BIBLIOTECA VIRTUAL DE DERECHO, ECONOMÍA Y CIENCIAS SOCIALES


SEMINARIO PERMANENTE INTERINSTITUCIONAL DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA Y LA SUSTENTABILIDAD

CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD:
¿Enfermedad o instrumento?

Alba Jazmín Vázquez Escalona



Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:

Ramón Rivera Espinosa, Coordinador. Libro 1700: “Filosofía de la ciencia y sustentabilidad”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (enero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1700/ciencia-sustentabilidad.html
ISBN-13: 978-84-17211-54-7

Cuando se habla de Ciencia Tecnología y Sociedad, suelen venir a la cabeza de las personas muchas ideas controversiales y yuxtapuestas. Por un lado habrá quienes encuentren en la tecnología el paso al avance científico y por ende una esperanza de un mejor futuro, un avance avasallador que promueva el ascenso de un país. Para muchas personas que se encuentran familiarizadas con una sociedad moderna encuentran como solución ante las necesidades de un país con bajo desarrollo industrial, la promoción y aplicación de las nuevas tecnologías.

Ya lo decía Marx, cuando hablaba sobre un proceso dialectico entre conocimiento y sociedad, dado que en la medida en que una sociedad fuese progresando en la educación y desarrollando a su vez las ciencias, el crecimiento científico y económico de la sociedad se vendría incrementando. Para muchos países industrializados y de primer mundo, no encuentran otro modo de bienestar social si no es por medio de la Ciencia. Ya lo vemos en China con la gran maquinaria que le da de comer a su pueblo, se vislumbra también en Estados Unidos al ser un país meramente capitalista que busca siempre las grandes mentes de otros países, en relación con la investigación científica y los exporta como materia dispuesta a su nación con la finalidad de que esa fuga de cerebros deje sus productos en Estados Unidos y beneficie entonces su desarrollo industrial y por ende económico.

La noción de ver a la ciencia no como enemiga sino como una buena compañera aliada, de tal modo que se genere una “renegociación de las relaciones ciencia-sociedad donde una nueva extensión de la clásica sociología del conocimiento generaría una nueva imagen donde la ciencia dejaría de verse solo como una empresa de acercamiento a la verdad mediante un método objetivo, pasando a ser concebida como un producto de sus circunstancias históricas y culturales” (González, et al, 1996:2).

De tal modo que el avance de la ciencia se concibe en términos de sucesos históricos que estén determinando o propiciando el impacto que el estudio científico tenga en la sociedad, es importante tener en cuenta esto dado que podría ser una forma diferente de ver el desarrollo de la ciencia pues si finalmente dicho desarrollo trabaja en paralelo con situación histórico-cultural, se esperaría que las necesidades del colectivo estuviesen relacionadas con las innovaciones científicas. Si esto es cierto la imagen de las Ciencias para los miembros del colectivo lejos de serles ajeno, les resultaría familiar.

Ahora bien, si se continua con la visión de ver a la tecnología como una simple ciencia aplicada se tendría que hacer un cambio en la forma de abordarse profundizando entonces en “analizar el proceso científico, ya que esto dará la clave para entender la tecnología. Si la ciencia es valorativamente neutral, entonces los artefactos resultantes de su aplicación también lo son: será más bien el uso que se haga de ellos lo que plantee problemas éticos, políticos y sociales”

De tal modo que quizás parte de la problemática para enfrentar las nuevas perspectivas científicas se fundamentan en el bueno mal uso que se tenga de ellas, de ahí que en las últimas décadas el análisis de las tecnologías se ha visto frenado, ya que algunas instituciones se dicen en contra de la urbanización acelerada.

Estas diversas nociones de ver la ciencia proceden de tiempo atrás, cuando se veía separadas la ciencia de la tecnología, por un lado, se veía a la ciencia como la simple productora de teorías alejada del carácter práctico. Sin embargo se da un cambio que proviene de la Revolución Científica, donde los gobiernos promueven una cultura científico-tecnológica, donde anteriormente muchas de las universidades de la Europa medieval pese al impacto religioso, se crean nuevas academias de sociedades científicas y centros de formación tecnología de los cuales se buscaba disponer de instrumentos y métodos novedosos que les sirvieran en la mejora de la navegación y por ende un incremento en el comercio que involucraría negocios exitosos con el nuevo Mundo.

De tal modo que dichas necesidades históricas propiciaron la vinculación de la ciencia con la tecnología y a su vez una nueva amistad de estas últimas con la sociedad.

Posteriormente esta nueva perspectiva continuó propiciando revoluciones científicas y económicas a favor de los países que tomaban parte de ella, de tal modo que según Suay (2002) “esta actitud tan positiva hacia la tecnología nos hace pensar en la bondad de ella, como generadora de bienestar y en concordancia con la ciencia de la cual depende. Pero ¿siempre ha sido así? Históricamente podemos encontrar situaciones en las que se ponen de manifiesto actitudes de tecnófila, o de apoyo decidido hacia la técnica, pero también podemos encontrar actitudes de rechazo a toda tecnología frente al orden natural (la tecnofobia). La tecnófila y la tecnofobia han convivido juntas a lo largo de la historia”.

Con el paso del tiempo ambas visiones caminaron paralelamente, tras los acontecimientos de la  Segunda Guerra Mundial, el aparente optimismo progresista, se transforma en un pesimismo colectivo, de allí que este pesimismo se extienda hasta nuestros días, ya que existen grupos sociales como por ejemplo los llamados ecologistas que tiene como premisa principal un sentimiento de desencanto y apatía hacia todo tipo de actividad ecológica que desde su perspectiva atente contra la naturaleza, es de esperarse que dicho sentimiento despierta una oleada de oposición. Tras la Segunda Guerra Mundial la tecnología dejo ver su lado más obscuro, los accidentes nucleares y el empleo de armas, contribuyo en gran medida en el descontento de la población y la falta de fe a la Ciencia.

De tal modo que la tecnofobia y tecnófila son dos corrientes que van de la mano y forman parte del pensamiento de la sociedad. De acuerdo con Gordillo (2001) por un lado, hay quienes considerana la ciencia y la tecnología como los verdaderos demonios de la modernidad. Frente a estos tecnófobostambién hay quienes sostienen que todo mal en el mundo tendrá su solución tecnocientífica,por lo que lejos de ser algo diabólico, la ciencia y la tecnología tienen las virtudes salvíficas que antiguamentese asignaban a los dioses. Tecnófila y tecnofobia son, por tanto, las dos actitudes socialesacríticas que se suscitan ante la ciencia y la tecnología”

Si se precisa indagar sobre la visión Tecnofóbica, muchos de los contras que se han discutido son por la postura tradicionalista de la ciencia ya que por un lado se tiene todavía la concepción de que la ciencia es el conjunto de los descubrimientos de la realidad, que son medidos de una manera clara y objetiva, siendo los productos de la misma de carácter inamovible. De este modo el desarrollo de la ciencia se aleja de un contexto histórico y de las necesidades de una sociedad determinada. Cuando la visión de la ciencia se queda desde esta perspectiva asignándole un carácter pasivo como la simple aplicación práctica de conocimientos científicos, los posibles beneficios de la Ciencia Tecnología y Sociedad (CTS) no son claros. De tal modo que es entonces cuando se debe profundizar en ver que es lo que en realidad ofrecen la CTS, es ahí donde se localiza que los objetivos de las mismas se resumen en:

1.-  La actividad tecnocientífica es también un proceso social como otros
2.-  Se estudian los efectos para la sociedad y la naturaleza de la actividad tecnocientífica
3.-  La tercera premisa supone la aceptación de la democracia, y de ellas se deriva una conclusión: es necesario promover la evaluación y el control social de la actividad tecnocientífica (Gordillo, 2001).

De tal modo que como podemos observar el trabajo que en la actualidad se realiza se centra en legitimizar que efectivamente las labores tecnocientíficas son sociales y para demostrarlo se trabajó a la par mostrando sus efectos en la sociedad.

Sin embargo, antes de pretender mostrar la cara más agradable del progreso tecnológico, cabe mencionar que la económica es un punto muy importante al hablar de CTS, ya que, si el motor primordial de un país es la codicia, una codicia desenfrenada que busca fomentar a como dé lugar la competitividad, dejando de lado las verdaderas intenciones de las tecnologías en beneficio de la sociedad, lejos de ayudar empeoraría la situación. Pues como bien dice la frase: con las mejores intenciones se obtienen los peores resultados. Considero que cuando no se tiene un balance entre el objetivo de las tecnologías y las necesidades de la sociedad, los avances en las ciencias entonces no tendrían sentido, al menos no para todos, si no solo para unos cuantos. Sin tratar de mostrarnos positivas o quizás utópicos ante esta situación si sería importante que la solución consistiera en promover un balance entre los posibles tecnófilos y los tecno fóbicos, entre aquellos faltos de fe y aquellas que abusan de los nuevos descubrimientos en la ciencia.

Dicha solución suscitaría la participación de los ciudadanos en las CTS, de cierto modo el vislumbrar a las tecnologías como creaciones de la sociedad, motivaría a los ciudadanos a ver en la ciencia no al enemigo, si no al posible compañero que en un principio le ayudara y posteriormente podría convertirse porque no en un buen amigo y aliado.

Con relación a ello el énfasis consiste en vincular a expertos y no expertos en los congresos de consenso sobre los desarrollos tecnológicos a impulsar, ya que la influencia de las tecnologías en la vida social es grande, se debe ampliar la participación democrática donde no solo sean los beneficiados expertos los que elijan que debe desarrollarse y que no. Ya que finalmente la ciencia esta o debiese estar al servicio de las mayorías.

El impacto de las CTS, debería comenzar  enfatizándose  en la educación de los y las jóvenes, ya que finalmente este sector de la población experimenta más de cerca las necesidades de su comunidad, de tal modo que el ver a la Ciencia  no solo   como; simples cursos de filosofía, de historia de las ciencias, de divulgación científica de carácter tecnófilo o de activismo tecnocientífico de carácter tecnófobo, sino más bien hacer accesible e interesante para el estudiante el incluirse en las futuras toma de decisiones  en temas tecno-científicos.

Ahora bien hablando particularmente del estado de la ciencia en nuestro país, sería importante el fomento del movimiento de la CTS, pues como se mencionó anteriormente si bien ello tienen sus pros y sus contras la realidad de un presente comando por la tecnología es inminente, por tanto la pugna ya no debe centrarse en que tan bueno o malo es que existan, dado que ya están presentes y no se les puede erradicar,  si no más bien  el estudio debe centrarse en sacar “lo bueno de lo malo”, y es allí donde la ciencia puede ser vista como un instrumento a nuestro favor y no una enfermedad a la cual aniquilar, pues  deben utilizarse las nuevas tecnologías al servicio colectivo, si la modernidad tecnológica impera la ciencia solo debe orientarse adecuadamente.

Ahora bien, es importante que, si en otros países la ciencia está beneficiando a las sociedades, esta revolución tecnológica también impacte al nuestro. De ahí la importancia de estudiar la situación de la ciencia en México especialmente en el nivel educativo donde se ha analizado la percepción de los jóvenes ante la ciencia y tecnología, ya que en nuestro país el agrado por las ciencias no parece ser homogéneo y por tanto se hace insuficiente.

En un estudio realizado en Chile por los investigadores Leyton, Sánchez & Ugalde (2010) se examinó las percepciones y motivaciones de los jóvenes ante la ciencia, encontrándose que a medida que los estudiantes tenían un mayor grado de escolaridad percibían un mayor beneficio en el estudio de materias relacionadas con la ciencia. Por otro lado las instituciones académicas públicas o privadas influían considerablemente diferenciándose una de la otra, en que tanto promueven en sus alumnos el interés en las ciencias, pues la investigación muestra que el sector privado es aquel que por un lado tiene el mobiliario suficiente y por el otro el que sus alumnos tengan una posición económica mayor propicia que ellos perciban a las ciencias  en lo alto, con muchos más beneficios secundarios (status y protección al medio ambiente) que propiamente beneficios primarios ( dinero para una mejor calidad de vida).

Es importante analizar que algo similar podría estar pasando en nuestro país pues las instituciones académicas de gobierno no cuentan con los medios suficientes para la investigación científica, a diferencia de escuelas privadas que fomentan más en sus alumnos el agrado científico por contar con la infraestructura necesaria. Aunado a ello la diferenciación social se hace notoria cuando estudiantes de clase alta o media alta son los que estudian en instituciones privadas y por tanto son en su mayoría el sector más allegado a las ciencias.

Llama mi atención que para muchos estudiantes de dicho estudio resultaba atractivo la ayuda al medio ambiente y para muchos otros la noción del beneficio de viajar y rodearse de personajes importantes, de tal modo que pareciese que parte de los beneficios que prioritariamente los jóvenes percibían en vías de la obtención de reforzadores sociales.  Considero importante este dato, dado que, en noticias actuales con relación a la inmersión de jóvenes en la ciencia en México, parte de los factores que son óbice u obstáculo para que el estudiante trabaje por y para la ciencia es el factor económico.  Por ello al considerarse que un beneficio prioritario es el reforzador social, al menos en nuestro país dicho reforzador pierde poder, cuando las necesidades básicas como la alimentación no se cubren totalmente de ahí que el interés en las ciencias para nuestros jóvenes mexicanos no es grande pues al menos en este país no costea dedicarse a la ciencia, económicamente no hay empleos que la sustenten.

La sed de hambre en nuestro país nubla enormemente las inquietudes a la ciencia que el estudiante pueda tener, pues finalmente perciben a la ciencia en un estatus alto, inaccesible para la mayoría de la clase baja, media baja, y en el peor de los casos inaccesible inclusive para la clase media.

Los beneficios y costos que motivan a los estudiantes se relacionan íntimamente con el contexto histórico político y económico de la actualidad, donde las motivaciones propiamente intrínsecas se convierten en extrínsecas cuando el mismo ambiente determina o limita en gran medida los intereses personales “si alguien pretende dedicarse a la investigación, la cultura le dice que por falta de recursos o un estatus privilegiado no es digno de tener acceso, matando sus motivaciones”.

En otros estudios en México, se ha detectado que parte de los errores para la divulgación científica educativa se localiza en la incapacidad de los académicos para incentivar y motivar el quehacer científico en sus estudiantes. Durante la investigación realizada por Guerra (2000) con alumnos de nivel medio superior procedentes de diferentes contextos educativos CBTIS Y CCHs,  se observó que la escuela constituye un ámbito donde no solo se establece la mecánica de “yo te doy conocimiento tú lo absorbes y ya”, por el contrario la escuela se convierte en un contexto diferente donde individuos y grupos  van formando una serie de orientaciones, expectativas y significados, las cuales valoran a la luz de otras experiencias personales, familiares y sociales. Esto es importante tomarlo en cuenta ya que si bien mucho del porque los estudiantes no gustan de seguir estudiando se debe a que en gran parte las instrucciones educativas no realizan su trabajo al impulsar a los jóvenes la pasión por el estudio y más aún en lo que atañe a nuestro tema de estudio, no se les impulsa a la investigación científica. 

Por otro lado, un dato importante del artículo consistía en la diferencia de ideas que tienen las y los jóvenes de los CCHs y CBTIS existiendo una mayor inclinación por continuar los estudios por parte de las mujeres del CBTIS y en el caso de CCH, ambos sexos tienen igual inclinación. Esto se explica porque las diferencias por un lado personales e institucionales varían, los CBTIS al contar con una planta docente e infraestructura de menor calidad en comparación con la universitaria, produce cambios notorios en las motivaciones de sus alumnos. La baja calidad de preparación de los profesores de los CBTIS se correlacionaba positivamente con las bajas expectativas de sus alumnos hacia el estudio de las ciencias, cosa diferente a los CCHs donde los profesores fungían como modelos positivos a seguir para sus alumnos, dado que estaban mucho mejor preparados en cuanto a conocimientos científicos y eran reconocidos en su ámbito de investigación.

Cuando los profesores no promueven el interés de sus alumnos, los vuelven indirectamente ajenos al contexto tecnológico propiciando así un pensamiento acrítico.  Sin embargo, ante esta situación de desamparo en la educación científica se han generado ya programas para solucionar el inconveniente.

La  Academia Mexicana de Ciencias (AMC) mantiene programas destinados a llamar la atención del público hacia la ciencia, con mayor énfasis en jóvenes en la edad  temprana, a través de la divulgación (Domingos en la ciencia), la mejora de los niveles educativos en ciencia (La ciencia en tu escuela, Estás a tiempo, Computación para niños y PAUTA); organizando olimpiadas (geografía, historia, biología y química) para jóvenes de diversas edades; favoreciendo el primer contacto de jóvenes con investigadores (Verano de la investigación científica); premiando a las mejores tesis doctorales (Premios Weizmann y de la propia AMC para ciencias sociales y humanidades) y a los investigadores jóvenes más brillantes (Premios de Investigación de la AMC, Becas L’Oréal-AMC-Unesco y Becas AMC-CCC-Conacyt para ciencias sociales y humanidades), y apoyando su movilidad (conjuntamente con la Fundación México-USA) (Menchada, 2011).

Todo ello de cierto modo a generado un gran esfuerzo por parte de los graduados nacionales viéndose reflejado en los 3 mil doctores que se produjo en el año 2009, pese a ello comparando los números de graduados en ciencia según estándares internacionales e incluso con países latinoamericanos con economías similares a la nuestra, aún sigue siendo insuficiente.

Aunado a ello la preocupación de los graduados no solo se queda en su esfuerzo y recompensa una vez graduados, ya que se enfrentan a un México con pocas posibilidades de trabajo encaminados al desarrollo científico, en 2009 sólo una tercera parte de ellos ingresó al Sistema Nacional de Investigadores (SIN). Si bien es de resaltar que según el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (PECiTI) 2008‐2012, en 2010 el Distrito Federal registró 6,817 investigadores del SNI, lo que representó un incremento del 8% con respecto a 2009, mayoritariamente del área de conocimiento en Biología y Química, muchos de  los graduados que ingresan al SIN, dejan el sistema por falta de productividad, esto en gran medida es debido a que la producción de doctores es mayor a la oferta de plazas en investigación.

Esta situación es alarmante pues si bien la ACM se está esforzando por difundir la ciencia y ganar adeptos, ¿Qué futuro les aguarda a los estudiantes? La realidad de nuestro país es inquietante y transparente, si los investigadores no tienen un trabajo seguro que les confiera la confianza de que aquello en lo que son buenos podrán desarrollarlo y mejorarlo disminuye en gran medida su motivación para querer ser más productivos y continuar en las Ciencias.  Parece ilógico que el Gobierno no se dé cuenta de esta situación o lo mire y no le importe, ya que es contradictorio que la matrícula de egresados en la Ciencia rebase por mucho el número de plazas de investigación, todo ello influye considerablemente en la percepción de los estudiantes hacia la CTS, ya que genera en ellos una retroalimentación negativa que los desanima a optar por un doctorado.

Con ello se puede observar que, si bien muchas de las tareas para solucionar esta problemática les conciernen a los académicos, no debiese recaer el peso solamente en ellos ya que la creación de un entorno en el que la academia, el gremio empresarial y el gobierno interactúen podría fomentar que el país sea más competitivo y con mayores posibilidades ante el fenómeno de la globalización científica. Nuestro país debe enfrentar las deficiencias científico-tecnológicas que les impidan interactuar en forma competitiva con los demás.

Las naciones deben tener muy claro que en la fase de globalización, “el progreso científico está relacionado con la capacidad de innovar y producir conocimiento científico dentro de un esquema competitivo internacional pues finalmente  no  hay que olvidar que el desarrollo científico va de la mano con el desarrollo tecnológico, y éste último es la materia prima para los procesos de especialización, que caracterizan la productividad de una nación cuyo paradigma de crecimiento es y será siempre el conocimiento” (Ibarra, 2011.3).

Al menos en México los cambios más notorios en la investigación científica comienzan a partir de la globalización de América Latina al promoverse cambios políticos. El gasto en el Producto Interno Bruto (PIB) en relación con investigación y desarrollo pasó de 0.28% en 1990 a 0.35 % en 1995, dicho incremento en el gasto destinado a la investigación trajo como consecuencia, en nuestro país, una mejoría importante en los diferentes indicadores de ciencia y tecnología:

•      Los investigadores pasaron de 0.97 por cada mil pobladores económicamente activos a 1.27
•      Los artículos publicados en el Science Citation Index pasaron de mil 705 a 3 mil 261 en 1995 (Ibarra, 2011).

Sin embargo, pese a la bonanza de la situación hubo inconvenientes pues el PIB en la actualidad no ha incrementado lo suficiente por tanto han disminuido los recursos humanos dedicados a la investigación, tan sólo para el 2006, se contaron un total de 1.08 investigadores por cada mil pobladores económicamente activos. Sin embargo, en materia de publicaciones se observó un incremento con relación a los años 90 pues se publicaron 6 mil 504 artículos en 2006.

Estas cifras nos hacen reflexionar sobre el posible avance que pudiese haber en el país, sin embargo, pareciese que tras un paso hacia adelante pada el tiempo y se dan tres hacia atrás. Tras haber transcurrido el tiempo se han visto investigadores inmersos en proyectos de investigación internacional; de los cuales muchos son líderes y formadores de estos grandes consorcios científicos. No obstante, existen también investigadores con menos suerte o más bien menos posibilidades, colocando a México por un lado en el lado positivo donde se ha visto beneficiado la productividad y el “roce” científico de nuestros investigadores, y en el lado negativo lo sitúa frente a un gran desafío: mejorar las condiciones científicas de nuestro país para lograr ser competitivos y ser entonces un país generador, y no solo

Un maquilador pasivo de conocimiento. No debiésemos ser solo instrumentos del crecimiento científico de otros países, si no generar desde las instrucciones académicas científicos autónomos que trabajen por y para la ciencia dentro de México no fuera de él. Para ello el gobierno debe dar mayores ingresos y oportunidades a la Ciencia.

La tasa de autosuficiencia de México en lo relacionado a la generación de patentes científicos para 1990 era de 0.13 y con solo un año de diferencia para 1996 la tasa disminuyo vergonzosamente a 0.04, notablemente baja en comparación con la de Estados Unidos (0.55) o con la de Brasil (0.52). (Ibarra, 2011)

Ante esta situación solo queda un camino, el compromiso del gobierno y el apoyo de las instituciones científicas para promover Ciencia en México, tomando en cuenta todas las deficiencias y por supuesto las fortalezas de lo logrado hasta estos momentos. Si bien no todo es negativo ¿Por qué conformarse?, nuestra situación podría estar mucho mejor.

Algunos programas año tras año se han preocupado por contribuir a la Ciencia Mexicana de acuerdo al SIICYT ejemplo de ello es, El Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (PECiTI) 2008‐2012, documento rector de la política científica, tecnológica y de innovación del país que propone fortalecer la apropiación social del conocimiento y la innovación, y el reconocimiento público de su carácter estratégico para el desarrollo integral del país, así como la necesidad de unir esfuerzos entre todos los actores involucrados en el sistema: Empresas, instituciones de educación superior y centros de investigación públicos y privados, y las entidades federativas y los municipios. 

Dentro de las últimas actividades realizadas para impulsar la actividad científico -tecnológico según el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2010) sobresalen las siguientes:

•      El Fondo Mixto CONACYT‐Gobierno del Distrito Federal el cual publicado 3 convocatorias, en las que se han aprobado 23 proyectos que representan apoyos del orden de 77.07 millones de pesos. Los proyectos aprobados se encuentran vigentes y están orientados principalmente a la Investigación científica (19/23).
•      En 2010 se otorgaron en el Distrito Federal 6,227 nuevas becas, lo que representó un incremento del 15% con respecto al año anterior, asimismo las becas vigentes descendieron en un 3% en el mismo periodo, para ubicarse en 12,213 becas. De las cuales el 54% fueron otorgadas al género masculino y el 46% al femenino.
•      En la consolidación de cuerpos académicos de calidad se apoyó la formación de investigadores incrementándose principalmente lo correspondiente al área de Biología, físico matemáticas y geociencias, cabe mencionar que en cuestión de género el 38% se inclinaba hacia el sexo femenino y el 62% al masculino. 
•      El Programa Nacional de Posgrados de Calidad, que coordinan la SEP y el CONACYT, en 2010 registró 354 programas de posgrado en la Entidad, lo que representó un incremento del 4.4% con relación al año anterior.

Con lo visto anteriormente podemos observar que en los últimos años se ha pretendido incrementar el desarrollo de programas en vías de fomentar la investigación científica y sobre todo la vinculación de los tres conceptos aparentemente independientes Ciencia, tecnología y sociedad.

Como conclusiones mencionaré las siguientes:

  • No se debe dicotomizar en bueno y malo a la actividad tecnocientífica, colocarse en cualquiera de los dos extremos resulta poco productivo, la comprensión en las oportunidades que en su conjunto pueden tener los pros y los contras, es transformar dicha tesis y antítesis, sintetizándolas en la realidad científica en la que vivimos y actuar o responder en base a ella.
  • Cualquier intento de progreso científico, debe estar completamente vinculado al quehacer tecnológico, siempre pasando de las teorías a los hechos a la práctica, donde a su vez esta práctica deberá ser siempre tomando en cuenta el contexto histórico cultural, ajustando los cambios tecnológicos a necesidades colectivas evitando quebrar el sistema en el que se vive y por el contrario generando que dicho sistema encuentre nuevas formas de mejorarse.
  • El quehacer científico en México debe mejorarse desde los cimientos, comenzando con una buena educación en las ciencias-tecnológicas, incluyendo cada vez más a los estudiantes y mejorando las condiciones para las personas que se dediquen a la investigación.

Dice una frase de Manuel Selles y Carlos Solís:

“A los científicos y a los filósofos les gusta pensar que la ciencia produce conocimientos: Tal vez sea cierto, pero para los historiadores y el público general la ciencia produce cohetes espaciales, bombas atómicas y videos”

Finalmente, todo depende del cristal con que se mire… ¿enfermedad o instrumento?

Referencias
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2010). “Indicadores de Actividades Científicas y Tecnológicas”. Recuperado en: //www.siicyt.gob.mx/siicyt/docs/Estadisticas3/Informe2010/INDICADORES_DE_BOLSILLO_2010.pdf
González, M. López, J. & Luján, J. (1996). “Ciencia, tecnología y sociedad:Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología” Recuperado en: //www.ispel3.edu.ar/_paginas/biblioteca/materiales/14.pdf.
González, M. López, J. & Luján, J. (2004). “Las concepciones de la tecnología”. Revista Iberoamericana de Educación. Ciencia Tecnología y Sociedad ante la Educación, 18 (1), 1-16. Revista
Gordillo, M. (2001). “¿Qué es la Tecnología?”. Ciencia, Tecnología y Sociedad. Proyecto Argo. Materiales para la educación CTS. Recuperado en: //www.oei.es/salactsi/argo02.htm
Guerra, I. (2000). “¿Qué significa estudiar el bachillerato? ¿La perspectiva de los Jóvenes en diferentes contextos socioculturales?” Revista Mexicana de Investigación Educativa, 5 (10), 243-272.
Ibarra, J. “La ciencia mexicana ante los desafíos de la globalización: innovación y competitividad para trascender”. Revista de la Academia Mexicana de Ciencias, 62 (1), 1-7.
Leyton, D. Sánchez, C. & Ugalde, P. (2010). “Estudio Percepción de los Jóvenes sobre la Ciencia y Profesiones Científicas”. Universidad Alberto Hurtado La Universidad Jesuita de Chile. Recuperado en: //www.conicyt.cl/documentos/estudio/Estudio_Jovenes_ciencia202010.pdf.
Menchada, A. “Mensaje de la AMC”. Revista de la Academia Mexicana de Ciencias, 62 (1), 6-5.
Sistema integrado de información sobre investigación científica desarrollo tecnológico e innovación (SIICYT). “La actividad del CONACyT por entidad federativa 2010 Distrito Federal”. Recuperado en: //www.siicyt.gob.mx/siicyt/docs/ActConacytEstados/2010/DF%282010%29.pdf.Educación
Número 18 –
Suay, J. (2002). “La Ciencia y la Tecnología: ¿otras dos culturas?”. Departamento de Salud Pública Área de la Ciencia Universidad de Alicante-España, 1(4), 433-437.


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Recibido: Enero 2018 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Enero 2018



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