SALARIOS, EMPLEO Y POLÍTICA SOCIAL

SALARIOS, EMPLEO Y POL?TICA SOCIAL

Hilario Barcelata Chávez

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LA CRISIS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

La historia ofrece importantes lecciones de economía, de las cuales las sociedades tienen que aprender, para no exponerse a repetir los errores cometidos, ni el sufrimiento de las consecuencias dramáticas derivadas de éstos.

En los años veinte del siglo pasado, predominaba en el mundo una concepción teórica liberal en materia económica y existía una gran confianza en el que el libre funcionamiento de los mercados de bienes de capitales propiciaría un progreso económico creciente y sostenido durante muchos años. La expansión de la producción, el crédito, la compra-venta de acciones y valores y la especulación financiera, parecían ser pruebas palpables de la prosperidad, y la solidez y expansión de las principales bolsas de Valores del mundo (Montreal, Londres, Shanghai, Hong Kong) y la de Nueva York en particular, la garantía de su sostenimiento.

El mismo presidente de los Estados Unidos, Coolidge, en 1928 hablaba con amplio optimismo de la prosperidad, paz y satisfacción de los últimos años y el futuro promisorio para el pueblo americano.

Pero todos estaban equivocados. En octubre de 1929, se desplomó la bolsa de valores de Nueva York y con ella, todo el sistema financiero mundial. Se desató una profunda recesión económica que se extendió a todo el mundo durante varios años, registrando una de las crisis económicas más amplias y profundas en toda la historia del capitalismo moderno, que produjo desempleo, pobreza, y desesperación en millones de seres humanos.

El rasgo particular de la catástrofe económica de 1929, fue la quiebra general de todo el sistema capitalista mundial. No se conocía precedente alguno de esa naturaleza y los gobernantes tuvieron muy buen cuidado de tomar las medidas necesarias para evitar que se volviera a repetir.

Importa recordar todo esto, hoy a 73 años de distancia, que en el mundo han vuelto ha prevalecer los criterios de la economía liberal, que los mercados han sido dejados a su libre albedrío y que prácticamente todos lo mecanismos para evitar una crisis económica como la de 1929 han sido desmantelados y enviados, por obsoletos y premodernos,

-dicen- al baúl de lo inservible. Hoy que la economía mundial se envuelve en un profundo proceso de globalización, elevando al extremo al interdependencia económica entre países gracias a la facilidad y velocidad con que se mueven los capitales en los mercados financieros, vale la pena recordarlo, porque podríamos estar muy cerca de otro gran colapso económico como el de entonces, sobre todo porque la forma particular que ha adquirido el capitalismo ha generado una profunda fragilidad y vulnerabilidad en el funcionamiento de todo sistema.

En este sentido, vale la pena recordar, las cinco causas íntimas del crack del 29, que, de modo preciso, señala John K. Galbraith en su libro “El Crack del 29” publicado en 1954. : 1.- Una distribución del ingreso excesivamente desigual. 2.- Una deficiente estructura de las sociedades anónimas que propició grandes latrocinios corporativos.

3.-Una pésima estructura bancaria que propició una cadena impresionante de quiebras bancarias. 4.- Una dudosa situación de la balanza de pagos, principalmente dada por amplios déficit comerciales y una deuda externa que crecía para poder cubrirlos. 5.- Los míseros conocimientos de Economía de la época. Quienes ofrecían consejo económico y controlaban la economía eran -a juicio de Galbraith- “malos economistas y perversos consejeros”. No sólo los hombres de negocios que no atendieron el llamado de mantener los niveles de inversión y salarios, sino también el gobierno, -víctima de los “clichés económicos de moda”- que propuso, como fórmula para resolver el problema, equilibrar el presupuesto y negarse a utilizar la política monetaria como instrumento de control, todo lo cual no hizo sino agravar la situación.

Desde luego que todo esto suena familiar. Cada uno de estos elementos que menciona Galbraith están presentes hoy en la economía mexicana y en otras economías de mundo. Por ello no debe extrañaron la fragilidad y vulnerabilidad de nuestra economía, ante lo que acontece en el mundo. Por eso no debe extrañarnos que la situación pueda empeorar. Pero, sobre todo no debe sernos extraño concebir el sistema capitalista actual como al borde de un colapso total, tal vez no definitivo, pero sí capaz de destruir gran parte del progreso mundial alcanzado y obligar al replanteamiento de los medios y los objetivos para el desarrollo de la civilización moderna.