REMOLINOS Y CIRCUNVALACIONES. ELEMENTOS DE MATERIALISMO CRÍTICO

REMOLINOS Y CIRCUNVALACIONES. ELEMENTOS DE MATERIALISMO CRÍTICO

Edgardo Adrián López

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Capítulo I. La dialéctica en Hegel

I

En 2006, los aprendientes de entonces, objetaron que se comience a explicar a Marx partiendo de asuntos tan abstractos y que no tienen directa vinculación con cuestiones sociológicas. Como tendrán ocasión de apreciar, con cada una de las vertientes de la Sociología que se estudian, se presentan los “antecedentes” y en el caso del muriente en Londres, se justifica que se principie por dar cuenta de la dialéctica en quien se evalúa su “predecesor”, que es Hegel.

Así pues, intentaremos presentar la “estructura” de la interacción hegeliana. Para tal fin, comentaremos rápido lo que dicen Astrada y Garaudy.

Astrada, que es un pensador argentino, efectúa una breve historia de los “antecedentes intelectuales” de la dialéctica en “II. El verdadero sentido de la dialéctica” y en “VI. Lógica y método dialécticos”, capítulos de su obra La dialéctica en la filosofía de Hegel. Concluye que Hegel amalgama lo que expresan Heráclito y Platón. Para una referencia más exhaustiva, pueden Uds. leer la ficha que preparamos, habida cuenta de las dificultades que detectamos con los textos “crudos” en 2006. Desearía extenderme más, pero me urge explicar la propia perspectiva acerca de la dialéctica, puesto que tal enfoque no la encontrarán fuera de la asignatura, excepto en la Tesis Doctoral del Prof. Adjunto (aprobada en 2006, a mis 38 años), la cual es engorrosa, dado que es un estudio académico y no una obra de divulgación. Sin embargo, los interesados pueden ir a un compendio en http://www.centro-de-semiotica.com.ar/Lopez-Resumen.doc. Por igual, es viable consultar mi libro, Las sombras de Marx, publicado en 2008 por el Grupo EUMED.NET, de la Universidad de Málaga, Málaga, España, texto que se ubica en www.eumed.net/libros/2008c/428, cuyo ISBN-13 es 978-84-691-6568-3, con depósito legal en la Biblioteca Nacional de España Nº 08/88735.

Con Garaudy, también ofreceremos lo que podría denominarse el “esqueleto” de su exposición.

En el “Capítulo cuarto. El método de Hegel: la dialéctica especultativa”, de su obra Dios ha muerto y luego de hacer una síntesis de cuáles son las nociones más importantes para Hegel, y de cuáles son los pares de conceptos que son fundamentales en la dialéctica, caracteriza a la misma como una lógica de la contradicción, del movimiento, de la vida.

Efectuada a grande saltos esta panorámica, vayamos ahora a una mirada distinta.

Tanto en Astrada como en Garaudy, la dialéctica es presentada sin que se particularicen las “etapas” de su formulación en Hegel. Como lo apreciaremos, esta tarea es esencial puesto que permite interrogarnos sobre cuántas clases de dialéctica formuló Hegel. Consecuentemente, habiendo más de una, no se comprende porqué los comentadores, críticos y seguidores “ortodoxos” de Marx, creen que éste habría supuestamente heredado sólo una, que sería la dialéctica “tripartita”. Pero no nos adelantemos tanto...

II

Acorde a las investigaciones del brillante y erudito Lic. Jorge Lovisolo, que dicta Filosofía Contemporánea, Carrera de Filosofía, Universidad Nacional de Salta, en quien nos apoyamos para hacer estas glosas, hubo en el joven Hegel una interacción o dialéctica del oxímoron; es el “período de Berna” (Suiza).

Luego siguió una interacción de las oposiciones; es la “etapa de Frankfurt” (actual Alemania).

A esta continuó otra, que bautizaremos como “dialéctica de la comunicación”, con base en la obra La ciencia y técnica como “ideología” de Jürgen Habermas, un “mitosociólogo” partidario de que los conflictos pueden resolverse a través del diálogo, en el contexto de la democracia parlamentaria. Tal interacción sería propia del temprano “período de Jena”. Las tres clases de dialécticas que mencionamos y que están plus ou moins, desarrolladas en la ficha respectiva, no las llegó a conocer Marx.

En 1807, otra vez en Jena, Hegel escribe su monumental Fenomenología del Espíritu. Nos detendremos a comentar ese texto, no sólo porque Marx se refiere a él en los Manuscritos: economía y filosofía, también conocidos como los Manuscritos de París, sino porque es allí donde por primera vez, aparece de forma sistemática la dialéctica “tripartita”.

Denominamos así a la interacción que se divide en “tesis”, “antítesis” y “síntesis”, o más rigurosamente, “afirmación”, “negación” y “doble negación”.

Un ejemplo que el mismo Hegel da, es el del ciclo de vida de un árbol de frutos. El momento o instante de la “tesis” sería el de la semilla, la cual no es ni árbol ni fruto. Cae al suelo, germina, crece y se convierte en árbol; es el momento de la “negación” de su estado de semilla. Andando el tiempo, el árbol produce frutos que no son ni semilla ni árbol, sino una negación “doble” de la semilla y del árbol; es el instante de la “síntesis”. Y de nuevo, el “círculo” dialéctico comienza con otra “tesis” o semilla, etc.

III

En lo que se refiere a la estructura de la Fenomenología, según el Lic. Lovisolo, las Figuras o “personajes conceptuales” de la obra, podrían bautizarse como “macrodialécticas”. Tales macrointeracciones son la Figura de la Conciencia, la Autoconciencia, la Razón, el Espíritu y el Espíritu Absoluto.

Antes de seguir, cabe aclarar por qué estas macrodialécticas son Figuras. Lo son a causa de que para Hegel, la Historia humana transcurre por esas “estaciones”. Pero tales “puntos de desarrollo” de la Historia son a su vez, verdaderas “personas” que tienen voluntad, etc. Sin embargo, no son “personas” o “personajes” de carne y hueso, sino abstractos o “categoriales”.

Para lograr captar el movimiento de la Fenomenología, lo adecuado es igualar el Espíritu Absoluto con el dios judeocristiano. Aunque no es muy “preciso” lo que continuará, podríamos decir que al “principio” ese dios está solo. Como es un ser inteligente y no tiene nada más de qué ocuparse, se estudia u observa a sí mismo. Pero al observarse, se “divide” en dos: en un dios o Espíritu que mira y en un dios o Espíritu que es observado. Al ocurrir esto, Dios se convierte en objeto de su pensamiento; se transforma en objeto sin más, en universo. Comenzó el instante de la creación, el Génesis.

Sin embargo, el cosmos, la Naturaleza inorgánica y orgánica, no son enteramente satisfactorios para funcionar como “espejos” de Dios, puesto que él es Espíritu y el universo, materia. Decide entonces, mirarse en otra conciencia que no sea simplemente, materia sino que tenga espíritu: crea a los hombres.

En líneas generales y a pesar de no ser exacto, podríamos “maltratar” al pobre Hegel afirmando que el cosmos es Espíritu Objetivo, y que mujeres y varones son Espíritu Subjetivo. Lo que tenemos hasta aquí, es que el solitario Espíritu Absoluto se “desgarró” en dos “entidades”: en cosmos y en hombres. Así, si bien Dios, habiendo universo y hombres, “ganó” en disponer de dos “espejos” donde mirar su esencia divina, “perdió” en que en lugar de estar “tranquilo” en su eternidad, ahora está “dividido”.

Esa “división” le genera “incomodidad”; él desea volver a ser Uno como lo fue en un principio. Para ello, “obliga” a la Historia a transcurrir por las “fases” o “estaciones” que son las Figuras de la Fenomenología. Tales “momentos” son “etapas” por las cuales los individuos pasan, para ir “mejorando” su esencia y para “acondicionarse” lo necesario, como para que sean “dignos” de una unión inmortal con el Espíritu Absoluto.

La macrodialéctica de la Conciencia consiste en que varones y mujeres, aquí son simplemente conscientes de que el mundo es real. Pero entonces, la Conciencia se percata que ella también existe y se hace objeto de su reflexión. Se da cuenta que es Conciencia que puede mirarse como Conciencia; deviene Autoconciencia.

Contenta y feliz con su observación, percibe que no sólo el mundo tenía una estructura racional sino que ella misma también es racional. La Autoconciencia se trastoca en Razón. Ésta a su vez, se percata que es Espíritu puesto que los hombres son capaces de arte y de ser religiosos. Sin embargo, lo más espiritual es el ejercicio de la Filosofía, del conocimiento, del saber. Al llegar a esta “fase”, la humanidad está lista para ser re-unida con Dios: fin de la Historia. El Espíritu se vuelve Espíritu Absoluto o Saber Absoluto.

IV

Cabe aclarar que a pesar de lo que expusimos, Hegel deja sentado en un brevísimo pasaje del “Prólogo”, cuando habla de la totalidad, que la interacción puede tener más de tres momentos, pero luego parece que se olvida de tal sugerencia y no la retoma sino hasta el vol. II de la Ciencia de la Lógica (Baviera, 1816). Lo que queremos evidenciar con ello, es que la idea de que la dialéctica puede contar con más de tres instantes no es casual ni es propia de determinado “período”, sino que bien puede ser algo que permita interpretar a Hegel (y consiguientemente, a Marx) desde otro punto de vista. Id est, podríamos releer al viejo Titán desde la hipótesis de que en él la interacción tripartita, no sería nodal y que habría una dialéctica más compleja, con una estructura que excedería el de la síntesis.

El tema es que a la Fenomenología, sigue la primera versión de una interacción de las Categorías, representada por el vol. I de la Ciencia de la Lógica, redactado en Jena en 1812. El Lic. Lovisolo la nombra de esa suerte, porque no son “personajes conceptuales” los que atraviesan el texto, sino categorías o nociones. Esas ideas son por ejemplo, “Nada”, “Finito”, “Cantidad”, “Ser”, “Espacio”, “Tiempo”, “Cualidad”, “Infinito”, etc.

El vol. II se publica en Baviera en 1816 y completa esta nueva dialéctica de las Categorías.

Fuera de la productiva “etapa de Jena”, Hegel escribe en Heidelberg, 1817, un “compendio” de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, que formaliza y corona la interacción de los Conceptos.

En 1818 y hasta su muerte en 1831, enseña en Berlín. De esta fase, son obras como las conocidas Lecciones de Filosofía de la Historia Universal, que es una “aplicación” de la dialéctica “madura” de la Enciclopedia. Empero, determinados especialistas en Hegel delinean que esas lecciones no son confiables (éste es el parecer del Prof. Pérez Soto, de Chile, Santiago).

Ahora bien y tal cual ya había ocurrido con la Fenomenología, en el vol. II de la Ciencia de la Lógica (Baviera, 1816) y según nuestras pesquisas, asoma de nuevo una interacción que no estaría dividida en sólo tres momentos. Al resumir en el tramo final del vol. II, lo que pretendió exponer en ese texto, se queja de que sus seguidores hayan dogmatizado la dialéctica y la hayan reducido a un “esquema” de tres tiempos. Argumenta que la interacción es movimiento, un fluir y que por eso, no puede ser “partida” en determinado número de instantes específicos. Puede ocurrir que la dialéctica tenga cuatro o más momentos (pp. 734-735).

La cuestión con respecto a Marx, radica en que si éste recibe alguna interacción y habiendo apreciado que existen tantas clases de dialéctica en Hegel, ¿cuál es la que acepta? No pueden ser las tres primeras, porque el amigo de Engels no conocía los jóvenes escritos de Berna y Frankfurt, ni las tempranas obras de Jena, por lo que hay que elegir de entre las ofertas de interacción posteriores. Pero aquí aparece el dilema: ¿es la dialéctica de las Figuras, la de las Categorías o la de los instantes que son más de tres? Y de entre la interacción de los Conceptos, ¿cuál hereda? ¿La de la Ciencia de la Lógica o la de la Enciclopedia? ¿Y si Marx hubiera recibido la dialéctica compleja cuatripartita y no las otras? ¿Cómo cambiaría nuestra percepción del nacido en Tréveris, este punto de partida distinto al de los “ortodoxos”, que insisten en que Marx aceptó la interacción “tripartita”?

Tardaremos en responder estas cuestiones...