REMOLINOS Y CIRCUNVALACIONES. ELEMENTOS DE MATERIALISMO CRÍTICO

REMOLINOS Y CIRCUNVALACIONES. ELEMENTOS DE MATERIALISMO CRÍTICO

Edgardo Adrián López

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Derroteros y coyunturas*

“Los amigos del barrio,

pueden desaparecer...

La persona que amas,

puede desaparecer...

[...]

¡Pero los dinosaurios

van a desaparecer! […]”

Charly García

El proyecto que se concreta fue madurando poco a poco . En mi larga experiencia en el Primero Año de la Facultad en la que todavía me desempeño, aprendí de la mano de los colegas de los que fui su Auxiliar, el valor didáctico de las Cartillas que se preparan para los ingresantes y recursantes. Cuando en 2004 y de forma inesperada , obtuve el cargo de jefe de asignatura en Sociología, tuve que armar mis propias Cartillas. Desde que tomé posesión del cargo en junio, me abrigó la intención de incluir en tanto material de lectura, lo que difundía alrededor de los “clásicos”, puesto que lo que enseñaba en torno a ellos, representaba un punto de vista inédito y no únicamente en lo referido a Marx –esa firma, este nombre, esas noches.

Por una coyuntura u otra, por un motivo u otro, nunca podía lograr que las Auxiliares de entonces, fueran tan diligentes como yo lo había sido para con mis superiores y hacia 2007, luego de tres ciclos en que no podía contar con los apuntes en limpio de las clases que ofrecía en derredor a los “clásicos”, asumí la tarea de reconstruir lo que explicaba. En las circunvoluciones, en estos derroteros intervino por igual el hecho de que a medida que ofrecía lo que comprendía de los autores aludidos, iba poniendo en claro cómo “transmitir” mis propias ideas acerca de ellos.

Ya en 2006, el estudiante avanzado de la Carrera de Historia y militante de la agrupación reformista Franja Morada , David Torres, me aconsejó en calidad de alumno adscripto, que evaluara la posibilidad de convertir lo que enseñaba sobre los “clásicos” en una obra de encuadernación rústica, al estilo de lo artefactuado en el Ciclo Básico Común de algunas carreras de la Universidad de Buenos Aires, aunque con un tiraje mínimo y a cargo del Centro Único de Estudiantes de Humanidades (CUEH), en ese momento orientado por una dirección “colegiada” de fuerzas políticas, con hegemonía electoral del reformismo cívico . Estuve girando en torno a la sugerencia, arremolinándome en ella, a la par que corregía una y otra vez, obsesivamente, los apuntes de cátedra que salieron impresos sin el formato de libro, en 2007.

Por otro lado, la Prof. María Ángeles Bensi, la Prof. Amalia Carrique y mi propia madre biológica, en reiteradas ocasiones y por distintas coyunturas, me sugirieron que ponderase la viabilidad de escribir algo más o menos accesible, para los que desearan interiorizarse sobre el marxismo. Tardé en madurar lo que me aconsejaron, hasta que en 2008 intuí una forma de presentación de Marx, Engels y de sus remolinos, lo más sencilla posible, sin extraviar nada de rigor. Sin embargo, como se trata de clases impartidas en aulas del Tercer Mundo , se perciben aquí y allá, las huellas de esa situación. Preferí dejarlas, para que el valor de “fresco” que poseen tales reuniones, no se pierdan por las demandas de la academia y de lo “serio”.

Por lo demás, lo que se compaginó a manera de improvisados capítulos, explicita lo que elaboré en términos más institucionales, pero de menor agrado para mí , sobre el materialismo crítico. En el fondo y tal cual me lo reprochan los evaluadores, lo que sale de mi pluma son ensayos, antes que investigaciones que acaten los protocolos aburridos y censuradores de la academia.

Finalmente, quedará para un momento por venir, para un instante porvenir, que procure seguir dando cuenta de lo que me conduce a escribir y no en tanto regodeo narcisista, sino para ahondar en el autosociopsicoanálisis que recomienda Bourdieu, y que es ineludible a la hora de explicitar las razones y sinrazones de por qué se prefirió una teoría en lugar de otra, etc.

Recordando a Levinas, Derrida, ese gran pensador al que aprecio, fallecido en 2004 el mismo día en que fue asesinado Guevara , trae a colación una frase que sentencia que casi siempre, un texto es un acto fallido, en la escala en que uno no hace en él y de él, lo que quiso . Podríamos sostener que prácticamente todo en nuestras deshilachadas vidas es acto fallido, en la proporción en que insiste una sana imperfección e impotencia que nos ahorran ser Actos Puros. Cabe entonces, preguntarse ¿qué es lo que no se plasma de nuestra existencia, en un texto? ¿Dónde no pudo nuestra vida, ser una obra? ¿Qué es lo que dejamos en suspenso, fuera de texto cuando esculpimos un libro? ¿En qué hemos podido sernos fieles y en qué nos traicionamos? Por estas y otras cuestiones sin formular, suelo travestir un minúsculo retazo de un poema de Gelman, que queda como exhalación: “¡Ah..., vida!, ¡qué día, cuando comience a escribir!”…