DESAFÍOS DE LA SOCIEDAD RURAL AL DESPUNTAR EL SIGLO XXI. ECONOMÍA Y POLÍTICA

DESAF?OS DE LA SOCIEDAD RURAL AL DESPUNTAR EL SIGLO XXI. ECONOM?A Y POL?TICA

Compiladora: Irma Lorena Acosta Reveles

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VII. CONCLUSIONES

Por lo visto hasta aquí, el trabajo infantil en las zonas rurales de Calera no presenta aún los excesos de la producción capitalista propiamente dicha. Claramente los niños y personas mayores de edad encuestados manifestaron que los infantes no sufren maltratos físicos por parte de los patrones.

Sin embargo, el trabajo de estos infantes debe entenderse en función del movimiento del capital. Los bajos precios de los productos agrícolas, que no son suficientes para que el campesino obtenga un ingreso digno, hacen que los varones adultos tengan que salir a otros puntos del país o del extranjero, en busca del complemento al ingreso familiar. En su lucha por sobrevivir, los campesinos siguen produciendo pero ahora mucha de la fuerza de trabajo empleada es femenina e infantil.

Este tipo de agricultores, los campesinos que producen para el mercado sí parecen comprender la situación de vida de la población trabajadora porque los salarios que les pagan por un jornal, si bien son bajos, son superiores a los que perciben otros trabajadores como empleados de mostrador, etc. Pero esto más bien se debe a que en las temporadas durante las cuales la agricultura exige mucha mano de obra, la sobrepoblación se vuelve escasa, aunque sea sólo momentáneamente y la necesidad del agricultor para que el cultivo no se pierda lo obliga a ofrecer salarios suficientes para que las mismas mujeres y niños se incorporen al trabajo.

Esto explica también por qué los salarios se ubican mucho más bajos en las temporadas de escasa demanda de trabajo; ello quiere decir que la sobrepoblación mantiene su carácter de tal y no puede obligar al pago de mejores salarios. Algo que es pertinente rescatar aquí, es que algunos agricultores de tipo capitalista tienen muy claro que una de las claves de su éxito es traer jornaleros de otras regiones, donde el pago en salarios es bajo porque hay sobrepoblación.

En relación a la alimentación de los niños, se observa que no adquieren los nutrientes necesarios y suficientes para alcanzar los niveles de crecimiento y desarrollo físico y mental en la etapa escolar.

Por lo general, después de un año, el niño puede comer casi todo lo que come un adulto. En muchas sociedades, es a esta edad, o antes, cuando el niño empieza a compartir la comida familiar. Esta costumbre es muy positiva para él, siempre y cuando se vigile que reciba la cantidad suficiente y que se le den principalmente alimentos ricos en proteína, calcio y vitaminas (como carnes, leche, verduras y frutas), que estos alimentos no sean sustituidos por refrescos embotellados o “comida procesada” (Lucille y Superviella, 1987).

Se pudo percibir que los niños principalmente de las comunidades de Toribio y Francisco I. Madero, Calera, presentan lesiones de la piel, como manchas blancas y color amarillo y su comportamiento es diferente a los niños de Río Frío, se ven tristes o temerosos, por lo que se cree son signos de desnutrición o falta de vitaminas según un estudio de UNICEF (Lucille C. y Superviella, 1987: 39). En él se dice que en un desnutrido primero hay alteración en el peso, luego en la talla y después asociación de las dos, siendo algunas de las características que se pueden observar la: piel seca, áspera, uñas planas, cabello lacio quebradizo, decolorado y fácilmente desprendible. Un desnutrido de primer grado muestra inquietud, irritabilidad, apatía por los juegos, inaparente por los padres. Un desnutrido de segundo grado presenta peso y talla bajos, alteraciones en la piel, son más apáticos, se la pasan dormidos o sentados. Son numerosos los factores que derivan del estado de desnutrición de un niño.

En relación a la vivienda se considera un problema el número de habitaciones que se contemplan en las tres comunidades. Según los datos obtenidos, se concentran 4 ó 5 personas por habitación, habiendo viviendas que sólo cuentan con un cuarto; lo cual pone de manifiesto las condiciones de hacinamiento que no son propicias para el pleno desplazamiento y el adecuado descanso.

Por otra parte, el fertilizante tamaron que mencionan los niños, es utilizado en las tres comunidades y sin ninguna protección, actualmente está prohibido en Estados Unidos. En México se vende con una etiqueta que dice: “No debe ser utilizado por personas menores de 18 años”. Este fertilizante provoca jaqueca o gripa y para aplicarse las personas deben cubrirse con un overol plástico de lona, lentes y mascarilla.

La exposición humana crónica generalizada a bajas concentraciones de sustancias químicas agrícolas tiene profundas consecuencias. Los efectos potenciales que han causado preocupación pública comprenden cáncer, enfermedades degenerativas crónicas, malformaciones congénitas y una gran cantidad de síndromes inespecíficos desde astenia (debilidad muscular) hasta impotencia sexual .

Un problema serio que enfrentan los niños cuando se someten a jornadas de trabajo largas e intensas que impliquen trabajar inclinados y/o cargar cosas pesadas es la fractura de la cintura (lastimarse la cintura, como suelen decir en el campo). Quienes sufren ese percance tienen molestias durante su fase productiva y en general durante toda la vida (García, 2004).

Encontramos que en la incidencia de la pobreza, existen factores determinantes asociados al modelo universal de desarrollo, que se ven reflejados en el fenómeno económico y en un sistema inequitativo. La educación está insuficientemente financiada y de ello depende estrechamente la relación entre escolaridad y trabajo.

Los ingresos del hogar provienen en un 80% (Gobierno del Distrito Federal, 1999:12) del trabajo; por ello los ingresos del hogar dependen de que se ocupe el padre, la madre o ambos, y de que se empleen o no, de la calidad del trabajo, y si éstos laboran en un mercado formal o informal, como asalariado público o privado, etc.

Donde la sociedad se caracteriza por la pobreza y la desigualdad, es probable que se incremente el trabajo infantil. La estrategia para enfrentar estas carencias consiste en aumentar el número de contribuyentes al ingreso familiar. En esta situación se cuentan los asalariados de las micro y pequeñas empresas más pobres, así como los auto-empleados, la mayoría en el sector informal. En la calidad de esta inserción influyen los pocos años de instrucción así como conocimiento y la participación de los aportes de ingreso al hogar. La participación de las mujeres en el ingreso familiar ha crecido sostenidamente en todos los países, lo cual sería altamente positivo si sus remuneraciones por trabajo fueran equivalentes a las de los varones, y que su ingreso al mercado laboral no haya sido obligado.

Entonces con más empleo y mejores salarios para los jefes del hogar, no habrá necesidad de que los menores trabajen y en cambio sí reciban una educación de mejor calidad y mejores condiciones de vida en general.

Es fundamental incorporar en la construcción y desarrollo de todo proyecto o programa a todas aquellas agencias de gobierno no cercanas a la atención de los menores, a la iniciativa privada, a las organizaciones de la sociedad civil, así como a todos aquellos sectores interesados en el beneficio de la infancia.

En tiempos recientes mucho se ha hablado y escrito sobre la necesidad de establecer prioridades en la acción, planteándose como grupo principal la población que se encuentra realizando aquellos trabajos denominados intolerables. La estrategia fundamental siempre consiste en recuperar la centralidad de la escuela en la vida de los niños y adolescentes.