SALARIOS, EMPLEO Y POLÍTICA SOCIAL

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Hilario Barcelata Chávez

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EVOLUCIÓN DE LA DESIGUALDAD ECONÓMICA

La desigualdad y la pobreza son factores de fuerte influencia en la competitividad entre regiones a nivel nacional y a nivel internacional, particularmente porque la evolución relativa de los potenciales competidores comerciales que enfrentan las regiones y los países en los mercados marca la diferencia en la capacidad que tiene una región o país para suministrar bienes y servicios igual o más eficaz y eficientemente que sus competidores. Es decir, la desigualdad y la pobreza y su evolución relativa impacta de manera definitiva sobre las ventajas que adquiere una región o país y que le permiten llegar a un mayor nivel de productividad, pues determinan la capacidad para alcanzar un éxito sostenido en los mercados, sin protección ni subsidios.

En mi colaboración anterior señale que la desigualdad del ingreso depende de cuatro elementos: 1.- La posesión de activos que generan ingresos: capital humano, capital físico y la tierra; 2.- las oportunidades de cada individuo para utilizar sus activos de manera productiva. 3.- el sistema de precios con que el mercado retribuye monetariamente a cada persona por la utilización de sus activos. 4.- las transferencias y otras percepciones que se obtienen de manera independiente a la posesión de activos, es decir que no se encuentran asociadas a un trabajo realizado o uso de un activo.

En esta ocasión presento un análisis de la evolución de estos elementos, comparándola con la habida en otros países que son competidores comerciales de México

Veamos en primer lugar la evolución del capital humano, para cuya medición se utiliza la educación formal de las personas, es decir los años de escolaridad promedio, cuya evolución a través de varias generaciones expresa el progreso educativo. La evidencia existente permite observar que el nivel educativo de las personas nacidas en 1930 era muy similar para México, Brasil y Nicaragua, mientras que 40 años después, en México el nivel de escolaridad es considerablemente superior al de los otros dos países. Sin embargo, la distancia con respecto a Taiwán y Corea del Sur (ya existente) no se redujo durante estas cuatro décadas. Además, el progreso educativo no fue compartido por toda la población ya que la proporción de población con primaria completa es relativamente baja. Mientras que para la población nacida en 1970 la tasa de primaria completa es de 83 por ciento, en los dos países asiáticos es de 99 por ciento. Y al comparar otros países latinoamericanos, México no presenta diferencias considerables en cobertura, pero sí en sus tasas de graduación de primaria, en donde solamente supera a 8 de 18 países.

Las iniquidades en la distribución de la educación es una de las causas de esta situación, ya que México es uno de los países en donde es mayor la diferencia en los niveles de escolaridad de la población entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre de la población. Estos indicadores muestran que, si bien el progreso educativo en México ha sido considerable en los últimos años (aunque menor al registrado en países asiáticos como Corea del Sur y Taiwán), la distribución de los acervos de capital humano se ha dado de manera desigual. El promedio relativamente alto de educación es el resultado de que pocos individuos cuentan con un número elevado de años de escolaridad.

Por lo que respecta a la posesión de activos físicos (entendido como bienes de capital y financieros) se calcula a partir de los ingresos que obtienen las familias derivados de la renta empresarial y renta de la propiedad, que son ingresos provenientes de la posesión e inversión de activos de capital físico y financiero y por lo tanto dan una idea de los acervos con que cuentan los hogares. Se puede observar que a nivel agregado, México es uno de los países con menor dinámica en el proceso de acumulación de este tipo de capital por trabajador, ya que de 1980 a 1995 registró un estancamiento, mientras que países como Tailandia y Corea del Sur (sobre todo este último) registraron aumentos considerables en el mismo período.

De igual modo se observa que los ingresos derivados de la posesión de activos de capital entre los distintos deciles de ingreso muestran una importante concentración ya que, el 10 por ciento más rico de los hogares concentra más de 36 y 42 por ciento del total de rentas empresariales y de la propiedad, mientras que el 10 por ciento más pobre obtiene entre 2 y 1 por ciento de dichos ingresos, respectivamente. En suma, la evidencia mostrada ilustra cómo el nivel de acumulación de activos de capital físico en México ha sido relativamente lento y, al igual que en el caso del capital humano, este proceso lento de acumulación ha ido acompañado por una profunda desigualdad en su distribución.

Por lo que hace a la posesión de tierra se puede observar que existe una mayor concentración en la propiedad, ya que mientras el 10 por ciento de los productores con mayor tierra por persona concentra 48.6 por ciento de las hectáreas totales, mientras que el 10 por ciento con menor número de hectáreas por productor concentra solamente 1.6.

En conclusión, la acumulación de activos generadores de ingreso ha sido más lenta en México que en otras regiones del mundo y dichos activos se distribuyen con una desigualdad considerable al interior de los hogares del país. Esto sin duda explica ampliamente el rezago en el nivel de competitividad del país frente a sus competidores.