LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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BALANCE DEL PROGRAMA ECONÓMICO NEOLIBERAL

11 de diciembre de 1997.

1. Estructura y Contradicciones Del Crecimiento Económico.

El comportamiento de la economía mexicana durante el año pasado no deja lugar a dudas: el PBI creció un 7 por ciento durante este período. Lo que de ninguna manera significa que la crisis se haya resuelto, ni tampoco que por ese hecho la situación económica de todos los mexicanos esté mejorando.

Veamos: El crecimiento económico hay que analizarlo a partir de tres diferentes elementos:

a) Su origen estadístico:

Es necesario considerar que la base de comparación para obtener el nivel de crecimiento económico de un período determinado es el mismo período del anterior.

De acuerdo con los datos proporcionados por el INEGI, el Producto Interno Bruto (PIB) del país creció durante el penúltimo trimestre del año de 1997 en un 8.1% por ciento. Esto significa que la economía mexicana generó un valor de producción muy superior al del mismo trimestre del año pasado. Pero nada más. Parece un logro impresionante, pero las estadísticas son engañosas. Veamos: El tercer trimestre de 1996 fue el período que presentó el menor desempeño económico de todo ese año. De hecho del segundo trimestre al tercero, la economía decreció en un 3. %. Si se compara el PIB del tercer trimestre de 1997 con el del cuarto trimestre del año pasado, encontramos que es un valor más pequeño. Es inferior en un 1.7%. Es decir, resulta que la economía mexicana no está creciendo comparada con el tamaño que tenía a fines del año pasado (1 372.5 millones de pesos a precios -mdp- de 1993). Que es más o menos, el mismo tamaño que tenía al finalizar 1994 (1,272.1 mdp). Es decir que en casi tres años la economía mexicana ha tenido un retroceso en su crecimiento. Es más, la dinámica para este año, aunque parece mostrar vigor, en realidad parece no ser tan solvente. Si comparamos el tercer trimestre de 1997 con el segundo trimestre, encontramos que el PIB alcanzó un valor menor en un 3.7% en el primero con respecto al segundo.

En otras palabras entre mayor sea la base de comparación, mayor será la diferencia positiva, pero eso no significa ni que la economía sea haya recuperado ya del daño que ha sufrido, ni que el dinamismo económico, por alto que parezca, sea realmente significativo. Pero además, la dinámica económica, como se verá más adelante, que ha impedido que la caída sea mayor, no ha estado fundamentada en la economía doméstica y sí en la expansión del sector externo.

b) Su origen sectorial-regional. Industria y exportaciones.

i) El incremento del PIB se explica, fundamentalmente por el incremento del PIB industrial y el del sector minero (incluido el petróleo), mientras que el del sector agropecuario se encuentra rezagado. Es decir, la dinámica industrial se aceleró más que cualquier otro de los sectores.

Como sabemos el país sufre una fuerte concentración industrial a nivel regional, ello explica que el fuerte crecimiento económico (por el impulsado) es un fenómeno eminentemente regional y por lo mismo muy limitado en cuanto a su impacto geográfico y a sus efectos multiplicadores en el empleo, ingreso y consumo. Los enclaves industriales, mas si están orientados a la exportación, difícilmente irradian sus efectos al resto de la economía. Tan es un efecto limitado, el crecimiento económico, que el sector agropecuario, que es del que dependen el mayor número de trabajadores y familias mexicanas ha crecido de modo muy limitado, dentro de éste sólo algunas ramas productivas lo hicieron. Por desgracia no las que están asociadas a pequeños productores que son los más en el país.

* Variación con respecto al mismo período del año anterior. a/ Con respecto al trimestre anterior; b/ con respecto al IV trimestre de 1996; c/ Fuente: INEGI, Sistema de cuentas nacionales.

ii) De igual modo el incremento del PIB se explica, también, de manera fundamental, por la expansión del Sector externo.

Efectivamente de 1993 a la fecha el índice del volumen físico de la producción muestra que las exportaciones de las maquiladoras se han incrementado en un 84.7%. Crecimiento que no ha tenido ningún otro sector de la economía. Principalmente aquellos que determinan la dinámica del sector interno, como es el caso del sector construcción cuyo crecimiento fue, en el mismo período, de tan sólo 10%. De igual modo la producción del sector electricidad, gas y agua muestra hoy un volumen físico ligeramente superior en un 25% al observado en 1993. Y de hecho, comparado con algunos meses de ese año es igual y hasta menor.

Estos datos señalan claramente que los sectores más determinantes de la actividad económica interna del país permanecen en una inocultable recesión.

Otro dato sumamente relevante es que, mientras los sectores orientados al mercado interno se encuentran en una recesión durante los últimos cuatro años, (el consumo prácticamente no ha crecido desde 1994), las exportaciones de nuestro país se han incrementado en un 51.76% de 1995 a la fecha, pasando de ser 5,932.4 millones de dólares al inicio de 1995 a 9,003.2 millones de dólares penúltimo trimestre del año pasado. Con ello se convierte en el componente de la demanda que mejor comportamiento tuvo. Al lado de aquellos como la formación bruta de capital fijo que, en el mismo período sólo creció un 5% o el consumo privado que, disminuyó un 1%.

De hecho el ritmo de incremento de las exportaciones ha superado al de las importaciones, las que se han incrementado en un 45.0% en el mismo período. Y gracias a ello el país ha podido mantener un saldo favorable en la balanza comercial. A pesar de ello, esto tiene repercusiones de suma importancia para el entorno económico. Así, podemos ver que el incremento de las importaciones ha propiciado un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, que finalmente es la que define la situación del sector externo del país. En 1996 esta cuenta mostró, ya, un saldo deficitario, que fue de mil 763 millones de dólares y para 1997 es de 7,000 millones de dólares. Hay que recordar, que un detonante de la crisis de 1994 fue el elevado déficit en cuenta corriente que existía, que en ese año fue de 29 662 millones de dólares. (Datos proporcionados por Revista Mercado de Valores No. 11, Noviembre de 1997)

Más grave es, todavía, que ese crecimiento vía exportaciones se debe, en particular, a sólo unas cuantas empresas. Porque el 80% del valor de las ventas al exterior la realizan tan sólo 22 grandes empresas. Es decir que los beneficios del crecimiento están altamente concentrados y que, prácticamente casi ningún trabajador o empresario nacional están siendo beneficiados por la actual política económica que promueve este esquema de crecimiento.

Lo anterior implica que el crecimiento económico no tiene bases internas, lo que lo hace altamente vulnerable a la vez que significa que queda desvinculado de las condiciones reales a nivel productivo y de consumo de la población del país. Esto deja al crecimiento económico como un proceso totalmente ajeno al mejoramiento del bienestar social y a la solución de los problemas de consumo, empleo, inversión y ahorro internos.

c) La temporalidad del crecimiento y los efectos reales sobre el conjunto de los agentes económicos:

El hecho de que la economía crezca no significa, necesariamente, que ello genere un impacto significativo en términos de empleo, ingresos por salario y consumo. Dada la impresionante capacidad ociosa que aún tienen las empresas, lo que ha sucedido es que han incrementado su producción sin incrementar los niveles de empleo, pues aún el incremento de la producción no lo exige, porque aún es un volumen reducido (con todo y que sea mayor al del año pasado). Para que realmente haya un efecto sobre la economía en su conjunto y un impacto en los niveles de bienestar, se requiere que el crecimiento económico se sostenga durante varios años a los mismos niveles que ahora muestra. Sólo de esa forma logrará generar efectos sobre el empleo, la inversión y la expansión del mercado interno. Expansión, ésta, única capaz de asegurar la permanencia del dinamismo económico. Pero, además, siendo como es, el crecimiento económico, un fenómeno que se concentra a niveles sectoriales y regionales, es lógico que se requiera mucho más para hacerlo un fenómeno generalizado y para que sus efectos en todo el país y en todos los sectores. Y de hecho, por estar concentrado, no está asegurada su permanencia. Es decir, puede ser un fenómeno concentrado sectorial y regionalmente con el resto de la economía y del país.

Por lo anterior, para que el crecimiento económico sea significativo desde la perspectiva del desarrollo económico debe convertirse en un fenómeno cuya permanencia se dé, por lo menos, en el mediano plazo. De otro modo será un fenómeno que no podrá evitar, como ha sucedido este año, el incremento del desempleo, del cierre de empresas, el decremento del consumo y de los niveles de bienestar de la población.

1.1. Mercado Interno y Política Económica:

La economía doméstica no ha sido apoyada de manera deliberada, porque para hacerlo es necesario impulsar el mejoramiento de los salarios, que son la base de la recuperación del consumo interno. Y no se hace porque la contracción de los salarios se ha utilizado para controlar la inflación y reducir los costos de producción de las empresas.

Para propiciar el crecimiento económico y sostenerlo en el largo plazo, es necesario impulsar el mercado interno, porque ello implica poner a funcionar toda la capacidad económica del país, cosa que no puede propiciar el fomento de las exportaciones.

Como se ve, existe un grave conflicto en el comportamiento de la economía mexicana. No sólo las bases de su crecimiento se sustentan en un sector altamente vulnerable. También es cierto que se sustenta en un sector altamente concentrado. Por lo mismo ha sido incapaz de arrastrar el crecimiento del resto del sector productivo y limitado el ascenso del PIB. Pero, además, no puede asegurar por mucho tiempo el movimiento ascendente de la economía. Y ha descuidado, la dinámica doméstica sobre la que se sustenta el mejoramiento productivo y social de las mayorías de este país.

1.2. Empleo:

Las cifras oficiales muestran que el número total de asegurados permanentes en el IMSS es de 9 millones 798 mil personas, cifra que es superior a la existente en diciembre de 1994 en apenas 500 mil personas. De hecho, el rezago ocupacional se amplió de nueve a doce millones de personas en los últimos cuatro años (El Financiero. 7/01/98). Ello debido no sólo al despido masivo que sufrieron los trabajadores, sino también, al hecho de que mientras la tasa de crecimiento de la Población Económicamente Activa (PEA) crece al 3%, la del empleo formal crece a sólo 1.8%. Eso significa que el 40% de los jóvenes que buscan empleo por primera vez, no lo encuentran. Es decir que el millón doscientas personas que cada año se suman a la PEA, 480,000 no obtienen empleo.

Es decir, que la estrategia económica gubernamental ha sido incapaz de crear empleos para todos aquellos desempleados que ya existían en 1994 y para las personas que cada año se suman a la población demandante de trabajo. Y para colmo, los empleos nuevos que se generan (algo así como 500,000 anuales), tienen un promedio de remuneración de 1.5 salarios mínimos.

1.3. Salarios:

El IMSS informa que cerca del 70% de los trabajadores registrados en su padrón, esto es, un total de 6 millones 858 mil, perciben entre uno y dos salarios mínimos como remuneración (entre 900 y 1,800 pesos). Y que sólo el 20%, esto es, 1 millón 959 mil apenas reciben un poco más de tres salarios mínimos. Es decir que cerca del 90% de los trabajadores registrados en el IMSS reciben, a lo más, 2,700 pesos mensuales de sueldo.

De acuerdo con la Facultad de Economía de la UNAM, en la actualidad un trabajador destina el 67% de su salario para la compra de artículos básicos, cuando, en 1987 dedicaba sólo el 14.5% a estos fines. Y esto se debe a que el salario mínimo actual representa, apenas, el 28% de lo que era en 1987.

De hecho los trabajadores que hoy perciben cinco salarios mínimos (esto es, algo así como $4,500.00) perciben en realidad el equivalente a un salario mínimo de 1977. Ello es sumamente grave si consideramos que 16 millones de personas (es decir el 80% del total de la fuerza laboral) perciben ingresos menores e iguales a cinco salarios mínimos. Lo cual empeora si se observa que 13 millones de ello reciben como ingreso entre uno y dos salarios mínimos y sólo 3 millones perciben ingresos superiores, pero no mayores a cinco salarios.

De acuerdo a un estudio realizado pro la Facultad de Economía de la UNAM (El Universal 16/12/97) en 1987 para comprar una canasta básica un trabajador tenía que trabajar 8 horas 36 minutos. Para 1997 ese mismo trabajador tiene que trabajar un total de 32 horas 22 minutos. Esto significa que el trabajador debe trabajar cuatro jornadas para comprar lo que hace 10 años compraba con una jornada de trabajo. Y esto es así, porque, según el mismo estudio, mientras que en 1987 había cierta igualdad entre el salario mínimo y el precio de la canasta obrera indispensable (COI) ($ 6.47 el primero, $ 6.86 la segunda) en 1997 mientras que el salario mínimo es de $ 26.44 (zona geográfica “A”) la COI alcanza un precio de $ 105.32. esto significa que hoy el trabajador sólo puede comprar con su salario el 25% de una canasta de productos que en 1987 pagaba casi en su totalidad con ese salario. Es decir, que la COI se ha incrementado en este período un 1,435.3%, mientras que el salario mínimo sólo se ha incrementado 308.7%.

El reciente incremento del 14.7% a los salarios que entró en vigor a partir del primer día de este año, no mejorará la situación, pues representa, apenas, un incremento de 3.75 pesos insuficientes para propiciar una mejoría sustancial en el nivel de vida de la población, porque ni siquiera resarcirá la pérdida que el poder de compra mostró en el último año. Período en que el precio de la COI creció en un 27% pasando de 82.93 pesos a 105.32 pesos.

Y por supuesto, tampoco servirá para recuperar la pérdida acumulada desde 1987, para lo cual se requeriría que el salario se aumentara en un 300%, es decir que pasara de 26.44 a 105.32.

1.4. Ahorro y consumo.

Hay una incapacidad de la sociedad mexicana (tanto familias como empresas) para ahorrar. Y ello, sólo puede deberse al hecho de que el ingreso social sufrió un fuerte deterioro en los últimos años. De hecho la caída que el consumo privado sufrió como consecuencia de la crisis de 1994 de un 7.6%, aún no se ha subsanado ya que el consumo a finales del año pasado se encontraba un 1% abajo del que teníamos a finales de 1994.

Se podría argumentar que otra razón para explicar la caída del ahorro podría ser la decisión de dedicar una mayor proporción del ingreso al consumo. Sin embargo, esto no es posible. Primero porque si así hubiera sido ello se habría reflejado en un incremento de las ventas en el mercado interno y no en una caída como en realidad sucedió (las ventas al mayoreo sufrieron un descenso del 14.1% en 1995 y un nulo incremento en 1996. Ello explica, también, por qué las ventas al menudeo cayeron un 19.3% en 1995 y un 5.3% en 1996 y al primer bimestre del presente año se redujeron en un 3.4%)

Y segundo, la crisis económica propició un proceso de profundización de la concentración del ingreso y un deterioro del poder de compra de los empleados y trabajadores (por la contracción del salario real). Por ello estos se han visto obligados a destinar una cantidad cada vez mayor de su ingreso para el consumo, (como se dijo antes) reduciendo sus posibilidades de ahorrar a niveles de “ahorro cero” e incluso de desahorro (préstamos). Cerca del 80% de la Población Económicamente Activa percibe en la actualidad no más de cinco salarios mínimos como remuneración (algo así con $4,500.00) cantidad que en realidad considerando familias de tres a cinco miembros alcanza para muy pocas cosas, pero no para ahorrar. Sin considerar que existe un amplio sector de la población que perdió su empleo y por tanto ni siquiera percibe un ingreso mínimo.

En el otro extremo existe un 20% de la población que percibe un ingreso mucho mayor, y, tal como lo plantea la teoría keynesiana, va incrementando proporcionalmente su nivel de ahorro a medida que su ingreso crece. Lo cual implica que sólo una proporción muy pequeña ahorra (aunque su capacidad de ahorro es muy amplia). De modo, entonces, que la concentración del ingreso y el deterioro del ingreso propicia que se reduzca la capacidad de ahorrar de la mayoría de la población y esta posibilidad se concentre en unos cuantos, los cuales, por cierto, no mantienen sus ahorros en el país.

2. Finanzas Públicas y Economía

El manejo de la economía y el alcance de las metas del programa han estado ligadas estrechamente a las políticas relacionadas con las finanzas públicas y el impacto que éstas tienen en el funcionamiento económico.

2.1. La estructura impositiva.

El programa económico neoliberal ha puesto en el marco de la discusión la estructura impositiva y en ella la conveniencia y vialidad de un conjunto de instrumentos de recaudación necesarios para el financiamiento del gasto público. A este respecto hay que recordar algunas cuestiones fundamentales sobre los impuestos. Primero que es necesario ampliar los ingresos fiscales como norma para poder expandir el gasto público. Sobre todo si se requiere establecer algún equilibrio entre ingresos y gastos. Y segundo, que esto no debe significar recurrir a cualquier fuente de ingresos, aunque sea muy redituable para el gobierno, si ésta atenta contra la estabilidad y el crecimiento de la economía y si pone en riesgo el nivel de bienestar de la población. En este sentido hay que recordar que los impuestos deben respetar un conjunto de principios doctrinarios que son (entre otros) los siguientes:

a) el principio de justicia, que significa que los ciudadanos deben de contribuir en una proporción de acuerdo a su capacidad económica.

b) el principio de generalidad, que implica que cada ciudadano pagará impuestos de acuerdo a su capacidad contributiva

c) el principio de uniformidad, que significa que no todas las personas son iguales frente al tributo.

Al respecto hay que decir que el manejo que se ha hecho del IVA lleva a concluir que, en la actualidad, dicho impuesto viola flagrantemente los tres principios anteriormente citados porque los ciudadanos no están contribuyendo en una proporción de acuerdo a su capacidad económica (lo cual es injusto), están siendo obligados a apagar aunque no tengan capacidad contributiva (lo cual es más injusto). Pero además, se viola el principio jurídico de equidad porque el impacto del tributo no es el mismo para todos aquellos que tienen que pagarlo.

Es evidente, por lo anterior, que en el manejo de las finanzas públicas, el Estado actúa con una carencia absoluta de principios de justicia social. Ello impide que se cumpla con las tareas redistributivas que le son propias al Estado (bueno, que le deberían de ser propias), porque en la medida de que gasto público tienda a financiarse mas con la contribución de toda la población (incluso de los que menos tienen y quizá en mayor proporción de ellos) que con una mayor contribución de los que más tienen, la capacidad de redistribuir la riqueza por parte del Estado se nulifica, de modo que se manifiesta una tendencia a renunciar a uno de los principios fundamentales que deben regir su actuación: la búsqueda del bien común y la justicia social.

2.2. Déficit fiscal y crecimiento económico

En los últimos 16 años, los distintos gobiernos que ha tenido el país, han puesto un énfasis muy particular en lograr y mantener un equilibrio fiscal de modo que los gastos no sobrepasen los ingresos. Esto porque, de acuerdo a la perspectiva, ese es el mejor mecanismo para estabilizar la economía, ya que el equilibrio asegura un control sobre la inflación y el tipo de cambio, el nivel de deuda y las tasas de interés.

Lo cierto es que tal política no ha resuelto el problema de la inflación ni el de la deuda pública y no ha sido capaz de impulsar un proceso de crecimiento económico sostenido. Por el contrario ha propiciado fuertes crisis económicas, ha generado una fuerte incapacidad para generar un crecimiento económico por encima de los niveles de hace 16 años ha propiciado, elevadas tasas de inflación, una fuerte contracción del empleo, de la inversión nacional, y el deterioro del nivel de bienestar. Veamos:

Los gobiernos entre 1940 y 1982 basaron su estrategia económica en un permanente déficit fiscal contra lo realizado por los gobiernos de entre 1983 y 1997. Y contrario lo que afirma el discurso oficial, el desastre económico vino en el segundo período, en el que se privilegió el equilibrio fiscal y se inutilizó el recurso de la expansión monetaria y la participación de la empresa pública. Basten algunos datos para ilustrar lo anterior.

Según nos muestra el cuadro estadístico, tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el período 1940-49 fue del 6.2%, en 1950-59 fue de 6.7, en 1960-69 de 8.4 y en 1970-79 de 7.5. En cambio de 1980 a 1989 fue de 1.3%, en 1990-94 fue de 2.96, en 1995 de -6.90% (decrecimiento) y en 1996 del 3.5%. Es decir, el déficit fiscal creó crecimiento, el equilibrio fiscal detuvo el crecimiento. Ahora veamos los precios. En 1940-49 la tasa de inflación fue de 17.80%, en 1950-59 de 8%, en 1960-69 de 2%, en 1970-79 de 29.40%. En cambio en 1980-89 fue de 69.70%, en 1990-94 de 18.90, en 1995 de 51.97 y en 1996 de 40%. De donde se concluye que el déficit fiscal en ningún período logró generar las tasas de inflación que se vivieron en la época del equilibro presupuestal.

Así, pues, parece claro que tampoco desde la perspectiva económica existen argumentos de peso real para no incurrir en déficit como mecanismo para impulsar el crecimiento económico y mejorar los niveles de bienestar de la población. Lo que se argumente en contrario es un mito con el que hay que acabar para siempre. En economía no hay verdades absolutas. He aquí la prueba.