LAS RELACIONES FAMILIARES EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS EN LA CIUDAD DE ROSARIO
LAS MUJERES EN LAS ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA

LAS RELACIONES FAMILIARES EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS EN LA CIUDAD DE ROSARIO LAS MUJERES EN LAS ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA

Ana María Ciancio

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2.-LOS EFECTOS DE LA DESOCUPACIÓN, INESTABILIDAD Y PRECARIEDAD LABORALES: SUS IMPLICANCIAS SOBRE LOS INDIVIDUOS Y SUS FAMILIAS.

Si bien no es objeto del presente trabajo participar de la discusión teórico-conceptual acerca del concepto de la categoría familia, creemos necesario para los propósitos de nuestra investigación, intentar acercarnos a una definición lo suficientemente amplia como para que la misma pueda incluir la variabilidad y la multiplicidad de sus entornos y formas .

“Vamos a entender indistintamente por “familia” o “grupo doméstico” al conjunto de relaciones sociales que, basadas en el parentesco (tomado éste de forma tal que incluya tanto a las relaciones de consanguinidad, como a las relaciones de afinidad u originadas en el matrimonio) y/o en el principio de residencia común, se construyen para la producción y reproducción de variadas funciones tendientes a la satisfacción de necesidades materiales y simbólicas”

Hablar de la universalidad de la familia no implica desconocer que ésta reside en algunas funciones y tareas que la misma realiza, pero el cómo y quiénes son los que las llevan a cabo nos remiten a considerar las etapas del ciclo familiar, en cuanto al número de miembros que puede aportar ingresos, el estilo de las relaciones genéricas/generacionales -es decir la forma en que se asumen las responsabilidades y se comparten las tareas domésticas- ,el ejercicio de la autoridad y sus fuentes de legitimación; aspectos éstos que demuestran que la familia no es simplemente un sustrato biológico y/o “natural”, sino que es penetrada por procesos de cambio social, económico y político que contribuyen a introducir modificaciones sustanciales en el interior de las mismas. Esto evidencia, como lo manifiesta Jelin, E. : ”...la presencia conformadora de “lo social” en el mundo de la familia”.

Jelin,E. (1984) , expresa: ”Es decir, la organización doméstica tiende a mantenerse a lo largo del tiempo según un patrón de actividades y de asignación de tareas, responsabilidades y autoridad establecido. Los cambios se producen como resultado de las transiciones en el ciclo de vida de los miembros o como respuesta a situaciones coyunturales especiales -internas y externas- que requieren un ajuste a las estrategias acostumbradas”.

Entre las “situaciones coyunturales externas” se encuentran, por ejemplo, los efectos de la crisis recesiva que detallamos en la Introducción del presente trabajo y cuya incidencia está sujeta al grado de inserción social previa. Es decir, el tipo de consumo dependerá de las posibilidades y la forma en que los individuos tengan para insertarse en el proceso productivo. De acuerdo a esto serán los mecanismos que se vayan implementando para la obtención de recursos monetarios y/o no monetarios que aseguren su supervivencia. Entre ellos podemos mencionar los de carácter individual/familiar, colectivo o ambos.

Estas estrategias articulan procesos productivos y reproductivos y llevan a replantear los límites “público”/ ”privado” como si se tratara de esferas diferenciadas y separadas de la vida humana, siendo que las mismas se inscriben y desarrollan en los espacios estatales y societales.

Los de carácter individual comprenden la “salida” creciente de las mujeres niñas/os y/o adolescentes para insertarse en el mercado de trabajo formal y/o informal, cambios en la estructura de gastos, transformaciones en la composición del grupo familiar, incorporando o expulsando integrantes, según las potencialidades económicas del grupo, de sus expectativas familiares y personales, de su capacidad de adaptación frente a la crisis y de la construcción ideológica-cultural de la familia.

El otro tipo más colectivo incluye la articulación de actores externos a la familia: redes vecinales, amigos o familiares mediante préstamos de dinero para acceder a algún bien o servicio, a la ayuda en la atención de las/os niñas/os cuyos padres no tienen con quién dejarlos durante la jornada laboral (lo que grafica las carencias de alternativas adecuadas para el cuidado infantil); o a nivel barrial/comunal a través de emprendimientos como cooperativas de vivienda, guarderías, comedores escolares y hasta organización e implementación de movimientos que tengan como objetivos plantear algún tipo de demandas en cuanto a calidad y/o cantidad de prestaciones.

Esto es demostrativo de la cada vez menor presencia del Estado en la provisión de servicios sociales básicos que abarquen planes accesibles de viviendas que cuenten con la infraestructura necesaria como agua potable, red cloacal, gas; el aumento del número de hospitales (provistos de los insumos necesarios), guarderías, escuelas gratuitos, para mencionar sólo algunos ejemplos.

De esta manera queda de manifiesto que la crisis económica va acentuando procesos que inscriben en la esfera de lo “público”/comunal algunas actividades que anteriormente se realizaban en el dominio “privado”de la familia. Esto es mucho más notorio en las de menores recursos.

Jelin, E.(1984) expresa: ”...aunque la institución social cargada de afectividad es la misma, ”la familia” tiene significados y es experimentada de maneras muy diversas por individuos de distinto sexo, edad y clase social”.

Esto significa que la institución familiar no es un conjunto indiferenciado de individuos, sino que está formada por seres sexuados que se orientan según pautas de conducta que la sociedad les impone; es decir, si bien hay componentes afectivos e ideológicos, al mismo tiempo se contraponen intereses colectivos y propios que provienen de su ubicación -de acuerdo a su sexo y edad- dentro de la misma.

Retomando lo que planteábamos en la Introducción del presente estudio, es evidente que el deterioro general de las condiciones de vida afecta a los miembros de la familia en forma diferencial, esto se debe a que los comportamientos de mujeres/varones, niñas/os, adolescentes, se producen en una sociedad donde existen (y persisten) expectativas genéricas.

Los varones se ven afectados ante el desempleo por la erosión de su autoridad frente al hecho de no poder seguir desempeñando el rol de ser “los principales, o únicos perceptores de ingresos con los que mantienen a la familia”.

A las mujeres por el rol crucial (no esencial) que desempeñan para el sostenimiento de la supervivencia familiar, a través de la extensión de su trabajo doméstico no remunerado dentro del hogar, sumado al que desempeñan en el mercado laboral, por lo que adquieren una importancia fundamental, tanto para los miembros de su familia porque de ambas actividades dependen sus estrategias de vida cotidiana, como a nivel político porque “ayudan” a ocultar el impacto de la crisis.

Finalmente el caso de las/os niñas/os, adolescentes, vía el deterioro de las prestaciones sociales de salud, educación y las dificultades en el acceso a la estructura ocupacional, lo que les implica desempeñar trabajos temporarios, de escasa remuneración. Al respecto Wainerman, C. aclara que “...el aumento de desocupación se sextuplicó entre 1890 y 1995 entre quienes tienen entre 15 y 19 años del 6,8% al 41,8% “.(estos valores sólo corresponden al área metropolitana).

Estos elementos se potencian mucho más en los sectores de menos recursos donde a lo anterior hay que sumarle elementos tales como la desnutrición crónica, la mayor propensión a enfermedades, la no permanencia dentro del sistema educativo y a veces -por diversas causas- dentro de la estructura familiar, convirtiéndose en grupos en situación de riesgo ( son los que más expuestos se encuentran al consumo de drogas, de alcohol, a la vagancia, situaciones todas que son propicias para su iniciación en el camino del delito), debido a la falta de espacios de pertenencia y contención.