LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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CONTROL DE CAMBIOS O BANCARROTA NACIONAL

27 de noviembre de 1995

Uno de los principales objetivos de la política económica Zedillista es mantener la estabilidad del tipo de cambio del peso con respecto al dólar. A juzgar por la profunda devaluación que ha sufrido el peso desde diciembre del año pasado a la fecha (más del 150%) sólo podemos decir una cosa: la política económica ha sido un rotundo fracaso. Lo más grave, sin embargo, son las profundas consecuencias que ha provocado esa devaluación en la economía mexicana. Pero también, las medidas que se toman (o que no se toman) que propician un mayor deterioro económico.

Loa efectos más perniciosos de la devaluación son: a) El incremento de los precios debido al encarecimiento de las importaciones. Esto porque muchos artículos tienen un impuesto de importación. b) Expectativas negativas que propician una inflación inercial (de tipo especulativa). c) El incremento de la deuda externa en términos de pesos, ya que al ser más caro el dólar se requieren más pesos para pagar la misma cantidad de dólares que antes de la devaluación. d) Inestabilidad en los mercados de dinero, lo que genera especulación y, por tanto, fuga de capitales al exterior del país.

En la medida que la política económica ha fracasado, el gobierno no se ha visto obligado a incrementar las tasas de interés con el fin de disminuir la demanda de dólares que es lo que propicia la devaluación. Se supone que este incremento en las tasas de interés hará más atractivo a los inversionistas invertir en pesos que en dólares. Para colmo la medida también ha fracasado porque a pesar de haber una tasa de interés de cerca del 70% la demanda de dólares y el proceso devaluatorio persisten.

Todavía hay algo más grave: El incremento en las tasas de interés propicia gravísimos problemas a la planta productiva del país, ya de por sí en bancarrota por la caída de las ventas y la competencia indiscriminada a que la ha expuesto la apertura comercial.

Muchas empresas mantienen elevados pasivos y con esas tasas tan elevadas simple y sencillamente no van a sobrevivir.

Es urgente, entonces, que el gobierno del país tome otras medidas para controlar el tipo de cambio, evitar el mayor deterioro económico y crear condiciones adecuadas para el crecimiento económico. Porque lo cierto es que con un peso en constante devaluación y elevadas tasas de interés no habrá crecimiento económico.

Es urgente establecer un Control de Cambios, aunque sólo sea una medida temporal. Esa es la única manera en que se le pondrá fin a la especulación y al proceso devaluatorio, porque el control de cambios regula el flujo de dólares que se venden (cuya oferta es limitada) controlando la demanda y, por esta vía, evita la devaluación.

Un control de cambios consiste en que el Banco Central establece un precio para cambio peso-dólar al tiempo que decide cuánto y para qué fines podrán, los inversionistas comprar dólares. Por ejemplo, se permite la compra de divisas para comprar bienes productivos y se restringe la compra de divisas para compra si no puede comprobarse que se utilizarán con fines productivos. Así se evita que la gente sólo compre dólares para especular u otros fines no prioritarios para la nación (como irse a pasear a Disneyland o Las Vegas).

Hay mucha gente que se opone al Control de Cambios. El mismo presidente Zedillo está en contra de establecer una medida de esta naturaleza. Pero debemos entender una cosa: la devaluación atenta contra la integridad y viabilidad del Estado mexicano, en tanto atenta contra su viabilidad económica. Y constituye, a la vez, un riesgo de seguridad nacional. Y cuando los problemas son tan profundos y radicales, las soluciones tienen, también, que ser profundas y radicales. La tibieza con la que se ha abordado la solución al problema de la devaluación es realmente asombrosa y desesperante. La especulación y la devaluación no se van a detener con declaraciones oficiales, ni con altas tasas. Por el contrario estas últimas van a terminar por ahogar la poca dinámica económica que aún existe. No hay alternativa. No es cosa de que nos guste o no. Es necesario hacer un sacrificio. Ahora le toca sacrificarse a los dueños del capital, porque no es sino a ellos a quienes les podría perjudicar un control de cambios. No podemos seguir esperando a que los mercados de dinero se ajusten automáticamente y establezcan el equilibrio en el tipo de cambio. No podemos permitir que las ciegas fuerzas de la oferta y la demanda (que no son tan ciegas porque tienen intereses económicos) determinen el destino y el rumbo de nuestro país. Precisamente porque está en juego el futuro del país es urgente establecer el Control de cambios. Ya hoy mismo, no mañana, no pasado, cuando ya no haya dólares que vender, cuando ya no sirva para nada. Ese control permitirá estabilizar el tipo de cambio, evitar su deterioro y manejar la política de tasas de interés de manera que pueda estimularse la inversión productiva y el consumo. Porque no importa cuánto bajen las tasas de interés, los capitales no interesados en ahorrar no podrán convertirse en dólares.

Además, un tipo de cambio estable evitará el incremento de los precios y ello reforzará la baja del interés bancario, al tiempo que desinflará las expectativas negativas y con ello se estimulará la inversión y hasta el empleo, el consumo, la demanda: el crecimiento económico, pues.

Es hora de reconocer los errores y salvar al país.