PROGRESO Y BIENESTAR

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas

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C. LAS DOS CARAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL

Analicemos, ahora, las dos caras del comercio internacional, en donde el único beneficiario es, en un movimiento centrípeta, el centro del país-centro.

a. Los que se benefician de las exportaciones y el costo interno

Hay un ejemplo reciente para presentar este caso de figura: las exportaciones de alcachofas en el Perú. Sucede que su exportación en grandes cantidades se efectúa por la primera vez. El precio y la demanda del mercado internacional es interesante y, por consiguiente, las ganancias son elevadas. Sin lugar a dudas, un negocio redondo.

Pero, ¿para quién es un negocio redondo? Por supuesto que lo es solamente para los propietarios de la empresa y sus accionistas. Sin embargo, en el mercado interno de abastos de alcachofas, las amas de casa se inquietan porque son de más en más escasas y su precio ha subido por las nubes. ¿Cómo explicarlo? Tanto más que la producción de alcachofas en el país se ha incrementado notablemente y las técnicas utilizadas para su producción son de las más modernas. El común de la calle no comprende.

Sucede que prácticamente la totalidad de la producción de alcachofas se destina a la exportación, visto que el volumen de la demanda y su precio internacional son interesantes. “La exportación de alcachofa peruana alcanzó los US$ 76.8 millones el 2007, superando en un 20% los envíos del 2006, año en el que se registró ventas por US$ 64.2 millones, siendo Estados Unidos el principal mercado de destino con el 50% de las compras totales, informó la Asociación de Exportadores.”

Como consecuencia lógica, el mercado interno se encuentra desabastecido. Y lo poco que queda no solamente tiene prácticamente el mismo precio internacional, que ya es bastante elevado en comparación a su precio original, sino que como se vende al menudeo y en fuerte concurrencia interna de consumidores, el precio se eleve aún más. En fin de cuentas, el precio interno resulta más elevado que el precio internacional.

Los que estaban acostumbrados a consumir alcachofas ven reducidos sus salarios reales como consecuencia del aumento de precio. Pagan más por la misma cantidad y les queda menos por los otros gastos. La contracción del consumo interno de alcachofas es inevitable. Nada bueno para la salud de los pueblos que quieren mejorar su situación económica con la exportación de alcachofas.

En realidad las pérdidas son mayores porque, por lo general, el Estado apoya doblemente a la empresa exportadora. Por un lado, otorga subvenciones a la exportación y, por otro lado, ofrece infraestructura gratuita e incluso agua y tierras adecuadas a la producción de alcachofas a bajo costo. Todo ello financiado con dinero de los contribuyentes nacionales. A costa del sacrificio de un país pobre se da de comer casi gratis a los países ricos y se llena los bolsillos de los empresarios y accionarios de la empresa de exportación de alcachofas.

Veamos ahora, con otro ejemplo, la otra cara del comercio internacional.

b. Los que se benefician de las importaciones y el incremento del desempleo

Una de las actividades de importación más nocivas, en economías de mercado de repartición individualista, es aquella en donde dos países producen el mismo bien pero que, en uno de ellos su precio es significativamente inferior. Este el caso, por ejemplo, de la producción textil China. A igual calidad, su precio de importación no tiene rival con los precios internos del mismo bien.

Efectuada la importación, los talleres de confección comienzan a cerrar o a desplazarse hacia zonas en donde la mano de obra es más barata, a fin de que puedan competir con los productos chinos. Pero como se trata de un país “pobre”, en donde los salarios son ya muy bajos, existen muy pocas zonas para desplazarse. La presión china es fuerte.

La política a seguir es disminuir los salarios o cerrar las fábricas. Los obreros no tienen otra alternativa que aceptar la imposición del patrón. Se aumenta la cadencia y la duración de trabajo diario por el mismo salario, se disminuyen los días de fiesta pagado y otras conquistas sindicales, con el aval del gobierno. El país se empobrece aún más. Pero los precios de los productos chinos no tienen rival. Las medidas defensivas son insuficientes. La desocupación en el sector textil se expande, a menos que el gobierno se encuentre en la capacidad de imponer barreras arancelarias a la importación de los productos chinos.

Ante el fenómeno chino, los únicos que ganan son los propietarios o accionistas de la empresa de importación si ella se realiza o, las empresas textiles nacionales si se levantan barreras tan altas como para impedir la invasión china. Pero como la corrupción en la administración es una norma de vida, las barreras aduaneras se levantan bastante como para proteger a los empresarios textiles nacionales que llenan los bolsillos de los políticos. Al resto no les queda más que sufrir el impacto chino.

No obstante, ¿el impacto chino es realmente negativo? No lo fuera si no existiera la repartición individualista. En efecto, los productos chinos son de consumo masivo. Esto quiere decir que la mayoría de la población se beneficiaría con el ingreso de los productos chinos porque su salario real aumentaría. Ante un menor precio por el mismo bien, el poblador nacional gastaría menos y, por consiguiente, tendría un saldo a gastar en otras necesidades que antes no podía satisfacerlas por falta de dinero. Pero esto no interesa en lo más mínimo a los empresarios textiles.

Y si dejamos pasar a la invasión china, ¿no es una muerte segura para muchos industriales textiles? Es cierto, es eso lo que puede suceder. Pero cuando la economía se desarrolla a interés general, ello se convierte en ventaja por las razones siguientes.

Primero, todos los consumidores de productos chinos se sienten favorecidos por los bajos precios ante una misma calidad, lo cual genera un aumento de sus ingresos reales.

Segundo, el sector textil nacional se ve obligado a aumentar su eficiencia por intermedio de nuevas y mejores técnicas de producción para hacer frente a la agresión china. Este clima de concurrencia es completamente normal dentro de una actividad económica sustentada sobre el proceso artificial de producción. Es el aguijón del crecimiento industrial.

Tercero, el sector 2 de la economía nacional, contando con una fuente de financiamiento “gratuita”, se encuentra apto para inmediatamente reaccionar abriendo nuevos centros de trabajo en la misma línea de producción o en otros sectores de la economía.

Cuarto, los obreros que por el instante se encentrarían sin trabajo, no tendrían mayor preocupación financiera puesto que cuentan con una Remuneración de Base que es su seguro de vida.

Ante la invasión china, en una economía de mercado de interés general, se produciría entonces un reajuste de la actividad económica con efectos positivos para los consumidores y los productores, lo que en repartición individualista es muy difícil a realizar porque cada empresario es el dueño de su propia parcela y sus decisiones son de interés personal y no de interés general.

No se trata entonces de impedir ni la exportación ni la importación. En una economía-mundo, tejido por los millones de transacciones que genera el proceso artificial de producción, sería insensato e ineficaz impedir dichas exportaciones o importaciones. Todas las políticas económicas que han puesto trabas a la importación o a la exportación no han sabido aprovechar ya sea los adelantos tecnológicos o la reducción en los precios de importaron / exportación, al mismo tiempo que han sido bastante costosas al contribuyente creando zonas de ineficiencia al interior de la economía. En breve, estas políticas han forzosamente fracasado.

En cambio, frente a las “invasiones” de importación / exportación, las empresas del sector 2 se encuentran en mejor disposición para sacar ventaja a favor del consumidor y del productor nacional. En esa condición, la economía nacional en lugar de se contraer agravado por un malestar social, se vigoriza con efectos positivos para todos los ciudadanos. El comercio internacional resulta entonces beneficioso para todos.

c. Los tratados de libre comercio

Para una economía de mercado alimentada por el proceso artificial de producción quien crea una economía-mundo, el libre comercio es indispensable para obtener altos niveles de eficiencia. Solamente que la actual economía de mercado se encuentra amordazada por la repartición individualista del resultado neto de todo acto económico. Es sobre estas condiciones que se establecen los “tratados de libre comercio”.

En la sesión final del X Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo (2008), el profesor Eric Maskin, Premio Nobel de Economía, reconoció que la teoría de las ventajas comparativas que se enseña en los principales institutos de economía del mundo, no cumple sus objetivos prometidos: eliminar las desigualdades comerciales y crear riquezas a partir del aprovechamiento de las capacidades productivas competitivas de cada nación. La realidad ha demostrado, sostuvo, que esto no funciona exactamente así. Mientras mayores han sido las diferencias en los niveles de desarrollo entre las naciones, mayores han sido las desventajas en el comercio bilateral en perjuicio de los más pobres, algo que contradice en esencia lo planteado por los teóricos del capitalismo.

i. El principio aceptable del libre comercio

El libre comercio es una de las manifestaciones esenciales de una economía de mercado. No puede existir un libre intercambio si no existe un libre comercio. Al no existir este principio básico de una economía de mercado, los factores de producción no tienden al nivel de eficiencia requerido para alcanzar el máximo de productividad de una unidad de producción, por un lado, y la competencia necesaria entre las unidades de producción que refuerza la tendencia a un máximo de eficiencia, por otro lado.

Impedir el libre comercio, en una economía de mercado, es como cercenar un elemento importante del cuerpo humano, sin el cual difícilmente podrá cumplir todas sus funciones a cabalidad. Y la historia nos enseña que, todos los pueblos que han querido desarrollar su economía de mercado a puertas cerradas del resto del mundo, han terminado por claudicar y sufrir los efectos devastadores de “ponerse al día”, en términos de calidad, precio y nuevos productos que constantemente nacen en esa efervescencia que genera el proceso artificial de producción en su desarrollo. Lo estamos viendo actualmente con la industria de automóviles americanas. Una industria ineficiente que, para supervivir, se ha escudado en las medidas proteccionistas autorizadas por el gobierno. Entretanto, el pueblo americano tiene que seguir subvencionando las “altas utilidades” de los accionistas.

ii. Lo que esconde una transacción “justa”

¿Impedir la globalización? Es algo así como impedir que el mar haga olas. Es imposible, puesto que es el proceso artificial de producción en pleno desarrollo. Este proceso de trabajo crea una economía-mundo. Lo que sí se puede impedir son los efectos perversos que produce la globalización. Ellos provienen de la repartición individualista que lleva inmersa. Este segundo elemento de todo acto económico viene funcionando, desde hace diez mil años, con el consentimiento cotidiano de todos los que sufren sus efectos negativos.

En esas condiciones, no solamente casi toda la riqueza producida en los países del Sur se ha concentrado en los países del Norte, sino también las formas de trabajo más eficientes. Como consecuencia, ellos ofrecen los productos última generación que capturan una alta tasa de utilidad gracias a sus precios de monopolio. Mientras tanto, en los países del Sur, por un lado, se sigue produciendo la papa con técnicas de hace diez mil años y, por otro lado, se produce bienes intermediarios a bajo precio, o bienes finales de alta concurrencia a nivel mundial. Esto hace que los sueldos y beneficios de estas empresas se encuentran lejos de compararse al de las empresas de los países del Norte.

El comercio internacional que proponen los “tratados de libre comercio” en su proceso de globalización es como aquel campesino que vende veinte soles de papas contra una camisa que cuesta igualmente veinte soles. Los dos están contentos porque la transacción es “justa”, solamente que el campesino tendrá que trabajar muchos más días que el obrero para recolectar los veinte soles. La transacción, en nuestros días, contiene un vicio, el de la Configuración Mundial, un mecanismo inodoro e incoloro, pero el más efectivo para transferir el esfuerzo de los países de la periferia hacia el centro del país-centro.

iii. La respuesta

La respuesta es aparentemente simple, como lo hemos expuesto a lo largo de este texto: no a la globalización es un error. No a los tratados de libre comercio es otro error. Lo que se debe realizar prioritariamente es instalar una economía de mercado con dos tipos de repartición, en donde el sector 2, animado por la repartición individualista, sea el sector dominante. Esta economía mixta de interés general permitirá que los efectos benéficos del comercio internacional, en libre comercio, sean compartidos con toda la población.

La alternativa de solución que proponemos va en esa dirección. Ella conlleva un puente que, después de diez mil años, volverá a ensamblar economía y sociedad. Este puente contiene tres mecanismos que permiten desarrollar a la economía de mercado con igualdad de oportunidades para todos y en cada instante de sus vidas. Dentro de este contexto, la globalización no solamente es bienvenida, sino que es necesario acelerarla, porque la Configuración Mundial se ha encargado de marginar productiva, social, política y humanamente a los pueblos de más de 180 países de los 192 que constituyen el planeta.

d. El gran negocio o el cuento de las inversiones extranjeras

Lo primero que uno debe preguntarse es: ¿los países del Sur realmente necesitan dinero para realizar sus inversiones? Cuando la economía se desarrolla teniendo como segundo elemento a la repartición individualista, es indudable que si el país requiere hacer inversiones no podrá efectuarlo porque todo el dinero y riquezas creadas se encuentran en manos de un puñado de propietarios y accionistas.

Pero cuando el desarrollo se efectúa en una economía de mercado de interés general, existe dinero y fuentes de financiamiento suficiente gracias a la presencia del sector 2 a propiedad privada colectiva. Algo más, las fuentes de financiamiento del sector 2 se encuentran orientadas única y exclusivamente a la creación de empresas. Es decir, dentro de una economía de mercado de interés general, no existe la real urgencia de inversiones extranjeras.

Está de más decir que los jefes de Estado de los países del Sur se lanzan a la búsqueda de financiamiento, porque es la mejor forma de encubrir un enriquecimiento ilícito. Está probado, por los escándalos de venalidad hechos noticia en los últimos tiempos, que casi la totalidad de gobernantes, por no decir todos, han dejado sus cargos con cuentas bancarias astronómicas en los paraísos fiscales.

No es nada inocente, por ello, que la inversión extranjera directa se concentra, según información oficial del gobierno peruano, en los sectores de más alta rentabilidad y, por coincidencia, ellos se ubican esencialmente en la producción de materias primas. Así, solamente los sectores comunicaciones y minería constituyeron en 2007, el 43% del total de la inversión directa extranjera. Ella constituye el 87.3% del total de la inversión si adicionamos los sectores energía, finanzas e industria. Es una inversión en la producción de materias primas, en la industria textil de alta competencia a nivel mundial y en los manejos especulativos de las finanzas. Una inversión encargada de succionar y, en ningún momento, de desarrollar.