1.-Análisis del discurso económico y político. Racionalidad y Emotividad.

1.Emergencia y consolidación de creencias.

El pensamiento determina la forma en la que alguien o un grupo se expresa, y, consiguientemente, como es entendido por el o por los interlocutores con quienes se relaciona. Así dependiendo de la naturaleza del discurso, así también se generan relaciones tipo. El lenguaje político y el lenguaje económico tienen sus propias características y su desarrollo habilita un marco de interacción política y económica. Es decir, la utilización de un idioma o de un dialecto permite generar plataformas de acción colectiva. En este sentido se puede decir que política o económicamente se utilizan diferentes dialectos. Aquí radica la dificultad o facilidad para hacer comprensible un mensaje político o económico.

De acuerdo con Michel Foucault (1960), para descubrir lo que nuestra sociedad entiende por cordura, debemos investigar lo que viene sucediendo en el campo de la locura y la cuestión no es retórica. Si decimos que socialmente se pueden aceptar o reprochar ciertos condicionamientos del pensamiento y de la conducta, no se podría dejar de decir, que dichas aceptaciones o reproches vienen de la mano del convencimiento, de la validez o invalidez de ciertas proposiciones. La validez o invalidez, que originalmente pueden interpretarse como los productos de un sistema normativo, también van evolucionando con el paso del tiempo a través de un hilo conductor esencialmente dinámico. Este dinamismo provoca que muchas veces este hilo se tense y otras se relaje, pero nunca debería existir ausencia de fuerzas externas que provoquen reacciones. Lo contrario sería asumir la muerte de la sociedad. En el universo de las creencias colectivas podemos observar una lucha entre la seguridad que nos provee el estatismo y el stress que generan los cambios de la dinámica.

Si queremos analizar la forma en la cual las sociedades asumen como válidas algunas proposiciones y descartan otras, deberemos pensar en cómo se generan y cuáles son los mecanismos de creación de convenciones culturales y de paradigmas aceptados. Es decir, ¿cómo se crean y cómo se difunden nuevas proposiciones? En este sentido la comunicación permite desalojar la creación individual y situarla en un nicho ecológico cultural, el cuál se encargará de ignorar, sofocar o aceptar las novedades. Lo habitual es que un punto de vista de observación filosófico, nos puede abocar a cuestionar las creencias más habituales con las que convivimos y sin pensar las aceptamos. Si escribimos esto es porque pensamos que la construcción de creencias varía completamente en su génesis y desarrollo. Esto se debe a que estos constructos artificiales dependen como dice Nagel (2003:11) de tus experiencias y pensamientos, sentimientos e impresiones sensoriales. Estos indicadores suponen una plataforma a partir de la cual, se puede seguir trazando la evolución en la aceptación o descarte de creencias que suponemos válidas.

Por estas razones iniciales, el proceso a partir del cual se establecen desde un punto de vista eidético y práctico las proposiciones que pueden desembocar en creencias, es sumamente voluble y así, el método de diseño es afectado eficientemente por una intencionalidad. Esta intencionalidad es caleidoscópica y por serlo puede ser regida por dos aspectos fundamentales. Que la intencionalidad se construya a partir de un motivación racional o que la motivación sea espontánea y por lo tanto emocional. El acto, concepto exclusivamente humano, ya que como diría Husserl, evidencia una intencionalidad, además de revelar al hombre a través del mismo, siendo racional, se piensa y se proyecta de forma libre, evaluando las consecuencias de la acción. Por esta razón, el acto racional sería un modo final. Sin embargo el acto espontáneo y emocional sería un modo mediático. En pocas palabras, la propuesta de proto-creencias, desarrolladas de un punto de vista irracional, es manipulación pura.

Pienso desde este punto de vista, siguiendo a Aristóteles (2004:158) que el acto voluntario y racional, que piensa finalmente bajo supuestos no relativos, es también justo. Mientras que de forma opuesta, lo que no es racional y en su irracionalidad instrumentaliza el modo de acción se basa en un principio de injusticia, ya que persigue un interés que saca provecho de la desigualdad. Esta es la razón por la que en este momento creo que es oportuno rescatar la imagen de vulnerabilidad del marco de creencias individuales y colectivas. Las creencias, por tanto se ven afectadas por estas dos fuerzas. ¿Qué es realidad y qué es representación? Quizá sea más sencillo comenzar por explicar que es la representación para luego caer en conclusión de que la realidad es lo opuesto a lo que ahora se argumente.

Conscientemente he comenzado a utilizar el concepto re-presentación porque de acuerdo con Aristóteles (2004, b), ésta se hace posible a partir de soportes formales. Desde un punto de vista instrumentalista, un artista puede representar lo que se expone en una obra. Y la obra es ficción, no es realidad. La ficción es lo construido, lo diseñado con un determinado propósito. Pero pienso que la ficción tiene mucho que ver con la imaginación y la forma en la que se interpreta algo. Por lo tanto, es posible que la ficción sea una re-presentación de la realidad, pero también, podría ocurrir, que la ficción anticipe un modelo que se quisiera re-presentar en la realidad, por lo tanto la realidad en este caso sería re-presentación y la ficción presentación. En ambos márgenes podría buscarse la existencia de una locución racional o una locución irracional, que al final, generen y permitan re-presentar la génesis y difusión de una nueva creencia.

La creencia por lo tanto tiene una dimensión dinámica y es muy vulnerable. La creencia tendría mucho que ver con otro concepto que ahora introduzco y que será tratado más adelante: las necesidades. Las necesidades vienen de la mano de la generación de problemas, siendo los problemas exclusivamente humanos. El ser humano tiene innumerables necesidades que cubrir y estas no son finitas. Las necesidades como las creencias son muy variables y se encuentran afectadas desde su origen eidético. Así, si se puede decir que las necesidades son abstractas, las creencias también lo serían. De igual manera que una creencia comienza a existir desde el momento en que se diseña el concepto o el problema, así las necesidades surgen cuando se comienzan a concretar y a definir. Como dice Millán-Puelles (1985:15) las necesidades son apremios y por lo tanto, nos urge darles una satisfacción. Las necesidades tienen diferentes niveles –ya especificaremos esto más adelante- por tanto también podría decirse que las creencias son una subcategoría de las necesidades. Las creencias son necesarias y avanzando el tiempo, urge generar nuevas respuestas ante nuevas formas de organización y relación.

De la misma forma que las necesidades se suceden unas a otras desde una perspectiva dinámica, así las creencias se suceden unas a otras. Lo que ayer era una necesidad puede que hoy no lo sea, lo que ayer era una creencia hoy ha caducado. Esta renovación dinámica se presta a los juegos de la irracionalidad, cuyo cebo es precisamente, la urgencia de la satisfacción de una necesidad. Ante la urgencia, ¿cómo reaccionamos? ¿racional o irracionalmente? Esto significa que si bien las necesidades pueden generarse, también las creencias, como subcategoría pueden generarse. Pero las creencias también pueden generar necesidades y eso es lo que vamos a tratar de argumentar en este momento.

Según lo que hemos expuesto anteriormente, parece que existiera un esquema dual basado en la generación de necesidades a través de creencias y viceversa. Esta dualidad podría ser cierta si mantuviésemos y defendiésemos un planteamiento solipsista, recordando que el solipsismo estima que nada es real sino que todo es producto de la mente. Sin embargo sostendremos que es cierto que las necesidades integran a las creencias, pero esto no significa que aceptemos que las necesidades creen o den lugar a las creencias. Que las integran tan solo quiere decir que “en” o “dentro” de las necesidades hay unas creencias de fondo. Asumir lo contrario, es decir, que las necesidades generan creencias, supone desprenderse de un concepto original, a partir del cual se establecen las necesidades. O sea, el concepto antropológico subyacente.

Por ejemplo, en el marxismo se considera que la estructura, es decir, la economía, provee y genera a la superestructura, es decir, lo que se supone adicional: la filosofía, la religión, la ética, la normativa moral. Según esto, defendemos que sin excluir radicalmente la idea de que las necesidades generan creencias, deben ser las creencias las que generan las necesidades. Como podemos observar, y ya lo seguiremos argumentando más adelante en el capítulo que tratará sobre economía y antropología. Pero en este momento queremos dejar claro, como sostuve en otra ocasión (2006) si los sistemas económicos o las propuestas económicas fallan, no es debido a una incapacidad técnica por establecer las prioridades y las necesidades insatisfechas -aquí entra el capitalismo, el marxismo y cuantas más ideas económicas se quieran exponer- sino por una incapacidad cuáles son las necesidades y sobre todo quién es el hombre.

Suponer un planteamiento como el inicial sin restricciones –las necesidades generan creencias-, entraña un problema fundamental, que se enraíza en la explicación del fracaso de los sistemas económicos basados en el materialismo, uno porque no saben, ni han pensado quien es el hombre y por tanto no sabiéndolo, no saben las necesidades que tiene. Dos, porque si se no se sabe quién es ni el hombre ni sus necesidades, la descripción y la argumentación que se pueda hacer sobre las necesidades será demagógica, y siéndolo así, manipulables. Si esto es así, la consecuencia será un discurso sometido a las fuerzas de la irracionalidad y la pura emotividad. Por eso, el discurso político y económico, se ven afectados por estos problemas de origen que no se pueden dejar de analizar, para así, poder comprender las bases de la manipulación del discurso materialista generador de pseudo-necesidades. Por tanto, si racionalmente no se conocen las necesidades, menos todavía la forma de tomas decisiones y tomar acciones con justicia. Veamos a continuación las características del lenguaje y de su manipulación siguiendo este esquema previo.