LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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PEMEX: ACCIDENTES Y PRIVATIZACIÓN

14 de noviembre de 1996

Una vez más, la tragedia ensombrece a PEMEX. Otro accidente que cobra vidas y recursos materiales. Pareciera que alguien está dispuesto a ennegrecer la imagen de la paraestatal con el fin de que la sociedad termine por creer que efectivamente es manejada de manera muy ineficiente por el Estado y ello sirva para crear el consenso necesario para privatizarla.

PEMEX, efectivamente es manejada de manera sumamente ineficiente e irresponsable. Los accidentes de los últimos años lo demuestran. Todos han sido accidentes ocasionados por negligencia y falta de atención a los problemas de mantenimiento de las instalaciones. Lo mismo en Chiapas que en Tabasco, igual en San Juanico. Lo más grave es que ni los culpables son castigados, ni se destinan más recursos para mejorar las instalaciones.

El gobierno no puede argumentar que PEMEX no tiene capacidad financiera para sufragar los gastos que requiere el mantenimiento y la modernización de instalaciones. El año pasado, el gobierno federal, le asignó a esta empresa 28,769 millones de pesos. Cantidad bastante menor que los 77,098.2 millones de pesos que PEMEX pagó por impuestos y derechos al gobierno federal. Ello significó una diferencia de 48,328.4 millones de pesos. Es decir, el gobierno federal obtiene de PEMEX una cantidad que es 2.8 veces mayor que lo que invierte en él. De modo que bien se pueden destinar más recursos para el mejoramiento de la empresa. Pero no se hace, porque esos recursos son utilizados para otros fines. Muchos de ellos menos prioritarios (como el pago de la deuda externa, por ejemplo).

Si de verdad se quiere actuar bajo principios de eficiencia y racionalidad económica es imprescindible despedir de inmediato y fincarles responsabilidad penal a quienes han convertido a PEMEX en un montón de chatarra siempre a punto de estallar. Es sumamente necesario que se hagan cargo de la paraestatal profesionales con capacidad empresarial que sepan hacer provechoso para del país la amplia rentabilidad que tiene ésta empresa.

Este gobierno que se presume eficientista no puede seguir manejando una empresa de manera tan irracional. A menos que lo que se busca es, precisamente, tratar de aparentar que, pese a todo, el gobierno no sabe manejar empresas. Lo cual encierra una profunda contradicción dentro del propio discurso oficial. Pero, a la vez, deja muy claro que los accidentes son parte de la estrategia para lograr el consenso social para pasar a PEMEX a manos privadas.

Si se piensa bien, esto no sólo es razonable, sino necesario. La empresa más importante en manos del gobierno es PEMEX. Es también la empresa que más desearían privatizar, tanto gobierno como empresarios (nacionales y extranjeros). Pero es, también, el símbolo más acabado del nacionalismo y de las conquistas sociales. Por ello resulta sumamente difícil que pueda establecerse el consenso social necesario para venderlo a los particulares. A menos que la sociedad se convenza de que en manos privadas estará mejor o por lo menos causará menos daño que si sigue perteneciendo al Estado. Y para lograr ese convencimiento nada mejor que propiciar que PEMEX dañe a la sociedad, como lo ha venido haciendo hasta ahora de manera deliberada sin descubrir sus intenciones.

Si hacemos caso al adagio popular de que “el que paga manda”. Entonces es hora ya, de que la sociedad empiece a exigirle cuentas al gobierno respecto a lo que está pasando con PEMEX y le exija una profunda revisión para determinar qué es lo que está mal y cómo debe corregirse. PEMEX no pertenece al gobierno, pertenece a la Nación. El gobierno, que es quien administra a PEMEX, no se manda solo, tiene un compromiso con la sociedad que es en quien radica la soberanía de la nación y que, entre otras cosas es la que, mediante sus impuestos, paga los sueldos de los irresponsables funcionarios que quieren acabar con PEMEX y los sueldos de aquellos que deberían exigirle cuentas a esos funcionarios. Y los sueldos de quienes deberían castigar y poner en la cárcel a esos funcionarios.

Si la sociedad “paga a tiempo para no pagar consecuencias”, entonces no deberíamos pagar las traumáticas consecuencias producto de los errores de los funcionarios que no saben cumplir con sus responsabilidades pero que, eso sí, cobran alegremente altísimos sueldos que la sociedad paga con sus impuestos.

Si los accidentes en PEMEX quieren ablandar el espíritu nacionalista de la sociedad mexicana, es momento que esta sociedad ablande las pretensiones de los funcionarios de este régimen y recupere a PEMEX y al gobierno para beneficio de la sociedad.