PROGRESO Y BIENESTAR

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas

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CAPÍTULO X. BUENO, SOMOS DEPENDIENTES, ¿Y LUEGO?

Misteriosa y antigua raza

Tus corazones son totalmente insondables

Tú sientes la alegría sin deleite

Y sientes la pena sin dolor

José Santos CHOCANO

Es una tradición en las economías a repartición individualista que los “intelectuales” buscan la protección de quien domina la economía. En el caso de la América Latina fue más simple. Dada las circunstancias, no tuvieron que buscarlo, el mismo patrón los buscó, como lo confirmara el mismo Raúl Prebisch. Después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos necesitaba asegurar su dominio sobre el Sur, su patio trasero exclusivo. No podía darse el lujo de perderlo. Y para conseguirlo, no hay mejor sumisión que el consentimiento.

A. NO HAY SUMISIÓN SIN CONSENTIMIENTO

En la sumisión de un grupo social sobre otro, a fin de obtener la totalidad del resultado neto de la actividad económica, la violencia es uno de los mejores medios para conseguirlo. Sin embargo, si se trata de imponer una dominación a largo plazo, no hay mejor medio que, junto a la fuerza, obtener el consentimiento del dominado.

La Historia nos proporciona un ejemplo. La imposición de la repartición individualista de la totalidad del resultado neto de la actividad económica. Es un hecho que sucedió hace diez mil años y que, hasta ahora, tiene el consentimiento de la mayoría de la población, a pesar de que son ellos los que sufren pobreza, desempleo y marginación.

En cambio, los propietarios y accionistas de las grandes empresas multinacionales, que se apropian de la casi totalidad del valor agregado por los pueblos de la periferia, responden con acidez cuando se trata de realizar programas sociales. A propósito, Raúl Prebisch remarca el comentario de aquellos americanos con intereses comerciales en América Latina: “¿Por qué pensar en términos de reforma social? Primero estimularemos el crecimiento económico y después habrá que tomar medidas para mejorar la distribución del ingreso.” Mejoras que nunca llegan.

Para concretar esta forma de pensar y actuar, es indispensable crear instituciones y encontrar sus responsables que tengan un buen perfil para servir al amo.

a. Un buen perfil para servir al amo

Estados Unidos, a través de las Naciones Unidas, decide en el año 1948 crear, entre otras, la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL). Y la elección de su director ejecutivo no es inocente. Raúl Prebisch era en aquella época el responsable de la Banca Central Argentina. Un alumno formado en la gestión del patrón, y un comportamiento bien a la altura de sus ideas. Así tenemos que, explicando los motivos del por qué fue despedido de la Universidad de Buenos Aires, Prebisch dice lo siguiente: “Yo no era hombre para mirar con simpatía por unos grupos muy nacionalistas que estaban tratando de ganarse un espacio.”

Raúl Prebisch es bien acogido luego de la publicación de su libro: The Economic Development of Latin America and it´s Principal Problems. El inicia su obra de la manera siguiente: “En América Latina, el viejo orden de la división internacional del trabajo esta camino a ser enterrado. De acuerdo a este orden, tenía Latinoamérica, como periferia del sistema internacional, el encargo de producir alimentos y materia prima para los grandes países industrializados. De acuerdo a este orden no había ningún espacio para la industrialización de los nuevos países. Además estos fueron obligados a esta labor subsidiaria debido al desarrollo internacional de las sociedades.”

El saqueo de los recursos naturales, la provisión de productos alimentarios a precios de regalo, y la mano de obra barata, es “una labor subsidiaria” para servir a los países del Norte, según Raúl Prebisch. El continúa así: “Dos guerras mundiales durante la corta vida de un ser humano, así como un periodo intermedio de crisis económica, han hecho que los países latinoamericanos empiecen a adquirir conciencia sobre sus propias posibilidades, las que buscan el camino hacia la industrialización."

Dentro de este horizonte, la productividad juega un rol esencial. Leamos lo que Raúl Prebisch escribe en la Introducción del Informe Económico de América Latina 1949: “El problema económico esencial de América Latina consiste en acrecentar su ingreso real per cápita, gracias al aumento de la productividad, pues la elevación del nivel de vida de las masas mediante la redistribución de los ingresos tiene límites muy estrechos.”

Un perfil en perfecta armonía con los intereses del patrón. Incrementar la productividad tendiendo a aumentar los beneficios, los cuales, en 100% son apropiados por los propietarios o accionistas de las empresas. Además, propone desarrollar la “industrialización” que, como lo veremos luego, consiste en producir bienes finales de alta concurrencia, bienes intermediarios o de consumo alimenticio, a precios de regalo, para servir a los países del Norte.

Leamos la apreciación del profesor Ruy Mauro Marini: “Destaque especial merece la creación de comisiones económicas regionales, subordinadas al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas y con asiento en Europa, Asia y el Lejano Oriente, y América Latina. Posteriormente se crearon dos más, para Africa y Asia Occidental. Su objetivo era estudiar los problemas regionales y proponer políticas de desarrollo. En realidad, la misión fundamental atribuida a esas comisiones fue la de ser agencias de elaboración y difusión de la teoría del desarrollo, en el contexto de la política de domesticación ideológica que los grandes centros contrapusieron a las demandas y presiones, de lo que vendría a llamarse el Tercer Mundo.”

No es nada raro, entonces, escuchar a Raúl Prebisch decir lo siguiente: "El sistema impositivo podría ser uno de los medios más eficaces para hacerlo [la reforma agraria], sin dejar de lado a las medidas directas de fraccionamiento que las circunstancias aconsejen." Un productivista a ultranza al servicio del amo, en cuyo pensamiento no existe ningún espacio para ubicarse en la cabeza del proceso de industrialización, menos aún para cuestionar la repartición individualista del resultado neto de la actividad económica; a pesar de ciertos desengaños.

“Prebisch, él mismo, se confiesa diciendo que cuando fue un joven consultor de la Conferencia Económica Mundial de 1933, había visto y sentido cómo trabajaba la Liga de las Naciones: ‘había visto cómo nosotros – los de los países en desarrollo – no teníamos nada que decir en ese ambiente. Estábamos marginados’: El continúa diciendo: ‘Y porque existe un prejuicio, […] hay cierta arrogancia y menosprecio. No nos toman en serio. Estoy seguro de que en Harvard no nos toman en serio. Somos economistas de segunda categoría o hasta de tercera. Somos economistas subdesarrollados’.”

b. La CEPAL en onda con el pensamiento del amo

¿Qué es la CEPAL?, se pregunta el profesor Ruy Mauro Marini. “En lo esencial, ella constituye una agencia de difusión de la teoría del desarrollo que se planteara en Estados Unidos y Europa, al término de la segunda guerra mundial,” se contesta. “Bajo la denominación genérica de teoría del desarrollo, los planteamientos de los grandes centros nacen en órganos gubernamentales o instancias a ellos asociadas, se difunden en las universidades y centros de investigación y se traspasan a agencias internacionales.”

La sintonía de los gestores de la CEPAL con el pensamiento de su director ejecutivo se trasluce en la entrevista realizada por David Pollock a Raúl Prebisch en mayo 1985. Pollock pregunta: “así pues, la CEPAL era una pulga en el oído para el Banco [Mundial] y el Fondo [Monetario Internacional]. ¿Se consideraba que usted no prestaba atención suficiente a la teoría neoclásica?” A lo que Raúl Prebisch responde: “así es. Es que yo no era de la escuela neoclásica ya que, sin desconocer la importancia absoluta de la iniciativa privada […].” Raúl Prebisch creía firmemente en la iniciativa privada, de repartición individualista. Para él, el 100% de las utilidades pertenece a los accionistas de las empresas.

David Pollock, nuevamente pregunta: “Todo esto me deja con la sensación de que la tesis de la CEPAL o la tesis de Prebisch de 1950-1960 sigue teniendo gran vigencia para la América Latina de hoy.” El contesta en estos términos: “Como la sustitución de importaciones […].”

No podía ser de otra manera. Sin cuestionar la raíz misma de la dependencia que se encuentra en la Configuración Mundial, postula por una industrialización de sustitución de importaciones que no es otra cosa que la continuación de la política primo-exportadora de productos alimenticios y materia prima, en real sintonía con las necesidades del amo en su desarrollo.

c. Un texto clásico de desinformación

Para la discusión de este párrafo, hemos tomado a uno de los libros más leídos y el texto de referencia en las universidades de América Latina durante la segunda mitad del siglo XX. Se trata del libro de Osvaldo Sunkel intitulado El subdesarrollo latinoamericano y la teoría de la dependencia.

Comenzaremos por identificar la filiación de Sunkel con relación a la CEPAL: “El tipo de análisis que se realiza [en su libro] se apoya en la bien conocida interpretación de la CEPAL, que tiene el mérito de […].” Lo que quiere decirnos es que sus ideas están en plena sintonía con la idea dominante impuesta por Estados Unidos en América Latina.

¿Cómo se posiciona Sunkel con relación a los problemas de América Latina? Es realmente interesante su punto de partida, la misma que ha sido el anzuelo para que estudiantes e intelectuales abracen esta corriente del pensamiento: “tanto el subdesarrollo como el desarrollo son dos aspectos de un mismo fenómeno.”

En esto coincidimos, porque viviendo en una economía-mundo desde hace cinco siglos, no podemos pensar que, al interior de las economías de mercado, existan problemas socioeconómicos aislados. Que unos acumulen todas las riquezas y los otros, toda la pobreza, no significa que son dos problemas diferentes. “El desarrollo y el subdesarrollo pueden comprenderse, entonces, como estructuras parciales, pero interdependientes, que conforman un sistema único,” reafirma Sunkel.

En lo que sigue de sus ideas es en donde nuestras diferencias se hacen visibles. El “análisis” se queda solamente en la descripción del fenómeno: “un esquema analítico adecuado para el estudio del desarrollo y del subdesarrollo debe reposar por consiguiente, sobre las nociones de proceso, de estructura, y de sistema.” Es decir, los tipos de repartición del resultado neto de la actividad económica, punto central en el análisis de la pobreza y el desempleo, no le merecen ninguna apreciación.

Sunkel lo confirma de esta manera: “en la primera parte del texto se pasa revista [a los conceptos de] riqueza, evolución, progreso, industrialización, etc.” Un análisis que más se parece a un recetario, y sin ningún esfuerzo de encontrar las causas de esos fenómenos evidentes.

Este es el armazón “teórico” que la CEPAL ha introducido en la mente de generaciones de estudiantes de todos los países de la América Latina, con la complicidad de los “intelectuales e investigadores de las ciencias sociales y económicas”. No puede existir una mejor manera de condicionar el consentimiento de los países del Sur con respecto a los países del Norte.

d. El subdesarrollo según la CEPAL

“A estas alturas conviene adelantar una apreciación preliminar sobre cómo se concibe el funcionamiento de un sistema subdesarrollado, escribe Osvaldo Sunkel. En general, un conjunto de estructuras vinculadas entre sí por ciertas leyes de funcionamiento (estructura económica, social, política, cultural, etc.), configuran un sistema, en este caso, subdesarrollado,” escribe Osvaldo Sunkel. Una visión mecanicista de un sistema subdesarrollado.

¿Cómo se modifica este sistema subdesarrollado? Nuevamente saca a lucir sus movimientos mecanicistas. Escuchémosle: “Ese sistema se modifica por efecto de influencias externas significativas que generan cambios en la estructura económica (por ejemplo, establecimiento de un sector especializado de exportación), en la estructura social (formación de nuevos grupos sociales), en la estructura política (nuevas formas de participación y de organización institucional, etc.). Los cambios que surgen en las distintas estructuras van creando nuevas formas de vinculación entre ellas y paulatinas modificaciones, lo que se traducirá en una nueva manera de funcionar del sistema y, por consiguiente, en otros resultados.” .

Todo queda a la suerte de la interacción de bloques, de estructuras, internas o externas. ¿Quién empuja a quién? ¿Por qué se mueven? ¿Cuál es la causa del movimiento de cada una de esas estructuras? Ningún indicio que pueda conducirnos a explicar y responder estas preguntas.

Quedándose siempre en el choque de estructuras, sin saber cuáles son las causas que originan sus movimientos, nos confirma que los “resultados surgen como consecuencia de las influencias externas de las características de las estructuras internas y de las nuevas formas de funcionar del sistema. Este conjunto de elementos estructurales de tipo interno y la naturaleza de sus vinculaciones con el exterior, definen la estructura global de un sistema subdesarrollado y, en consecuencia, constituyen el marco de referencia dentro del cual se manifiesta el subdesarrollo y su proceso de transformación estructural.”

Osvaldo Sunkel manifiesta su filiación a la CEPAL en la forma y en el fondo de su presentación: “Esta forma de encarar el subdesarrollo se basa, aparte de los elementos señalados, en las categorías de centro y periferia que aparecen formuladas en el Estudio económico de América Latina, 1949 de la CEPAL.”

Termina con una frase lapidaria, escrita por él mismo, de un texto que ha sido y sigue siendo el manual de lectura preferido de las universidades en América Latina: “Parece oportuno finalmente señalar algunas de las principales insuficiencias de este libro […] b) no se examinan, ni con el método propuesto, ni con un estudio histórico concreto, los principales problemas actuales del subdesarrollo latinoamericano […].” Es decir, nada que se asemeje a, por lo menos, un intento de teorización, a pesar de que el título del libro hace referencia a “la teoría del desarrollo”.

Un libro “clave” para comprender, teóricamente, los problemas de desarrollo y subdesarrollo de América Latina que se queda en el listado de problemas. Pero, a pesar de sus “insuficiencias” ¿cómo se convierte en la Biblia de los “intelectuales” de América Latina desde los años 70? Sin lugar a dudas que por mucho se encuentra el peso financiero de la CEPAL, de las Naciones Unidas, con el aval de Estados Unidos.

Osvaldo Sunkel y la CEPAL juegan el doble juego de crítica a la situación de dependencia a favor del centro y, al mismo tiempo, de credulidad a sus declaraciones de humanitarismo. “Esta última guerra, […] fue encarada, por parte de las potencias aliadas, en nombre de ciertos principios con los cuales se buscaba desterrar de la faz del mundo los grandes problemas que éste había vivido durante las décadas anteriores: la guerra, el desempleo, la miseria, la discriminación racial, las desigualdades políticas, económicas y sociales.” A estas alturas, pensar o creer que las grandes guerras se han realizado para “desterrar de la faz del mundo” el desempleo, la miseria…, hay que ser o bastante ingenuo o bastante mentiroso.

Osvaldo Sunkel continúa diciéndonos que “tanto en la primera Declaración Interaliada de 1941, como en la Carta del Atlántico, del mismo año, se expresa que las potencias signatarias consideran que el único fundamento cierto de la paz reside en que todos los hombres libres del mundo puedan disfrutar de seguridad económica y social y, por lo tanto, se comprometen a buscar un orden mundial que permita alcanzar esos objetivos una vez finalizada la guerra.”

Desde hace diez mil años vivimos con la pobreza, y a lo largo de todo este tiempo se han producido innumerables guerras, todas ellas de rapiña. ¿Cómo un “intelectual” puede afirmar que aquellos que se apropian el 100% del resultado neto de la actividad económica se dediquen a buscar, una vez finalizada la guerra, “un orden mundial” que permita a todos los hombres libres disfrutar de seguridad económica y social? Precisamente, esto nos conduce a hacernos la pregunta: en fin de cuentas, ¿a quiénes sirvieron?

e. ¿A quiénes sirvieron?

Luego de criticar la política económica primo-exportadora, la CEPAL se concentra en impulsar la política económica de industrialización basada en la sustitución de importaciones bajo los siguientes postulados esenciales: preservación de la repartición individualista, mayor participación del Estado en la economía, apoyo y protección de la industria nacional que practique la sustitución de importaciones.

Al preservar la repartición individualista afirma su sostén a las grandes desigualdades económicas al interior del país y, del país con relación al centro de la economía mundial. Afirma igualmente su sostén a la existencia de fronteras nacionales a fin de mejor extorsionar la mano de obra de los países del Sur: límites territoriales que dividen el planeta entre los que reciben elevados sueldos y salarios, y los que ganan menos de un dólar por día.

Aceptar la participación del Estado en la gestión de la economía es avalar la corrupción, en los niveles más altos de la política y de la economía. Es continuar a “proteger”, por leyes ad-hoc y barreras aduaneras, el desarrollo empresarial de los amigos del jefe de Estado y de los grupos de poder. Es propiciar el endeudamiento interno y externo para que un pequeño sector de “empresarios” viva a expensas del país.

Como lo expresa Ruy Mauro Marini, la industrialización por sustitución de importaciones “fue la ideología de la burguesía industrial latinoamericana, en especial de aquélla que trataba de ampliar su espacio a expensas de [la burguesía exportadora].”

Es evidente que ni los obreros, ni los campesinos, ni los selváticos se encontraban invitados en esta política económica de industrialización por sustitución de importaciones. A Osvaldo Sunkel, no le queda otro recurso que aceptar lo siguiente: “esto significa que el proceso de industrialización sustitutiva, lejos de reducir la dependencia externa y la vulnerabilidad al comercio internacional de estas economías, en cierto modo las acentúa.”