FRONTERAS, IDENTIDAD, CONFLICTO E INTERACCIÓN. LOS PRESIDIOS ESPAÑOLES EN EL NORTE AFRICANO

FRONTERAS, IDENTIDAD, CONFLICTO E INTERACCI?N. LOS PRESIDIOS ESPA?OLES EN EL NORTE AFRICANO

Francisco José Calderón Vázquez

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II.4.- La adversidad como característica dominante de la vida en los Presidios

Podría definirse la situación vital de los presidios norteafricanos con la voz "precaria". La vida en los mismos nunca fue fácil para las tropas y gentes españolas acantonadas en los reductos, al estar jalonada de escaseces, penurias, asedios, enfermedades o epidemias . Sometidos a constantes hostigamientos, escaramuzas y en líneas generales a una perenne hostilidad, el enclaustramiento continuo y la consiguiente sensación claustrofóbica tuvo que ser un lugar común intemporal para las guarniciones españolas y los grupos de residentes, al sentirse tan prisioneros de sus “protectores” muros como los propios penados, aunque se alternaran los periodos belicosos con otros pacíficos.

Además de las penurias, incomodidades y dificultades, la vida se presentaba como muy azarosa , dada la permanente hostilidad que debían afrontar los españoles, y el riesgo constante, siempre al acecho, de caer heridos, muertos o cautivos, en manos del enemigo. Como parecen confirmar los estudios sobre el lugar de origen de los cautivos (Bennassar, 1989 ; Vilar y Lourido, 1994 ; Garcia Arenal y Bunes 1992 ) un humillante cautiverio , en las prisiones de Berbería, fue el horizonte vital para muchos de los soldados y de la gente de los presidios.

Tan difíciles circunstancias vitales, configuraban en su conjunto una existencia muy precaria. Ello hacía que el servicio en los presidios, especialmente en los menores, fuera considerado en su momento, uno de los más duros y temidos destinos del Imperio Español en su conjunto, si no el que más. Para muchos, el servicio en las plazas de Berbería fue sinónimo de destierro, o de muerte en vida. Ello explica, la aversión al servicio en las fortalezas de Berbería de la gran mayoría de la tropa y la consiguiente dificultad de reemplazar desde la Península las bajas que se iban produciendo por muerte, edad, licencia, enfermedad, cautiverio o deserción en las guarniciones, con el consiguiente debilitamiento de las mismas.

Esta dureza ambiental, explica indirectamente, el común fenómeno de la deserción como única escapatoria a la agobiante existencia de la vida en los presidios. A pesar, del enorme peligro que suponía traspasar las murallas y adentrase en un contexto tan hostil como el norteafricano. Los desertores, como apunta Lourido, fueron junto con los cautivos la fuente principal de donde provenían los renegados.