LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

Volver al índice

 

 

 

 

EL DESARROLLO ECONÓMICO REGIONAL

1991

1.- El mercado y el estado en el desarrollo regional.

Entendemos en este ensayo al Estado como una unidad política organizada con autonomía y soberanía para su gobierno interior. Compuesto por territorio determinado sobre el que ejerce su poder. Y por un sistema de instituciones (gobierno central, gobiernos locales, sistema judicial, fuerzas armadas).

Entonces el desarrollo regional como un proceso de cambio con dirección y velocidad determinada en los planos económico, político, social, ambiental, tecnológico y territorial. Proceso que se caracteriza por un crecimiento económico dinámico y mejoramiento del nivel de bienestar de la población a través de la organización especial de las actividades humanas y mediante un proceso de integración de las regiones.

Siendo el Estado el factor fundamental de salvaguarda del bienestar y la integración de la sociedad y de su forma de organización económica, política y social, se entiende que existe una estrecha vinculación entre el quehacer estatal y el desarrollo regional. De esta forma podemos decir que promover y alcanzar el desarrollo regional deviene una responsabilidad del Estado. Responsabilidad que asume a través del sistema de instituciones que lo constituyen.

Esta responsabilidad puede ser asumida de diferentes maneras. Una, mediante una intervención directa en los procesos económicos. La otra, a través de la creación de las condiciones necesarias para la operatividad adecuada del mercado. Donde son las fuerzas libres de la oferta y la demanda las que propician dicho desarrollo.

Existe una amplia controversia respecto a cuál debe ser la actividad del Estado frente a los problemas de desarrollo. Controversia que establece como disyuntiva la intervención directa o no en los procesos económicos. A este respecto se argumenta por un lado que las fuerzas del mercado pueden solucionar los problemas regionales sin que sea necesaria la intervención estatal directa. Se aduce que no restringir en absoluto la actuación del mercado constituye una solución aceptable y más barata que ninguna otra.

Una política del Laissez Faire se basa en que el principal objetivo del desarrollo regional debe ser una mayor eficiencia nacional y en que la actuación del sistema de precios en una economía de mercado en el mejor mecanismo de regulación automática para lograr dicho objetivo al promoverse la optima asignación de los recursos.

Quienes se inclinan por esta política, argumentan que las inevitables diferencias que se producen entre costos e ingresos previstos y los reales, pueden minimizarse de mejor manera, mediante la toma de decisiones individuales que a través de su centralización.

De otra parte se argumenta que es muy cuestionable la eficiencia de los mecanismos de mercado como medio idóneo para la organización regional de los recursos.

La base teórica sobre la que descansa la idea de la libre acción del mercado en las economías regionales previene de la teoría del equilibrio general. Dicha teoría es estática y supone ajustes automáticos inmediatos que conducen al equilibrio. Sin embargo, es muy importante aclarar que los procesos de ajuste son muy complicados y casi siempre operan con retraso. De donde se deduce que la tendencia al equilibrio siempre se va obstaculizando.

De igual forma, la eficiencia de las fuerzas del mercado depende de que se cumplan los supuestos de un régimen de competencia perfecta. Sin embargo, las estructuras monopólicas y oligopólicas son muy frecuentes en toda la economía espacial.

Así mismo la tesis del Laissez Faire supone la búsqueda del beneficio individual como fórmula para encontrar el beneficio colectivo. Sin embargo, los beneficios individuales superan con mucho los beneficios sociales. Los recursos se asignan en una función de maximización del beneficio individual. Lo que casi siempre significa escaso beneficio social.

Cabe señalar también que la política del libre mercado perpetúa y amplía las desigualdades interregionales en lugar de reducirlas.

El hecho mismo de hablar de los problemas de tipo regional constituye una evidencia clara, de que las fuerzas del mercado no han conseguido eliminar, por sí solas, las diferencias regionales. De aquí entonces, entonces, llegamos a la conclusión de que es necesaria y viable la intervención estatal directa en los procesos económicos como factor determinante del desarrollo regional.

Desde luego que esta intervención no implica necesariamente la eliminación de los mecanismos de mercado. Significa, mas bien, una educación de los mismos, de forma tal, que se oriente a la consecución de los objetivos de desarrollo regional en los términos que hemos definido a éste.

2.- Los problemas del desarrollo regional

El desequilibrio de la estructura espacial de la economía es una de las características más importantes de los países subdesarrollados. Ello se refleja generalmente en:

a) Amplia polarización espacial evidenciando por dos zonas claramente diferenciadas; una relativamente desarrollada y otra atrasada.

b) Escasa diferenciación espacial que se manifiesta en la existencia de un sólo centro “desarrollado” sobre el espacio.

c) Un débil o nulo proceso de integración nacional.

En los países subdesarrollados las desigualdades regionales son muy amplias y muestran una tendencia hacia la agudización.

La problemática fundamental del desarrollo regional en estos países puede resumirse un los siguientes puntos:

• Existe un “centro” que concentra los beneficios de la aglomeración, las inversiones, la disponibilidad de fuerzas de trabajo y tecnología.

• Existe una “zona periférica” atrasada. Sin industrias modernas ni infraestructura adecuada, eminentemente agrícola, con problemas de empleo, y satisfacción de las necesidades básicas de su población. La cual emigra a los “centros” en busca de mejores condiciones de vida.

• El o los centros no pueden absorber una gran masa de población emigrante. Por lo que se incrementa el subempleo o el desempleo abierto.

• Ante las presiones de su crecimiento y la emigración, los centros tratan de solucionar los problemas de ellos derivados. Ello acelera el desarrollo del centro en favor de la concentración territorial y en determinado de las periferias y del propio centro.

De este cuadro general se deduce que la intervención del Estado debe estar dirigida primordialmente a eliminar los factores que propician la existencia y permanencia de estas disparidades regionales. Y de los problemas que ello genera a nivel nacional.

La estrategia del desarrollo nacional, que debe ser establecida por el Estado, debe incluir obligatoriamente los aspectos especiales del desarrollo. Dicho de una manera más precisa: debe existir una estrategia de desarrollo regional que haga frente a los problemas mencionados.

3.- Mecanismos y problemas del estado para propiciar el desarrollo regional.

Toda intervención del estado en los procesos de desarrollo regional, implica un conjunto de políticas regionales derivadas una estrategia regional. Pero implica principalmente una acción planificada para el logro de sus objetivos.

De hecho, es importante desligar la intervención estatal en el desarrollo de la planificación regional. Es, justamente, a través de la planificación regional como el Estado puede intervenir de la mejor manera y alcanzar los objetivos del desarrollo que en los piases subdesarrollados pueden reducirse en dos: la reorganización especial y la integración nacional.

En este sentido se le impone al Estado la necesidad de romper las restricciones sociales, económicas, políticas e institucionales que obstaculizan el desarrollo regional.

Sabemos que existen intereses encontrados en la sociedad. Algunos segmentos de la población se benefician del status quo de la situación prevaleciente. Generalmente se trata de fuertes grupos de poder económico y/o político, ante los cuales poco puede hacer el Estado.

Pero por otra parte muchas veces esos grupos mantienen una relación de dominio sobre el Estado de modo tal que sus intereses son salvaguardados por éste. De donde entonces , el Estado ni siquiera se llega a proponer la transformación que implica el desarrollo regional como tarea propia. De aquí que para que el desarrollo regional se convierta en objetivo estatal debe darle ciertas condiciones. Y luego que, para una vez convertido, realmente se den, deberán removerse muchos intereses para conseguirlo. Por lo que el desarrollo regional (como objetivo estatal) no es sólo un problema de asignación de recursos, sino también de transformaciones políticas y sociales.

Dos de los instrumentos más importantes para impulsar el desarrollo regional son: el presupuesto público y la política económica en general.

Sin embargo dada la evidente centralización de los organismos de la gestión pública generalmente estos instrumentos descienden a la problemática regional. Ya sea porque se manejan a nivel muy agregado (la política económica). Ya sea porque dicha problemática es sólo vista como un nivel más de la desagregación de las políticas nacionales (el presupuesto público).

Como quiera que sea hasta el momento, en los países subdesarrollados la problemática regional aún no cuenta con verdaderas soluciones. Los objetivos regionales se encuentran subordinados a los objetivos de los centros dominantes internos (y no a los objetivos nacionales). Es una circunstancia que agrava y complica las desigualdades regionales. De donde vemos que los instrumentos que deberían servir para propiciar el desarrollo regional, sirven para generar el efecto contrario.

En este sentido es que el Estado debe promover la descentralización de la toma de decisiones. No sólo para acercar más a los “decisores” con la problemática regional, sino también para cancelar el “sesgo” concertador y monopolizador de las “regiones centrales”.