LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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TASA DE INTERÉS Y CRÉDITO AL CONSUMO. FACTORES RECESIVOS

1 de abril de 2000

La recesión interna en México representada por la incapacidad de expansión de las empresas que producen para el mercado interno ha sido provocada, en buena medida por el carácter contraccionista que ha tenido la política crediticia y de tasas de interés que se ha establecido durante, por lo menos, los últimos seis años.

El crédito al consumo, que es un factor sumamente importante para ampliar la capacidad de consumo y facilitar la consolidación del patrimonio familiar y que, por ello, contribuye de manera importante a expandir el nivel de ventas de las empresas nacionales, ha propiciado, con su severa caída, la reducción de la demanda interna.

De acuerdo con datos publicados por el Banco de México e Inegi, el crédito total al consumo se ha reducido en un 60% de 1995 a la fecha. Considerado a partir de sus componentes, se puede observar que el volumen del financiamiento para bienes de consumo duradero se ha reducido en un 45%, en tanto que el crédito vía de las tarjetas de crédito ha caído mucho más, hasta un 72% en el mismo período.

Desde luego esta reducción del crédito tiene que ver con el deterioro del ingreso y la riqueza de las personas, que, les impide endeudarse por sus bajos salarios o debido a su falta de solvencia dada por la pérdida de parte de su patrimonio (que sirve, precisamente, para obtener créditos).

Sin embargo, son los niveles que ha alcanzado y mantenido la tasa de interés activa en nuestro país, el factor que explica de manera más amplia, la reducción del crédito. La tasa de interés para créditos al consumo alcanza, actualmente un nivel promedio del 39% (aunque en algunos casos de tarjetas de crédito y para compra de automóviles sobrepasa ese promedio).

Desde luego, ese nivel de tasa de interés no es consecuente con el comportamiento de las tasas de interés pasivas (las que pagan las instituciones financieras por depósitos bancarios o colocación de deuda). Tampoco ha sido consecuente con el desempeño económico del país.

El diferencial entre tasas activas y pasivas es de casi 26 puntos, es decir que las tasas activas son tres veces mayores que las tasas pasivas. Situación que es totalmente irracional y que únicamente beneficia a los bancos, puesto que permite que sus utilidades se elevan a un nivel en que de cada peso que invierten ganan.

Pero además, el nivel de las tasas activas no se corresponde con el nivel inflacionario del país. Si se supone que la tasa de interés debe cubrir la pérdida del valor del dinero que se presta, entonces la tasa activa se encuentra a un nivel que excede con mucho ese fin, porque la inflación el año pasado fue del 12.3% y este año no será mayor. Así, con respecto a la inflación, también existe un diferencial muy amplio, totalmente injustificado.

Por último, si se compara el nivel de tasas de interés para créditos al consumo de México con respecto a otros países latinoamericanos, se observa, también, una distancia muy grande. Así tenemos que para Brasil la tasa de tarjeta de crédito es del 5% (ocho veces menor que en México), y la de Argentina y Chile de 25 y 21% respectivamente (alrededor de la mitad de la de México). Y se trata de economías con características similares a nuestro país, y que han pasado por más o menos los mismos problemas. El contexto internacional explica, como se ve, la magnitud de los errores de nuestra política externa y expone la urgente necesidad de corregirlos.

En conclusión, es necesario reducir las tasas de interés activas para ampliar el volumen de crédito y por esta vía reactivar la demanda y la economía interna. La capitalización de los bancos no debe estar por encima del interés nacional por mejorar las condiciones de desarrollo interno del país.