LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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CONSUMO Y AHORRO. LAS BASES DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO

11 de febrero de 2000

En reiteradas ocasiones hemos escuchado de parte de funcionarios gubernamentales (incluido el propio Presidente de la República) y de analistas económicos, el argumento de que nuestra economía debe incrementar su ahorro interno para sostener un ritmo de crecimiento económico adecuado. En otras palabras, que es necesario que haya una actitud orientada más al ahorro que al gasto, porque, de hecho, entre más se gaste, menos se ahorra. Y no puede ser de otra manera, pues de acuerdo a la fórmula macroeconómica keynesiana el ingreso o se consume o se ahorra, y el incremento de uno, provoca la disminución, automática del otro.

Sosteniéndose en esta argumentación, el gobierno del país ha tratado de impulsar por diversas vías el incremento del ahorro, sacrificando el consumo. Sin embargo, este enfoque teórico, contiene un error fundamental, que, al perderse de vista, conduce a establecer una política económica que se constituye en un freno al crecimiento económico. Es decir, el deseo de ahorrar más, conduce a una reducción de la producción, el ingreso e incluso la inversión. En teoría económica a esta situación se le conoce como la Paradoja de la Frugalidad. Dicho fenómeno aparece cuando se pierde de vista el hecho fundamental de que la variable que propicia el crecimiento económico es el consumo, porque es lo que permite que las empresas vendan sus mercancías. Es lo que estimula a los empresarios a invertir más e incrementar su producción. Es lo que lleva a esos empresarios a emplear a más personas y a incrementar los salarios. Si se pretende impulsar el ahorro, sobre todo en una etapa de lento crecimiento o recesión, el consumo se reduce y la economía se encamina a una fase recesiva. Eso es justamente lo que está sucediendo en nuestro país. En el ámbito macroeconómico no es notorio porque las exportaciones impulsan el crecimiento económico, pero las empresas dedicadas a la producción para el mercado interno, se encuentra en una recesión.

Por otra parte es importante no olvidar que el ahorro depende del nivel de ingreso de un país, de modo que entre más ingreso haya, más se puede ahorrar. En México, sin embargo, a pesar de que en los últimos años el ingreso se ha venido incrementando, el ahorro interno aún sigue siendo insuficiente ¿ a qué se debe esto?. La respuesta tiene que ver con la composición del ingreso nacional y el uso que se le da a éste. En la medida en que ha existido un deterioro muy grande de las remuneraciones salariales, la capacidad para ahorrar de parte de los trabajadores ha disminuido considerablemente. A pesar de ello el ingreso nacional se ha incrementado. Esto significa que un sector de la población, que no son los trabajadores, tampoco está ahorrando aunque su ingreso sí se ha incrementado. Se trata de los sectores empresariales los cuales no generan ahorro debido a dos posibles causas: la primera es, sus ingresos derivados de las utilidades se estén canalizando a otro país, lo cual es comprensible ya que estos empresarios están ligados al sector exportador y tienen fuertes nexos con empresas extranjeras o son filiales de las mismas, por lo que las utilidades se escapan en forma de regalías, pagos de marcas y patentes, etc. La segunda es que los sectores de más alto ingreso no ahorran, sino que especulan. Es decir, no necesariamente depositan su dinero en un banco, sino que lo utilizan para especular ya sea con acciones de empresas, ya sea con títulos de deuda o con monedas. Resultado, el ahorro no crece, paradójicamente, aunque el ingreso se esté incrementado.

En realidad, el ahorro se incrementa cuando una economía crece, siempre que, dicho crecimiento redunde en aumento de la capacidad de ahorro de toda la población y no cuando el crecimiento de la producción se da a costa del deterioro del ingreso de esa población.

Es decir, para que crezca el ahorro, primero debe crecer el ingreso de los trabajadores. Para ello es necesario incrementar las remuneraciones y el empleo. El incremento de estos, traerá como consecuencia la expansión del consumo y de la producción y del ingreso. Una vez que el nivel de ingreso permite la satisfacción de necesidades básicas y algunas secundarias, las personas empiezan a dedicar una proporción de su ingreso al ahorro. Proporción que es cada vez mayor conforme crece su ingreso.

En un país empobrecido, con trabajadores rurales y urbanos con percepciones salariales que no les permiten asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas, no es posible pensar que va a haber ahorro. Y se comete un enorme error al proponer que la vía para sostener el crecimiento de la producción sea el ahorro, porque, insisto, no hay ahorro sin ingreso. Mas bien, de lo que se trata es de impulsar el consumo para que esto reanime la producción, la inversión, el empleo y los salarios. Pero esto implica cambiar la política económica, porque implica dejar de sacrificar el consumo cuyo crecimiento se ha detenido en los últimos, como estrategia para reducir la inflación.

Urge una nueva política económica en México, que, sin renunciar a la lucha contra la inflación, permita que crezca el consumo para que ese sea el sostén del crecimiento. De otro modo, los rezagos económicos seguirán acumulándose, preparando una pronta recesión.