LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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LA SUBALIMENTACION. OBSTACULO AL DESARROLLO NACIONAL

1989

Los problemas de salud en nuestro país siguen siendo graves. La pobreza en la que se encuentra el 50% de la población nacional es la causa principal de que muchos males aún no sean erradicados. Sin embargo, el principal problema de salud pública no es, en la actualidad, algún tipo de enfermedad. Con seguridad podemos decir que el hambre es el problema de salud más grave.

Desde luego, no me refiero al hambre que podemos sentir cuando comemos a la hora acostumbrada. No, me refiero al hambre como una circunstancia cotidiana. Como la imposibilidad de satisfacer la necesidad de ingerir alimentos de manera permanente. El hambre como un fenómeno de subalimentación que necesariamente significa deficiente ingestión de los elementos proteínicos que requiere el cuerpo humano para desarrollarse en forma adecuada. Fenómeno en el que vive y padece de la mitad de la población del país.

Y el problema es grave no sólo por la elevada proporción de las personas que lo padecen. Lo es también por las consecuencias que de él se derivan. Porque la subalimentación implica una permanente disposición a desarrollar todo tipo de enfermedades.

Pero, al mismo tiempo implica un deficiente desarrollo biológico del individuo. Si pensamos en que por años una persona se encuentra envuelta en esta circunstancia, entendemos que su condición física y mental está por debajo de lo normal. Es decir en posición de desarrollar actividades físicas y mentales de manera deficiente. No es un secreto que una de las razones del fracaso escolar de millones de niños es precisamente su deficiente alimentación. Y muchos de esos niños ya son adultos y crecieron con deficiencias que hoy les hacen no aptos para ciertos trabajos. La subalimentación genera un escaso desarrollo del intelecto.

Pero independiente de que esto significa una imposibilidad para integrarse a la vida económica, el problema es que quienes están en esta situación procrean hijos.

Y esta procreación significa no sólo reproducir la misma situación de pobreza para la nueva población. Lo más grave es que transmite de generación en generación las deficiencias biológicas y mentales de los individuos subalimentado. Es decir que cada nueva generación se desarrollará a partir de deficiencias genéticas ya existentes. Como la situación de pobreza se mantiene, estas deficiencias no hacen sino ampliarse para, posteriormente reproducirse, nuevamente a escala ampliada. Y esto no significa otra cosa que una degeneración racial a partir de una generación genética que se transmite de padres a hijos.

Es decir que la pobreza genera y asegura la subalimentación. Y ésta, a su vez, un subdesarrollo biológico que al ser transmitido por vía hereditaria va conformando una raza de seres humanos inferiores física y mentalmente. Y esto es válido para un país que, como el nuestro tiene, al 50% de su población en condiciones de pobreza extrema y en el mejor de los casos en pobreza a secas.

¿Puede un país salir adelante en estas condiciones?. ¿Puede un país así aspirar al pleno desarrollo económico?. ¿Puede un país así pretender competir con otros países más desarrollados?. ¿Puede un país así crear sus propios medios para desarrollarse, con individuos con pleno subdesarrollo biológico?. La respuesta a todas esas interrogantes es un rotundo NO.

Y lo más grave no es la existencia misma del problema. Más preocupante y urgente es detener este proceso de deterioro genético ocasionado por las condiciones en que viven 40 millones de personas en México.

Y cual es la solución. Pues si la pobreza es lo que ocasiona este problema hay que combatirla y erradicarla por completo. Pero no con sucedáneos sino con una política permanente de desarrollo social. La cual sólo estará asegurada si la meta de la política económica del país es el constante y permanente mejoramiento de los niveles de bienestar de la población. Una política económica que no sacrifique el bienestar en aras de la eficiencia y la modernización. Una política más humana y menos técnica que no vea sólo números en donde hay seres humanos. Una política que mas que perseguir metas estadísticas y equilibrios económicos se preocupe porque cada uno de los 80 millones de personas que poblamos este país pueda satisfacer sus necesidades en forma digna y adecuada, de manera que permita el desarrollo pleno de cada individuo. Esa es la tarea que tenemos por delante para contribuir a la construcción de un país desarrollado. Sólo un estómago lleno puede contribuir al engrandecimiento del país. Porque un estómago vacío reduce la vida a una permanente lucha por sobrevivir. Por ello, primero hay que asegurar la sobrevivencia de la población y luego orientarse a cumplir otras tareas. Porque, de todos modos, estas últimas no podrán realizarse si la sobrevivencia no está asegurada.