Revista: Atlante. Cuadernos de Educación y Desarrollo
ISSN: 1989-4155


CONSIDERACIONES SOBRE EL ABORDAJE DE LA HISTORIA LOCAL Y REGIONAL EN EL PRIMER CICLO DE LA ENSEÑANZA SECUNDARIA EN ANGOLA

Autores e infomación del artículo

Francisco Isaac*

Gustavo Josué López Ramírez**

Universidad de Las Tunas, Cuba.

ramirez@ult.edu.cu


Resumen
El presente trabajo aborda consideraciones teóricas relacionadas con el abordaje de aspectos medulares del proceso de enseñanza aprendizaje de la historia como son la historia local y regional. El estudio tiene en cuenta las particularidades de la República de Angola, donde las  transformaciones educativas se encuentran en un franco proceso de ajuste. Se proyectan las múltiples interrelaciones interdisciplinares que son necesarias para comprender la problemática y plantear las vías de solución. En la investigación se parte de que los hombres viven y se desarrollan en sociedad, en los que influyen un grupo de factores que permiten la apropiación de conocimientos, hábitos, actitudes, herencia cultural, valores, normas y patrones sociales.
Abstract
The present work approaches theoretical considerations related with the boarding of medullary aspects of the process of teaching learning of the history like they are the local and regional history. The study keeps in mind the particularities of the Republic of Angola, where the educational transformations are in a franc adjustment process. They are projected the multiple interrelations that they are necessary to understand the problem and to outline the solution roads. In the investigation he/she leaves that the men live and they are developed in society, in those that influence a group of factors that you/they allow the appropriation of knowledge, habits, attitudes, cultural inheritance, value, norms and social patterns.
Palabras claves
Enseñanza de la historia, aprendizaje de la historia, didáctica de la historia, historia local, historia regional.

Key words 
Teaching of the history, learning of the history, didactics of the history, local history, regional history.  


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Francisco Isaac y Gustavo Josué López Ramírez (2018): “Consideraciones sobre el abordaje de la historia local y regional en el primer ciclo de la enseñanza secundaria en Angola”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (mayo 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/atlante/2018/05/historia-ensenanza-angola.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1805historia-ensenanza-angola


Introducción
En épocas pasadas, el desarrollo de la ciencia, que siempre ha estado estrechamente vinculado al de las fuerzas productivas, no había alcanzado un nivel suficientemente alto como para permitir que las personas entendiesen el mundo en que vivían. En ausencia de un conocimiento científico o de los medios materiales para obtenerlo, se vieron obligados a depender del único instrumento que poseían para interpretar el mundo y, así, conquistarlo: la mente humana. La lucha para comprender el mundo se identificaba con la lucha de la humanidad para elevarse sobre una existencia meramente animal, ganar el control sobre las fuerzas ciegas de la naturaleza y liberarse. Esta lucha es como un hilo conductor que recorre toda la historia de la humanidad.
“Se viven tiempos de cambio, donde empiezan a florecer idearios emergentes, cosmovisiones que rescatan el holismo de las antiguas filosofías, comprensiones humanistas acerca del desarrollo humano sostenible, modelos alternativos de investigación científica” B. Castellanos (2008:57).
En el mundo actual, en particular en el continente africano, los sistemas educacionales necesitan modernización, decisión y voluntad para el cambio en la escuela, a fin de elevar su calidad dada la incidencia que tienen en el crecimiento de la productividad de las economías nacionales y en el desarrollo individual y social del hombre. Es por ello la necesidad de realizar grandes esfuerzos para enfrentar los desafíos que la educación tiene ante sí.
El desarrollo social está estrechamente ligado con la educación. Esta constituye un proceso de importancia capital para la vida y el desarrollo de la personalidad, a la vez que crea un conjunto de condiciones para el desarrollo de la cultura local, nacional, regional y universal.
De acuerdo con la política adoptada por su Gobierno, Angola es uno de los países que está en una posición privilegiada con respecto a algunos países de la región sur del continente africano, la educación aparece como una de las prioridades tanto del Estado como del Gobierno, por lo que estos dos organismos han involucrado en este sector, un número considerable de recursos humanos, financieros y materiales.
En la República de Angola a partir de la implementación de profundas transformaciones implementadas desde 1977 y con la reforma educativa en 2001 se cuenta con una estrategia para el desarrollo del sistema de educación, lo que debe permitir la optimización del proceso docente educativo en todos los niveles de enseñanza.
La Ley de Bases del Sistema de Educación define la educación como “el proceso que tiene como objetivo preparar el individuo para las exigencias de la vida política e y social del país y que desarrolla la convivencia humana en el círculo familiar, en las relaciones de trabajo en las instituciones de la educación y de la investigación científico técnico en los órganos de comunicación social, en las organizaciones filantrópica y religiosas y a través de las manifestaciones culturales y deportivas”, Asamblea Nacional de Angola (2001: 1).
Como parte del proceso de perfeccionamiento del sistema educativo angolano contemplado en la Reforma Educativa del año 2001, la Enseñanza Primaria o de Primer Ciclo de enseñanza, como subsistema inicial de la Enseñanza Básica, debe iniciar una etapa de transformaciones que abarca a las estructuras organizativas de la escuela. Este proceso de cambio tiene como objetivo elevar la formación integral del alumno, que esté más apto para la vida como ciudadano, que ame a su patria y a la paz.

  • La evolución de los estudios sobre desarrollo, región y localidad

El término desarrollo es de mucha importancia si se tiene en cuenta la explosión cultural del mundo actual y la multiplicidad de acciones que se llevan a cabo en todas las manifestaciones de la vida. Se utiliza desde hace muchos años y son diversos los usos que el hombre le ha dado, en dependencia del momento, contexto histórico, posición social, ideológica o punto de vista determinado.
El desarrollo local es un concepto abordado desde diversas ópticas como la económica, la geográfica y la sociológica e histórica en estos estudios destacan autores como E. Ander (1980 y 1998), M. Marchioni (2001), R. Macías (2006), E. Martínez (2011), G. Briones (2016) y C. Guzmán (2017).
Su incorporación a las ciencias sociales se produce a mediados del siglo XVIII para caracterizar los procesos graduales de cambio social. La misma está muy relacionada con los vocablos transformación, evolución, cambio, crecimiento y maduración, empleadas con mucha frecuencia en el campo social. La categoría desarrollo desde hace varias décadas se asocia a otra categoría trascendental y de ese modo conforma el binomio Cultura y Desarrollo.
De la misma manera que existen leyes que gobiernan la materia orgánica e inorgánica, existen leyes que gobiernan la evolución de la sociedad humana. Los modelos de comportamiento que podemos observar a través de la historia no son fortuitos. Marx y Engels explicaron que la transición de un sistema social a otro está determinada en última instancia por el desarrollo de las fuerzas productivas. Cuando un sistema socioeconómico dado ya no es capaz de impulsarlas, entra en crisis, preparando el terreno para su derrocamiento revolucionario.
Estas miradas se han enfocado en la actualidad a desentrañar aspectos relacionados con “ La dinámica que ha alcanzado el desarrollo actual de las sociedades modernas, ha acrecentado el interés de investigadores sociales por crear nuevas metodologías de estudio en las comunidades que permitan entender las complejas problemáticas a que se enfrentan los diversos entornos comunitarios para darle solución, con la participación directa de sus habitantes y el concurso de instituciones públicas y privadas que facilitan un mejor desarrollo endógeno” C. Guzmán (2017: 3).
Los estudios sobre región y localidad en su desarrollo han sido abordados desde diversas ciencias como la historia, la antropología, la etnografía por autores como: E. Ander (1980y 1998), A. Fábregas y T. Marín (2002),  H. Venegas (2007 y 2016), C. Andreu (2008), M. Miño (2012) y H. Henao y L. Villegas (2016).
No es, sino a partir de la década de 1970, que en las ciencias sociales y especialmente en la historia, “se vio la necesidad de estudiar la región como un concepto histórico, político y cultural; se pensó en dejar de lado los estudios de corte general sobre la nación, homogeneizantes y totalizantes, pues estos poco aportan a la identificación de las especificidades en la formación de la regiones y, por ende, de las naciones”. H. Henao y L. Villegas (2016:29).
Muy intenso ha sido el debate sobre el concepto de región, según H. Venegas (2016: 61-62) es aquel que “denominamos como histórica, en el entendido de construcción económico-social, político-ideológica y cultural integral, que más que un ente natural es el resultado de la acción transformadora, en el proceso histórico de la larga duración, del género humano sobre el espacio geográfico, interviniéndolo, transformándolo y muchas veces destruyéndolo irremediablemente”.
La microhistoria y las historias cotidianas aparecen como opción y complementación de los estudios sobre las grandes tendencias sociales de las sociedades nacionales. En ellas se aprecian las relaciones que se establecieron y establecen los seres humanos y su entorno, y las observaciones microscópicas de los fenómenos y sus relaciones con otros ámbitos territoriales más generales como la región y la nación.
La localidad, se asume como fragmentos de identidad, de pertenencia, delimitación y reconocimiento, de tal manera que su construcción posibilita un referente ante sí mismos y ante los otros. El territorio local es el escenario donde se presentan los acontecimientos y los imaginarios; es la escritura mental donde se producen y reproducen huellas permanentemente. Conocemos o reconocemos el espacio que habitamos, ligado a recuerdos del pasado, de nuestro origen, pero evocando siempre el futuro, proyectándolo. Es el mundo que al nombrar reconocemos, construimos y donde nos identificamos.
La Historia local o microhistoria, como la llaman algunos autores, se ha convertido en una de las principales ramas o corrientes de la historiografía en los últimos años … su  contribución al establecimiento de una identidad local, poniendo a disposición de los habitantes de una localidad, una abundante información acerca de sus raíces, que más allá de los mitos, tradiciones y leyendas, abarcan los hechos relevantes del contextos más cercano, sus emblemas, su geografía y también, sus aportes a la historia patria, marcando  un sentido e incluso una responsabilidad histórica con el desarrollo social local J. I. Reyes (2013: 5).
Esas necesidades son mayores en nuestro presente, desde donde asistimos a un entrecruzamiento de la actividad humana nunca antes alcanzado, con el acceso a múltiples espacios de forma simultánea. No menos significativa es la preocupación y proyección del hombre por y hacia el futuro, tanto de forma colectiva como individual.
De aquí que si su base inicial y permanente es el medio geográfico, los límites de la región se van estableciendo como un resultado de esa acción transformadora de los seres humanos sobre ese espacio concreto.
Ahora bien, fomentar el desarrollo de investigaciones sociales y humanísticas en el área educativa implica retos importantes: por una parte, desarrollar investigaciones sobre la práctica educativa e introducirlas para su perfeccionamiento y, por otra, formar en los docentes y estudiantes la cultura científica que demandan los momentos actuales. Ambos aspectos están estrechamente relacionados con la voluntad estatal de fomentar el vínculo entre la educación, la ciencia y la tecnología en pos del desarrollo cultural de la sociedad, enfocado a la transformación cualitativa del proceso formativo que se revertirá en el desarrollo social.

  • La problemática del abordaje de la historia local y regional en la República de Angola

Desde la propia concepción de la Educación Angolana su compromiso con la solución de problemas sociales, a través de la formación de profesionales depositarios de una cultura general, comprometidos con el desarrollo del país a partir de la vinculación estudio-trabajo y teoría-práctica, que se materializa mediante las dimensiones investigativa, académica, laboral y extensionista. De este modo, la calidad de la formación tendrá un efecto directo en la calidad de la dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje y en la formación de las nuevas generaciones que aportarán también al desarrollo de la sociedad.
No obstante, durante el desarrollo de la actividad pedagógica y con la aplicación de varios métodos empíricos, se pudo comprobar que existen deficiencias en el proceso de enseñanza aprendizaje de la historia manifestadas de la siguiente manera
Por parte del docente:

  • Son deficientemente utilizadas las potencialidades que ofrece la historiografía sobre la historia local y regional para la explicación del contenido histórico.
  • Son analizadas insuficientemente las relaciones que establecen los hombres, como actores individuales y colectivos del desarrollo local para la argumentación de los hechos, fenómenos y procesos históricos en todas sus dimensiones.
  • En la enseñanza de la historia local y regional la mayoría de los docentes  utilizan como recursos didácticos un limitado número de fuentes históricas.
  • Es deficiente el manejo de los principales conceptos locales y regionales en su relación con la historia nacional, haciendo un tratamiento fragmentado de estos. Las alternativas no se elaboran a partir de las propias comunidades ni con su participación.
  • Las metodologías aplicadas para la evaluación, son esencialmente cuantitativas, sin otorgarle el lugar que posee la metodología cualitativa o la complementariedad metodológica que posibilitan los análisis integrales.

En el caso de los estudiantes:

  • Reproducen mecánicamente lo aprendido con respecto a los elementos de la historia local y regional y a la vez estos aspectos no los integran en la comprensión de la esencia de la Historia.
  • No siempre saben relacionar los eventos históricos que ocurren a escala personal-familiar-comunitaria-local, con los que se desarrollan a escala nacional, regional y universal.

Al considerar que las insuficiencias que manifiestan los profesores de historia y los estudiantes del segundo ciclo de la Educación Secundaria se verifican en la práctica e inciden en su modo de actuación personal afectando el cumplimiento de su rol social, y que además no han sido resueltas hasta el momento por la vía de la investigación científica, se confirma que se trata de un problema social de la ciencia y la tecnología. En consecuencia, en este estudio referativo se plantea como objetivo: reflexionar en torno a la influencia entre la ciencia y la tecnología en la solución de los problemas de la formación de los estudiantes del segundo ciclo, particularmente en lo que atañe a la importancia del conocimiento y dominio de la historia local y regional, en tanto estas constituyen el vehículo dinamizador del desarrollo sostenible.

  • Relación entre la ciencia, la tecnología, la sociedad y la cultura, aspecto esencial en la búsqueda de soluciones integrales a la problemática de la enseñanza aprendizaje de la historia local y regional

El progreso humano está estrechamente vinculado al desarrollo del pensamiento, en particular a la ciencia y la tecnología. El pensamiento racional y abstracto no surge tan fácilmente. Incluso hoy en día las mentes de mucha gente se rebelan contra el pensamiento que va más allá del mundo familiar de lo concreto. Los problemas de la ciencia moderna sólo se pueden superar adoptando un método dialéctico consciente.
El desarrollo de la ciencia se da a través de una serie infinita de aproximaciones sucesivas. Cada generación llega a una serie de generalizaciones fundamentales sobre el funcionamiento de la naturaleza, que sirven para explicar ciertos fenómenos observados. Estas, inevitablemente, son consideradas como verdades absolutas, válidas para siempre en “todos los mundos posibles”. Pero en un examen más detallado se descubre que no son absolutas, sino relativas. Se descubren excepciones que contradicen las reglas establecidas y que, a su vez, necesitan explicación, y así hasta el infinito.
Cada nuevo avance científico o tecnológico amplía y profundiza nuestra comprensión ¿conocimiento?, pero al mismo tiempo nos plantea nuevos desafíos. Cada pregunta solucionada plantea inmediatamente dos nuevas preguntas. Como un viajero que con emoción creciente se acerca al horizonte sólo para descubrir otro horizonte tentándole desde lejos, el proceso de descubrimiento se despliega sin final a la vista.
Marx y Engels explicaron que la fuerza motriz fundamental de todo progreso humano reside en el desarrollo de las fuerzas productivas: la industria, la agricultura, la ciencia y la tecnología. Esta es una generalización teórica verdaderamente profunda, sin la cual la comprensión de la historia de la humanidad resulta imposible. No obstante, esto no significa, como han intentado demostrar los detractores deshonestos o ignorantes del marxismo, que Marx “reduce todo a lo económico” A. Woods y T. Grant (2005:236).
Al referirse a la relación entre la ciencia, la cultura y la sociedad, Núñez (2007) afirma que la actividad que denominamos ciencia se desenvuelve en el contexto de la sociedad, de la cultura e interactúa con sus más diversos componentes. Al hablar de ciencia como actividad nos referimos al proceso de su desarrollo, su dinámica e integración dentro del sistema total de las actividades sociales y, tal como asegura el propio autor, el enfoque de la ciencia como actividad ofrece un excelente punto de partida para explorar sus relaciones con el marco cultural en que ella actúa.
A medida que profundizamos en el estudio de los nexos entre la ciencia y la cultura, se hace evidente que también en la ciencia el aporte universal solo es posible a partir de las raíces nacionales. La creación científica es una tarea de los colectivos humanos, no solo de los individuos; y el nivel de integración, comunicación y funcionalidad de los colectivos también forma parte de la eficiencia. Las propias «intuiciones» de los científicos, no son realmente individuales –aunque alguien siempre las exprese primero–, sino resultado de una compleja interacción de imágenes y analogías compartidas por un grupo, cuya riqueza no puede reducirse al intercambio de piezas racionales de información verificable.
Como alternativa, la visión de la ciencia como un componente del complejo proceso de aprehensión y representación de la realidad, integrado con muchos otros componentes de la cultura, nos sugiere que sí, que podemos encontrar áreas de ventaja en la producción de conocimientos, aún para las naciones de menor desarrollo.
La conclusión que se desprende obviamente de este razonamiento es que, si las ventajas competitivas existen, ellas se encuentran en el campo de la cultura de las naciones. Tales ventajas dependerán del sistema de ideas, imágenes, valores e influencias sociales, que la cultura construya para cada individuo y para cada colectivo de individuos que practica la ciencia, o que utiliza creadoramente sus resultados; y que le aporte motivación, audacia, tenacidad, puntos de referencia en la propia tradición cultural y científica nacional, conocimiento tácito, analogías con situaciones cercanas en que basar la creatividad, enfoques alternativos a los mismos problemas que investigan otros colectivos científicos; articulaciones con otros sectores de la actividad social de donde extraer problemas e ideas o por donde aplicar eficazmente los resultados y muchas otras cosas que pudiéramos seguir enumerando.
La ciencia supone la búsqueda de la verdad bajo un estricto rigor que conduce a la mayor objetividad. Y este es uno de los rasgos que la identifica dentro de la actividad humana y de sus relaciones sociales, pues la ciencia es penetrada por determinaciones práctico-materiales e ideológico-valorativas, tipos de actividad a las cuales ella también influye considerablemente. Implica, así mismo, producción, difusión y aplicación de conocimientos. (Núñez, 2007)
Entiendo, por tanto, que en el desarrollo social la ciencia desempeña un decisivo papel, en tanto constituye un sistema de conocimientos ordenados que transforma nuestra cosmovisión, cuya veracidad se comprueba y puntualiza constantemente en la práctica social. Como sistema de conocimientos es una forma de la conciencia social, ya que se encamina a la solución de problemas culturales, espirituales y materiales que se generan en la sociedad. Estos conocimientos se producen en el proceso de interacción del sujeto con el objeto, es decir, en la actividad, la cual solo es posible en la práctica. Además, la ciencia es también una profesión debidamente institucionalizada, portadora de su propia cultura y con funciones sociales bien identificadas; es método, tradición acumulativa de conocimiento, factor principal en el mantenimiento y desarrollo de la producción. De ahí que los estudios sobre ciencia y tecnología permiten la comprensión e interpretación de estos como procesos sociales, lo que influye en la visión de la realidad de los hombres en cada época histórica, condicionando el modo en que se relacionan con la naturaleza y también su capacidad para transformarla a favor de sus necesidades.
A su vez, el desarrollo e interacción social han generado contradicciones profundas y antagónicas. Estas contradicciones dadas en los hechos, fenómenos y procesos sociales son consideradas problemas sociales, que pueden generarse también desde la propia ciencia. Los problemas sociales pueden ser de diversa naturaleza: problemas del hombre consigo mismo, en la relación hombre-hombre, en la relación hombre-naturaleza, y es precisamente con la ayuda de la ciencia y la tecnología que se pueden solucionar.
Ante la interrogante de cómo dar solución a estos problemas sociales, la actividad científica resulta la vía más efectiva para resolverlos. Para Guadarrama el cambio de correlación entre el saber filosófico y el científico, y en especial entre la ciencia y la técnica, han privilegiado en la actualidad la actividad científica y desplegado su radio de acción más allá de la naturaleza, para que esta encuentre su verdadera realización en la sociedad y en la cultura humana (Guadarrama, s/f b, p. 3). La actividad científica es definida como un proceso y resultado de carácter creativo o innovador que, con el empleo de métodos científicos, pretende encontrar respuesta a problemas trascendentales y con ello hallar rasgos significativos que aumenten y enriquezcan el conocimiento humano. Implica la caracterización lógica y rigurosa de una serie de etapas o tareas del proceso del conocimiento.
Movido por el interés de buscar solución a diversos problemas, surgidos en el transcurso de su vida social, el hombre acude a la investigación. Como resultado de la misma aumentan y se enriquecen sus conocimientos de manera creativa e innovadora, a la vez que determina las vías de inserción en la práctica social, con lo que se justifica la lógica de la ciencia.
La definición de ciencia ha sido tratada por muchos autores y, como consecuencia, ha ido perfeccionándose a tono con la naturaleza mutante de su desarrollo. En la actualidad guarda un estrecho vínculo con la filosofía y su comprensión, lógicamente, está en dependencia de la posición filosófica que asumamos. Núñez (1991) confirma que la filosofía marxista tiene entre sus tareas prioritarias ayudar a pensar los problemas relativos al desarrollo social, a identificar los fines de este y los medios que son coherentes con ellos; a su vez, debe contribuir a imaginar modelos de desarrollo alternativos a aquellos que la práctica ha demostrado inoperantes o inalcanzables y a definir las fuerzas materiales e intelectuales y sus relaciones, que deben permitir su realización. Y añade que el proceso de producción de conocimientos  debe ser explicado en relación con la trama social en que se inserta, lo que constituye una indicación esencial para el estudio de la ciencia.
No obstante tomar partido por el criterio anterior, considero oportuno referir otras maneras de entender la ciencia que, resumidamente, expongo a continuación. Así, en el Diccionario filosófico abreviado (Rosental y Ludin, 1981) la ciencia se define como una forma de la conciencia social; constituye un sistema, históricamente formado, de conocimientos ordenados cuya veracidad se comprueba y se puntualiza constantemente en el curso de la práctica social; donde la fuerza del conocimiento científico radica en el carácter general, universal, necesario y objetivo de su veracidad.
En el Glosario de términos de mayor empleo en el Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica (CITMA, 1996) se define la ciencia como el proceso por el cual la humanidad hace un intento organizado de descubrir el modo en que las cosas funcionan como sistemas causales y se precisa que el producto o el resultado de la misma constituyen un sistema coherente de información codificada y correlacionada, que es impulsada por el conocimiento y refleja las relaciones sociales en las formas organizativas de su existencia.
Las definiciones anteriores confirman el criterio de Núñez (2007) de que a la ciencia se le puede analizar como sistema de conocimientos que modifica nuestra visión del mundo real y enriquece nuestro imaginario y nuestra cultura; se le puede comprender como proceso de investigación que permite obtener nuevos conocimientos, los que a su vez ofrecen nuevas posibilidades de manipulación de los fenómenos; es posible atender a sus impactos prácticos y productivos, caracterizándola como fuerza productiva que propicia la transformación del mundo y es fuente de riqueza; la ciencia también se nos presenta como una profesión debidamente institucionalizada portadora de su propia cultura y con funciones sociales bien identificadas.
A partir de la opinión anterior asumo que la ciencia se entiende como una forma específica de la actividad social dirigida a la producción, distribución y aplicación de los conocimientos acerca de las leyes objetivas de la naturaleza y la sociedad. Aún más, la ciencia se nos presenta como una institución social, como un sistema de organizaciones científicas, cuya estructura y desarrollo se encuentran estrechamente vinculados con la economía, la política, los fenómenos culturales, con las necesidades y las posibilidades de la sociedad dada. (Kröber, 1986 apud Núñez, 2007, p. 37)
Se asume esta definición pues en ella se evidencia el papel fundamental que le corresponde a la ciencia en la sociedad contemporánea, lo que la convierte en cuestión clave para el desarrollo de esta, donde los aspectos que atañen a la relación que establece con la educación, la cultura y el lenguaje coadyuvan también al sostén, transformación y desarrollo sociales. La ciencia es toda cultura con un marcado valor social.
En íntima relación con la ciencia se encuentra la tecnología, que desde hace ya varios años ha adquirido una gran connotación en el contexto educativo. Núñez afirma que ambas no son solo productos de una actividad humana especializada, sino procesos sociales de producción, difusión, aplicación y valoración (Núñez, 2007). Esta concepción implica que toda evaluación de la correlación entre el conocimiento científico y tecnológico y los procesos productivos tiene que estar mediada por el análisis del contexto social que la condiciona.
González, López y Luján (1998:13) afirman que la tecnología contemporánea se basa en la ciencia pero no se deriva de ella directamente, de modo que entre ellas más que relaciones lineales causales se puede hablar de una compleja dialéctica. Criterio este que tomo en consideración, en tanto entiendo la tecnología como el conjunto de conocimientos —tanto científicos como empíricos, teóricos y prácticos—, métodos y procedimientos para el diseño, producción y distribución de bienes y servicios, impulsado por la satisfacción de necesidades de la sociedad.
A partir de estos presupuestos se precisa la posición de la ciencia y la tecnología con respecto al sistema social y su consideración como procesos que determinan el desarrollo de la sociedad. Esta última, por su parte, es definida por C. Marx (1973: 532) como el producto de la acción recíproca de los hombres, un determinado nivel de desarrollo de las facultades productivas, que corresponde a una determinada forma de comercio y de consumo. A determinadas formas de desarrollo de la producción, del comercio de consumo, corresponden determinadas formas de la conciencia social, una determinada organización de la familia, de estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad civil.
En la investigación se parte de que los hombres viven y se desarrollan en sociedad, en los que influyen un grupo de factores que permiten la apropiación de conocimientos, hábitos, actitudes, herencia cultural, valores, normas y patrones sociales. Se asume, por tanto, la educación como una forma determinada del comportamiento social y un tipo específico de relación social, según A. Blanco, (2001: 1) “como fenómeno social ejerce una influencia determinante en la formación de la personalidad del individuo, al prepararlo desde lo individual para su inserción plena y activa en la sociedad”.
Una revisión sobre el tema de la relación ciencia-cultura nos conduce a afirmar que las ideas que la han circundado han estado a menudo disociadas. Por ejemplo, Castro Díaz-Balart (2001) afirma que es un hecho que la sociedad no reconoce los valores culturales de la ciencia, ya que para la mayoría de los ciudadanos ciencia y cultura son términos que se contradicen y excluyen mutuamente.
R. Pupo nos explica acerca de la actividad “El hombre en su actividad práctica humaniza la naturaleza,  la  convierte  en  el  objeto  del conocimiento y la valoración, en dependencia de sus necesidades e intereses. En este proceso ininterrumpido el hombre asume la realidad y la integra a su ser esencial como existencia humana realizada, devenida objeto en y por el hombre. Al mismo tiempo este proceso, mediado por la práctica, el trabajo, en su integridad, condiciona la elevación del hombre como ser mediato, como sustancia social que posee fines e ideas capaces de proyectar el resultado que la necesidad exige, así como guiar la práctica en su realización efectiva” (2006:35).
Al respecto, Núñez refiere que no lo deberían estar si interpretamos la cultura como el espacio de toda la actividad creadora de los hombres, expresiva de su libertad. Examinar los rumbos de la creatividad y sus obstáculos es decisivo para entender las diferentes sociedades, sus tendencias de desarrollo, su vitalidad y capacidad de respuesta al reto que plantea el ambiente físico y social y las relaciones competitivas o hegemónicas que entre ellas se establecen. Para responder a esta expectativa, la cultura deberá pensarse como el proceso de asimilación, producción, difusión y asentamiento de ideas y valores en que se funda la sociedad; es el conjunto de representaciones colectivas, creencias, usos del lenguaje, difusión de tradiciones y estilos de pensamiento que articulan la conciencia social, es el ámbito en que se producen y reproducen nuestras formas de vida y nuestra ideología; vista así la cultura es un mecanismo de regulación social. Núñez, (2007: 34).
De este modo, ha quedado manifiesta la implicación social de la ciencia y la cultura, pero, ¿cómo se relacionan ambas? Núñez (2007) expone al respecto que en el interior de la cultura la ciencia se comporta como una subcultura sostenida por un tipo de actividad particular, la actividad científica, de sus grupos practicantes.
No hay dudas de que la ciencia es un fenómeno sociocultural complejo que posee sus propias fuerzas motrices, lo que la aleja de todo condicionamiento casual lineal y mecánico entre ella y la sociedad. La ciencia tiene su propia eficacia, autonomía relativa y capacidad de influencia sobre las restantes actividades e instituciones sociales. Es capaz de acceder a la vida material y espiritual de la sociedad, penetrándola y permitiéndose actuar como un factor decisivo en el desarrollo de esta.
¿Y qué es la vida material y espiritual de la sociedad? Se trata, en efecto, de la cultura, del conjunto de valores materiales y espirituales que ha creado la humanidad a través de los siglos. La cultura espiritual, por su parte, está representada por toda una gama de resultados obtenidos en el campo de la ciencia, la técnica, el arte, la literatura y la construcción, a lo que se suman los conceptos filosóficos, morales, políticos, religiosos, etcétera. La división entre cultura material y espiritual es relativa, pues la elaboración de objetos o instrumentos de trabajo o de cualquier tipo es imposible sin la participación del pensamiento; mientras que el resultado de la producción espiritual —ideas, normas, preceptos, imágenes— tiene una determinada forma material de manifestarse —libros, esculturas, notas musicales, diseños, cuadros, gestos.
Son diversos los ejemplos que pudiéramos referir, más en la cúspide de ello se encuentra el ideal martiano. “José Martí funda un paradigma de emancipación humana y redención social, cuyo despliegue está mediado por un sustrato socio -cultural humanista que imprime racionalidad y verdad a su proyecto político. Es que en el paradigma martiano, los valores éticos y políticos se integran en un nivel tal de concreción que prácticamente se identifican. Por eso, más que encarnación individual, son conciencia de su necesidad y eficacia. Esto impregna optimismo, fuerza y vitalidad a su empresa emancipadora” R. Pupo (2006:82)
De manera general podemos afirmar que existe una estrecha relación entre la ciencia, la tecnología, la educación y la cultura. La estructuración, secuenciación y proyección de la historia local y regional para dinamizar el desarrollo local sostenible constituye un problema social de la ciencia y la tecnología.
Uno de los restos actuales del abordaje de la historia local y regional es el tratamiento a los límites reales en cualquier momento de su desarrollo. Existe una tendencia a inmovilizarlos en el tiempo y en el espacio, lo que denota la no comprensión de la dialéctica del proceso. El hombre ocupa aquella parte del espacio que necesita y no otra, en el momento en que quiere y puede realizarlo.
La contextualización de los hechos, fenómenos y procesos históricos se ha realizado de forma incompleta, siguiendo el criterio particular de cada docente. M. Véliz (2010: 38-39) lo define como “Un proceso dirigido al tratamiento de los hechos históricos a partir de la reconstrucción del complejo sistema de relaciones que determinan su contexto pasado, desde el presente y con proyección futura. Para ello resulta necesario el establecimiento de relaciones espaciales, temporales y causales, que permiten explicar su desarrollo, teniendo en cuenta el contexto de análisis e impartición de estas en el proceso de enseñanza aprendizaje de la Historia”.
La historia local que se enseña en la escuela surge del resultado de las investigaciones de la historia. Como se sabe, la enseñanza de la historia local se trabaja integrada a la historia nacional. Así, en los diferentes temas del curso de Historia los profesores incorporan el contenido correspondiente a lo acontecido en la provincia y municipio de acuerdo con los temas del programa de historia nacional, es decir, desde las comunidades aborígenes hasta nuestros días.
La  enseñanza  de  la Historia, en la misma  medida  en  que  reconozca al alumno como sujeto del  aprendizaje, en la medida en que se  proponga desarrollar el razonamiento, estimular el ejercicio del pensar  y enfrentar al alumno a situaciones que demanden de él un determinado  nivel de independencia, debe lograr que  los  educandos sean capaces de recorrer —en alguna medida— el camino del historiador; claro está, desde una organización y dirección pedagógicas adecuadas a sus posibilidades.
Cuando el alumno trabaja así, "descubre" en condiciones  docentes lo ya descubierto por el investigador en el ámbito de la  ciencia histórica. Huelga  apuntar que no es igual el desarrollo que puede  alcanzar un  alumno  que recibe toda la información procesada que  el  que aprende  a procesarla con la ayuda de su profesor al  principio  y después  con mayor nivel de independencia.
Son las características de las clases, de las actividades docentes en general y de las tareas que se asignan a los escolares las vías  idóneas para enfrentar al alumno a situaciones y  problemas que les formen progresivamente el hábito de la indagación. La historia local puede ser un productivo aprendizaje en la medida que los alumnos sean orientados a "buscar" para "encontrar" y después discutir.
De lo que se trata es  que la clase de Historia privilegie actividades en las que los estudiantes tengan que analizar, que dar opiniones. Recordemos siempre que lo exclusivamente repetitivo, lo exclusivamente memorístico, la recurrencia a lugares comunes, conduce a una docencia aburrida y subestimadora de la inteligencia. La idea es concebir al estudiante como sujeto del conocimiento histórico; enfrentarlo progresivamente al intercambio de ideas con el profesor y sus compañeros, a  estimular que exprese sus opiniones sobre lo que ha aprendido, porque expresar opiniones y recibir otras enriquece el aprendizaje y abre caminos a nuevas búsquedas.

  • ¿Por qué mi escuela tiene un nombre?
  • ¿Por qué una calle o una plaza tiene un nombre?
  • ¿Cómo era la vida en el pasado en mi municipio y en mi provincia?
  • ¿Quiénes lucharon aquí por la independencia y la revolución social?
  • ¿Qué hechos que forman parte de la historia de mi patria ocurrieron en esta provincia y municipio?

 La búsqueda de respuestas a preguntas como estas y otras muchas que se podrán formular en cada lugar, son ejemplos que han demostrado el grado de motivación que se puede lograr en los escolares.
Désele a los alumnos la posibilidad de buscar, de encontrar, de exponer sus ideas resultantes de esa indagación por sencilla que sea —pero que es de ellos— y se constatarán transformaciones que nos parecerán como si se tratara de otras personas, cuando en realidad son las mismas, pero más dueñas de sí, motivadas, interesadas.
El ejercicio de la indagación pone en tensión lo mejor del intelecto; la posibilidad de no repetir mecánicamente, de no remitirse a las frases hechas, reafirma en cada persona su sello original, irrepetible en última instancia. Un escolar es más auténtico y pleno en su búsqueda personal, aun cuando esta sea incipiente y solo tenga un ligero matiz de alejamiento de los caminos trillados, caminos trillados que son una fuerte tentación, un espejismo que nos hace creer que estamos haciendo un uso más racional del tiempo, que estamos haciendo que el alumno "acorte camino" cuando en realidad muchas veces lo que hacemos es pensar por ellos y, también, en la mayoría de las veces y con las mejores intenciones, caemos en la trampa de hacer de nuestros alumnos depósitos de información.
Pero... ¡Cuidado!, en la orientación de las tareas encaminadas a propiciar que los alumnos busquen, indaguen, anoten, piensen, no se puede perder nunca el sentido de la medida. Quiere esto decir que la tarea, o el trabajo asignado, tienen un propósito desarrollador y educativo en la medida en que puedan realizarse por los alumnos con su propio esfuerzo, sin la ayuda de otras personas. El esfuerzo de aprendizaje no tiene que estar reñido con la asequibilidad. Las actividades que deben realizar los alumnos como parte de su trabajo independiente tienen sentido si pueden vencerse con el esfuerzo personal de cada uno de ellos. Si una tarea, por su desmedida complejidad, no la puede resolver el alumno, no solo es antipedagógica, sino, lo que es peor, puede volverse su contrario.
Las tareas deben favorecer, primero que todo, que los alumnos  dominen el contenido de su libro de texto de Historia así como formular otras actividades para que vayan a otras fuentes —incluidas las de la localidad— y obtengan información por sí mismos que los lleven a razonamientos, valoraciones y todo tipo de análisis adecuado al nivel de desarrollo que tengan los alumnos. En esto, como todo en la vida, no debemos pecar, ni por exceso, ni por defecto.
CONCLUSIONES

  • En el empeño de transformar la práctica educativa, la enseñanza aprendizaje de la historia local y regional se redimensionan, ya que esta constituye elemento de cognición y comunicación social, pero a la vez resulta gestora, sostén y garante de la identidad cultural de la nación. Los límites fronterizos, se va estableciendo en épocas concretas, en esa interacción entre los seres humanos y el resto de la naturaleza, pues el espacio regional no es dado a priori, no es brindado como una especie de realidad metafísica y atemporal, como categoría kantiana, en las que ocurren los procesos históricos.
  • El espacio histórico-regional se expande o se reduce, adquiere importancia o la disminuye, de acuerdo con la dimensión y la acción de sus elementos sociales. De todo ello resulta el carácter eminentemente dialéctico que tiene la región, por su constante transformación y cambio. Por lo tanto, el espacio geográfico se diferencia de la región en que aquel presenta una evolución mucho más lenta que ésta en cuanto a sus formas, límites, caracteres.
  • Entre el conjunto de elementos que fundamenta a la región histórica, en cualesquiera de sus épocas de desarrollo, el criterio esencial que la sustenta es el de formación económico-social, sobre la base de la correlación interna de los elementos constitutivos del modo de producción que la singulariza, materializados en la formación de un mercado interno o elementos de éste, cuyo desarrollo y ampliación determinan, en última instancia, mayor o menor desarrollo regional, tal y como ocurre con la nación.
  • Conjuntamente con las expresiones culturales de amor o identificación con el terruño, de expresión del ser regional, va parejo el surgimiento de grupos políticos regionales, institucionalizados o no. Todo este conjunto fundamental será entonces expresión de las necesidades y expectativas de la región en cuestión, amén de exponer, unos con otros, los más caros anhelos regionales. Elemento particular pero a la vez que decisivo está el de la expresiones de los grupos subalternos –la mayoría– de la sociedad, sin acceso por lo general a esos medios, sobre todo en sus etapas iniciales, pero cuya actividad es imprescindible de considerar, por supuesto. He aquí, de inicio, un problema social a resolver y a considerar siempre.
  • La enseñanza de lo local posibilita, convertir el aprendizaje de la historia en un proceso vivo, permitiéndole al alumno, a partir de sus propias experiencias educativas, llegar a comprender y descubrir su origen y el de la sociedad en que vive.

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*Profesor de la Escuela Superior Pedagógica de Bié , Angola franciscoisaac12@yahoo.com.br
** Profesor Titular de la Universidad de Las Tunas, Cuba ramirez@ult.edu.cu

Recibido: 19/03/2018 Aceptado: 18/05/2018 Publicado: Mayo de 2018

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