SALARIOS, EMPLEO Y POLÍTICA SOCIAL

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Hilario Barcelata Chávez

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LA PARADOJA DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

La sociedad lastimada y esperanzada fue a las urnas el 2 de julio e hizo ganar al PAN. Hoy, está descontenta, lo cual representa una enorme “paradoja política”, porque indica que la transición a la democracia no está sirviendo para fines de mejoramiento social, por el contrario, ha sido útil para la de consolidación de un “proyecto de exclusión social”, porque el proyecto neoliberal implica un abandono de las demandas sociales y de las instituciones que las hacen posibles.¿Cómo se explica esta ironía? ¿como entender que la sociedad se sienta insatisfecha y dañada con las políticas de un gobernante democráticamente elegido?

Hay dos situaciones que pueden haber sucedido –juntas o por separado- y que explicarían este fenómeno: Una es que el electorado se confundió, pensando que el cambio ofrecido incluía la recuperación del Estado para la sociedad, -es decir, el abandono del neoliberalismo- sin comprender que el único cambio realmente ofrecido, era echar al PRI del poder. La segunda es que quizá el Presidente entendió mal el voto a su favor, que no era sólo un voto de rechazo al PRI, sino también un rechazo al proyecto neoliberal. Como quiera que sea, irónicamente, la democracia impulsada por las mayorías del país, no trae como resultado un mejoramiento del bienestar económico y social de esas mayorías.

Y eso es justamente lo que está poniendo en riesgo y lleva a la crisis a la transición a la democracia, porque –paradójicamente- ésta ha eliminado los mecanismos de legitimación social por la vía de la política económica, dada la exclusión de las clases populares que genera.

Fox sacrifica la transición por impulsar su propio proyecto y pone en riesgo la democracia. El rechazo al proyecto está permitiendo la restauración autoritaria, toda vez que los grupos autoritarios están defendiendo un proyecto de Estado social, incluyente de las clases populares y sus demandas. Y esto es preocupante porque esos grupos son los mismos que borraron la idea de un Estado como líder social, con representación nacional y que constituía la instancia representativa por encima de clases y grupos. Son los mismos que desprestigiaron la función del Estado y prostituyeron el intervencionismo estatal. Son los que sangraron las empresas públicas al máximo y las dejaron en estado de precariedad alimentando una terrible corrupción que hizo desear a la sociedad que ya no interviniera más el Estado. La corrupción y la ineficiencia hicieron olvidar el papel trascendental que deben jugar estas instancias públicas. El PRI redujo al Estado a su imagen más denigrante y vergonzosa: una instancia administrativa y autoritaria que servía para legitimar su gobierno, pero no para impulsar el desarrollo del país. El modelo de intervencionismo estatal no falló, lo que pasó fue que los grupos de poder se apoderaron del proyecto para su exclusivo beneficio desplazado poco a poco a las clases populares, en una lucha que éstas terminaron perdiendo. Los gobiernos autoritarios del PRI nos hicieron ver al Estado como nocivo, cuando en realidad lo nocivo era su gobierno, que se valió de los instrumentos del Estado, no para ponerlo al servicio de la sociedad, sino para tiranizarla.

Hoy esos grupos, desplazados por la democracia intentan regresar al poder y ese es un enorme riesgo para la transición y las posibilidades de un proyecto social de nación.

A diferencia, de la transición española, -que tanto se invoca en México-, la transición mexicana no redefinió el proyecto de nación como fórmula para garantizar la concurrencia de todas las fuerzas políticas y sociales y, de ese modo, asegurar el éxito de dicha transición y la permanencia de la democracia.

En México la transición se promueve con un proyecto definido de antemano y que no incluye a todos los actores sociales. De no existir un cambio que lleve a una renegociación del proyecto de nación, -de modo que incluya, de manera consensuada, los objetivos e intereses de quienes son requeridos para sustentarla- dicha transición, fracasará irremediablemente.