HERENCIA Y CIVILIZACIÓN: UN ENFOQUE CRÍTICO A LAS HEGEMONÍAS IMPERIALES

HERENCIA Y CIVILIZACI?N: UN ENFOQUE CR?TICO A LAS HEGEMON?AS IMPERIALES

Maximiliano Korstanje

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El Otium y la recreación turística

Desde un prisma metodológico, comparar al turismo moderno con el ocio antiguo sería un grave error, desde el momento en que ambos elementos pertenecen a categorías analíticas distintas. Por un lado, el turismo es sólo una forma (de otras muchas) de ocio moderno, mientras que el otium puede comprenderse como la adaptación de la noción griega schkóle, excluida de sus signifaciones filosóficas. (Munné, 1999)

El otium para los romanos (y así para gran parte del imperio) se distinguía de la ocupattio; por aquella época el ciudadano podía emplear su “tiempo libre” en diversos quehaceres los cuales iban desde la caza o la pesca (privado) hasta asistir a un evento promocionado por el emperador (público) (Jiménez Guzmán, 1986:25). En forma sumariada, cada evento tomaba formas sociales y estructurales específicas: la caza y la pesca, los banquetes, algunos viajes, las termas, los baños, los ludii gladiatori, las carreras, la poesía, el teatro y la bien conocida siesta; todas estas formas guardaban diferentes significaciones sagradas (Veyne, 1985) (Robert, 1992) (Paoli, 2007).

A medida que el Imperio crecía, las rígidas costumbres de Catón fueron haciéndose más laxas; ciertas interpretaciones sesgadas de las doctrinas de Epicuro (combinadas con la filosofía estoica) fueron conformando al otium como un mecanismo de distinción social y sensibilidad hedonista (Korstanje, 2008b). Ahora bien, aun cuando algunos estratos como los esclavos no podían gozar de los beneficios del otium, sí tenían su tiempo libre o de descanso el cual utilizaban paseando por las calles de Roma o consumiendo vino en “las temibles” Tabernas (Robert, 1992). Otra diferencia radica en que el turismo moderno se encuentra unido por definición al desplazamiento geográfico y/o viaje dentro de un marco temporal y estructural específico; aspecto por el cual se lo distingue de la migración u otros desplazamientos voluntarios.

Por otro lado, en el otium, como en cualquier otro ritual, existía una devoción hacia una deidad en particular; así las fiestas y los banquetes se ofrecían en honor a Baco, Saturno o Júpiter mientras que también los ludii gradiatori recordaban una y otra vez, el control técnico y material de Roma sobre la naturaleza y sobre los otros pueblos; en efecto, la ociosidad adquiría cierta obligación y responsabilidad para con los dioses. No asistir a las “fiestas bacanales” o a las “saturnalias” podía ser un acto de libre elección, de no ser por los temidos castigos se creía tanto Saturno como Baco podían ejercer en los negocios (Robert, 1992) (Paoli, 2007). Esta perspectiva última, separa en gran medida al otium (semi-voluntario) de las formas actuales que adquiere el turismo como actividad comercial.

Sin embargo, al margen de sus diferencias (sustanciales en algunos puntos) tanto turismo como otium podrían compararse teniendo en cuenta que ambos tenían a la razón como el elemento principal de evolución y jerarquía entre los hombres. Por lo tanto, el otium al igual que el turismo no sólo funcionan como un reforzador (o desinhibidor) de los roles objetivados en la vida cotidiana dentro del propio grupo, sino además recuerdan a los hombres ciertas “premisas” básicas para el funcionamiento de su sociedad tales como: a) una jerarquía necesaria para distinguir a los hombres entre sí dentro del endo-grupo, b) ciertos factores escénicos y de dramatización los cuales refuerzan el orden social pre-existente, c) la existencia de utopías y tópicos ideales como formas de dominación y control políticos, d) una diferencia y/o igualdad entre el endo y el exo-grupo con la aplicación (planificación) racional como criterio selector y e) la existencia de lazos identitarios y de solidaridad que mantienen la cohesión grupal.