LAS MATEMÁTICAS DE LA CIENCIA REGIONAL

LAS MATEM?TICAS DE LA CIENCIA REGIONAL

Andrés E. Miguel Velasco y otros

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PREFACIO

Trinquete Secundino, es mi nombre. La historia que aquí relataré, cambió drásticamente el sentido de mi vida.

Para hacerme entender, es necesario recordar que según la mitología griega, Prometeo fue un héroe hijo de un titán denominado Júpiter, y de una ninfa llamada Clímine. Enseñó al hombre el arte de la vida al dotarlo del fuego que robó a Zeus, el padre de los dioses griegos, para defenderlos de éste cuando quiso destruirlos para crear una raza mejor. El castigo del héroe por tal osadía consistió en ser encadenado a una roca en la región del Caúcaso, y en la cual un buitre le devoraba las entrañas continuamente, hasta que Hércules, el semidiós, lo rescató definitivamente.

Para el presente caso, “Prometeo” es el nombre del Niño Corsario que tenía que vigilar el barco en el cual navegábamos rumbo a Monte Albán del Futuro. En esta región del mundo muchos años allá del Siglo XXI, los Niños de la Ciencia se habían dividido en dos bandos: el de los “Rubicundos”, serios detractores de las “Ciencias Blandas”; y el de los “Corsarios”, cuya bandera era la Ciencia de la Armonía y el Bienestar. Esta división dio origen a la “Guerra Fría de la Ciencia”. Prometeo fue atrapado en una batalla sostenida contra los Niños Corsarios.

Para facilitar el entendimiento de este suceso, debemos darles algunos antecedentes. Comenzaremos diciendo que por su apego natural a la tecnología dura, el desarrollo político y social promovido por los Niños de la Ciencia de Monte Albán del Futuro, quedó desfasado de su avance tecnológico. El intento de influir científicamente en la organización social tuvo relación con la aparición de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar de las Regiones y las Ciudades, también llamada la “Ciencia Regional”.

Antes de este suceso, Monte Albán del Futuro poseía un gran adelanto científico y tecnológico en las “ciencias duras”. Para los Niños de la Ciencia, cuyos padres habían sido los Binigulazas fundadores de Monte Albán en el pasado, todo estaba regido por el cálculo frío y rígido de la Lógica y las Matemáticas: no se sabe exactamente por qué, pero todavía más allá del Siglo XXI existía la tendencia a desterrar todo razonamiento proveniente de la Sociología, la Economía, Sicología y la Historia.

Desde su aparición, la Ciencia Regional, clasificada como una “ciencia blanda”, fue acusada de herejía, y por parte del cuerpo de científicos y técnicos se le sometió a las pruebas de control más rígidas que poseían. Fue condenada a desaparecer de los archivos del conocimiento científico y tecnológico.

Pero un grupo de discípulos seguidores de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar trató de poner en práctica su prédica de “La Ciencia para Todos, Todos para la Ciencia”. Estos discípulos se desparramaron por Monte Albán del Futuro difundiendo la “Buena Nueva” predicada por la Ciencia de la Armonía y el Bienestar. La persecución no se dejó esperar, y a pesar de todo los Niños de la Ciencia tuvieron que aceptar el nuevo mensaje, pero sus seguidores no pudieron salir a la luz pública a plenitud como era su deseo, y de manera oculta se dedicaron a fundar asociaciones, academias, y finalmente lograron que fuera adoptada por la Ciencia oficial la aplicación de algunas “Ciencias Blandas” como la Economía, la Sociología, la Sicología y la Administración, pero siempre negando la existencia de la Ciencia Regional, que se reflejó en que la mayoría de los habitantes de Monte Albán del Futuro, a pesar de su sapiencia, vivieran en condiciones de pobreza y marginación, salvo sus dirigentes que se apoderaron del Bienestar de todos.

Poco a poco el poder del conocimiento se desarrolló centralizado en el Consejo de Científicos e Ingenieros, que adoptaron el sobrenombre de “Rubicundos”. Gracias a un golpe de estado, el poder absoluto quedó en manos de un tecnólogo, quien se dio el título del “Gran Rubicundo de la Ciencia”.

El periodo comprendido entre la aparición de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar y dicho suceso no fue más que una lucha por asegurar el “poder del conocimiento” de este personaje, quien estableció un sistema de creencias fundamentado en el dogma, el cual destacó el método positivista, promoviendo como postulados de la Ciencia el “determinismo” y la “exactitud”, rechazando los principios probabilísticos del conocimiento científico.

Como respuesta, la oposición científica proclamó el retorno a la máxima de “La Ciencia para Todos, Todos para la Ciencia”. Otra vez se desataron las guerras y persecuciones en Monte Albán del Futuro, ocasionadas por la aparición de “metodologías” diferentes al “positivismo”. A raíz de esto, la lucha por el poder del conocimiento nuevamente se recrudeció en Monte Albán del Futuro, y desde entonces sus habitantes se dividieron en los bandos de los “Rubicundos” y los “Corsarios”, desatándose la Guerra Fría de la Ciencia.

Éstos últimos decidieron crear, huyendo en barcos que navegaban en el aire y en el agua, el “Imperio de los Corsarios”, cobijando a las “Ciencias Blandas” y a los nuevos métodos de investigación como la dialéctica, la hermenéutica y la investigación-acción; en tanto que los Rubicundos tomaron como bandera las “Ciencias Duras” y el “método positivista”. El argumento de los Rubicundos contra los Niños Corsarios era que éstos sustraían el conocimiento de todas las demás Ciencias para fortalecer la Ciencia de la Armonía y el Bienestar, siendo considerados herejes de la Ciencia formal, desatándose su persecución en todos los rincones de Monte Albán del Futuro.

En una de esas batallas fue atrapado Prometeo con otro grupo de Niños Corsarios. Con estos antecedentes, puedo comentarles con más libertad que esa tarde cuando el calor arremetía con toda su magnitud, me vi en la necesidad de proporcionarle un poco de agua al prisionero que parecía muerto de sed. Cuando me acerqué a él, escuché su grito de reclamo:

--¡Qué barbaridad!, ¿qué no existe un lugar en Monte Albán del Futuro donde traten bien a los Niños de la Ciencia?, ¡es el colmo!

--¿Por qué dices eso?, pregunté.

--Porque aquí no tratan bien a nadie, ni a ti, que te encargas de repartir el agua para todos, respondió.

Me quedé pensando. El Niño Corsario, al ver mi cara de duda comenzó a sonreír:

--Ja, ja, ja, nunca había visto tan deforme la cara de un Rubicundo. Luego se puso serio, cruzó los brazos en su espalda tomándose las manos, y comenzó a meditar en voz alta:

--Uno de los aspectos que más ha llamado la atención del espíritu científico de los Niños de la Ciencia desde que su ingenio ha desentrañado gran número de secretos de la naturaleza y ha propiciado su desarrollo tecnológico, es el poder determinar hasta que grado su propio comportamiento puede formalizarse, predecirse matemáticamente.

Se detuvo, me miró y dijo desafiante:

--Eso le pasa tanto a los Niños Corsarios como a los Rubicundos, ¿o no? A propósito, ¿cómo te llamas?

Yo le respondí perplejo:

--Mi nombre es Trinquete Secundino, respondí, mientras él continuaba razonando:

--Grandes avances se han logrado al respecto en Monte Albán del Futuro. Tal vez sean las aplicaciones de la probabilidad y la estadística lo más evidente de este hecho. Sin embargo, el conocimiento formal en los aspectos sociales debe avanzar aun más. Tiene razón el Consejo de los Niños Corsarios que me exigen dilucidar en que medida las Matemáticas aun deben convertirse en un instrumento de la formación básica de todo futuro científico de las regiones, de tal manera que su aplicación realmente contribuya a la interpretación del comportamiento social.

Se detuvo, me miró de soslayo, y continuó diciendo:

--El florecimiento de las Matemáticas en la programación, la estadística, y la aplicación de los modelos de sistemas al análisis científico, han hecho previsible que la Ciencia Regional pueda apoyarse en el análisis formal riguroso. Es difícil sostener que el futuro teórico de los aspectos sociales de esta ciencia se va a fundamentar solamente en la especulación y la reflexión como sostienen muchos detractores, entre ellos yo, quien por eso estoy castigado haciendo este razonamiento...No te me quedes mirando, ¡si, estoy castigado por haber dudado de la aplicación de las Matemáticas en las investigaciones de mi colectividad!, me dijo alzando la voz de tal manera que no solamente yo lo escuchara, sino todo aquel que estuviera a un kilómetro a la redonda.

--¿Estás castigado?, murmuré.

--Si, y también prisionero...Fui atrapado por descuido, lo cual es bueno para mi porque me permitirá razonar en mi celda con más tranquilidad, pues los Niños Corsarios y los Rubicundos tenemos muchas cosas en común, como por ejemplo, que las nuevas tendencias del desarrollo teórico de nuestras investigaciones se explican por la aplicación creciente de las Matemáticas a las interpretaciones socioeconómicas, y que apuntan hacia la obtención de conocimientos que a la vez que favorecen la conceptualización, son también formales, y por ende, cuantificables y ordenables en modelos.

--¿Las Matemáticas?...Tienes razón, son muy aburridas, e inútiles en el análisis práctico, afirmé dándome todo el valor del mundo al decirlo.

--¿Tú también piensas como tus tecnólogos?, me miró el pequeño pirata emocionado, quien agregó:

--Te repito que por una idea como la tuya estoy castigado, así que mejor te invito a razonar conmigo, pues las matemáticas o la matemática (del griego μάθημα, máthema: ciencia, conocimiento, aprendizaje), es la ciencia que estudia lo "propio" de las regularidades, las cantidades y las formas, sus relaciones, así como su evolución en el tiempo. A mi me dieron de plazo hasta la próxima luna llena para demostrar como las matemáticas ayudan a lograr el propósito de la Ciencia Regional, o demostrar lo contrario, ¿quieres meditar conmigo?, preguntó.

--No me interesa, mientras no sepa cual es el objetivo de la “Ciencia Regional”, además, siempre serás mi prisionero, respondí seguro de mi mismo. Sin hacer caso a mis observaciones, Prometeo afirmó:

--El propósito de la Ciencia Regional es explicar las causas y efectos que propician el bienestar, la calidad de vida y la felicidad de las personas, las familias, y las sociedades que habitan las regiones…Por lo que respecta a lo segundo, es probable que mi liberación puede ocurrir cuando se cumpla la condición

{(112→4)/}=28

la cual escribió en la pared de su celda.

--¿Ciento doce, cuatro, veintiocho?, traté de leer, mirándolo para ver si le daba el visto bueno a mi interpretación, mientras de mi mano caía mi cubeta de agua por la sorpresa que me causó el acertijo que acababa de escribir, así como el comenzar a escucharlo hablar...