LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

Volver al índice

 

 

 

 

UNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA MONETARIA. LA PROPUESTA FRIDMANIANA

1992

El Tratado de Libre Comercio (TLC) que pretenden firmar México y Estados Unidos, podría convertirse, en poco tiempo, en un tratado de adhesión, que establecería la absorción de nuestro país por el vecino norte. A esa conclusión puede llegarse después de observar con atención las recientes declaraciones de Milton Friedman, representante máximo del neoliberalismo económico.

Según el Premio Nóbel de Economía (en 1976), ante la perspectiva de una mayor integración económica entre las naciones mencionadas, nuestro país debería eliminar su banca central (Banco de México) como órgano rector de la política monetaria y aceptar como propia la política monetaria de Estados Unidos. Ello significa, entre otras cosas, la unificación de las monedas (peso y dólar) y de entrada la renuncia de nuestro país a fijar libremente la paridad cambiaria de su moneda y determinar su política monetaria. Es decir, todo quedaría en manos de la Reserva Federal Norteamericana, es que quien imprime los dólares fija la política monetaria de ese país.

Es importante recordar que la política monetaria de un país es un elemento fundamental para orientar y corregir el rumbo de la economía. Principalmente mediante la manipulación de la oferta monetaria, la tasa de interés y el tipo de cambio. Si nuestro país, (por ser economía pequeña, como Arguye Friedman) elimina su banca central y adopta como suya la política monetaria norteamericana, estaría renunciando a la conducción independiente de sus procesos económicos. En el marco de un proceso de integración de la economía internacional esto suena lógico. No es otra cosa lo que hará la Comunidad Económica Europea (CEE) el próximo año, al unificar, sus países miembros, sus políticas monetarias. Sin embargo ¿es eso lo que realmente queremos en México. Una integración de esa naturaleza. ¿Está preparado nuestro país para integrarse de esa manera al vecino del norte?

Desde luego que las autoridades de nuestro país no habían planteado una cuestión de esa naturaleza. Pero es bueno reflexionar al respecto y discutir la viabilidad de tales medidas, ya que las propuestas fridmanianas gozan de una elevada aceptación e influencia entre las autoridades mexicanas. Y es grande la coincidencia de éstas con dichos planteamientos.

Conviene señalar, entonces, que de hecho es muy discutible la viabilidad del TLC, debido a las condiciones en las que se encuentra la economía nacional. Un proceso de integración de esa magnitud requiere de ciertos ajustes a nivel interno, que, en nuestro país no se dieron ni se han dado. Si esto es así, cuanto más es cuestionable (y digamos inviable) es una propuesta de unificación más amplia , que comprometería el funcionamiento de la economía mexicana al extremo de que su dinámica y ritmo de desarrollo quedarían exógenamente determinados.

Las asimetrías en el grado de desarrollo de ambos países en cuestión derivaría el proceso de integración susodicho, en una simple y llana absorción de la economía más pequeña por la más grande y poderosa. Y ello, ni remotamente puede significar una alternativa viable para la solución de los problemas que aquejan a nuestro país. Por lo menos no por el momento.

Es bueno recordar que el proceso de integración de la CEE, lleva ya varias décadas. De hecho se inició en 1956 con el Tratado de Roma. No se dio de la noche a la mañana. Y eso parece olvidarse cuando se hace referencia al proceso de integración México - EU. Da la impresión de que, en el exterior, se quisieran quemar etapas con el fin de ampliar la influencia norteamericana en nuestro país, lo más rápidamente posible.

La ligereza y simplicidad con la que los teóricos y políticos norteamericanos abordan la realidad mexicana es, realmente, un elemento de preocupación. Como si los actores sociales no existieran y en su lugar sólo hubiera agentes económicos, lo grave es que se les deja opinar, se les escucha y en una gran mayoría de los casos, se les toma en cuenta.

No porque Friedman haya sido premio Nóbel debe tener necesariamente la razón (esto no hay que perderlo de vista). Su capacidad teórica e influencia política no están en duda. Lo malo es que sus propuestas no parten desde una perspectiva de la economía mexicana, si no del otro extremo. Es por ello que sus planteamientos pierden congruencia con la realidad y se vuelven inconscientes con respecto a lo que los mexicanos esperamos y queremos. ¿ o no ?.