Arianne Wilson Rodríguez*
Roberto Fernández Naranjo**
Universidad de Las Tunas, Cuba
bobnaranjo1975@gmail.comResumen 
  La educación debe dotar al individuo de una actitud  responsable para la convivencia social de las generaciones tanto presente como  futuras, pues ella incluye diversas aristas, que son todos aquellos elementos  que dotan al hombre de modelos y formas de comportarse en sociedad en general y  en cada una de las instituciones y ante las propias necesidades e intereses que  tiene como ciudadano. Es por ello que constituye una prioridad en el proceso de  construcción social en Cuba, tener una visión de ciencia que exprese la noción  totalizadora de la realidad al contextualizar la situación de nuestro país,  desde una perspectiva educativa. De ahí la necesidad del abordaje didáctico del  proceso de formación de la disciplina social desde el proceso de enseñanza  aprendizaje de la Educación Cívica, al ser consecuente con la política  educacional cubana se ha trazado una línea de trabajo que garantiza este  encargo social. Con relación a ello, la convivencia en la actualidad, desempeña  un rol fundamental en la formación ciudadana de niños, adolescentes y jóvenes,  por la influencia de las informaciones del desarrollo tecnológico y la propia  crisis global de valores, que se manifiesta en la intolerancia, en el irrespeto  a lo diferente, en el uso de la violencia para solucionar los conflictos, entre  otras,  estos son los matices que adornan  el desarrollo mundial.
Palabra Claves: Didáctica, Disciplina  Social, Educación Cívica 
  Epistemic reflections that favor the content  dynamics for the formation of social discipline in the teaching process of  Civic Education
Summary
Education must equip the individual with a responsible attitude for the social coexistence of both present and future generations, since it includes several aspects, which are all those elements that equip man with models and ways of behaving in society in general and in each One of the institutions and their own needs and interests as a citizen. That is why it is a priority in the process of social construction in Cuba, to have a vision of science that expresses the totalising notion of reality in contextualizing the situation of our country, from an educational perspective. Hence the necessity of the didactic approach of the process of formation of the social discipline from the teaching process of Civic Education, being consistent with the Cuban educational policy has drawn a line of work that guarantees this social order. With regard to this, coexistence currently plays a fundamental role in the education of children, adolescents and young people, due to the influence of information on technological development and the global crisis of values, manifested in intolerance, In disrespect for the different, in the use of violence to solve conflicts, among others, these are the nuances that adorn the world development.
Key Words: Didactics, Social Discipline, Civic Education
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Arianne Wilson Rodríguez y Roberto Fernández Naranjo (2017): “Reflexiones epistémicas que favorecen la dinámica de los contenidos para la formación de la disciplina social en el proceso de enseñanza aprendizaje de la Educación Cívica”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (mayo 2017). En línea: 
https://www.eumed.net/rev/atlante/2017/05/disciplina-social-cuba.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1705disciplina-social-cuba
Introducción 
  La  filosofía de la educación en el sistema educacional cubano está dirigida a  tratar el pensar sobre el quehacer educativo, pero no de forma abstracta sino a  partir de la propia práctica educativa. Por ende la interrelación teoría  práctica como fundamento general ayuda a esta ciencia a dar respuesta a los  infinitos problemas educativos que le conciernen con posiciones teóricas  sólidas sin abandonar la realidad educativa que, en última instancia, nutre y  confirma la tesis.
  La  Educación Cívica constituye una de las prioridades del Sistema de  Educación en Cuba, pues su contexto tiene su  basamento en las normas de conductas y convivencia de las nuevas generaciones;  de ahí se patentiza la necesidad de utilizar como piedra angular las  interpretaciones martianas entorno a la educación ciudadana, dada su vigencia y  connotación en los momentos actuales, siendo de vital importancia influir en la  conducta, sentimientos, valores, convicciones y principios en aras de impulsar  la formación ciudadana, cívica, moral y jurista de nuestros estudiantes y  pueblo en general, porque el "deber ser" y el " deber  hacer", constituye el pilar en el que se erige la sociedad.
  Tomando  la idea martiana de que: … El verdadero  objeto de la enseñanza es preparar al hombre para que pueda vivir por sí  decorosamente, sin perder la gracia y generosidad del espíritu, y sin poner en  peligro con su egoísmo y servidumbre la dignidad y fuerza de la patria. (J.  Martí 1975: 17)
  Esta es la filosofía de nuestra educación seguidora de las ideas del  apóstol encaminadas al mejoramiento humano, para lograr un ¨hombre nuevo¨,  íntegro, superior, que desarrolle la generosidad y contribuya al bien social,  porque forma parte de su esencia¨ la capacidad de asociarse y de perfeccionar  las instituciones sociales a partir del deber hacia su pueblo y hacia la  humanidad. “Educar es prever”. Esa visión del futuro implica tomar en cuenta  las condiciones históricas presentes y futuras, anticiparse a los cambios,  promoverlos en los hombres y en las condiciones sociales.
  Desarrollo 
  Una necesidad de la sociedad cubana actual  es la disciplina social que no puede ser una  reiteración metafísica del ayer, tampoco una aceptación irreflexiva del pasado Fermoso,  Paciano. 1970.
  Importante también es tener presente que no sólo la razón condiciona la  disciplina social, pues son decisivos lo afectivo y lo volitivo, con sus  interrelaciones Casaña Mata, Ángela. (2002). El grado de comprensión de las  exigencias, su aceptación y la voluntad de actuar en correspondencia con ellas,  conciernen al nivel de la conciencia de cada cual y de toda la sociedad. Se  sustentan en su capacidad para valorar y en la objetividad de su valoración, en  sus motivaciones, posibilidades de autorregulación y principios, así como en la  aceptación del ideal social.
  Este reconocimiento, con su consiguiente respeto y cuidado, resulta  imprescindible para la coherencia y buen funcionamiento de la sociedad. Pero,  no puede ser vista exclusivamente como obediencia, sino como un convencimiento.  En el trabajo disciplinario no cabe la arbitrariedad, tampoco los caprichos ni  el autoritarismo. Este ha de sustentarse en la educación y en la consolidación  de convicciones a partir de ella.
  En los últimos  años las problemáticas relativas a la esfera moral ha encontrado espacio en  disímiles investigaciones desde el punto de vista filosófico. Para ello se ha  tenido en cuenta tres elementos fundamentales: el carácter sociohistórico de la  moral, la relación moral-ética y la regulación moral de la conducta del hombre.
  La moral como una  forma del comportamiento humano, tiene un carácter inicial en la medida que es  propia de un ser que incluso, al comportarse individualmente, se manifiesta  como ser social. Cada individuo o grupo de ellos, al comportarse moralmente se  guían por valores, normas morales y principios específicos, sin embargo ellos  forman parte de una sociedad determinada en la que predominan, rigen o se  tienen por válidos determinados principios, valores y normas morales, es decir,  se trata de regulaciones que tienen un valor de acuerdo a el tipo de sociedad  imperante.
  Las ideas de la  clase dominante_ explicaba C. Marx (1975) son la ideas dominantes en cada  época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material  dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La  clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone  con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual.
  Los sujetos no  les es dado improvisar valores, normas o principios, ni cambiarlos de acuerdo  con una pretensión personal. Los hombres se encuentran con lo normado, con  elementos ya establecidos y aceptados por   determinado medio social en el cual se desarrollan. En esta contención  del sujeto a grupos, valores, normas, principios, establecidos por la sociedad,  se manifiesta nítidamente el carácter social de la moralidad. Su función social  consiste en regular las relaciones entre los hombres para así contribuir a  preservar y asegurar determinado orden social.
  Todo lo expresado  anteriormente debe tener en cuenta el interés como principio de toda moral. Si  el interés bien entendido es el principio de toda moral, lo que importa es que  el interés privado del hombre coincida con el interés humano. Por ello, la  necesidad en la sociedad de un ordenamiento   moral radica en la unidad y a su vez en la falta de identidad entre los  intereses de la sociedad y los de cada individuo.
  El carácter  social de la moral se manifiesta en que los sujetos se acogen a principios,  normas o valores instaurados socialmente, la moral regula solo hechos y  relaciones que tienen repercusión para otros y requieren la sanción de los  demás, y cumple entre otras la función social de que los sujetos acepten de  forma consciente determinados principios, valores e intereses.
  Entre los  reguladores objetivos de la disciplina está la labor de la sociedad con su  exigencia, medidas disciplinarias y sanciones, en correspondencia con el  contexto y el momento histórico. Todos son importantes. La sanción, el temor y  el castigo [Peralta Santana, Enrique. 1973] no conducen directamente a las  convicciones ni al grado de objetividad de la valoración, no obstante, cuando  se utilizan con una perspectiva humanista contienen enseñanzas y devienen  reguladores de la conducta. 
  Por ello en  nuestro criterio una verdadera filosofía de la educación debe comprender todos  los problemas que atañen a la formación del hombre en tanto finalidad, acción,  medio y resultado, es decir, se debe interrogar sobre el valor de la educación  y sus posibilidades, límites y fines en dependencia de las exigencias sociales.
  Los  sujetos tienen que hacer suyas e interiorizar las normas que debe cumplir.
  Para mantener la  disciplina social es imprescindible la solidez de los vínculos entre la  familia, la escuela y las instituciones sociales encargadas de definir qué es  lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, así como las sanciones  pertinentes. Este proceso se favorece con la armonía de las relaciones entre  los individuos y la sociedad. Si éstas se dañan, se crea un terreno propicio  para el surgimiento de comportamientos, conductas, actitudes contrarias a la  disciplina establecida. 
  La sociedad cambia continuamente y es de comprender que si todo en ella se  remueve, así también ocurre con las normas y la concepción acerca de la  disciplina. Esta situación puede escapar de la atención de las instituciones  sociales creadas para darle sentido, coherencia y permanencia a las normas en  la sociedad, a pesar del papel que tienen en la regulación de la disciplina  social y en la lucha contra su violación.
  Esto conduce a otra reflexión importante cuando se plantea que la filosofía de  la educación ¨ofrece la brújula orientadora, la guía teórica necesaria para no  perder el rumbo en el misterioso drama de enseñar y aprender . 
  El estudio de los fenómenos sociales ocupa un lugar  importante en el contexto de las elaboraciones teóricas de los investigadores,  en su afán de brindar respuestas a los continuos problemas que emanan del  accionar cotidiano y que aún son insuficientes al no proporcionar una solución  satisfactoria en el abordaje de las diferentes temáticas.
  Al igual que sucede en otras áreas del  conocimiento, en el contexto de las Ciencias Pedagógicas aparecen muchas  interrogantes cuya solución va más allá de un trabajo metodológico.
  Por ello la Sociología de la Educación analiza las  relaciones entre la educación y la sociedad en dos planos diferentes entre sí:  en primer lugar la influencia de la sociedad como base objetiva en el proceso  de educación del individuo, con el fin de lograr su integración al contexto  social y en segundo lugar la influencia de la educación en el proceso de desarrollo  de la sociedad entendida esta como  el  producto de la acción recíproca de los hombres.
  Las influencias entre la sociedad y la educación  entendida esta como fenómeno social complejo encaminado a la trasmisión y  apropiación de la herencia cultural y los valores, normas y patrones  socialmente aceptados solo pueden entenderse como una interacción recíproca,  una interdependencia que se manifiesta compleja y diversa.
  Al mirar la   sociedad cubana de hoy y a raíz del derrumbe del campo socialista, nos  percatamos que emergieron un grupo de comportamientos transgresores en el  comportamiento cívico, que trajeron consigo una crisis en los valores que deben  dignificar a nuestra sociedad, razón por la cual la educación está llamada a  explicar por qué ocurren estas manifestaciones y enseñar a adoptar posiciones  críticas ante esta situación y sólo así estaremos educando  para la vida. 
  Es por ello que el maestro como agente socializador  deba ser ante todo un ejemplo de conducta personal y de responsabilidad  ciudadana y que su influencia educativa se manifieste precisamente por la vía  del ejemplo y la imitación.
  La escuela como agencia socializadora tiene el  encargo social de centralizar y dirigir las influencias educativas  intencionales que caracterizan sus funciones de carácter profesional  y especializado, se convierte en una  salvaguarda de los valores que ella se encarga de trasmitir y desarrollar en  las diferentes educaciones, por lo que para contribuir a la formación ciudadana  desde la disciplina social es imprescindible mantener la solidez de los  vínculos entre la familia, la escuela y las instituciones sociales. Este  proceso se favorece con la armonía de las relaciones entre los individuos y la  sociedad.
  La educación en nuestro sistema social tiene la  misión de formar ciudadanos altamente capacitados que actúen de forma  responsable y estén comprometidos con el desarrollo social, misión que no es  posible cumplir desde los postulados de una enseñanza tradicional que centra la  atención en el profesor como trasmisor de conocimientos y valores que son  reproducidos por los estudiantes de forma acrítica.
  La formación del ciudadano que la sociedad actual  necesita, es solo posible desde una concepción del profesor como una persona  que acompaña al estudiante en el proceso de adquisición de conocimientos,  actitudes, valores, en el que asume nuevas funciones que se expresan en guía de  aprendizaje de los estudiantes y que se resumen en su condición de modelo educativo.
  En nuestro país la formación ciudadana tiene una  concepción interdisciplinaria pero además se concreta en la Educación Cívica  que es la encargada de la investigación del ciudadano y orientación de su  práctica a partir de los deberes y derechos que el mismo posee en una comunidad  histórico concreta, lo que actúa como reguladora de la conciencia ciudadana  legal y moralmente.
  Es por ello que partimos de la idea, que el proceso  de enseñanza aprendizaje debe conducir a la adquisición e individualización de  la experiencia cultural e histórico-social, sistematizada por el hombre, ello  posibilita que el estudiante se aproxime gradualmente al proceso del  conocimiento desde una posición crítica, valorativa y transformadora, con  especial atención en las acciones colectivas, que promueven la solidaridad y el  aprender a vivir en sociedad.
  Cada persona hace suyo el conocimiento a partir de  los procesos de aprendizajes que le permiten el dominio progresivo de los  objetos y sus usos, así como de los modos de actuar, de pensar y de sentir e  incluso de las formas de aprender vigentes en cada contexto histórico. De esta  manera, los aprendizajes que se realizan constituyen el basamento indispensable  para que se produzcan los procesos de desarrollo, y simultáneamente, los  niveles de desarrollo alcanzados abren caminos seguros a los nuevos aprendizajes.
  Esta concepción sobre el entorno social no es una  simple condición que favorece u obstaculiza el aprendizaje y el desarrollo  individual, es una parte intrínseca del propio proceso y define su esencia  misma a partir de la ley general de la formación y desarrollo de la psiquis  humana, expuesta por Vigotsky (1982), al plantear que, “en el desarrollo  natural del niño toda función aparece dos veces, primero entre personas de  manera ínter psicológica, y después en el interior del propio niño de manera intra  psicológica todas las funciones psicológicas superiores se originan como  relaciones entre los seres humanos” (L. S Vigotsky, 1982:94).
  Según esta ley de doble formación, que constituye  el fundamento básico de la escuela histórico-cultural, el desarrollo humano  sigue una pauta que va de lo externo a lo social e inter subjetivo hacia lo  interno, lo individual e intra subjetivo. El desarrollo que alcanza un sujeto  constituye fruto de la interacción social con sus semejantes que representan  los agentes mediadores entre el sujeto y la cultura. Al analizar las  situaciones en las que se encuentran los estudiantes, en el contexto de las  calles, los centros de recreación y por supuesto de la escuela, la familia y la  comunidad, posibilita la educación integral para la vida.
  De ahí, el afán de pertrechar a los estudiantes de  la Educación Secundaria Básica, de todos los conocimientos sobre las conductas  y manifestaciones contrarias a la disciplina social para extraer la reflexión  crítica y las valoraciones objetivas que emanan del estudio de este fenómeno  social por su carácter formativo, pues se revertirá en una educación integral  más allá de una mera transmisión de aspectos cognitivos, al margen de lo  vivencial y lo actitudinal. Importante también es tener presente que no solo la  razón condiciona la disciplina social, pues son decisivos lo afectivo y lo  volitivo con sus interrelaciones ( Casaña Mata, Ángela 2002) 
  Por lo antes expuesto, la mayor aportación al  desarrollo armónico de la personalidad la constituye el enseñar los diferentes  matices de este fenómeno desde posiciones científicas, al conjugar lo  instructivo, lo educativo y lo desarrollador, este último aspecto muy ligado a  lo formativo; según Carlos Álvarez de Zayas (1995), “la formación de hombres  capaces e inteligentes” , de ahí el carácter de proyecto de la educación, en  tanto “(…) educar es preparar al hombre para la vida”, en expresión de José  Martí. Insertándonos en los esfuerzos mancomunados que se deben realizar para  este fin y al tomar en consideración los procesos que se desarrollan en los  diferentes entornos en los que se mueve el estudiante, la escuela podrá  funcionar y poner en práctica sus exigencias, ya que, esta responde a modelos  que pueden ser aceptados o rechazados por los estudiantes, dadas sus  necesidades, intereses, motivos, para su actuación y búsqueda de satisfacción y  crecimiento personal.
  Fernando González Rey (1989), expresa: “La  personalidad es una organización sistémica, viva y relativamente estable de las  distintas formaciones psicológicas, sistema de estas integraciones funcionales  de su contenido que participan activamente en las funciones reguladoras y  autorreguladoras del comportamiento siendo el sujeto quien ejerce estas  funciones”. 
  Los criterios anteriores dejan explícito que la  personalidad se constituye a sí misma en el contexto de las relaciones  sociales. No obstante, debemos destacar la concepción de personalidad expresada  anteriormente porque resulta abierta y flexible a la inserción de nuevas  categorías en el estudio de un fenómeno tan complejo como lo es la disciplina  social y su influencia en la personalidad, a través del establecimiento de  contenidos y funciones que puedan ser enriquecidos por la ciencia,  conocimientos que reflejan la  síntesis  viva del comportamiento humano, así como de la dinámica de su expresión  conductual.
  Fernando González Rey utiliza el concepto de  Tendencia Orientadora de la Personalidad, en el llamado nivel consciente  volitivo. Esta categoría se refiere a determinadas formaciones complejas que  integran los motivos esenciales de la personalidad y se caracterizan por una  elaboración consciente del sujeto de su contenido y un fuerte vínculo afectivo.
  Considera que los procesos emocionales y cognitivos  se desarrollan simultánea e integralmente a lo largo del desarrollo infantil  incluso cuando ambos mantengan una relativa autonomía en su espacio funcional. Por  lo que las decisiones y el comportamiento que el hombre asume como personalidad  expresa la unidad de lo afectivo y lo cognitivo ya que no solo actúa por la  comprensión de un determinado fenómeno sino además por el grado de motivación  que provoca dicha comprensión. Este grado de motivación tiene su base en el  sistema de necesidades y motivos de la personalidad que imprimen la energía  necesaria al comportamiento.
  Conclusiones 
  Razón por la cual el problema de la formación del  hombre desde sus momentos iniciales ha sido una preocupación de diferentes  áreas del saber dentro de ellas la pedagogía, la psicología, la sociología, la  historia, la filosofía y dentro de ella la axiología y la cívica. Al  profundizar en los estudios referentes a esta última encontramos que desde la  pedagogía se ha profundizado en las concepciones de educación moral,  estética, jurídica,  ética entre otras, que contribuyen a conformar  la formación ciudadana constituyen espacios poco abordados donde se puede  configurar un nuevo proceso didáctico que viabilice este empeño, es necesario  la formación de la disciplina para contrarrestar las manifestaciones de  indisciplina social que tiene lugar en el mundo actual. 
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** Roberto Fernández Naranjo, Doctor en Ciencias Pedagógicas, Profesor Titular con experiencia académica y científica en la Universidad de Las Tunas, Cuba, se desempeña como docente investigador en el departamento de Filosofía e Historia.
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