LA ECONOMÍA MEXICANA FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN DEL PROTECCIONISMO AL LIBRE MERCADO

LA ECONOM?A MEXICANA FRENTE A LA GLOBALIZACI?N DEL PROTECCIONISMO AL LIBRE MERCADO

Hilario Barcelata Chávez

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EL COMERCIO MUNDIAL Y LOS SUBSIDIOS AGROPECUARIOS

El principal tema de debate y negociación en la Quinta Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) ha sido los subsidios al sector agropecuario que aplican los países desarrollados, para proteger a sus productores.

Estos subsidios se aplican, porque le dan una rentabilidad artificial a los productores, sin la cual no podrían sobrevivir la cada vez más eficiente competencia. Los gobiernos de esos países son responsables de lo que pase con sus millones de agricultores y por eso se gastan enormes cantidades apoyándolos, sin importarles la ruina que puedan causar a los de otros países como México. Ruina que es resultado de una competencia inequitativa e injusta, para los agricultores de los países en desarrollo, como México, que han decidido reducir los subsidios de manera drástica.

Para tener una idea de la diferencia entre dichos apoyos, considérese que Corea otorga por 9,341 dólares por hectárea; Japón 9,028; Unión Europea (UE) 730; Hungría, 265; Turquía 151; Estados Unidos 112 y México tan sólo 75 dólares. Es decir, el subsidio que otorga México a sus productores equivale a un 0.8 por ciento del subsidio coreano o japonés; un 10 por ciento del subsidio europeo y un 66 por ciento del subsidio norteamericano.

De hecho mientras los subsidios agrícolas en la Unión Europea crecieron un 13 por ciento de 2000 a 2002, en Estados Unidos aumentaron un 14 por ciento y en México se mantuvieron sin ningún cambio, en el mismo período.

Desde luego, esto significa que estos países destinan montos muy grandes de recursos para apoyar a sus productores. EU. apoyó el año pasado con 235 mi millones de dólares a su sector agropecuario y se calcula que, el subsidio que proporciona a productores de maíz, supera al apoyo total que da el Gobierno mexicano a todo el sector agropecuario nacional.

Es tan dispar la situación que, según el economista jefe para la región de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Guillermo Perry, una vaca en un país desarrollado recibe más subsidios que el ingreso de una persona en un país subdesarrollado, pues mientras el primero equivale a dos dólares diarios, se calcula que casi el 50 por ciento de la población mundial vive con menos de esa cantidad al día (Reforma, 13-09-2003).

El problema es que la situación no va a cambiar en el corto plazo. Aunque al momento de escribir esta colaboración (sábado 13) no se han dado a conocer las conclusiones finales de la reunión, es definitivo que no se llegará a ningún acuerdo para reducir los subsidios. En primer lugar por la posición de algunos países como los miembros de la Unión Europea, cuyos representantes declararon, antes de iniciar la reunión, que defenderían enérgicamente su derecho a ayudar a sus agricultores y calificaron a los países en desarrollo que conforman el grupo G-21 (entre los que se encuentra México) de encabezar un “proyecto lunático” en materia de agricultura y pidieron que pusieran los pies en el suelo, porque acabarán con las manos vacías; en clara referencia a que no cederán en cuanto a eliminar sus apoyos ( El Financiero 5-09-2003)

En segundo lugar porque antes de empezar la reunión, ya se tenía redactado el borrador de la declaración que contiene los resultados y las conclusiones de las negociaciones, que se presentará al finalizar dicha reunión (La Jornada 04-04-2003) y el mismo establece que no se llegaría a ningún acuerdo sobre los subsidios.

Hoy podemos tener claras algunas certezas respecto al funcionamiento de la economía. La primera es que la globalización es un proceso totalmente irreversible. La segunda, que la filosofía del libre mercado no es universalmente aplicable por igual: los países desarrollados; siempre tendrán mayor flexibilidad para aplicarla a su conveniencia. La tercera, que los países en desarrollo, deberían abstenerse de practicar esa religión laica en que han convertido la teoría económica del comercio internacional –carente de validez, en muchos sentidos- y que ni sus propios creadores profesan con tal devoción.