AGUAFUERTES II. RESUMEN Y CRÍTICA DE GENTES, CIUDADES Y RIQUEZA
 La transformación de la sociedad tradicional, del neomalthusiano Edward Arthur Wrigley

AGUAFUERTES II. RESUMEN Y CR?TICA DE GENTES, CIUDADES Y RIQUEZA LA TRANSFORMACI?N DE LA SOCIEDAD TRADICIONAL, DEL NEOMALTHUSIANO EDWARD ARTHUR WRIGLEY

Edgardo Adrián López

Volver al índice

 

 

5.6. Rendimientos marginales decrecientes

Los clásicos creían que los rendimientos del trabajo en la agricultura tendían a un descenso permanente. Por ejemplo, pensemos que 10 hombres cultivan un terreno de 10 acres (4, 04 ha.) y que producen 1.000 bushels de trigo; por ende, cada uno genera 100 bushels (1992: 163). Sin embargo, el undécimo suscitará 10 bushels menos que la media, esto es, apenas 90; el duodécimo añadirá 80 bushels y el hombre número 16 sólo 40 (1992: 164).

Empero, es factible establecer un caso en que la producción neta se eleve, aun cuando la producción bruta se mantenga constante (incluso, puede concebirse que también ascienda). Para cualquier cereal tiene que suponerse que hay que generar primero, antes que cualquier otro objetivo, una cantidad fija destinada a simiente y forraje (1992: 166). Mientras el incremento de la producción que se consigue con la incorporación de un hombre adicional supere la productividad neta y media preexistente, su presencia aumentará la producción neta per cápita. El retiro de un hombre elevará la producción neta, si su presencia aporta menos que la productividad de los restantes trabajadores.

Lo anterior es adecuado para reflexionar acerca de lo que pudo suceder en los siglos XIV y XV, momentos en los que en buena parte de Europa la población se contrajo. Con estos datos es fácil deducir que la producción bruta descendió. Se conoce que la población disminuyó a un ritmo menor, de modo que se podría inferir que los hombres no fueron tan afectados. Pero la ausencia de mano de obra equivale a un retiro de fuerza de trabajo que no eleva la productividad, sino que acentúa la caída de la producción neta. En este caso se da una productividad marginal del trabajo perdido, mayor que la fuerza laboral en funciones. Es decir, al pasar de 14 a 8 hombres que se atarean en un terreno de 100 acres (40, 5 ha.), la producción bruta por individuo puede crecer un 8 % pero la producción neta caería un 17 por ciento (1992: 167). De ahí que las poblaciones en retroceso se asocien a cosechas en declive, aunque las cifras brutas aumenten. Por otro lado, las densidades de población menores pueden no significar una producción más elevada por individuo (1992: nota 41 de p. 167). En tales circunstancias, los días/hombre trabajados son exiguos y por lo tanto, la producción bruta y neta merma (loc. cit.). Se experimenta entonces, una mortalidad elevada, una nupcialidad estrecha o ambas, y la población no se recupera.

5.7. Conclusión

Acentuamos lo útil que resulta diferenciar entre producción bruta y neta para tratar los vínculos entre precio y cosecha, la variabilidad de los precios, las repercusiones de las buenas y malas cosechas, los rendimientos por unidad de superficie, los rendimientos al incrementar o disminuir la aportación de trabajo, entre otros aspectos (1992: 168). Pero a pesar de todos los matices, reservas, objeciones a los nexos demasiado mecanicistas, etc., en las economías pre-industriales y hasta bien entrado el siglo XIX, el volumen de las cosechas y los remanentes eran esenciales para los destinos de la agricultura y del resto de las esferas generadoras de riqueza. Afectaban el precio de los alimentos y la demanda de los bienes.