PROGRESO Y BIENESTAR

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas

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B. LAS MOTIVACIONES PARA TRABAJAR

La economía no es solamente repartición. Es necesario producir a fin de tener el elemento a repartir. Por ello es importante saber si, en las condiciones de una economía a interés general, existen alicientes o motivaciones, para que las personas se interesen a participar directamente en la actividad económica.

“¿Qué es lo que produce una fuerte motivación de éxito en algunas personas y no en otras, en ciertas colectividades y no en otras? A esta pregunta, McClelland responde que si la motivación del éxito es una necesidad psíquica, un rasgo de la personalidad, no es por lo tanto un fenómeno puramente psíquico,” anota Guy Rocher.

Es en estos términos que Frédéric Bastiat (1851) reformula el cuadro de situación: “remarquemos que el hombre está organizado de tal manera que busca la satisfacción y evita el sufrimiento. Es a partir de ahí que nacen todos los males sociales, la guerra, el esclavismo, la expoliación, el monopolio, el privilegio. Pero, es a partir de ahí igualmente que nacen todas las buenas intenciones, porque la satisfacción de los deseos y el repudio por el dolor son los móviles del hombre.”

Desde otro ángulo, Andrés Oppenheimer nos hace notar la falta de motivación cuando “el sistema les funciona muy bien a nivel personal”, refiriéndose a los políticos, empresarios, intelectuales y académicos de América Latina.

“Aunque muchos miembros de las élites latinoamericanas saben que sus países se están quedando atrás, no tienen el menor incentivo para cambiar un sistema que les funciona muy bien a nivel personal […]. ¿Qué incentivos para cambiar las cosas tienen los políticos que son electos gracias al voto cautivo de quienes reciben subsidios estatales que benefician a algunos, pero hunden a la sociedad en su conjunto? ¿Por qué van a querer cambiar las cosas los empresarios cortesanos, que reciben contratos fabulosos de gobiernos corruptos? ¿Y por qué van a querer cambiar las cosas los académicos y los intelectuales “progresistas” que enseñan en universidades públicas que se escudan detrás de la autonomía universitaria para no rendir cuentas a nadie por su ineficiencia?”

En lo que nos respecta, trataremos de responder a la pregunta: puesto que todas las personas tienen ingresos asegurados durante toda su existencia, ¿qué es lo que les motivaría trabajar? Esencialmente señalaremos cuatro posibles respuestas que pueden presentarse independientemente o ligadas las unas a las otras: el temor de no tener nada que repartir si la producción cae por los suelos, el nivel de salarios ante los trabajos penosos y de alto peligro, el financiamiento “gratuito” para la creación de empresas, la naturaleza humana de querer siempre sobrepasar sus limitaciones, y el reconocimiento social.

a. El temor de no tener nada que repartir

“¿Para qué trabajar, es una necesidad o es solamente un medio de ganar su vida? ¿O es la única manera – cuán imperfecta sea, lo que sucede más a menudo – de vivir en sociedad, de estar en relación con los otros, de escapar al aislamiento y al sentimiento de inutilidad? ¿O es todo a la vez?,” se pregunta André Gorz.

Sobre la base de un sondeo de opinión S.O.F.R.E.S. publicado por Le Nouvel Observateur del 4 de diciembre de 1978, André Gorz hace este comentario: “Cuando se pregunta a los franceses si, a título personal, desearían vivir sin estar obligados de trabajar, sus principios se hacen pedazos: todo ocurre como si el trabajo obligatorio fuera solamente para los otros. No menos del 43% de adultos, 44% de obreros, 51% de jóvenes […], se evitarían muy bien de la obligación al trabajo.”

Todo indicaría que la “obligación” de trabajar radica en la necesidad de dinero para afrontar sus gastos. De donde se puede deducir que, contando con una remuneración a vida, es muy probable que la decisión sea de no trabajar. No obstante, la realidad se impone.

Para que algo se pueda repartir, a través de la RB, es necesario primero que exista ese algo a repartir. La repartición igualitaria se base en el monto de las ganancias de las empresas del sector 2. Ha sido necesario, por consiguiente, que alguien o algunos trabajen para producirlo y, enseguida, poder repartirlo. Pero si el interés por el trabajo disminuye, el volumen del monto a repartir comienza a disminuir. Más este monto disminuye, mayor es la inquietud de las personas porque su parte disminuye igualmente.

El clima de inquietud de la disminución del monto a repartir, y transmitido automáticamente por la RB de cada ciudadano, se convierte en una motivación para incitar a las personas a participar en la actividad económica. En cambio, cuando la remuneración es el resultado de una ayuda gubernamental, sin ninguna relación automática con el monto a repartir, la tendencia a no trabajar se confirma, como sucede con todos los programas asistencialistas de los gobiernos populistas.

En cambio, la RB indexada al volumen de las ganancias de las empresas del sector 2 es un real incentivo al trabajo. Más grande es el volumen de las ganancias, más grande es la parte de cada uno. Un incentivo que motiva, al mismo tiempo, “empujar” al resto de las personas a participar en la actividad económica.

André Gorz continúa a establecer inferencias: “se acepta la disciplina que implica todo trabajo a condición de escoger su propio oficio o profesión y de saber lo que se va a ejecutar. Lo que es rechazado, es el trabajo impuesto, con su jerarquía y sus horarios. Es, además, lo que confirma igualmente las respuestas a otra pregunta del mismo sondeo de opinión. Ahí se ve claramente que el 69% de jóvenes, el 74% de aquellos que hicieron estudios universitarios y, el 63% de aquellos que tienen un nivel de instrucción secundario, dan mucha más importancia al interés que presenta un trabajo que a la remuneración misma.”

b. El dilema del prisionero

Cuando se tiene asegurado una remuneración a vida, corremos el riesgo de encontramos frente al “dilema del prisionero”. Es “un tipo de juego en donde los individuos tienen interés a ponerse de acuerdo más que a no hacerlo, pero en donde cada uno puede ganar no respetándolo, si los otros respetan el acuerdo.”

Si la RB es la solución la más interesante para el conjunto de la sociedad, queda sin embargo que individualmente cada uno puede sacar mejor provecho de las ventajas que otorga este ingreso automático y a vida. Es decir, “¿cómo estar seguro que el acuerdo será respetado al momento de la decisión [personal], cuando en realidad la tentación es grande, para cada uno de 'no respetarlo', a fin de ganar más?,” se pregunta el profesor Bernard Guerrien. ¿Cómo escapar entonces al dilema del prisionero?

Dentro del cuadro de una economía de mercado de interés general existen dos mecanismos que minimizarán sus efectos perversos. Se trata de la presión social y de la total transparencia de los actos económicos del sector 2.

El mejor mecanismo para limitar la expansión de este tipo de juego es indudablemente la presión social. La mayoría de las personas, grandes y chicos, después de un cierto número de ejercicios económicos, habrán bien interiorizado el hecho de que una caída del nivel del PBI, como consecuencia de un ausentismo, es una disminución inmediata de su Remuneración de Base. Ante tal posibilidad, cada uno tiene mucho interés de que todas las personas en edad de trabajar lo hagan.

Aparte del control visual y de la proximidad, todos cuentan con la información disponible a la mano gracias a la transparencia de los actos económicos que exige una economía de mercado de interés general. No obstante, es una herramienta a usar moderadamente dado lo complejo del conteo del número de años mínimo legal de trabajo, en una economía de mercado de interés general.

c. El nivel de los salarios ante los trabajos penosos y altamente peligrosos

El salario es incuestionablemente una motivación para trabajar. No obstante, ella resulta mucho más interesante en el caso de los trabajos penosos o peligrosos. Un trabajo es penoso ya sea porque exige un esfuerzo físico sobrehumano o porque no es interesante desde ningún punto de vista. A pesar de ello, la comunidad debe ejecutarlo ya sea porque las normas de salud, de seguridad o de buen vivir lo exigen.

La cuestión es entonces saber cómo van a ser ejecutadas las actividades penosas y altamente peligrosas en una economía en donde existe una RB asegurada para todo el mundo. Tanto más si, en esas condiciones, nadie o casi nadie, quiere hacerse cargo de esos tipos de trabajo.

Existen dos posibilidades: el juego de la oferta y demanda con una clara tendencia al aumento de los salarios para motivar a los trabajadores, y la creación de empresas con financiamiento “gratuito” para quienes se decidan a realizar dichas actividades.

Visto que la actividad debe ejecutarse de todas formas, uno de los mejores incentivos para interesar a alguien es incrementar sustancialmente los salarios de quienes están dispuestos a ejecutar dichas tareas. Estos trabajadores, mientras perduren esas circunstancias, se encuentran en una posición de fuerza suficiente como para exigir lo máximo de Remuneración de Base.

La otra posibilidad es la creación de empresas para desarrollar las actividades penosas o peligrosas visto que existe un financiamiento “gratuito” y la posibilidad de imponer un precio de monopolio. Las personas que han decidido realizar estos trabajos a través de una empresa se encuentran en una posición de fuerza para imponer un precio de venta por el servicio. Esto les permite obtener, por un lado, un salario bastante interesante y, por otro, disfrutar de las utilidades de una empresa ubicada en posición de monopolio.

d. El financiamiento “gratuito” de proyectos de inversión

La razón de ser de una economía de mercado de interés general es la de facilitar el libre desarrollo de los integrantes de sociedad. El medio inmediato que esta economía pone a disposición es la repartición igualitaria de las ganancias de las empresas del sector 2. Pero si la sociedad quedara solamente en esta situación, la economía se encaminaría rápidamente hacia el estancamiento e incluso podría desaparecer, porque tal medida sería una incitación a solamente consumir. La sociedad tiene necesidad de producir bienes y servicios destinados al consumo. Para ello, es necesario contar con la capacidad de financiamiento que exige la creación de empresas.

En una economía de mercado de interés general existe la facilidad de crear empresas a través de un financiamiento “gratuito”. Sin embargo, no todos los proyectos de inversión serán aceptados. Es necesario que la operación de inversión sea por lo menos “una operación blanca” , afirma Denise Flouzat. Es decir, el valor actualizado de las ventas esperadas debe, por lo menos, ser igual al monto de la inversión, habida cuenta de la tasa de interés del capital utilizado.

En los términos de André Babeau diremos que “en los países occidentales, la búsqueda de una máxima ganancia, sino en el corto plazo, por menos en el mediano y largo plazo, constituye el único criterio posible de orientación de las inversiones.” Dicho criterio de inversión no contiene ninguna contradicción con el criterio de selección de inversiones del sector 2 de una economía de mercado de interés general. Este criterio tiene una relación directa con la eficiencia del proyecto de inversión, y no afecta en modo alguno a la repartición igualitaria de su resultado neto.

e. Es de la naturaleza humana desear siempre sobrepasar sus limitaciones

Comenzaremos por anotar una frase llena de sentido común escrita por el profesor T. W. Schultz, Premio Nobel de economía: “Todos sabemos que nuestro mundo se encuentra mayoritariamente poblado de desheredados que reciben por su trabajo un salario de miseria […]. Pero, lo que muchos economistas no comprenden es que los más pobres no se sienten menos preocupados que los ricos en mejorar su suerte y el de sus hijos.”

Así, esta motivación se encuentra inmersa en la piel, la sangre y el corazón de los seres humanos, desde los orígenes de su civilización. Esta actitud se ha manifestado, igualmente, a través del desarrollo y evolución de los procesos de trabajo. Fue necesario supervivir y las personas fueron capaces de crear el proceso de trabajo a mano desnuda para, luego, transformarla en otra con herramientas, mucho más eficaz que la primera. Fue necesario superar sus limitaciones materiales de confort y fueron capaces de crear el proceso natural de producción, a través de la agricultura primitiva y, luego, el proceso artificial de producción, a través de la máquina y las fábricas. Ahora, a paso acelerado, se está construyendo la nueva forma de trabajar, el proceso de trabajo de concepción que ingresa al mundo inmaterial sobrepasando la producción material que reinó durante, por lo menos, 200 mil años.

El ser humano no es tan “egoísta” como se cree. Hoy en día se encuentra en la tarea de superar la repartición individualista, con todos sus efectos negativos, para ingresar en un clima de cohesión social y bienestar general. Lo que es cierto, igualmente, es que los seres humanos no esperan mandatos “externos” para actuar ante las limitaciones que impiden su desarrollo personal y profesional. En todo caso, las limitaciones no hacen más que incentivar su motivación.

f. El reconocimiento social

Otro tipo de motivación, y no el de los menores, es el reconocimiento social. Esta motivación al trabajo se encuentra al lado opuesto de aquella que genera la repartición individualista: el poderoso señor don dinero, a través del cual vale más quien tiene más, no solamente en flujo sino en stock. Cuanto más ingreso percibe una persona, cuanta más riqueza posee; tanto más es admirado. Una norma de valor contraria al reconocimiento social.

No se trata de crear héroes o de realizar inmolaciones. El reconocimiento social se despliega para quien contribuye al bienestar de la sociedad. Ejemplos que todavía guardamos en memoria son las actividades realizadas por un médico, un maestro, un profesor. Hoy en día, desgraciadamente, todas esas disciplinas de servir al prójimo, priorizan la parte financiera a la acción humana, al haber interiorizado el comportamiento de la repartición individualista.

El reconocimiento social se encuentra mejor adaptado a una economía de mercado de interés general. Las actividades del sector 2 se orientan esencialmente a servir a la sociedad que a acumular beneficios. No por ello se descuida la rentabilidad de la empresa. Lo que se quiere decir es que la totalidad de sus beneficios no se acumulan en ciertas familias, sino que se orientan al conjunto de la sociedad, en partes iguales, y destinados a incrementar el poder de compra de las personas.