América Latina Hoy
¿Y Hasta Cuándo?

Iván Ureta-Vaquero
César Calvo

 

Expresión racional e irracional.

En este punto no vamos a descender a explicar de forma instensiva las relaciones existentes entre el pensamiento y el lenguaje. De forma genérica podemos decir que hay dos corrientes opuestas. La primera idea consiste en la verbalización y en la afirmación de que pensamiento y lenguaje son la misma cosa, mientras que la segundo criterio indica que el pensamiento tiene lugar independientemente del lenguaje, siendo el lenguaje el vehículo o el recipiente de un pensamiento ya cumplido como señala Ausubel (1989). Sin embargo, profundizando un poco más, según Sartori (2004:29), las respuestas pueden ser 4: a) entre lenguaje y pensamiento no existe ninguna relación intrínseca, b) lenguaje y pensamiento coinciden, c) el lenguaje no es indispensable para el pensamiento, pero es indispensable para comunicar el pensamiento y d) las palabras son indispensables tanto para comunicar como para pensar.

Desde nuestro punto de vista nos suscribimos al postulado de Piaget, donde señala, como mínimo, que los principios del pensamiento anticipan al lenguaje. De esta forma, cuando analizamos las características del discurso tenemos que comprobar si este está afectado por un modo racional o irracional. Así hay que tener mucho cuidado cuando estudiamos el lenguaje político y económico, que es lo que nos ocupa en este instante. Iremos para este propósito a comenzar por un texto clásico. Generalmente, de acuerdo con Aristóteles (2004a:48-50) observemos las siguientes ideas:

“la política, y así su discurso, ordena que ciencias tiene que haber en las ciudades y cuáles debe aprender cada uno y hasta donde. Y vemos que las facultades más estimadas caen bajo ésta, como la estrategia, la economía y la oratoria. Y como esta –la política- se sirve del resto de las ciencias e incluso establece normas sobre qué se debe hacer y de qué cosas hay que abstenerse (…) Cada uno juzga bien aquello que conoce y de esto es buen juez: por ende, en lo particular, lo será el hombre educado en ello, y en lo general, el hombre educado en todos los temas. Por eso el joven no es un alumno apropiado de política, porque carece de la experiencia en las acciones de la vida, y las argumentaciones parten de éstas y versan sobre ellas. Más todavía, como el joven se deja llevar por las pasiones, escuchará en vano y sin provecho, ya que la finalidad no es el conocimiento sino la práctica. Y no hay diferencia alguna entre el joven de edad y el que es inmaduro de carácter, pues el defecto no acompaña al tiempo, sino que se debe al hecho de vivir y perseguir cada cosa de acuerdo a la pasión”

En primer lugar se indica que corresponde a la política, la tarea de ordenar el campo de intervención de las ciencias que como herramientas deben permitir una buena gestión de los asuntos públicos y privados. De este modo puede suponerse que los discursos de las ciencias que se comportan como herramientas, deben estar articulados en función a una lógica racional que busque el bienestar de la sociedad. Esta idea significa por tanto, que el pensamiento racional tiene que converger con una expresión también racional. No pasional. No emotiva. Por eso, posteriormente indica que el joven no es adecuado para la política, debido a que no ha acumulado experiencias sobre las cuáles se supone el ejercicio de pensamiento, decisión, acción y validación.

Estas ideas las estoy escribiendo en pleno proceso electoral. Quizá para glosar estas ideas no tendría más que reproducir algunos ejemplos de discurso político y examinarlos brevemente. No hace falta exponer ninguno porque se convendrá en que el manejo de las emociones del electorado es uno de los objetivos fundamentales los diseñadores de discursos. El publicista político se deja persuadir por la idea simplista de lo que quieren escuchar los electores. Así, lo más socorrido es el empleo de palabras clave que supuestamente coinciden con las expectativas y necesidades que supuestamente son urgentes en un panorama socioeconómico. Lo complicado surge cuando dichas palabras se malinterpretan.

Es decir, lo que en el lenguaje político y racional debería denominarse como logos, se puede catalogar de pathos. En este sentido, en vez de usar conceptos y significados descargados de su dimensión emotiva, se ven revestidos por una falsa túnica. Los conceptos más habituales provienen de la economía y por ello, a continuación analizaremos un pequeño elenco de conceptos que suelen estar muy presentes en los discursos políticos. No estudiamos ningún discurso político en general porque no es necesario. Independientemente de la forma escogida, subyacen problemas respecto al significado real de los conceptos abusados. Empezaremos por el más básico de ellos: necesidades. Continuaremos con: crecimiento, desarrollo, crisis y libertad. Podrían ser muchos más, pero de momento nos centraremos brevemente en los citados, aunque más adelante hablaremos de justicia y bienestar entre otros.


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