunció en las exequias, en nombre del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso”. 5
“En una tarde pluviosa y glacial de noviembre de 1911”.6 Recordará luego Marcel Cachin, uno de los fundadores del PCF, los socialistas franceses se reunieron para decir el último adiós a Pablo y Laura Lafargue.
Luis Aragón, en las páginas finales de su novela “Las campanas de Basilea”, recrea las circunstancias que rodearon las exequias de los Lafargue. A  través de uno de los personajes se queja de que no haya sido multitudinario el sepelio.7
El domingo 3 de diciembre sus restos fueron incinerados en el cementerio del Pére-Lachaise. Se encontraban representantes destacados del movimiento socialista internacional. Dubreuilh, secretario general de la SFIO, Bracke, Vaillant, Guesde y Jaurés, por los franceses, Kautsky por los socialdemócratas, Anseele por el Partido Obrero belga, Keir Hardy por el Partido Laborista, Roubanovith por los socialistas revolucionarios rusos, y Alejandra Kollontay y Lenin por el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.
Todos hicieron uso de la palabra. Las de Lenin, se conservaron íntegras y expresan la significación de Lafargue para la historia del socialismo y las luchas futuras:

  • “Camaradas: Tomo la palabra para expresar en nombre del POSDR nuestro profundo dolor por la muerte de Pablo y Laura Lafargue. Los obreros conscientes y todos los socialdemócratas de Rusia, aprendieron ya en el período de la preparación de la revolución rusa a apreciar sobremanera a Lafargue como a uno de los más talentosos y profundos difusores de las ideas del marxismo, que tan brillantemente se han visto confirmadas por la experiencia de la lucha de clases en la revolución rusa y en la fase de la contrarrevolución. Bajo la bandera de estas ideas se agrupó el destacamento de vanguardia de los obreros rusos, asestó con su lucha organizada y de masas un golpe al absolutismo y defendió la causa del Socialismo, la causa de la revolución, la causa de la democracia, a despecho de todas las traiciones, vacilaciones y titubeos de la burguesía liberal. Para los obreros socialdemócratas rusos era Lafargue el vínculo de dos épocas de la época en que la juventud revolucionaria de Francia y los obreros franceses se lanzaban, en nombre de las ideas republicanas, al asalto contra el Imperio, y de la época en que el proletariado francés, bajo la dirección de los marxistas, desplegó una consecuente lucha de clase contra todo el régimen burgués, preparándose a la lucha final contra la burguesía, por el socialismo. Los socialdemócratas rusos, que sufrimos toda la opresión de un absolutismo impregnado de barbarie asiática y que hemos tenido la dicha de conocer en forma directa, por las obras de Lafargue y de sus amigos, la experiencia revolucionaria y el pensamiento revolucionario de los obreros europeos, vemos hoy con particular claridad cuan rápidamente se avecina la época del triunfo de la causa a cuya defensa consagró su vida Lafargue. La revolución rusa ha abierto la época de las revoluciones democráticas en toda Asia, y ochocientos millones de seres se incorporan hoy al movimiento democrático de todo el mundo civilizado para participaren él. Mientras en Europa se multiplican los síntomas de que se aproxima el fin de la época de dominación del llamado parlamentarismo burgués pacífico, para ceder lugar a una época de batallas revolucionarias del proletariado organizado y educado en el espíritu de las ideas del marxismo, y que ha de derrocar el dominio de la burguesía e implantar el régimen comunista.8

El 26 de noviembre, una fecha y dos hechos históricos donde están relacionados la vida de dos hombres, Ernesto Guevara y Pablo Lafargue, unidos por un profundo pensamiento revolucionario y antiimperialista.

BIBLIOGRAFÍA
Aragón, L. (1965): Las campanas de Basilea. La Habana.
Cachin, M. (1959): Marcel Cachin vous parle, París.
Dommanget, M. (1969): Introduction a Paul Lafargue, París.
Engels, F. (1971): Paul and Laura Lafargue. Correspondence, t. 1, Moscú.
Guevara, E. (1970): Escritos y Discursos. t. 8, Editora Política, La Habana.
Kruspkaia, N. (1933): Ma vie avec Lénine (1893-1917), París.
Lafargue, P. (2007): Textos Escogidos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.
Mehring, F. (1964): Carlos Marx. Historia de su vida. Editora Política, La
                              Habana.
Lenin, V. (1983): Obras Completas, t. 20, Editorial Progreso, Moscú.

* Roger Florentino Obregón Tejeda (1958). Es graduado de la Universidad de Leningrado, URSS (1983), en Filosofía. Cumplió Misión Internacionalista en la República Popular de Angola (1988-1990). Ha participado en más de 50 eventos Nacionales e Internacionales. Es miembro del Comité Municipal de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) y miembro de su Grupo Multidisciplinario Provincial. Ha recibido numerosas distinciones y condecoraciones otorgadas por el Consejo de Estado de la República de Cuba. Posee categoría docente de Asistente y actualmente se desempeña como Profesor de Economía Política de la Universidad de Holguín, Cuba.

1 Ernesto Che Guevara de la Serna: Escritos y Discursos. t. 8, pp. 219-234. (Discurso en conmemoración del 30 de noviembre de 1956 pronunciado en la ciudad de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1964, a la vez que acto inaugural del combinado industrial “30 de noviembre”, construido en colaboración con Checoslovaquia.

2 Pablo Lafargue, cubano, nacido en Santiago de Cuba, el 15 de enero de 1842. Contrajo matrimonio con Laura Marx el 2 de abril de 1862, convirtiéndose así en yerno de Carlos Marx. Marx le llamaba cariñosamente “il hidalgo della triste figura” y “mi criollo estudiante de Medicina”

3 Maurice Dommanget.: Introduction á Paul Lafargue, pp. 100-103, París, 1969.

4 Engels, Frederick.: Paul and Laura Lafargue. Correspondence, t. 1, p. 11. Moscú. 1971.

5 Nadiezda Kruspskaia.: Ma vie avec Lénine (1893-1917), París, 1933, p. 164.

6Marcel Cachin vous parle,  París, 1959. P. 111.

7 Luis Aragón: Las campanas de Basilea, La Habana, 1965.

8V. I. Lenin.: Obras completas. “Discurso pronunciado en nombre del POSRD en las exequias de Paul y Laura Lafargue”, t. 20, Editorial Progreso, Moscú, 1983. pp. 412-413.


Recibido: 31/03/2016 Aceptado: 31/05/2016 Publicado: Mayo de 2016

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