América Latina Hoy
¿Y Hasta Cuándo?

Iván Ureta-Vaquero
César Calvo

 

La evolución de los radicales humanos en la economía.

El título de este epígrafe sin duda parece provocador y de hecho lo es. Para empezar y no confundirnos desde el inicio tenemos que despejar los posibles prejuicios que existen sobre el adjetivo radical, tanto más cuando lo asociamos al sustantivo humano. En este sentido se entiende radical como la parte fundamental, el aspecto esencial de algo que quiere definirse y explicarse, por ello, el radical humano, será la explicación fundamental de la raíz de lo humano. Habiendo explicando esto podemos pasar al primer argumento.

Max Weber, en su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, resume de forma magistral algunos puntos que sirven para interpretar el desarrollo de la civilización occidental. Sin embargo, muchas de sus ideas se han visto interpretadas de forma sesgada y así se corre el riesgo de no ajustarse al criterio crítico que sería lógico desplegar. El libro mencionado no dista por tanto demasiado, del objetivo de la Riqueza de las Naciones de Smith o de los intentos de Rostow por explicar los factores diferenciales que han caracterizado a los diferentes momentos históricos de varios países. En su esencia, tratan de buscar aspectos formales que ceteris paribus puedan explicar la misteriosa naturaleza del crecimiento económico.

En la obsesión por explicar el crecimiento económico, estos autores, Weber en menor medida, el papel del hombre y de su libertad se malinterpreta y consecuentemente, cae en la subordinación y en la objetivación debido a la supremacía de un modelo económico que misteriosamente se autorregula con cierta armonía. Si a partir de la obra de Smith decimos que existe la economía, aunque sea en su concepto clásico, también podemos decir, que, asumiendo esta idea, se están olvidando los radicales humanos previos desarrollados hasta el comienzo de la modernidad y muy olvidados como consecuencia de la ilustración. El punto de partida por tanto es inconsistente y como tal, el edificio científico e intelectual de la economía, adolece de patrones de referencia que la sitúen.

En este punto, Weber (1955:12) representa algo distinto. Se da cuenta que hay más factores que los puros elementos clásicos que conforman las fuerzas de la naturaleza económica. Dice expresamente:

Procesos de racionalización, pues, se han realizado en todas partes y en todas las esferas de la vida. Lo característico de su diferenciación histórica y cultural es precisamente, cuáles de estas esferas y desde que punto de vista fueron racionalizadas en cada momento. Por tanto, lo primero que interesa es conocer las características peculiares del racionalismo occidental, y, dentro de éste, del moderno explicando sus orígenes…Esta investigación ha de tener en cuenta, muy principalmente las condiciones económicas, reconociendo la importancia de la economía, pero también deberá ignorar la relación causal inversa: pues el racionalismo económico depende en su origen de la técnica y el Derecho racionales como de la capacidad y aptitud de los hombres para determinados tipos de conducta racional…Entre los elementos formativos más importantes de la conducta se cuentan, en el pasado, la fe en los poderes mágicos y religiosos y la consiguiente idea del deber ético.

De este párrafo se pueden descolgar varias ideas que no se pueden obviar. Por orden de aparición, Weber se da cuenta con gran mérito, que a lo largo de la historia se aprecian diferentes momentos, hitos, dentro de los cuáles se desarrollaron novedosos procesos de racionalización, que trataban de descubrir, de definir, de perfeccionar la presencia del hombre en el mundo. Obviamente, asumiendo este pluralismo cultural y geográfico, Weber incide en el hecho de que resulta necesario detenerse a pensar en los patrones de racionalización que se han venido desarrollando en el mundo occidental. Y esta detención no es por casualidad. El propio autor en las primeras páginas de su libro va haciendo relaciones entre la existencia de pensamientos relevantes en diferentes partes del mundo, pero que finalmente, el pensamiento occidental había terminado por imponerse de una u otra forma.

Podemos observar de forma fehaciente que el pensamiento económico actual, que se ha extendido por todo el mundo, tiene que ver con una forma en la que fueron evolucionando diferentes conceptos en el seno del mundo occidental. Por esta razón, es necesario pensar y seguir avanzando en las ideas que manifestábamos en el primer capítulo, cuando hacíamos referencia a los problemas de origen que nos preocupan hoy, ya no solo en Perú, ni en América Latina, sino en todo el mundo. Decíamos, que de origen, tenemos un problema para definir quién es el hombre y que necesita, pero vayamos por partes. En la última parte del fragmento extractado, Weber señala que el racionalismo económico, por supuesto de la técnica y el derecho racionales, pero sobre todo, de la aptitud de los hombres para determinados tipos de conducta racional. Señala aptitud, no actitud, puesto que la última se supone. La aptitud racional significa posibilidad de desarrollar un tipo de mecanismos motivantes de esa característica humana. Los motivos de acción pueden variar de diferente forma en función a la prioridad de las necesidades que supongamos prioritarias para nosotros y nuestro entorno. Estos motivos de acción, están directamente influidos por la percepción cultural de quiénes-somos o cuánto-somos.

Así titulé unas charlas que impartí a unos grupos de estudiantes de ingeniería. Los profesores de la facultad de ingeniería, me pidieron que les hablara a los alumnos sobre la importancia del estudio de las humanidades. Obviamente, no me interesaba definir que son estrictamente las humanidades, sino que alcance pueden tener y sobre todo, aún no estando del todo conforme con el concepto utilitario, para qué sirven. En este caso, tienen mucha utilidad, pero hay que descubrir porqué la tienen.

Al comenzar la sesión pregunté a los alumnos que tal estaban. Con absoluta franqueza uno dice: bien. Otro dice: mal. A ambos les pregunto porqué están bien o mal. Uno me dice que está mal porque tenía que rendir un examen. El otro estaba bien porque se acercaba el fin de semana. Como se puede ver, desde el punto de vista del alumno optimista, su ánimo estaba relacionado con la dejación de las responsabilidades semanales, de estudio y asistencia a las clases. En el caso del pesimista, también, su estado de ánimo estaba relacionado por no querer enfrentar la responsabilidad, pensando que quizá podría dedicarse a algo mejor. En ambos ejemplos podemos observar, que en sí, sus estados de ánimo dependían de aspectos materiales.

Inmediatamente les pedí que imaginaran un estado en que se sintiesen completamente libres. Con variedad de conceptos las respuestas se podían resumir en una: hacer las cosas sin sentir la responsabilidad de lo que uno hace. O sea, que desde este punto de vista, una persona drogada o borracha se sentiría completamente libre. No asociaban el concepto de libertad al de responsabilidad. Obviamente, la acción o el acto, es exclusivo del ser humano, puesto que se supone que además de ser racional, debe actuar con libertad siendo responsable de lo que se hace. Posteriormente pedí una definición de átomo, la cuál fue dada perfectamente y con consenso total. Cuando pedí una definición de persona, no ocurrió lo mismo. Se puede decir, que no sabemos definirnos. ¿Cómo hemos llegado a este punto? Y ¿como esto afecta a una ciencia como la economía?

Para finalizar esta imprescindible introducción al tema, Weber, dice al final de la cita que “Entre los elementos formativos más importantes de la conducta se cuentan, en el pasado, la fe en los poderes mágicos y religiosos y la consiguiente idea del deber ético”. Es decir, esta conducta, esta aptitud, se debe a la forma en la que un individuo o una organización actúa en función a un deber ético, cuyas bases suelen ser absolutas no relativas. Por eso, el principio de la sindéresis forma un aspecto importante en la formación de los valores y de las virtudes, ya que es preciso definir lo que es bueno y lo que no lo es, para, sobre todo, poder actuar racional y libremente en función ese marco que definen las virtudes-no-relativas. La importancia de este marco normativo regido por la existencia de unas virtudes-no-relativas, que evidencian la aptitud y a través de ella la conducta, representan un esquema fundamental para definir cómo nos vemos, como queremos que nos vean, o cómo nos deberíamos definir y cómo deberíamos querer que nos vieran. Estas ideas sobre las virtudes-no-relativas, entre otros, fueron puestas de relieve por Martha Nussbaum, en el ya célebre libro coeditado junto a Amartya Sen y titulado La Calidad de Vida. Para definir el actuar estatuto de la economía hay por tanto que definir como se ha interpretado al hombre a lo largo de la historia aprovechando el esquema de los radicales humanos.


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