LA PRÁCTICA EDUCATIVA EN UN CENTRO UNIVERSITARIO PÚBLICO


Marcia Leticia Márquez Hernández
ixcoatl1@hotmail.com

 

 

CAPÍTULO IV. CONCLUSIONES

Transformar la práctica educativa no es una labor fácil. El enfrentar este reto, atendiendo al llamado de la innovación educativa, representada por el “Análisis e Intervención de la Práctica Educativa”, significa recorrer la trayectoria de un sendero en el que se encuentran: preocupaciones, angustia y desconcierto; es el involucrarse en una espiral en la que se descubren las acciones y características de la Práctica Educativa. Todo esto ha estado presente en el periodo en el cual ha tenido desarrollo el presente proyecto de intervención, permitiendo realizar una serie de análisis y reflexiones entorno al desempeño áulico en esta multifacética labor docente y es ampliamente satisfactorio poder concluir con afirmaciones y logros como los que a continuación se citan.

Al término del proyecto se ha experimentado un cambio en el actuar docente que se manifiesta principalmente en las acciones, discurso y actitudes. Se muestra y evidencia ahora como un docente permanentemente reflexivo y crítico, respecto a su práctica educativa; empático, comprensivo, democrático y observador... Consciente más que nunca del papel que juega para innovar y mejorar la enseñanza.

Atendiendo al objetivo de la Maestría en educación con Intervención en la práctica educativa, respecto al mejoramiento y desarrollo permanente del docente, se evidencia que sólo es el inicio del proceso, en donde se han podido detectar fortalezas y debilidades, mismas que habrán de seguirse interviniendo.

Se considera que el proyecto de intervención fue el adecuado para resolver el problema detectado en la práctica del docente, ya que se alcanzaron todos y cada uno de los objetivos planeados.

Innovar la práctica educativa exige la modificación indiscutible de nuestros métodos de trabajo con el objeto de crear mejores condiciones para el aprendizaje. Por ello, la propuesta metodológica generada a partir de la experiencia vivida gira en torno a la inclusión de todos los alumnos en un proceso dinámico de enseñanza-aprendizaje, considerando las características de cada grupo.

El profesor de hoy en día deberá pues, atender no solo al dominio de los conocimientos necesarios para desarrollar el programa de la asignatura o asignaturas que imparta sino que, además, deberá considerar como responsabilidad fundamental el involucrar a todos y cada uno de los alumnos de su clase para lograr que manifiesten, en un ambiente de confianza y respeto, sus comentarios, análisis y reflexiones sobre el tema que se trate, para lograr de éstos, estudiantes pensadores, creativos y críticos.

Y es que: “ En este sentido, es tajante la perspectiva comeniana, la cual insiste en que nadie debe quedar fuera de la posibilidad de aprender, porque el docente tiene que adecuar las condiciones metodológicas a los procesos de los estudiantes” ( Díaz A. 1999:112).

Por lo tanto, si dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje se propicia la comunicación y el análisis de los contenidos ha desarrollar, el alumno no sólo aprenderá mejor sino que, además, desarrollará habilidades necesarias para su desarrollo profesional integral.

Indudablemente, queda de manifiesto en el presente proyecto la importancia de la participación e interacción del alumno en el desarrollo de los contenidos que se pretenden enseñar para lograr aprendizajes significativos.

Con relación al proceso de evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje, y como parte complementaria del proyecto de intervención, ha de considerarse la promoción y aplicación de la evaluación formativa, pues, como menciona Casanova (1998), con la adopción de un modelo de evaluación esencialmente formativa, ya no sólo es el profesor el que evalúa al alumno sino que también es importante implicar el propio alumno en su evaluación de manera que adquiera mayor protagonismo en su proceso formativo.

Es importante por ello, involucrar al alumno en la fijación de los criterios de evaluación que regirán la evaluación del curso.

A partir de la experiencia como docente se puede afirmar que una de las tareas más difíciles que debe desempeñar todo profesor es asignar una calificación para tratar de objetivizar el desempeño, esfuerzo y aprendizaje adquirido de un alumno. Y es que esto último es meramente subjetivo, y en muchas ocasiones el docente emite una calificación de manera injusta.

Lo que se suele evaluar al desarrollar la práctica educativa, es el caudal de conocimientos adquiridos, pues no es tan fácil valorar funciones intelectuales como la crítica. Más difícil aún es evaluar las actitudes, los hábitos, las disposiciones, los motivos; sin embargo, el docente considera fundamental la evaluación de éstas últimas que se contemplan en la evaluación cualitativa, aplicando la autoevaluación y coevaluación de los alumnos.

Por lo tanto, la propuesta es fortalecer los criterios de evaluación creando un compromiso con los alumnos desde el principio del semestre, al abordar la etapa del encuadre, para dar más peso a otros tales como la participación, investigaciones, trabajos, y asignación de calificación grupal e individual mediante la coevaluación y autoevaluación.

La evaluación contribuyó a conocer tanto los resultados derivados de las actividades aplicadas, como el proceso a través del cual se desarrollo para comprender la realidad educativa del objeto de estudio.

La evaluación es una función instrumental que está al servicio de las metas educativas, así, lo que se buscó fue favorecer y facilitar el logro de los objetivos propuestos.

Díaz Barriga asevera que una de las metas que debe tenerse presente en todo momento y hacia la cual se tendría que aspirar en toda situación de enseñanza, es el desarrollo de la capacidad de autoevaluación en los alumnos.

Durante el desarrollo de este proyecto, surgió en el docente la inquietud de incorporar una línea de acción que contribuya al desarrollo psico-afectivo del alumno. Lo anterior atiende a las observaciones que en ese sentido se realizaron, al comprobar que la mayoría de los alumnos manifiestan problemas o necesidades del orden emocional y sentimental, así como una gran necesidad de expresarlo. El docente propició durante dos clases, dinámicas que contribuyeran a lograr ese objetivo, dando como consecuencia del desarrollo de las mismas, motivación y seguridad manifiesta por los participantes.

Como se ha afirmado y confirmado Una buena práctica educativa debe propiciar y fortalecer la inclusión de todos los miembros de un grupo en el proceso áulico de enseñanza-aprendizaje. Según lo afirman varios autores, la interacción hace posible el aprendizaje de actitudes, valores, habilidades e información específica, que el profesor es incapaz de proporcionarle al alumno. Adicionalmente la interacción con los compañeros proporciona apoyos, oportunidades y modelos para desarrollar conducta prosocial y autonomía.


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