LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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RECUPERACIÓN ECONÓMICA O CRISIS SILENCIOSA

22 de mayo de 1997.

Los resultados positivos que reflejan las variables económicas para el primer trimestre del año han provocado la euforia oficial, a tal grado que el propio Presidente Zedillo ha utilizado esto como argumento para, dice él, demostrar que los críticos de su programa económico están equivocados. Precisamente fue en su discurso del día 16 de mayo pasado en Boca del Río, Ver., en donde enfrentó a sus críticos blandiendo las cifras de la llamada por él “recuperación económica”.

Estas cifras a que se hace referencia muestran que la economía creció en los tres primeros meses del año un 5.1% con respecto al primer trimestre del año pasado. Pero ello no significa que la estrategia ha triunfado ni mucho menos que los problemas que pretende atacar se hayan acabado. Por el contrario, lo que podemos observar es que existe un deterioro en variables económicas determinantes que permiten medir qué tan real es la presumida “recuperación económica”.

Así tenemos que si bien el PIB creció en el primer trimestre del año con respecto al mismo período del año anterior, debemos considerar, también que comparado con el cuarto trimestre del año pasado muestra un decrecimiento del 3%. Y si lo comparamos con el PIB de 1994 tenemos que es menor en un 2.8%. Esto significa que la economía mexicana todavía no alcanza el nivel de producto que tenía en 1994, así que no hay nada, todavía que celebrar.

Aun si ya se hubiera alcanzado dicho nivel. ¿Será consuelo saber que estamos igual que hace tres años, fecha en que andábamos bastante mal?

En lo que respecta al empleo las cifras oficiales muestran que el número total de asegurados permanentes en el IMSS es de 9 millones 343 mil personas, cifra que es superior a la existente en diciembre de 1994 en apenas 500 mil personas. Es decir, que la estrategia económica gubernamental ha sido incapaz de crear empleos para todos aquellos desempleados que ya existían en 1994 y para el millón de personas que cada año se suman a la población demandante de trabajo.

Tal vez el optimismo presidencial decaería si consideráramos que las remuneraciones reales en la industria manufacturera son inferiores en un 47.3% con respecto al valor que tenían en diciembre de 1994. Es decir que los salarios de ese sector equivalen casi a la mitad de lo que se obtenía en el año señalado. Y lo mismo sucede para el sector comercial en el que el rezago es casi de la misma magnitud.

Por si eso fuera poco, podemos considerar, también, que de acuerdo con la Facultad de Economía de la UNAM, en la actualidad un trabajador destina el 67% de su salario para la compra de artículos básicos, cuando, en 1987 dedicaba sólo el 14.5% a estos fines. Y esto se debe a que el salario mínimo actual representa, apenas, el 28% de lo que era en 1987. Es decir, que para que los trabajadores pudieran tener, al menos, el mismo poder de compra que hace 10 años, el salario mínimo debería de ser de 92.92 pesos.

De hecho los trabajadores que hoy perciben cinco salarios mínimos (esto es, algo así como $3,960.00) perciben en realidad el equivalente a un salario mínimo de 1977. Ello es sumamente grave si consideramos que 16 millones de personas (es decir el 80% del total de la fuerza laboral) perciben ingresos menores o iguales a cinco salarios mínimos. Lo cual empeora si se observa que 13 millones de ellos reciben como ingreso entre uno y dos salarios mínimos y sólo 3 millones perciben ingresos superiores, pero no mayores a cinco salarios.

Ello explica por qué las ventas al mayoreo sufrieron un descenso del 14.1% en 1995 y un nulo incremento en 1996. Ello explica, también, por qué las ventas al menudeo cayeron un 19.3% en 1995 y un 5.3% en 1996 y al primer bimestre del presente año se redujeron en un 3.4%.

Lo anterior demuestra que no podremos hablar de recuperación económica. Que el programa económico no ha sido capaz de superar los problemas derivados de una crisis económica que un programa económico del mismo corte provocó en 1994. Y, por lo pronto, eso significa que los críticos de los programas no se han equivocado.