MIGRACIÓN, PERCEPCIÓN CULTURAL DEL TRABAJADOR PERIFÉRICO EN EL CENTRO 
(CONSTITUCIÓN SIMBÓLICA EN CONTEXTOS ESTRUCTURADOS)

MIGRACI?N, PERCEPCI?N CULTURAL DEL TRABAJADOR PERIF?RICO EN EL CENTRO (CONSTITUCI?N SIMB?LICA EN CONTEXTOS ESTRUCTURADOS)

Ricardo Contreras Soto

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11.1.2 Los costos sociales de las políticas neoliberales en México

Es importante hacer hincapié en la reflexión social y cultural en el esquema del sistema mundial, con relación a las crisis y las políticas de ajuste exodirigidas por los centros en los Organismos Multinacionales. Desde la segunda mitad del siglo XX con las cuales se cambió las orientaciones de los Estados nación en las relaciones en el sistema mundial, de acuerdo a Flores y Mariña (1999:159) sobre la dialéctica centro - periferia en los procesos de “globalización” plantean:

“El atropello a la tradicional idea de soberanía de los Estados proviene esencialmente de las potencias económicas, políticas y militares (correspondiéndose con gran exactitud), que es además frecuentemente acatada por la ambición política de los dirigentes de los Estados y naciones débiles con una característica... mientras los consorcios y potencias exigen de los más frágiles que se “abran” para la penetración de sus mercados y capitales (opinaría yo además la apropiación de los recursos), ellos mismos, los más fuertes, administran holgadamente, a voluntad y a conveniencia, proteccionismo y regulación... con mayor exactitud, de operaciones y presiones de interés y poder en una estructura como la actual, favorece irrevocablemente a los mas fuertes.”

El efecto en el sistema mundial las periferias y propiamente "el caso" de México tuvo repercusiones directas, en diversos costos: político, moral, cultural, social, en la periferia, propiamente en nuestro caso en México.

Hubo estrategias de conversión estructural en la política cuyos efectos también generaron desarticulación social (desde antes de 1988) se apostó al control social, a ofertar mano de obra barata y condiciones estables políticas, para abrirnos a las inversiones externas, aunque afectara y fracturara al tejido social: su capacidad de respuesta, de organización, inventiva y creatividad.

La política dominante preparaba terreno para una nueva forma coerción social, en la docilización de los ciudadanos, en la domesticación de sus movimientos laborales (desde Miguel de la Madrid), se necesitaba ese control político seguro, estable, con “gobernabilidad”, en donde se iba inhibiendo todo movimiento de reivindicación y de demanda de mejores condiciones de vida.

Al interno se desgajaba las instituciones del “estado benefactor” con el conjunto de prestaciones sociales que representaban los lazos internos de la sociedad, los agentes experimentaban una ausencia de justicia.

No existe conciliación con un proyecto civilizatorio de desarrollo más equitativo, y en cambio existe un desorden a la deriva entre la ley del más poderoso, la supervivencia personal y la razón cínica del "mercado" (oligopolio) como nuevo credo.

El presidente Salinas desmantelaba las instancias del corporativismo político del estado benefactor, rompió el pacto social de la revolución mexicana definitivamente, para constituir otro sin garantías sociales, con la bandera de "liberalismo social", desarticuló y disolvió la incipiente participación política alternativa (como los sindicatos independientes y otros movimientos sociales – actores políticos) (ver el trabajo presentado por Zermeño 1996).

Sustituyendo en la política (a la denominada clase media ilustrada) y al discurso nacional, con nuevos cuadros empresariales sin resonancia, arraigo, ni estructura social y con el discurso de la modernización.

También (Salinas) controló el discurso que hacía critica de “su proyecto” quedando confinado como retrograda quien no estaba de acuerdo, así estigmatizando a sus adversarios, de tal forma que las demandas sociales, por ejemplo fuera sustituido toda decisión económica solo a por programas productivos y emprendedores, que mañosamente eran orientados a un grupo de una sola clase social, (Petras en el periódico la Jornada 27 y 28 /8/1995:53 y 55 respectivamente) explicaba este viraje de orientación política “neoliberal” en el sistema mundial, que se vino entretejiéndose en Latinoamérica por los organismos internacionales después de la guerra fría.

Este tipo de programas se ha continuado hasta la fecha, y ha afectado el tejido social, dejando sin capacidad de negociación o de presión a los diversos actores sociales. Afectando asociaciones y organizaciones colectivistas: cooperativas, ejidos, sindicatos, asociaciones no gubernamentales, etcétera.

Se ha apostado al control social: en los programas de “Seguridad Pública” como estrategias ocultas de represión y desarticulación social (más policía, incluso intervenciones de soldados, tecnología de control social más compleja y desarrollada, etcétera).

No se ha buscado soluciones de fondo a los problemas sociales, otro de los casos, es la política de “0 huelga”, que ha roto las garantías sociales de trabajadores, así como la “nueva cultura laboral” que han mermado derechos conquistados, y no han mejorado las condiciones sociales.

La disolución de los movimientos de reivindicaciones sociales y su articulación institucional y al papel del Estado han determinado dejar excluidos a actores sociales y además no establecerse los vasos comunicantes, como ejemplo de estos casos fue los movimientos para el reconocimiento a los pueblos indígenas en la propuesta de Ley COCOPA, que después de una guerra, no se a resuelto (ni Zedillo, ni Fox) de manera satisfactoria por los vías institucionales.

No se han resuelto los problemas de fondo y se agudizan a medida que se combinan los rezagos sociales, el divorcio entre sociedad – Estado, debilita al país.

Se ha querido resolver los problemas por parte de los gobernantes con solo mercadotecnia política, cayendo en una esquizofrenia banal, en la "arquitectura de imagen" en la virtualidad de lo inexistente, en lo absurdo de lo escandaloso, y en el genocidio de fomentar la ignorancia.

Paradójicamente, la ausencia de movimientos sociales deja sin fuerza y respaldo al mismo Estado Mexicano, recordemos en el Tratado de Libre Comercio el problema con los cítricos, con los transportistas y con el embargo atunero entre otros, donde en un momento dado, se requería de confirmación y fuerza social de los actores, se quedaba en estado de indefensión y sin respaldo social, sin actores políticos con mayor presencia social, ante cualquier arbitrariedad o abuso del centro, y sin poder manifestar o dar una respuesta organizada de inconformarse, protestar, concienciar, etcétera, dejando como único interlocutor condicionado a las presiones externas al ejecutivo.

Esa ausencia no ha hecho presencia de posibilitar otro contexto de negociación y de propuesta, ausencia que no da fuerza ética – política a los consensos y rumbos.

Más que a las dispersión de mediaciones, no hay un proyecto cultural correspondiente a un proyecto de nación.

Una nación que se ha fracturado, y que camina con lógicas muy mezquinas en torno al poder, ausentándose el apoyo social, omitiéndose la coherencia de una comunidad imaginada, fomentándose la decepción.

El costo social ha sido alto de esta política social, no se ha fortalecido un país, se ha debilitado. Esta es la pregunta de fondo en la cohesión social en México y la falta de un proyecto social coherente y consistente de nación, como han cuestionado algunos intelectuales, (ver a Campos y Sánchez 2001). El problema es más grande no se ha tocado los problemas en cuanto a educación, tecnología, sustentabilidad, etcétera.