LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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LA INFLACIÓN SILENCIOSA, TRAMPA DE LA HETERODOXIA

1989

Silenciosamente se acentúan los problemas de la economía mexicana. Insospechada, subrepticiamente avanza la llamada “inflación silenciosa”, esa que no se ve en las cifras oficiales, esa que crece sigilosamente sin querer ser percibida, disfrazada de escasez o de calidades diferenciadas, trampas comerciales para encarecer precios que además tampoco pueden ser ya reprimidos por más tiempo. Porque los repetidos pactos al congelar los precios, efectivamente redujeron y controlaron la inflación, pero desalinearon precios, provocaron escasez, quiebra de empresas y descontento masivo por el deterioro salarial, al introducir a la economía en una “ficción econométrica” basada en una estrategia de contención artificial de la inflación, que ya no encuentra salida de esta “trampa de la heterodoxia” (como dice Carlos Ramírez) al enfrentarse con la realidad en la búsqueda de la reactivación económica y la continuación del programa modernizador, los cuales dependen paradójicamente del control inflacionario el cual se encuentra en riesgo de perderse, presionado por la misma inercia del programa estabilizador, que ha obligado a aceptar la implementación de los llamados “ajustes oficiales” a algunos precios, aunque en la realidad muchos son ya los productos cuyos precios se han incrementado sin autorización. Así, se “ajustaron” los precios de los refrescos, las tarifas eléctricas y productos básicos como el frijol, tortillas, azúcar se venden por encima de su precio oficial. Además la reciente amenaza de un incremento en el precio de las gasolinas, siembra la incertidumbre sobre la estabilidad de los precios de otros productos y la vigencia misma del pacto.

Desde luego ante este avance subterráneo y silencioso del aumento en los precios que provocan que las cifras oficiales no coincidan con los bolsillos de las amas de casa, el movimiento obrero se apresta a solicitar un aumento salarial ante la obvia protesta del sector oficial y empresarial.

Pero el entrampamiento no termina ahí. Como consecuencia de la escasez de alimentos ha surgido la necesidad de complementar con importaciones la demanda nacional, por lo que en el primer semestre de este año las compras de alimentos al exterior sumaron 1108 millones de dólares, para un total de 4 millones 396 mil toneladas, lo que representa un incremento anualizado en este tipo de importaciones del 43%, siendo notables las compras de trigo de 403 mil toneladas y de maíz de 934 mil toneladas (lo que significa casi el 50% del consumo nacional de este producto) situación que tiende a agravar la posición de la balanza comercial en la medida que los precios internacionales de dichos granos han mostrado incrementos sustanciales en el mismo período. Así, los precios del maíz, soya, sorgo y trigo que en conjunto representan más del 50% de las importaciones de alimentos que realiza el país aumentaron entre un 13.5% y un 50%, mientras que las exportaciones de uno de los principales productos de exportación del país, es el café, han caído en un 19.2% debido a la sobreoferta en el mercado internacional. La crisis de abastecimiento se refleja también en el sector ganadero donde en lo que va de este año ha sido necesario importar 693 mil toneladas de granos forrajeros lo que representa el 45.3% del consumo nacional de estos.

Este fenómeno conduce a observar que el sector externo de la economía muestra también los signos del entrampamiento ya que la Balanza de Pagos registró un déficit de 2500 millones de dólares de enero a septiembre de este año como producto de la disminución del superávit comercial por el intenso incremento importador estimulado además por la fuerte dependencia tecnológica del país que obliga a importar una gran cantidad de bienes intermedios y de capital que en conjunto representan el 80% de las compras al exterior que realiza el país.

La misma realidad comienza a demostrar que el argumento oficial de que la estabilización de precios ya estaba dada y que la economía podría, al finalizar el pacto reactivar su crecimiento no es tan cierto. Ya se ve que las estructuras causales de la inflación permanecen aletargadas por los soportes artificiales, prestas a cobrar vida en cuanto se relajen los controles.

El plan coyuntural no logró, como se quería, transmutarse en un estructural que sentaría las bases para el sano crecimiento sin inflación. Porque el énfasis fue puesto en la sujeción de los precios más que en las propias transformaciones estructurales que deberían llevarse a cabo paralelamente y hoy que el soltar las amarras parece ya inevitable, pone de manifiesto que otras medidas habrán de adoptarse, que otra estrategia habrá de establecerse; una más allá de las ficciones neoliberales, que ya han demostrado su fracaso.