Revista: Atlante. Cuadernos de Educación y Desarrollo
ISSN: 1989-4155


REFLEXIONES ACERCA DE LA ANTROPOLOGÍA Y LA LECTURA EN LA FORMACIÓN DE LOS EDUCADORES

Autores e infomación del artículo

Yordanka Caridad Abreu Álvarez*

Lazaro Nochea Vilella**

Yosdey Dávila Valdés***

Universidad de Artemisa. Cuba

Email: yordanka@uart.edu.cu


Resumen
La temática que aborda esta investigación constituye uno de los retos que asume el contexto educativo en la actualidad, y en especial las universidades que forman educadores: la motivación hacia la lectura de sus estudiantes. El trabajo tiene dentro de sus objetivos esenciales valorar la importancia que para la Antropología de la Educación posee el tratamiento de la lectura desde el proceso docente educativo, sus logros y deficiencias. De igual forma, se reflexiona acerca de los criterios realizados por diversos autores que han analizado esta problemática. El estudio sirvió de sustento para la concepción de diferentes acciones que pueden contribuir al fomento de los hábitos de lectura en el ámbito universitario.
Palabras clave: antropología-literatura-ámbito universitario
Abstract
The topic addressed by this research is one of the challenges facing the educational context today, and in particular the universities that train educators: the motivation towards reading of their students. The work has within its essential objectives to value the importance that for the Anthropology of the Education possesses the treatment of the reading from the educational teaching process, its achievements and deficiencies. Similarly, we reflect on the criteria developed by various authors who have analyzed this problem. The study served as a basis for the design of different actions that can contribute to the promotion of reading habits at the university level.
Key words: anthropology-literature-university environment


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Yordanka Caridad Abreu Álvarez, Lazaro Nochea Vilella y Yosdey Dávila Valdés (2019): “Reflexiones acerca de la antropología y la lectura en la formación de los educadores”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (julio 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/atlante/2019/07/antropologia-lectura-educadores.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1907antropologia-lectura-educadores


 UN RETO PARA LA ANTROPOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN: EL ACTO DE LEER
Gracias a la capacidad de comunicación que posee el hombre ha podido entrar en contacto con los demás para comunicarse y vivir en sociedad. El ser humano, mediante el empleo de diferentes códigos, logra expresar sus pensamientos y deseos, muestra su mundo interior, y vive nuevas experiencias. En este ir y venir de ideas, vivencias y sentimientos  germina la literatura, y en consecuencia,  el acto de leer.
Escribir para otros resulta un tema importante para la Antropología al ser una ciencia que se encarga del estudio del hombre en su entorno bio – psico – social, y en los conflictos generados por el desarrollo y el  devenir histórico. Como campo de conocimiento, la antropología ha aportado significativamente hacia el entendimiento y  análisis de  diferentes problemáticas que se originan en la esfera de la Educación, fundamentos de  los cuales deben nutrirse los profesionales de la educación para ejercer su labor docente, investigativa y extensionista.
La Antropología de la Educación se centra en la educación en cuanto fenómeno antropológico: ¿cómo es el que educa?, ¿cómo se desarrollan los procesos por los que se educa?, ¿qué conflictos existen?; o sea, proporciona un conocimiento profundo  de las características antropológicas del hecho educativo. Es por ello, que reflexionar acerca del acto de leer merece una atención especial por parte de los especialistas que investigan en esta esfera, así como de los profesionales que están vinculados al  proceso docente educativo.
Sin duda alguna, uno de los retos que asume el contexto educativo hoy, y en especial las universidades, es la falta de motivación de sus estudiantes hacia la lectura. Si preguntamos, ¿qué papel cumple la lectura en la formación del estudiante univer­sitario?, los docentes, los investigadores y los estu­diantes, posiblemente, respondan que la lectura es el eje central del proceso educativo y que de su dominio depende, en parte, el ingreso a la universidad y el éxito acadé­mico y profesional.
Además de su función en el proceso educativo, la lectura proporciona entretenimiento y es fuente de placer; es una de las mejores maneras de utilizar productiva y creativa­mente el tiempo libre. Asimismo es portadora de cono­cimientos, ayuda a comprender las ideas de los demás, a refutarlas y a contrastarlas. También permite conocer las culturas y las visiones del mundo que tienen otros pueblos; es la mejor forma de remontarnos al pasado y de reconstruir, en lo posible, la historia del hombre y de la sociedad, así como de acercarnos a las obras de autores que han dejado testimonios valiosos para la humanidad y que han aportado significativamente al desarrollo cultural y científico.
De lo anterior se deriva la trascendencia de la  antropología de la educación, al proporcionar una visión histórica de fenómenos sociales y culturales que atañen a los seres humanos en este campo, los cuales  se suscitan en sus diferentes niveles de enseñanza. La lectura como habilidad básica no escapa de ser, aún en esta época, motivo de estudio y análisis para antropólogos, sociólogos, psicólogos, historiadores, escritores, promotores culturales y, sobre todo, pedagogos.
El estudiante universitario descubre que la lectura es una actividad decisiva en su trabajo académico, porque necesita ampliar, confrontar y reelaborar- a partir de una bibliografía- los conceptos que se traba­jan en la clase y fuera de ella.
Cada vez con mayor intensidad, los currículos de los cursos se apoyan  esencialmente, sobre las activida­des que llevan a cabo los estudiantes en relación con la elaboración de informes de lectura, ensayos, estu­dios, monografías y trabajos de investigación. Para cumplir con estas exigencias, de manera forma eficiente y productiva, el estudiante debe desarrollar al máximo su habilidad lectora, debe adquirir criterios para seleccionar los materiales que necesita, y utilizar su capacidad para emplear ade­cuadamente todos los servicios que prestan las bi­bliotecas, los centros de documentación e información, los laboratorios de computación, entre otros.
Pero, la experiencia en la formación de educadores de los autores, la aplicación de métodos como la observación a clases y al desempeño estudiantil ha revelado que un grupo significativo de estudiantes cuando ingresan a las carreras pedagógicas presentan deficiencias en esta habilidad. La falta de lectura afecta la comprensión,  el vocabulario, el pensamiento crítico y reflexivo, el desarrollo de la cultura- elementos básicos a tener en cuenta  para estudiar en la universidad. La realidad muestra  que aún no se  ha resuelto el problema, lo cual repercute directamente en la formación académica y en la calidad de los egresados, quienes pudieran arribar a sus centros educativos sin las herramientas necesarias para su desempeño.
1. Algunos criterios sobre la antropología y la lectura
Resulta recurrente en cualquier contexto educativo la preocupación de los docentes por el poco interés que los estudiantes manifiestan hacia la lectura, por el escaso desarrollo de las habilidades para leer textos de diverso tipo y el desconocimiento de lo que significan. Sin embargo, todos están conscientes que el acto de leer aporta de manera considerable  al crecimiento del ser humano.
Diferentes investigaciones han demostrado lo que representa leer, no obstante subsisten muchos  problemas por resolver en cuanto a la formación y desarrollo de los hábitos de lectura. Vale preguntarse: ¿será que no se ha encontrado el verdadero camino para motivar a la sociedad hacia este acto?
Estudios sociológicos y antropológicos han analizado con profundidad todo tipo de prácticas culturales, dentro de las que se encuentra  las culturas letradas.  Los estudios de historia de la lectura, enfrentados con la necesidad de reconstruir las variaciones históricas en procesos de construcción de sentido, desarrollaron un marco teórico que diferenciaba la significación aportada por el texto y lo que significa el acto de lectura- de hecho, por este último, el texto toma su más amplio sentido. 
Más que de lectura, la antropología, la sociología y la historia prefieren hablar de actos de lectura,  que focaliza la dimensión social de esta  actividad.  Al considerarla como acto que se ejerce, se pueden esperar variaciones no solo debidas a las capacidades de los lectores, sino a las tradiciones o modalidades de la lectura. En la comunidad de lectores podemos reconocer que las habilidades de lectura clasifican a los  individuos en buenos o malos lectores. En las tradiciones  podemos hallar que las modalidades de lectura clasifican a los individuos, ya no en función de habilidades, sino en función de sus prácticas, en lectores virtuosos o poco hábiles. Estas variaciones individuales y culturales se relacionan también con el texto y los soportes, ya que algunos lectores son más dependientes de ciertos géneros y formas tipográficas. Esta independencia crea un espacio entre el sentido asignado al texto por su autor, por el uso cultural y el sentido atribuido de los que leen.
Las diferentes formas de aprehender el universo textual por los lectores motivan un conjunto de experiencias no menos reales que la realidad misma (imágenes, usos, modos diversos de apropiación según la época, etc.), que también forman parte de aquello que denominamos cultura. La lectura se establece como “un volver a presentar” (re-presentar) el discurso que ha establecido el autor desde otro ángulo, desde la mirada personal y social del lector. Estamos hablando de las representaciones y de las prácticas de los lectores como “hacedores o constructores” del texto.
Pero estos conceptos todavía son incompletos. La Historia de la Lectura, siguiendo con cierta libertad lo que señaló (Darnton, 1993: 178) - luego de haber profundizado los aportes de  Marc Bloch- que para abordar aquello que él entiende por Historia, hay que considerar que es un estudio de los actos de leer de las personas en el tiempo histórico y, por lo tanto, están diversificados por la duración y los fenómenos sociales, políticos y económicos de cada época. La Historia de la Lectura no es, en consecuencia, una unicidad expositiva; por el contrario, hay tantas historias de la lectura como modos de leer se plasmaron en el tiempo histórico. Otra de sus características, es la multiplicidad y la pluralidad de las voces en el tiempo de los “lectores epocales”.
También el referido autor centra su  análisis en  lo que  denomina “las respuestas de los lectores” (Darnton, 1993: 183) ante el hecho trascendente de leer. Para ello no solo diseña la reconstrucción de los distintos circuitos del libro (autores, editores, lectores, libreros, distribuidores, etc.) sino que, además, formula varias preguntas sobre el fenómeno social de la lectura; principalmente, entre otras, dos interrogantes de características fundamentales: los cómos y los porqués se lee.  
Desde lo social, las prácticas de la lectura se pueden realizar en cualquier lugar, a cualquier hora, en cualquier fuente y formato documental sin importar la variable de tiempo. Conllevan a que el acto lector se pueda realizar completa o parcialmente, de forma lineal o vertical, continua, entrecortada, discontinua, fragmentada, rápida o lentamente, e incluso, de forma oral, expresiva o silenciosa.
Por representación, se entiende toda manifestación de afecto, valor, significado, actitud, imagen, percepción, experiencia, placer, sentimiento, agrado, desagrado, gusto o disgusto. Es entendido  que la lectura no es una práctica homogénea en todo lugar y espacio social y no todos  los lectores  comparten los mismos gustos por los mismos tipos de textos.
Es función de la Antropología estudiar estos fenómenos. Por ejemplo: establecer un  acercamiento a cómo leen los niños, los jóvenes y adultos de distintas generaciones y niveles educativos, en las escuelas, en las casas o en el transporte, individualmente o en grupos y los muchos propósitos por los cuales se llega a la lectura. Resulta esencial explorar no cuánto se lee sino cuándo y cómo se lee, para conocer las visibles transformaciones de esta práctica.
1.1 Una mirada a la lectura en el contexto universitario
La lectura es un proceso fisiológico, psíquico e intelectual que conduce a la reproducción aproximada de las imágenes acústicas y conceptuales codificadas en el texto y a la construcción de sentidos por parte de los lectores. Es fisiológica, porque intervienen los ojos y el cerebro; psíquico, ya que el lector asume una actitud de aceptación  o de rechazo, de interés o desinterés, de ansia o empatía hacia el texto. Es un proceso intelectual puesto que no concluye hasta tanto se hayan descodificado las imágenes visuales. 
En sus investigaciones (Viveros, 2014: 1) parte de la definición de Gadamer, quien expresó: “Leer es dejar que el texto vuelva sus voces hacia el lector”. Además expone que “leer está entramado con los actos de oír y ver, con los aspectos antropológicos y poetológicos. El primero como disposición; el segundo, como intuición. Leer es leerse en el texto y participar de la renovación que genera este en la subjetividad del que lo realiza. Leer es dejarse  transformar, abrirse y habitar la morada de las palabras que conducen al sentido de lo dicho y de lo hablado”. Estas ideas permiten comprender la relación dialógica que se establece entre el lector y  el autor, a partir de las experiencias vividas y de la significación que la obra posea para el receptor.
Otros especialistas, definen la lectura como una actividad mediante la cual una persona pasa la vista por lo escrito o impreso al tiempo que capta el valor y significado de los signos empleados. En el caso del proceso de enseñanza aprendizaje, el docente debe tener presente que leer bien no es solo hacerlo rápido, sino saber regular distintos ritmos de expresión según lo requiera el texto y el auditorio. Por ejemplo, cuando  se lee en voz alta se deben dominar algunos automatismos de velocidad y expresión, hay adentrarse en el texto y disfrutarlo para que llegue el mensaje a los oyentes de manera adecuada.
Desde el proceso educativo, se debe considerar que la lectura permite compartir  conocimientos, enriquecerlos en la interacción y, luego, aplicarlos a las nuevas situaciones en las que  participamos. Los esquemas cognitivos  creados permiten las interpretaciones que hacemos de los hechos y procesos de la vida cotidiana. No  se lee por leer, se hace para satisfacer necesidades: comunicativas, informativas, estéticas, académicas. Esto motiva al lector a esforzarse por comprender un texto. Este último proceso es primordial y también tiene en sí mismo las experiencias previas, los esquemas cognitivos y los propósitos de la lectura y del lector. En esta dirección, vale señalar que la ampliación del vocabulario y la expansión de conceptos sobre un tema, también amplían la comprensión.  Y es que los saberes acumulados  permiten particulares acercamientos a las lecturas, que no son solo las de los textos lingüísticos sino las de los textos de la vida cotidiana.
(Domínguez, 2009: 34)  señala que: “La lectura es un proceso complejo de producción de sentido, en el cual intervienen también el conocimiento previo del mundo en general, del área y del tema, la afectividad y las relaciones sociales y culturales del sujeto”. Igualmente enfatiza en el papel cultural de esta práctica. Al ser una actividad es realizada por grupos determinados, en situaciones específicas, con funciones particulares, tal es el caso del proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua materna, porque se apoya en la lectura para el análisis del lenguaje en un texto y, según los enfoques más contemporáneos, toma en cuenta  lo semántico, lo sintáctico y lo pragmático.
Pero, por otra parte, ¿en qué  medida el acercamiento de los universitarios a la lectura podría ser un factor que potencie su desempeño académico? A esta disquisición se suman otras interrogantes, tales como el perfil de los estudiantes: ¿qué diferencias podrían establecerse entre el comportamiento lector del estudiante de las carreras pedagógicas  con el del área científica? ¿Cómo coadyuva la carrera del estudiante en su formación como lector? Es incuestionable que los hábitos y comportamientos en este sentido, están íntimamente ligados a la carrera que se cursa, la bibliografía que debe leerse, el modelo formativo de la institución en la que realiza sus estudios y otras variables relacionadas con los perfiles o disciplinas. Investigaciones doctorales y académicas han evidenciado que un número importante de  jóvenes ingresan a las carreras pedagógicas con un nivel de comprensión de lectura que no es el más adecuado.
Valdría preguntarse  si las tareas de lectura que se proponen en la universidad, concentradas en bibliografías básicas y complementarias, no estarían relegando otras posibilidades formativas que ofrecen las lecturas de los textos literarios. (Rapetti, M. y Vélez, G., 2011: 6) en sus indagaciones sobre la experiencia de la lectura y el lector plantean que las prácticas de lectura de los textos científicos y académicos parecen concentrarse en el objeto de conocimiento mediado por el texto, es decir, priorizan el contenido por sobre la conciencia y la actitud, limitando así las condiciones para una explicitación más extendida del conocimiento. Estas prácticas se refuerzan  en la universidad bajo las condiciones de distanciamiento y objetividad que orientan las lecturas/ escrituras académicas propias de las comunidades científicas, cuestión que ya hace casi medio siglo señaló Kuhn  y que  posteriormente lamentó desde una mirada histórica y epistemológica de sus propias lecturas.
Al ser la Antropología una ciencia que se preocupa por la evolución del hombre, es  oportuno reflexionar acerca de cómo los universitarios de hoy utilizan la lectura.  Un número considerable de estudiantes  lee principalmente en pantallas y combina las dos bases de la lectura: en papel como libros, revistas y periódicos, y la que se obtiene en la computadora o en la tableta para conseguir también material que no es tan accesible en librerías o en bibliotecas. Así lo asegura Néstor García Canclini, escritor, profesor y antropólogo cultural, en su investigación Una antropología de los lectores, que fue  motivo de un libro en el que se tratan  los actuales hábitos de lectura que predisponen al lector o al posible lector, a relacionarse con diferentes tipos de textos.
(García, 2015: 14), plantea que  “los jóvenes hacen muy poca diferencia entre la lectura en línea y la lectura digital”. También refiere que : “Esto genera una expansión del horizonte de lectura pero también un cierto desconcierto acerca de a qué llamar lectura; ¿vale tanto la lectura de un libro como la lectura de un texto que encontramos muy breve en una pantalla?, ¿vale tanto escribir un cuento o una novela como escribir correos electrónicos y leerlos? Evidentemente son distintos pero no podemos hacer una jerarquía tajante en qué diferencia unos de otros, porque son complementarios en muchos casos y porque han cambiado el ritmo de lectura”.
Asegura que la lectura siempre ha sido muy valiosa, y aún es indispensable;  aclara que: “En una época en la que accedemos a nuevos dispositivos de lectura y en donde hay que aprender a relacionarse con ellos, porque cuando digo aprender no es solamente cómo abrir una computadora y encenderla o cómo buscar información, sino cómo saber editar esa información, cómo orientarse dentro de un universo muy expandido. Es ahí donde me parece que la escuela tiene un papel importante, porque así como ha dicho Humberto Eco que Internet es una gran biblioteca desordenada, en muchísimas otras situaciones cotidianas en que todos por una razón u otra buscamos información, se hace necesario orientarse, aprender a manejar un universo de información que no viene clasificado o no viene de la mejor manera; entonces, nos parece que la función de los editores, los libreros, los padres y los maestros sigue siendo decisiva para formar esos nuevos hábitos, pero para eso hay que situarse en las nuevas situaciones y procesos que hoy también relacionamos con la lectura y reconocer la diversidad de los modos distintos de leer”. (García, 2015: 22)
De estas vastas reflexiones se deduce que la escuela posee una alta responsabilidad, pero para que cumpla estas misiones con efectividad, los futuros profesionales deben formarse adecuadamente. Es por ello que desde la formación universitaria, se debe concientizar que se puede utilizar cualquier soporte; sin embargo,  se debe discernir, no se debe  creer en todo lo que se lee; se debe  confrontar en lo posible otros criterios y soportes.
Según  expertos, los lectores de hoy y del futuro volverán a reencontrarse con el placer de la lectura, y su número se multiplicará exponencialmente, al mismo ritmo que lo vienen haciendo los textos electrónicos en sus distintos formatos y presentaciones. Cada uno de ellos, desde sus campos científicos, analiza e incursiona en  lo que se entiende por comprensión de la lectura. Establecen que, entre las nuevas exigencias en el perfil del ciber-lector del siglo XXI, sobresalen: las capacidades para buscar, ubicar y establecer conexiones y otros recursos desde múltiples perspectivas; la habilidad para manipular innumerables bases de datos y para la utilización de diversas formas de búsqueda; la capacidad de asociación y de navegación para buscar, recorrer, encontrar, seleccionar, añadir, eliminar, fraccionar, reordenar y extraer de los textos en línea, con el menos esfuerzo posible, la información que necesitan o que les interesa e incluso, la facultad de realizar descubrimientos, por accidente, de documentos electrónicos con información que inicialmente no se buscaba, pero que termina por ser de gran utilidad.
Estas facultades han cobrado mucha fuerza con Internet, debido a que la gran cantidad de información que circula por la red de redes permite durante la navegación, encontrar informaciones aleatorias que pueden resultar relevantes. (Montaño, J. R. y Abello, A.M., 2015: 34) advierten que: “La búsqueda y navegación en Internet se desarrollan en muy variadas dimensiones, pues cada palabra, cada ícono que aparece en la pantalla de un computador actúa como una ventana que abre nuevas dimensiones e infinitas posibilidades de lectura. Ellas pueden marcar rutas muy diversas desde las cuales podemos timonear nuestros procesos de lectura y comprensión o, por el contrario irnos a la deriva. Las dimensiones de la navegación, por lo tanto, no son posibles de calcular exactamente, y para que el lector salga a flote de ellas debe estar bien equipado”.
Aun cuando existen estudios sobre este tema en particular, es evidente que no son suficientes para enfrentar los nuevos retos que tienen los centros de altos estudios. En muchas ocasiones, la falta de calidad de la información extraída de los textos digitales por el empleo excesivo, por parte del que busca y procesa datos, del cómodo -y a la vez dañino- recurso de “copiar y pegar”, denuncia la necesidad de repensarlas, porque tales prácticas conducen a posiciones poco críticas ante la información y débiles desde el punto de vista de la reflexión y las valoraciones. ¿Es que acaso los docentes no están  suficientemente preparados para desarrollar y poner en ejercicio una didáctica de la lectura digital, a tono con los nuevos tiempos?
A juicio de (Rodríguez, López, Gayoso, 2010: 27) se impone que los docentes, bibliotecarios, animadores, promotores y mediadores en general de la lectura comiencen desterrando ciertos prejuicios:

  • que los medios audiovisuales atentan contra la lectura;
  • que el libro y la computadora son enemigos irreconciliables;
  • que la nueva tecnología acabará forzosamente con la predecesora;
  • que los hábitos de lectura se relacionan exclusivamente con los soportes tradicionales;
  • que el soporte digital se contrapone con los fines de la lectura “seria”;
  • que la categoría de lector solo es atribuible a los consumidores de literatura impresa;
  • que pueden seguir ignorándose las posibilidades casi ilimitadas de las TIC;
  • y que no hace falta apropiarse del lenguaje de las tecnologías para nuestra labor.

Estos razonamientos se refieren a que existen mediadores involucrados en este proceso: la familia en general; los maestros; los bibliotecarios;  el colectivo de la universidad y la atmósfera escolar; los medios: la radio y la televisión, la prensa, los impresos como vallas, anuncios que puedan aportar buenos estímulos; todas las artes: un filme o una pieza teatral, una pintura o una escultura; y las tecnologías, sin cuyo concurso hoy no puede concebirse ninguna estrategia favorable a la lectura.
Igualmente, son muy útiles las potencialidades que generan las actividades extradocentes en la consulta de textos. Este tipo de tareas exige interactuar antes con la biblioteca, así como  el conocimiento previo de los contenidos que se tratarán, las características individuales de cada estudiante, su desarrollo intelectual y sus vivencias, lo que  permitirá utilizar los libros de acuerdo con el grado de complejidad y el tipo de texto; pero la realidad demuestra que aún no es suficiente el trabajo que se realiza en este sentido.
También  la práctica educativa evidencia que cuando los estudiantes llegan al primer semestre se agobian con un sinnúmero de lecturas, capítulos de libros, presentaciones, y distintos materiales para leer, que se suma a aquel que ellos mismos encuentran y descargan de la red. Todo debe ser leído, comprendido y procesado en sus mentes para luego responder preguntas en test, evaluaciones y exámenes. En consecuencia, si un joven no tiene una conducta lectora arraigada y su nivel de comprensión de lectura es bajo, ¿cómo logrará vencer su primer semestre de estudios? Teóricamente, los universitarios manifiestan una fuerte inquietud intelectual, lo cual se muestra  en que están estudiando una carrera y que están inmersos en un entorno que los motiva a potenciarse y crecer.
Por otro lado, los modelos académicos están desarrollados para que los estudiantes sean protagonistas de su proceso de aprendizaje, sean autónomos, críticos, creativos  y que tengan la capacidad para autoevaluar su desempeño. Sin dudas, este es el estudiante ideal y no todos los jóvenes universitarios presentan esas características. Pero, en teoría, eso es lo que los programas curriculares académicos deberían ir desarrollando a medida que un joven avanza en sus estudios. Por lo anterior, se hace ineludible que todas las disciplinas realicen acciones que contribuyan al fortalecimiento de las competencias de lectura.
1.2 Las competencias de lectura  en las universidades
En las universidades, la lectura es una forma de acceso al conocimiento; por tanto, es necesario entonces el desarrollo de competencias. Los estudios antropológicos y culturales han mostrado que los textos generan modos de leer que se deben  considerar en el conjunto de usos, modos de distribución y legitimaciones sociales, de los nuevos relatos del mundo y del yo que contribuyen a construir. Las formas fácticas y prosaicas del discurso que lectores y escritores consolidaron en el siglo XVIII y que el investigador Olson vincula al surgimiento de la ciencia moderna, establecen una manera de leer donde la representación de la realidad se objetiva y se distancia del sujeto; estos modos de leer se legitiman en las prácticas académicas. Según (Domínguez, 2013: 19), estas implican:

  • Ser un lector crítico
  • Saber escribir adecuadamente cualquier tipo de texto que se exija.
  • Ser capaz de comunicarse
  • Pensar críticamente
  • Razonar en forma lógica
  • Utilizar los avances tecnológicos del mundo actual

Las competencias están relacionadas con acciones, las que se realizan con propósitos determinados y en contextos específicos. Para desarrollar estas competencias es necesario:

  • Enfrentarse  a experiencias comunicativas auténticas.
  • Interactuar con sus compañeros de clase, con su profesor, con Ud mismo y con el texto.
  • Interactuar con usuarios competentes del lenguaje.
  • Escribir sobre lo que se lee. (tomar notas, hacer resúmenes, esquemas)
  • Aprovechar toda oportunidad de aprendizaje.

1.3 Recomendaciones para contribuir al desarrollo de la lectura en la formación de los profesionales de la educación
Como existe una preocupación por elevar la calidad de la educación para formar profesionales competentes e investigado­res capaces de resolver problemas, se reconoce que para lograr este objetivo es preciso potenciar al má­ximo las habilidades para leer, porque es esencial para el avance científico, tecnológico y cul­tural de un país.
Una de las mejores maneras de superar las dificultades de la comprensión lectora es leyendo. Pero, para esto se debe ejercer una motivación interna que permita definir: ¿Por qué voy a leer?
Sugerimos que para comprender un contenido, para estudiar, se debe hacer una doble lectura:

  • Lectura para explorar
  • Lectura para comprender (profunda)
  • La lectura de exploración es una lectura rápida cuya finalidad puede resumirse en:
  • Lograr la visión global de un texto:
  • de qué trata
  • qué contiene
  • Preparar la lectura profunda de un texto
  • Buscar en un texto algún dato aislado que interesa.

¿Cómo se procede?

  • Fíjese en los títulos y epígrafes.(Índice)
  • Lea los datos que aparecen en la contraportada.
  • Fíjese si tiene prólogo.
  • Busque  nombres propios o fechas que puedan orientar.
  • Tenga  en cuenta que la idea más importante suele expresarse al principio del párrafo en el que luego se desarrolla, o al final del párrafo como conclusión de la argumentación.
  • Tenga en cuenta que un mapa, una foto, un esquema,  un cuadro cronológico etc., pueden proporcionar tanta información como la lectura de varias páginas: hay que observarlos.
  • La lectura profunda, que se realiza fundamentalmente para aprender con el texto, es una lectura detenida, exhaustiva, reposada. Necesita ciertas condiciones que aseguren la concentración. Su finalidad es entenderlo todo.

¿Cómo se procede?
Antes de la lectura:
Primero debemos determinar los objetivos. Voy a leer:

  • Para aprender
  • Para presentar una ponencia ante el público
  • Para practicar lectura en voz alta
  • Para seguir instrucciones
  • Para revisar un escrito
  • Por placer
  • Para demostrar que he comprendido un determinado tema.

¿Qué  sé de este texto que voy a leer?
Esto representa un paso importante que es activar los conocimientos previos.

  • ¿De qué trata este texto? ¿Qué me dice su estructura?

Durante la lectura

  • Formular hipótesis
  • Formular pregunta sobre lo leído
  • Aclarar posibles dudas sobre el texto
  • Resumir el texto
  • Releer las partes confusas
  • Consultar el diccionario
  • Pensar en voz alta para asegurar la comprensión
  • Crear imágenes mentales para visualizar descripciones que no son tan claras.

Después de la lectura:

  • Hacer resúmenes
  • Formular y responder preguntas
  • Revisar lo aprendido
  • Utilizar organizaciones gráficas

Como se ha evidenciado, la reorientación didáctica en el campo de la enseñanza de la lectura deriva del supuesto central de la recepción  del lector e implica analizar los factores y elementos condicionantes que intervienen en todo el proceso de lectura. Desde estas posiciones el propio sistema de referencias del texto es el condicionante responsable de la actualización de los significados textuales según las propias aportaciones que hace cada lector. El enfoque actual centra su interés no solo en las características del texto sino que, además, y sobre todo, potencia la implicación personal seguida durante todo el proceso de lectura y redunda en la propuesta de actividades para desarrollar y estimular la lectura.
En estos empeños es fundamental que el bibliotecario y el maestro jueguen  papeles protagónicos. El trabajo deberá ser planificado, organizado, sistemático - nunca dejado a la espontaneidad –,  con acciones encaminadas a fomentar el interés por materiales diversos de lectura, con la orientación sistemática al colectivo  - lectores potenciales -  sobre qué leer, resulta de gran utilidad para motivar a los estudiantes. Se requiere de maestros y bibliotecarios que lean y que estén interesados, informados, preparados y provistos de libros: que sepan recomendar el ejemplar  adecuado, para el lector indicado y en el momento justo.
Conclusiones
La lectura y la educación son in­separables, porque sin negar el papel que cumplen los medios audiovisuales en el proce­so educativo, todavía la lectura es el instrumento más utilizado en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es por ello que resulta de vital importancia, para la Antropología de la Educación, conocer y comparar cuáles son las motivaciones y realidades en torno a la adquisición de cultura y conocimientos - mediante lectura - de los que en la actualidad se forman como profesionales de la educación en las universidades.
La experiencia docente  revela que la formación de los hábitos de lectura no puede quedar abandonada a la espontaneidad. Para el logro de este propósito se precisa que los docentes y especialistas implicados en el proceso educativo creen un ambiente propicio y apliquen estrategias de manera inteligente, flexible y creadora.

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*Institución: Universidad de Artemisa Correo electrónico: yordanka@uart.edu.cu
** Institución: Universidad de Artemisa Correo electrónico: lazaronv@uart.edu.cu
*** Institución: Universidad de Artemisa Correo electrónico: yosdey@uart.edu.cu

Recibido: 22/04/2019 Aceptado: 12/07/2019 Publicado: Julio de 2019

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