LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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EL CRECIMIENTO ECONÓMICO: UNA UTOPÍA O REALIDAD

1989

Dadas las actuales condiciones económicas que prevalecen en el país el estancamiento en las negociaciones de la deuda externa, la constante amenaza del mercado financiero interno y el congelamiento de las inversiones tanto públicas como privadas, es ya un hecho que el tan anhelado crecimiento económico no aparecerá ni en el corto plazo, ni en las magnitudes que estima el propio gobierno del país.

Analistas académicos y empresariales coinciden en que en el presente año será muy difícil alcanzar siquiera un 1.5% de incremento en el PIB, y que lo más probable de no aparecer tasas negativas se obtendrá, a lo sumo, un crecimiento no mayor al 0.7%, lo cual ni por asomo servirá como base para el repunte del 6% que esperan las autoridades, después de lo que llaman “un período de transición”, que es el que actualmente vivimos, pero que no se ve para cuándo pueda concluir. Y es que bajo las actuales circunstancias es sumamente difícil que se dé una reactivación económica, si las actuales condiciones de funcionamiento de la economía no se ven alteradas.

La decisión de abatir la inflación a través de la reducción radical de la demanda ha venido a equivaler la reducción del crecimiento de los precios a través de la contracción general de la economía, bajo el supuesto de que en una economía en recesión, los precios no pueden elevarse de la misma forma que en una economía en expansión, donde la demanda está en constante crecimiento.

Dicho esquema está basado principalmente en la reducción de la demanda agregada a través de la reducción de los salarios reales, la reducción del gasto público, tanto corriente como de inversión, y la reducción de la liquidez de la economía a través de las restricciones crediticias y el ofrecimiento de tasas de interés elevadas. Instrumentos todos que han provocado un desplome brutal en las ventas en el mercado interno y por tanto un violento desequilibrio en todas las empresas, muchas de las cuales se han visto en la necesidad de cerrar por quiebra o han tenido que reducir su ritmo de producción hasta en un 70%. Esto significa que la producción y la comercialización en muchos sectores han dejado de ser negocio. Muchos capitales se han retirado de la inversión productiva o no se ven atraídos a ella por las condiciones actuales del mercado interno. No es una locura, por tanto, sino más bien una actitud lógica e histórica y teóricamente cierta, que esos capitales busquen colocarse ahí donde pueden obtener un rendimiento amplio y seguro. Por ello es que en épocas recesivas la economía sufre fuertes acciones especulativas, pues en la medida que las tasas de interés o el porcentaje de rendimiento esperado por la tenencia de divisas sean mayores o iguales a la tasa de ganancia esperada en una actividad productiva determinada, los inversionistas preferirán colocar sus capitales ahí donde el beneficio es mayor. Ese es uno de los riesgos más grandes que corre la economía al mantenerse tan elevadas las tasas de interés: un desestímulo total a la inversión productiva y una movilización de los capitales que se encuentran en ella a los mercados financieros, fenómeno este último que si bien es cierto no es muy fácil de darse ni tampoco se da de manera rápida, sí se presenta en períodos de recesión amplios y sobre todo si las tasas de interés se mantienen altas por mucho tiempo, y hay incertidumbre en la economía como en el caso de nuestro país en la actualidad. Ese es también el riesgo de la incertidumbre cambiaria. El mercado de divisas es siempre una tentación demasiado grande para desdeñarse por los amplios rendimientos que puede producir de darse una brusca devaluación. Muchas grandes empresas se encuentran a la expectativa para la compra masiva de dólares en caso de riesgos cambiarios y otras más ya se hallan protegidas con cuentas de dólares en otros países “por lo que pueda ocurrir”. Y todo lo que ha podido hacer el gobierno para evitar la dolarización ha sido mantener rendimientos positivos elevados, incluso por encima de los ofrecidos a nivel internacional.

Las altas tasas de interés, como ya se mencionó en este mismo espacio, han provocado que en los últimos dos años la deuda interna se haya incrementado en forma sumamente acelerada. Actualmente, se estima, suma más de 130 billones de pesos, razón por la cual mientras que los intereses pagados en lo que va del año por deuda externa suman 3,200 millones de dólares (md), los pagados por la deuda interna equivalen en dólares a 5,100 md.

Ya no cabe duda que la reducción de las tasas de interés internas se han convertido en el objetivo fundamental para dirigir con mayor certidumbre la política económica del país. Sin embargo, tal reducción se encuentra sujeta a que se logre en materia de deuda en el exterior. Si se logra la liberación de recursos y más recursos frescos, sin duda el gobierno no podrá presionar fuertemente a la baja las tasas de interés, no sólo porque contará con otros recursos con los cuales financiarse sino también porque tendrá divisas suficientes para soportar cualquier movimiento especulativo contra el peso sin someterlo a una brusca devaluación.

De hecho dichas tasas ya se encuentran a la baja gracias a que el gobierno provocó una leve caída al descolocar la semana pasada cerca de 200 mil millones de pesos en CETES, lo cual no podrá ser más allá de cierto límite, pues la variable externa es aún incierta y una devaluación brusca sería la estocada definitiva al sistema económico.

Como ya mencioné, uno de los objetivos de mantener tan elevadas las tasas de interés es el restringir la liquidez de la economía, bajo el argumento de que el exceso o el incremento constante de dinero en la economía es la causa de la inflación. Si las tasas de interés bajan o si la inflación las reduce, sin que haya un cambio en las actuales circunstancias de la economía, ¿a dónde se dirigirán todos esos capitales que, ante la falta de estímulos, serán descolocados del mercado financiero? Como menciona Enrique Quintana, para las autoridades es importante que éstos no se conviertan en “dinero y en consecuencia en demanda, pues ello provocaría el surgimiento de cuellos de botella en la economía que acelerarían la inflación”. Pero también es importante preguntarse si existe algún mecanismo para canalizar a la actividad productiva dichos capitales y hacerlo en una forma ordenada evitando impactos inflacionarios al convertirse en demanda. Existirá me pregunto, algún mecanismo para evitar que en lugar que se dolaricen sirvan para apoyar la reactivación económica

Desgraciadamente, el gobierno ha puesto todo el énfasis de la resolución de la crisis en el sector externo, sin hacer nada a nivel interno que asegure el crecimiento económico, y mientras la recesión continúe y la demanda permanezca al nivel que ahora se encuentra, no existirán bases para reencontrar el crecimiento, mientras que nuevos equilibrios siguen acumulándose, haciendo más difícil la recuperación posteriormente y la especulación financiera se mantiene como la única divisa de valor para los inversionistas privados en manos de quienes el gobierno ha puesto el futuro del país.