LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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KEYNES, ROBINSON Y LA POLÍTICA ECONÓMICA AL REVÉS

1988

En algunos de nuestros artículos pasados comentamos que tal como se han venido dando las cosas, tal pareciera que la política económica implementada por el actual gobierno estuviera de cabeza, y que habría que ponerla de pie (tal como lo hiciera Marx con la Teoría Hegeliana), para hacerla congruente con nuestra realidad económica. Esta opinión parte del hecho de que la actual política económica orientada fundamentalmente a resolver el problema inflacionario ha estructurado toda una serie de medidas que no han logrado tener éxito en la medida que existe un distanciamiento teórico entre ellas y la propia realidad. Concebir, por ejemplo, que el problema inflacionario es debido a los crecientes déficits gubernamentales y al incremento constante de los salarios, quiere decir que tenemos una demanda, por lo que habría de comprimirse ésta a través de la reducción salarial y la reducción del gasto público.

Un menor nivel de demanda dejará de ejercer presión sobre los precios y por tanto estos tenderán a presentar un ritmo de crecimiento menor. Por esta razón presenciamos un proceso de fuerte contracción salarial, que al final de cuentas sólo ha servido como mecanismo de transferencia de riqueza hacia los empresarios quienes a través de esto han incrementado su ritmo de acumulación de capital. Al mismo tiempo tenemos una fuerte reducción en el gasto corriente del gobierno y en su gasto de inversión, lo cual a fin de cuentas ha provocado un fuerte desempleo y por ende una caída del ingreso y de la inversión total, ya que como sabemos la inversión pública ha sido durante muchos años el motor del desarrollo del crecimiento del país.

Disiento de esta explicación en tanto contiene graves errores teóricos y prácticos: primero, la causa de la inflación no es el incremento excesivo de la demanda que el crecimiento económico ha producido, sino más bien, su insuficiencia para poder impulsar un crecimiento de la oferta, en la medida que el mercado interno ha ido sufriendo fuertes contracciones, además de que al estar seccionado en una esfera alta del consumo y una baja ha polarizado el consumo provocando antes que una profundización en la producción de ciertos bienes, la diversificación de unos cuantos para una determinada esfera del mercado, lo que no ha permitido una expansión equilibrada de la oferta que permitiría abatir costos y bajar precios. En Estados Unidos, por ejemplo, la homogeneidad en el consumo ha permitido una amplia expansión de las empresas a tal grado que abaten costos y logran disminuir precios, lo que les permite capturar un mayor número de consumidores y por esta vía incrementar sus ganancias.

Por el lado de la oferta encontramos también otro problema. En la medida que crece la producción de ciertos bienes la oferta de insumos va sufriendo poco a poco una mayor rigidez e inelasticidad por dos razones: primera, el Sector 1 (medios de producción) de nuestra economía se encuentra ligada fuertemente al extranjero. El proceso de reposición del capital para la reproducción a escala ampliada, por tanto, está influido por la situación que guarde el sector externo y los vaivenes de la política cambiaria. De tal forma que, cada vez que es necesario ampliar o cuando menos mantener los niveles de oferta internos, habrá que disponer de una cantidad mayor de recursos para adquirir los bienes de reposición, en la medida que existe un fuerte proceso de ampliación de intercambio desigual, situación que se ve agravada por la constante devaluación de nuestra moneda, respecto al dólar. Segundo, la oferta de insumos ya sean bienes intermedios o de capital, es tan escasa en nuestro país que llegado el momento esto representa un obstáculo al crecimiento de la producción. Y esto gracias al escaso desarrollo que ha tenido el sector 1 a nivel interno. Ante esto, al sufrir rigideces la oferta de estos bienes, su precio se incrementará y causará costos más elevados en la producción de otros bienes. O su insuficiencia provocará escasez de ciertos productos lo que equivaldría a un aumento en su precio. O lo que generalmente sucede, se decide optar por las importaciones con los efectos que ya vimos antes.

Cuando la economía Keynesiana se volvió política económica. El efecto inmediato fue un fuerte impulso a la inversión pública como forma de incrementar el empleo, la producción ingreso y demanda: el crecimiento económico, pues. Sin embargo, la Teoría Keynesiana hizo crisis por no haber considerado el contenido del empleo. Veamos: Al incrementarse la inversión pública, la mayor parte de ella, en las economías desarrolladas se dirigió al armamentismo principalmente y a otro tipo de ramas productivas que no incrementaban la oferta de bienes y servicios necesarios para la sociedad. Esta inversión provocó efectivamente mayor empleo, ingreso y demanda, sin embargo, tuvo el efecto de crear empleo haciendo hoyos para que otros lo taparan. Es decir, la demanda empezó a crecer mientras la inversión en la producción de bienes necesarios y su oferta se fueron estancando. Llegado el momento, la demanda superó con mucho a la oferta y presionó a la alza de los precios, no porque haya habido un excedente de ésta, sino porque la oferta misma se había comprimido y el costo de elevarla sufrió considerables incrementos. Por tanto, Keynes fracasó en este punto al cerrarse el nudo contradictorio entre crecimiento e inflación, como lo señalara otra brillante economista Joan Robinson. El problema radica en el "contenido del empleo". De aquí que la política económica tenga que ser puesta de pie. No hay que reducir la inversión pública, sino incrementarla, pero en aquellas áreas donde no sólo se impulse el empleo, sino también la producción misma de aquellos bienes necesarios en nuestra sociedad. Cuidar, pues el contenido del empleo que genera la nueva inversión pública. O dicho de otra forma, reducir el gasto improductivo e incrementar el productivo. Pues la única salida a la crisis de nuestro país radica en centrar el impulso al crecimiento en la inversión pública, y no en un retroceso, lo cual implica la absurda reprivatización de la economía que hoy presenciamos.