LAS MATEMÁTICAS DE LA CIENCIA REGIONAL

LAS MATEM?TICAS DE LA CIENCIA REGIONAL

Andrés E. Miguel Velasco y otros

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b. Monitoreando el Bienestar en Monte Albán del pasado durante el movimiento popular de 2006

Un tiempo después, Monte Albán del Futuro cambió. Se llegó a la paz, y arduamente se trabajó para elevar, y mantener elevada, la calidad de vida de su población. Como lo pronosticó Prometeo, los Niños de la Ciencia decidieron aplicar en su vida cotidiana los principios de la Ciencia Regional, cuyo objetivo fundamental es elevar, y mantener, niveles óptimos de bienestar para la población.

Cabe señalar que el “bienestar social” depende de un mayor crecimiento de la riqueza económica, paralelamente a la reducción de la marginación y pobreza. En otras palabras, el desarrollo implica la eliminación de la pobreza a través de la creación de bienestar social y de riqueza económica. El bienestar se mide o evalúa por los “logros” o por las “carencias” de satisfactores (materiales y no materiales) que posean las regiones, las comunidades locales o los individuos residentes en ellas.

En el primer caso, se toma en cuenta el ingreso disponible, así como la cantidad de recursos naturales y servicios públicos (agua, drenaje, pavimentación, electricidad, educación, etcétera), con que cuenten los espacios. En esta vertiente se utilizan los índices cuantitativos de ingreso, desarrollo, bienestar, desarrollo humano, y medidas de calidad de vida. En el segundo caso, los indicadores fundamentalmente se basan en el faltante de ingresos, servicios públicos o recursos naturales escasos; y en tal tenor los índices utilizados lo son los de marginación y de pobreza.

El “índice de bienestar” trata de medir el proceso de mejoramiento de las condiciones de servicios públicos básicos de la población de la región como la salud, vivienda, educación y alimentación. El “crecimiento económico” se considera una condición necesaria pero no suficiente para lograr el desarrollo, y se mide a través del producto interno bruto per cápita, el cual es un promedio que se obtiene al dividir el Producto Interno Bruto (es decir, el total de bienes y servicios producidos por una sociedad o región en un periodo de un año) entre la población total. Indicadores del “nivel de vida”, “calidad de vida” o “estándar de vida”, tratan de evaluar las condiciones de salud, conocimiento, habilidades, relaciones sociales, condiciones de trabajo, etcétera, que posean las personas.

Debido a que se ha confirmado que el poseer una mayor cantidad de bienes materiales no necesariamente provee una mayor felicidad humana, se ha aplicado el “índice de desarrollo humano”, definido como la capacidad de un individuo o una comunidad para contar con un ingreso económico decoroso a la vez que con la existencia de condiciones suficientes para una vida creativa. Básicamente, mide tanto los aspectos materiales (salud, vivienda, alimentación y esperanza de vida), como recursos para el bienestar cultural y social (alfabetización, acceso a los medios de comunicación, etcétera).

Por lo que respecta a los indicadores de las “carencias del desarrollo”, uno de los índices utilizados para su medición lo son los de “marginación” rural o urbana, los cuales tratan de caracterizar a aquellos grupos, rurales o urbanos, que han quedado al margen de los beneficios de la riqueza generada, pero no necesariamente al margen de la generación de esa riqueza ni mucho menos de las condiciones que la hacen posible.

En las regiones en vías de desarrollo, las disparidades regionales y la concentración territorial de las actividades casi siempre están relacionadas con una ubicación de la mayor población en un número reducido de localidades, y en este caso puede hacerse referencia al fenómeno que podría caracterizarse como desigualdad en cuanto a la distribución de las fuerzas productivas en el territorio; pero el mismo también está relacionado con la pobreza, la cual dificulta que las fuerzas productivas, el proceso de acumulación y el bienestar se desarrollen por igual en el espacio geográfico.

Independientemente de como se mida, para los estudiosos del Bienestar debe quedar claro que tanto para los individuos como para las sociedades y regiones, el desarrollo es la habilidad para crear riqueza y convertir ésta en Bienestar, siempre y cuando haya sido superada la estructura clasista de la sociedad, y exista la movilidad social impulsada por la educación.

Ahora bien, los Niños de la Ciencia no se quedaron solamente con el conocimiento teórico, sino que avanzaron en su medición del Nivel de Bienestar, y para esto inventaron el “monitoreo permanente del Bienestar”. Esto lo lograron seleccionando al azar, diariamente, entre su población, una muestra de familias que por internet, por teléfono, o simplemente tocando las teclas de las pantallas de las computadoras públicas creadas para este fin, pudieran darles una imagen de lo que estaba sucediendo con su calidad de vida, pues para ellos, solamente un excelente nivel de vida podía garantizarles tanto la felicidad a las familias y a las personas, así como evaluar la actividad de sus gobernantes. A continuación se muestra el cuestionario que se aplica entre los Niños de la Ciencia:

Monitoreo del Bienestar de los Hogares en Monte Albán del Futuro

El siguiente cuestionario tiene como propósito conocer su opinión acerca del nivel de bienestar.

Indique en los recuadros, en una escala de 1 a 10, su respuesta a cada una de las siguientes preguntas (1 es el valor más bajo, y 10 el valor más alto que usted puede asignar).

¡Gracias por su cooperación!

A continuación se muestra el primer ejemplo del comportamiento del monitoreo del bienestar social y la felicidad realizado durante el movimiento popular de 2006, en la Zona Metropolitana de Oaxaca, en la época de Monte Albán del pasado.

Al encontrarse en el centro del territorio de la entidad oaxaqueña, la zona metropolitana de Oaxaca constituía entonces el espacio de la dinámica económica y de amortiguamiento de la problemática que en se entonces afectaba al estado de Oaxaca. Esta zona se desenvolvía en un escenario en el cual su desarrollo se hacía dificultoso porque: a) su entorno se encontraba inmerso en problemas de sustentabilidad; y b) porque la distribución de su población poseía una distribución caótica espacialmente hablando, lo cual repercutía en la dotación de infraestructura básica para la población. Su crecimiento poblacional le acarreaba desórdenes y turbulencias cotidianas que derivaban de una demanda creciente de vivienda, salud, educación, empleo, y otros servicios públicos. Una expresión de estas turbulencias de esa época lo eran las marchas, plantones y el bloqueo de calles que producían "catástrofes cotidianas" entre la población. Así por ejemplo, en el año 2000, los habitantes del municipio de Oaxaca de Juárez resentían un promedio de 1.8 manifestaciones diarias, cifra que había crecido a 2.2 en el 2003, aumentando a 3.1 manifestaciones diarias en el 2006, hasta culminar con tres megamarchas del mes de junio de 2006 que agruparon cerca de un millón de personas, y que paralizaron completamente la actividad de la Zona Metropolitana de Oaxaca.

Con respecto a las turbulencias sociales del 2006, la huelga de maestros por motivo de mejoras salariales y laborales que dio origen al conflicto en el estado de Oaxaca, y en particular en la Zona Metropolitana de Oaxaca, inició el 22 mayo de 2006. Cuatro meses después, 1.3 millones de niños no habían podido acudir a clases, se habían perdido más de 370 millones de dólares y se había deteriorado la imagen de este turístico lugar (la Ciudad de Oaxaca cayó como destino turístico en el país). Después de cuarenta días del conflicto, los empresarios del centro histórico consideraban el siguiente saldo rojo: nómina $5,709,902.56; rentas: $3,567,621.97; facturas vencidas con proveedores: $31,091,724.33; pérdidas en ventas: $55,448,411.88; crédito requerido: $95,817,660.74 (Ocejo 2006). Más de la tercera parte de la población del estado de Oaxaca, entonces de 3.4 millones de habitantes, se veía afectada por las protestas. El gobierno del estado se encontraba en el ojo del huracán de la crisis iniciada el 22 de mayo, con un paro de los profesores de primaria y secundaria en demanda de un aumento salarial (Cortés 2006). Desde el 14 de junio, cuando el gobernador de Oaxaca ordenó un fallido desalojo de espacios urbanos y edificios públicos ocupados por los profesores, el conflicto se radicalizó con un virtual estado de sitio por parte de los manifestantes, que exigían su renuncia como única solución a la crisis, integrándose al movimiento magisterial la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca: federación de organizaciones sociales de diversos tipo). Entre junio y octubre se produjeron varias confrontaciones violentas. Ciento cincuenta días después (el 16 de Octubre), el desplome del turismo y de la economía eran evidentes, pues no se pagaban las quincenas de los profesores (por lo menos tres). Otros signos dominantes del momento eran la presencia de las barricadas populares que destacaban la inseguridad existente entre la población.

A ciento cincuenta días del inicio del conflicto, la mayoría de oficinas gubernamentales estatales se encontraban cerradas por la acción de los sectores inconformes, que mantenían acordonado con barricadas el centro de la capital, controlando la sede del gobierno y del congreso estatal, así como del poder judicial. Las emisoras de radio habían sido también ocupadas por el magisterio, que las usaban para difundir su propaganda y alertar ante la posible acción de las fuerzas de orden público para poner fin a las protestas. Era frecuente ver a funcionarios públicos ejerciendo sus labores en hoteles, restaurantes y domicilios particulares.

Funcionaban los servicios básicos, como agua, luz y limpieza, pero los trámites administrativos eran imposibles y el principal hospital público había tenido que incrementar sus labores por el cierre de la mayoría de centros de salud de atención primaria (Cortés 2006). A finales de Diciembre de 2006, la Comisión Nacional de Derechos Humanos reconoció oficialmente que durante el movimiento social el pueblo de Oaxaca había perdido 23 vidas, había 349 detenidos y 370 lesionados.

Con respecto al impacto de estas turbulencias en el bienestar objetivo y subjetivo, la encuesta del 5 de Abril de 2006, antes del inicio del conflicto, arrojó que en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca, la mayoría de la gente consideraba su nivel de felicidad regular, es decir, con un valor de 6 (ver Cuadro No. 1). El factor más valorado en la interacción de la felicidad y el bienestar era la existencia de electricidad, y en seguida la educación. La encuesta del 22 de Junio de 2006 arrojó que en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca el nivel de felicidad de la región continuaba siendo 6, es decir, la mayoría de la gente seguía considerando su nivel de felicidad regular. El factor más valorado en la interacción de la felicidad y el bienestar era la existencia de electricidad, los alimentos y el ingreso; posteriormente la educación. Por su parte, la encuesta del 16 de octubre de 2006, cuando el conflicto había recrudecido, arrojó que en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca el nivel de felicidad de la región había disminuido a 4, es decir, la mayoría de la gente consideraba su nivel de felicidad deficiente. Los factores más valorados para el bienestar eran la existencia de electricidad, la salud y el agua. La encuesta del 16 de diciembre de 2006, cuando estaba iniciando la salida del conflicto, arrojó que en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca el nivel de felicidad de la región nuevamente había aumentado a 6, es decir, la mayoría de la gente consideraba su nivel de felicidad regular. El factor más valorado para el bienestar era la existencia de electricidad. La encuesta del 1º de marzo de 2007 arrojó que en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca el nivel de felicidad de la región continuaba siendo 6, es decir, la mayoría de la gente consideraba su nivel de felicidad regular. El factor más valorado para el bienestar era la existencia de electricidad. Finalmente, la encuesta del 1º de septiembre de 2007 arrojó que en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca el nivel de felicidad de la región había aumentado a 6.86, es decir, la mayoría de la gente consideraba que su nivel de felicidad había mejorado de regular a aceptable. Los factores más valorados para el bienestar eran la existencia de electricidad y el clima. El factor menos valorado en todos los monitoreos lo fue el servicio que proporcionaba el gobierno.

Durante el periodo analizado el promedio de la felicidad regional fue 5.64, indicando una felicidad regular, y el promedio de la entropía fue 4.36, correspondiendo a un nivel de conflicto bajo, pero en su momento crítico el nivel de conflicto alcanzó un nivel alto.

El análisis realizado sugirió que la percepción por parte de la gente de la infraestructura y servicios públicos que proporcionan el bienestar según la temporada analizada, así como las políticas públicas, tienden a alterar el nivel de felicidad social. En Monte Albán del pasado se encontró que la entropía y el desarrollo son los reguladores de esta felicidad cuando tienen su aparición en la región las turbulencias sociales. Más adelante esta referencia sirvió de parámetro para mejorar la calidad de los servicios públicos, y a partir del mismo, mejorar el nivel de vida respectivo, así como la eficiencia de las autoridades gubernamentales.

Después de la batalla en la cual me salvé de milagro, yo, Trinquete Secundino, me quedé triste porque mi prisionero que había llegado a ser mi amigo, ya no estaba más. Cuando más nostálgico me encontraba reacordándolo, redescubrí en la pared de su celda, escrito con la letra del Niño Corsario, un comentario que decía:

--Trinquete: cuando tengas necesidad de reflexionar, recuerda el Programa de Matemáticas y Estudios Teóricos de la Organización, el cual me permitió desarrollar contigo una interpretación matemática de los sucesos regionales de la comunidad de los Niños de la Ciencia. ¡Era su propia letra, y en el mensaje destacaba el significado de su nombre! De pronto también comprendí el acertijo que escribió en la pared de su celda y que era

{(112→4)/}=28

pues 112 era la suma del valor de su nombre según las letras del abecedario, 4 era la suma de los números del 112, 28 era la división correspondiente a estos dos números, y precisamente a los 28 días, durante la siguiente fase de la luna llena, fue liberado por sus compañeros.

Desde entonces, gracias a Prometeo, me interesé en las Matemáticas. Las presentes reflexiones que he dado a conocer representan un esfuerzo por reflejar el interés que en mí despertaron los razonamientos del pequeño Corsario. Mi deseo sincero es estimular entre los Niños de la Ciencia el mismo entusiasmo que en mí despertó el gusto del Corsario Prometeo para interpretar lo que las Matemáticas pueden significar para inspeccionar nuevos senderos del análisis social en las regiones.

Por eso dejé se ser soldado de las armas y opté por convertirme en un guerrero de la Ciencia...