LA GESTIÓN DE LAS RELACIONES Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

LA GESTI?N DE LAS RELACIONES Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

Emeterio Guevara Ramos

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12. La Ética en los negocios

Si la conducta de las organizaciones debe considerarse como ética, primero debemos acordar cómo decidir o no si la acción es ética. Tradicionalmente quienes han estado interesados en el campo de la Ética han sido los filósofos.

Debemos saber que Ética es la rama de la filosofía que trata del bien y del mal, de los derechos y de las obligaciones morales, y de los principios que rigen el comportamiento moral de una persona o grupo. La ética en los negocios contiene las normas y los principios morales que rigen el comportamiento en este campo. La diferencia entre una decisión común y corriente, y una ética estaría en el papel

Para el análisis de esta importante temática, debemos partir de la comprensión de que la Ética pertenece al nivel del deber ser, de la deontología. La orientación que la humanidad se da permanentemente frente a lo que deberían ser los comportamientos de los individuos en la sociedad, constituye una constante a través de los tiempos. Siempre lo ético tendrá que ver con el nivel de lo ideal, y, ésta condición no invalida en nada su pertinencia como referente que conduce y orienta el quehacer social de los individuos en un grupo social. Existe una razón pura de orden práctico; es la que se funda en el hecho absoluto de la ley moral, en una experiencia ontológica a la que Kant llama “imperativo categórico” (Kant, 1984)

La conducta ética está determinada por las evaluaciones individuales, que pueden llamarse “razonamientos morales”. El hombre ha de actuar evitando errores, o sea, con conocimiento de causa y considerando la naturaleza humana como no totalmente libre, sino relacionado con el orden general del universo (Spinoza, 1984). En el rigorismo intransigente de Kant, el deber ser, surge de los postulados de la razón práctica. La moral, es una exigencia real, no sujeta a las contingencias de la historia ni a la subjetividad (Kant, 1984).

Para Aristóteles, la esencia del bien moral, no se determina a priori, sino partiendo de una jerarquía de valores acordada por la experiencia, más allá de los hábitos y conductas cambiantes del individuo y de las transformaciones operadas en las instituciones del Estado (Aristóteles, 1984). Los acercamientos para determinar la naturaleza ética de un acto caen dentro de dos categorías, basadas en los méritos del acto o en sus consecuencias, y se conocen como los acercamientos deontológico o formalismo y teleológico respectivamente.

Un acercamiento se basa en el argumento en base a las consecuencias y se conoce como acercamiento teleológico y establece que una acción es correcta o incorrecta dependiendo de las consecuencias de esa acción. Representantes de esta corriente están John Stuart Mill y Jeremy Bentham filósofos del siglo XIX quienes desarrollaron el enfoque utilitarista a la conducta ética y moral. Se le llama utilitarista porque ellos revisaron leyes, normas, costumbres e instituciones para determinar su utilidad para la sociedad. Si no tenían valor para la sociedad deberían ser abolidas.

Para poder juzgar la cantidad de felicidad producida por una alternativa dada, debe identificarse una medida general de felicidad. Para los utilitaristas una acción es correcta si tiende a incrementar la suma total de placer o decrece la suma total de dolor de aquellos afectados por la acción. Un acto es moral si produce más felicidad que infelicidad.

Existen tres formas de utilitarismo: hedonístico, eudemonístico e ideal. Friedrich Nietzsche estableció que no existe una moralidad o estándares éticos, sino muchos que se basan en las variaciones culturales. El creía que la fuerza de los actos morales o éticos radica en la fuerza de la cultura (Brady, 1990, p35-55).

El utilitarismo supone que un principio moral que sirve como criterio para el juicio ético es el mayor bien para el mayor número de personas (Brady, 1990, p38).

El segundo acercamiento, el deontológico establece que la obligación es la categoría moral básica, que la obligación es independiente de sus consecuencias. Una acción es correcta si tiene ciertas características o es de una cierta clase, e incorrecta si tiene otras características o es de otra clase. Se identifica en los trabajos de William Palley, moralista del siglo XVIII quien creía que la conducta moral y ética sigue la voluntad de Dios; Inmanuel Kant argumentaba que la conducta moral estaba basada en la voluntad humana y no era una función de la ética judeo cristiana y que los seres humanos tienen la capacidad de reconocer lo correcto de lo incorrecto y estar de acuerdo con tales juicios. El llamó a esta facultad la razón pura, indicando que es una habilidad frágil, cuyo uso depende de la voluntad de la persona de confiar en sus promesas.

La razón pura es equivalente a los motivos puros y estos pueden fácilmente superados por las preferencias individuales y los motivos privados. Cuando sucede esto, la habilidad de la persona de razonar puramente se contamina con una variedad de compulsiones personales (Kant, 1984); y George Moore quien mantenía que la conducta ética era auto – evidente para significar que esta era evidente o verdadera por méritos propios.

Las dificultades asociadas con las variaciones de las costumbres, moral y valores de los países dificulta el desarrollar un código de ética para todos. El propósito de un código de ética para las organizaciones tiene la finalidad de reforzar la imagen de las organizaciones dentro de una sociedad determinada, pero los estándares varía de un país a otro y se debe precisar si es necesario que varié de también en concordancia con los países. Es probable que una forma más precisa de conducta ética deba estar basada en los valores de la sociedad. Si una organización existe en solamente una cultura, requiere adaptarse sólo a los valores de esa cultura. Pero si se ubica en varios países determinar el código de ética se complica (Fagothey, 1975, p13-6).

El derecho de la sociedad para establecer restricciones éticos a los negocios surgen de tres consideraciones. Primero, una sociedad tiene el derecho de dictar las accione séticas de las negocios porque les ha otorgado a la organización el derecho legal de conducir los negocios. Por ello se deriva que al otorgar los derechos para operar en este entorno, la sociedad también tiene el derecho de determinar las condiciones que prevalecerán.

La segunda consideración está relacionada con la naturaleza misma del Estado. El Estado está en una mejor posición de regular la conducta ética que en una sola organización. Si una única organización asume un rol ético, puede ser en su propio detrimento, especialmente si otras organizaciones no asumen el código de ética. Pero si todas las organizaciones lo asumen a través de la regulación del Estado, entonces ninguna organización tendrá una ventaja competitiva basadas en actos no éticas porque éstas serán entonces ilegales. La ilegalidad de las acciones y las sanciones potenciales por violar la ley, deberán lograr la aplicación de las normas por todas las organizaciones.

La tercera de las justificaciones para que la sociedad defina las fronteras éticas de los negocios se relaciona con el fracaso de que las empresas se regulen a sí mismas. Aunque idealmente parece razonable que las organizaciones establezcan su propio código de ética, la historia no ha demostrado que la auto aplicación de políticas éticas es efectiva. Los grupos de formación y vigilancia ética a lo largo de las ramas industriales usualmente no tienen los poderes para aplicar y hacer que se cumplan con las bases mínimas de conducta ética. Por lo anterior se considera que es el Estado quien debe desarrollar y vigilar que se cumpla un código de conducta.

Existen cuatro áreas en las cuales el Estado ha establecido conductas éticas para las empresas: 1. Acciones criminales contra individuo; 2. Acciones civiles contra organizaciones; 3. Guías regulatorias con poderes de cumplimiento; y 4. Legislación específica que fuerza el establecimiento de controles que monitorean la rendición de cuentas de conducta ética de las organizaciones.

A excepción de la cuarta área, la regulación de la conducta ética ha estado dirigida hacia preocupaciones y asuntos específicos más que posturas éticas comprehensivas. El problema con los códigos de ética es que es difícil saber cuándo una conducta es legal o ilegal; por lo que se dificulta determinar la ética de la conducta. Además, las leyes no son edictos finales que gobiernan conductas éticas, también es importante la interpretación judicial de leyes específicas.