Liana Simón Otero
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La  Constitución en toda  sociedad está encargada de configurar y estructurar los poderes del Estado que  ella misma reconoce, por lo que establece los límites al ejercicio del poder,  además de las libertades y derechos fundamentales, junto a sus garantías.
  La Carta   Magna es la norma más generalizadora  y de más pretensiones, pues de cierta forma  marca las pautas en todas las relaciones sociales que para el Derecho son de  suprema trascendencia. Su supremacía en el ordenamiento jurídico juega un papel  esencial en el mantenimiento del sistema político en cualquier país, pues es la  única norma  que generalmente proviene de  poderes constituyentes y no de poderes constituidos como ocurre con el resto.  Además, la constitución recibe mayor protección, pues casi siempre se  establecen procedimientos agravados para su reforma, y es quien determina la  validez del resto de los actos normativos, los cuales deben promulgarse  respetando en lo formal y material el mandato de esta. 
  Es por ello que se hace indispensable controlar, a los  poderes del Estado y a los particulares con el gran fin de   garantizar el respeto irrestricto a la Carta    Magna.