La transición de mercados a sociedades emergentes

Iván Ureta-Vaquero

 

II.-Algunas ideas sobre una teoría de la acción humana dinámica aplicables a la interacción socioeconómica.

Desde el principio hemos declarado nuestra postura en relación al problema fundamental de la economía. El principal problema que subyace a todo el análisis es una cuestión antropológica y por ende, antropogénica. En la primera y segunda parte se ha hecho un esfuerzo por analizar diferentes variables sociológicas que son modificadas y que modifican entornos dinámicos, puesto que todas las sociedades lo son. La negación de esta idea es la negación de la historia misma. Siendo consecuentes con esta declaración de intenciones, nuestro modelo de reconstrucción comunicativa simétrica tiene evidentemente un enfoque absolutamente antropológico. Por tanto, para llegar a la interpretación de interacciones intra y transgrupales comenzaremos esbozando algunas ideas la teoría de la Acción Humana, construída a partir de una base dinámica.

El concepto de la Teoría de la Acción Humana fue trabajado por el profesor Juan Antonio Pérez López, dejando así, tras él, un legado que analizado en la actualidad nos puede ofrecer muchas pautas para comprender no sólo la configuración humana de las organizaciones, sino también del conjunto de las interactuaciones humanas en diferentes escenarios y sobre todo, de forma interdisciplinar.(1) Quizá teniendo en cuenta la potencialidad de sus estudios incluso la teoría se podría denominar teoría de las interactuaciones humanas en las organizaciones. Aunque para definirla así finalmente habrá que roturar mucho el terreno y encontrar la virtualidad de esta nueva definición o de otras mejores. Para Pérez López, el punto de partida para elaborar una teoría de la organización tendría que ser una teoría de la decisión.(2) Pero una forma de enriquecer este planteamiento podría significar que el punto de arranque para una teoría de la acción humana, no es directamente una teoría de la decisión sino un análisis del autoconcepto. Veamos que implicaciones puede tener esta idea.

Dice la tradición que en la entrada del oráculo de Delfos se podía leer esta frase: Conócete a ti mismo y conocerás el universo. Independientemente de que esta célebre sentencia sea verdadera o falsa, en ella se encierra la explicación sintética del valor del autoconcepto. Y el autoconcepto en este sentido tiene mucho que ver con un estudio introspectivo sobre ese ápice de la esencia humana que es el yo, según comentó Leornardo Polo.(3) Para Polo como comenta Sellés, yo significa persona humana vertida hacia la esencia. Sin embargo no es el ser que se es. Como dice Sellés explicando el concepto de yo de Polo, el yo es el conocer que versa sobre la inteligencia, voluntad; no el núcleo del saber, o la persona vista como ser cognoscente. Por lo demás, el yo real no es el yo pensado. El yo real es cognoscente, es método, no tema. En cambio, el yo pensado no piensa, es decir, no es conocer ninguno. Además, si el yo pensante y el yo pensado se identificaran, cada quien autoconocería completamente, es decir, podría dar razón completa de sí, asunto que no acaece, puesto que no está en manos del hombre. Con todo, la persona es más que su yo; no se reduce a él. Buscar la identidad de ésta con su yo es una gran pérdida personal, porque el yo no es una persona (…) Sin embargo, la persona humana es lo más opuesto a una base fija, pues más que decir que de ella que es, Leonardo Polo estima que es mejor decir que será, pues mientras vivimos en la presente situación no acabamos de ser quien estamos llamados a ser. El hombre es un ser de proyectos porque él es un proyecto como hombre.(4)

Los comentarios anteriores plasman la diferencia esencial entre el yo y su percepción agencial decisoria, y el autoconcepto como base difícil de reconstruir de forma consciente pero sumamente influyente en la naturaleza decisoria del yo agencial. Este planteamiento podría ser cierto por varios factores: debido al rol social que cumple un sujeto determinado, es decir, por lo que se espera de él en un contexto x; porque la decisión influida por la presión social que debe cumplir, se manifiesta con relación al autoconcepto subyacente en el sujeto decisor y en la calidad de dicho autoconcepto. En ese sentido la posibilidad de emitir una decisión, estará condicionada interna y externamente, a pesar que se suponga una lógica dosis de racionalidad en la misma. Según este planteamiento, se podría sugerir que el punto de partida de la teoría de la acción humana, sería la teoría de la decisión pero haciendo hincapié en el análisis del autoconcepto. Asumiendo este cambio podríamos pensar que el nivel de autoestima del individuo va a afectar la calidad de la decisión. Por tanto, esta idea que caracteriza como individual podría trascender en las características humanas de la organización y darle así una personalidad, un autoconcepto cultural determinado. Obviamente analizando el grado de autoestima existente en una organización podremos también evaluar el alcance de las decisiones tomadas, así como su calidad.

Sobre la naturaleza de las decisiones Pérez López también comenta que las “decisiones determinan las acciones concretas que realizan las personas. La naturaleza de las organizaciones especifica el conjunto de acciones posibles de la organización”(5). Y esta declaración alcanza un rango nuevo, un nuevo significado si asumimos que el origen de la decisión se basa en el autoconcepto individual-colectivo. Se podría esquematizar del siguiente modo:

I.1 Au.1 D.1

I.2 Au.2 D.2 (D.1 + D.2 + D.3…) = DC

I.3 Au.3 D.3

El modelo presentado muestra varios conceptos: I –individuo-, Au – Autoconcepto- D –decisión y DC como Decisión Cultural. En todos los casos dentro del modelo tanto los individuos como los conceptos de autoestima como las decisiones están afectadas por presiones e interacciones de carácter interno y externo. Todo el modo está afectado externamente en cuanto que los individuos, sus autoconceptos y sus decisiones están sometidos por el rol social que se espera de ellos. También los conceptos están influidos internamente. En dicho esquema puede observarse que existe una preconcepción instintiva de la decisión, influida como he dicho anteriormente por las presiones externas correspondientes con el rol social esperado de cada uno de los individuos que integran el ambiente relacional. Esta presión del rol social supone una previa socialización afectivo-cognitiva, lo cual generará un sentimiento de no defraudar a sus compañeros. Esta toma de decisiones y el autoconcepto tanto individual como colectivo está profundamente relacionado con otras ideas fundamentales: el estatus atribuido, el estatus conseguido, región delantera y región trasera.(6)

De esta fase de configuración inicial de la decisión pasamos a una fase interna en la cual, el individuo sólo, tras socializarse, es capaz de procesar de forma “racional” –eso se supone según su rol social- una propuesta de decisión. En la fase de procesamiento interno, las decisiones se barajan en función al autoconcepto del agente en cuestión y también en esto interviene un temor inconsciente respecto a la calidad de la decisión aportada con relación a que pueden mostrar el resto de compañeros. Por tanto, la decisión que toma cada jugador tiene que ver con la socialización (rol social) con el autoconcepto del agente y finalmente con la comparación de las decisiones conjuntas. Parte de la calidad del autoconcepto tendrá mucho que ver con el estatus atribuido y del estatus conseguido. En términos generales, según la teoría sociológica, el estatus atribuido se asigna a la persona en función a los factores biológicos como la raza, el sexo o la edad. Sin embargo, el estatus conseguido hace referencia a la situación que se alcanza a través del propio esfuerzo.

En cuanto a las decisiones, éstas conformarán un reflejo del autoconcepto de la organización a la hora de proponer sus decisiones y estrategias. Esto nos lleva a observar que la cultura de la organización, emisora de decisiones que identifican sus características culturales y consiguientemente diferenciadoras. Estos aspectos autoconceptuales de la organización podrían interpretarse como el capital que puede unir a la empresa para enfrentarse a diferentes coyunturas críticas.

Pérez López evoluciona el planteamiento de la teoría de la decisión mostrando cómo intrínsecamente las acciones reales – Acción Real- que se ejecutan por una persona en un momento determinado, han de pertenecer siempre al conjunto formado por todas aquellas acciones, que a dicha persona, le es posible realizar.(7) Esto nos lleva a pensar en el individuo como un agente capaz de actuar de una forma relacionada con un abanico de acciones que puede realizar, lo cual significa que el agente sea capaz de algo, es decir, de la potencialidad de sus capacidades. Las capacidades que puede tener un agente, no está únicamente determinado por unas aptitudes subyacentes, sino por el grado en que ese agente se ha podido socializar y el desarrollo de esas aptitudes que ha podido realizar a través de dicha socialización. De forma resumida, los conceptos de capacidades y competencias tienen mucho que ver con la potencialidad y calidad de sus decisiones. Las capacidades, obviamente, serán mayores o menores en función al autoconcepto, tanto interno como externo, como también, de un sumatorio de las capacidades autoconceptuadas de cada uno de los integrantes de una organización. De modo que, dicho sumatorio podría representar los diferentes rangos de capacidad de la organización para actuar agentemente. Estos elementos pueden mostrarse en el siguiente gráfico:

Retroalimentación (Evaluación/ Eficacia)

Autoconcepto

Capacidad

Decisión

Acción

En este ejemplo gráfico nos encontramos con un sistema dinámico que se retroalimenta y que aprende, pero que no significa únicamente un aprendizaje limitado al repertorio de decisiones que en un determinado momento se pueden ofrecer, sino que favorece un incremento en la calidad emisora de tales decisiones, por cuanto, si asumimos que el autoconcepto del individuo asociado a unas capacidades determinadas nos ofrecerán unas decisiones, si mejora el autoconcepto del individuo podrá verse fortalecido en este aspecto y será capaz de hacer más cosas. Así, sus capacidades aumentarán y sus decisiones además de mejorar cuantitativamente, también lo harán cualitativamente. Toda vez que la decisión es tomada, se puede evaluar la eficacia de la misma y sus consecuencias. En dicho análisis observaremos un rasgo positivo o negativo. En caso positivo, el autoconcepto se verá mejorado y las capacidades incrementadas, y en un caso negativo observaremos un deterioro del autoconcepto que también limitará las capacidades. A pesar de todo ello, una de las capacidades mayores que el individuo puede presentar es la de la resiliencia, la cual le permitirá reconstruir el autoconcepto de forma más rápida. Desde un punto de vista psicológico podemos ver que a medida que se reconstruye positivamente el autoconcepto del emisor de decisiones, mejorará también su salud mental y física. Si el conjunto de individualidades que configuran una organización se integran en este procedimiento observaremos que la organización es más sana y saludable. Por ello, el criterio de saludabilidad de las organizaciones es un aspecto a tener en cuenta. La salud organizacional puede fomentar a través de su interactuación con otros entornos, una relación más fluida y creativa. En la medida en que se promueva la salud organizacional –la cual proviene de la salud de los individuos que componen las organización según esta teoría de las decisiones- la organización funcionará con mayor eficacia.

Posteriormente Pérez López va a señalar los aspectos relativos a la lógica de la acción como la parte subsiguiente a la teoría de la decisión.(8) Comienza la explicación a través del concepto de “problema”. Aunque nos adelantemos aquí en algunas ideas que quisiera comentar más adelante, el momento nos va a ayudar. Se suele decir que uno de los aspectos más importantes en las relaciones humanas es la comunicación. No estoy particularmente en contra, pero me gustaría añadir que no es la comunicación, sino la calidad de la comunicación la que permite una interactuación social más eficaz, y, sobre todo, saludable. Por ello me atrevo a pensar y a sugerir que la introducción a la lógica de la acción con un concepto como “problema” podría originar una predisposición negativa al enfrentamiento por medio de una acción estratégicamente razonada. Quizá sea la utilización de palabras con connotaciones negativas, como “problemas” la razón de porqué muchos estudiantes han aborrecido el contacto con las matemáticas o la física, por ejemplo. En este sentido la etnometodología puede ayudarnos mucho a la hora de mejorar la calidad de la comunicación entre personas, en la organización, como una esfera social y por último entre las organizaciones. En este sentido la utilización del lenguaje puede provocar incluso trastornos de la personalidad y de la salud del individuo, y por extensión, la de la sociedad en la cual inscribe su actividad. El análisis de las expresiones, de adjetivos, sustantivos y verbos, además de los rasgos más representativos del estado interior de las personas, descubren el grado de salubridad de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, sobre este tema volveré más adelante aunque de alguna forma ya se ha esbozado más arriba.

La solución de un problema dice Pérez López, es una acción que supone la transformación de la situación, de tal forma que esa acción será satisfactoria.(9) La mayoría de los análisis se resuelven estáticamente del modo que sigue:

Reacción

Agente Entorno MODELO A Estático

Acción

También habría que tener en cuenta la calidad de la acción. En el caso que un hombre o un agente tenga que resolver un evento inesperado la calidad de la acción determinará las consecuencias de la misma, así como, su eficacia, entendiendo siempre que la eficacia está intrínsecamente ligada a la responsabilidad de las consecuencias derivadas de la acción ejecutada por un agente.(10) Esa calidad de la acción como respuesta a un problema, depende del bagaje cultural –conocimiento- del cual disponga el agente.(11) En la medida que esto ocurra, el arsenal de información-cultura existentes, facilitará la superación en una menor fracción de tiempo la eventualidad presentada. Dicho esquema generará una reacción y dicha reacción será el resultado de la acción, y, se supone, que si la reacción es positiva, o esperada, es decir, si es eficaz, se generará una satisfacción que provocará la incorporación de esa nueva estrategia al bagaje cultural del agente. La creatividad en este sentido tiene mucho que ver con el grado de ocasiones en que un agente ha debido resolver un evento. Eso va a permitir que cuantas más ocasiones de demostrar la solvencia cultural a la resolución de problemas, mayores serán las posibilidades de éxito futuro. Esta breve explicación es el origen de la teoría del Cambio Cultural, el cual, posibilita y garantiza la adaptación y adaptabilidad –capacidades y competencias- de un individuo a su entorno y consiguientemente, su supervivencia. Consecuentemente parece que será el factor cultural y su virtud de cambio lo que podrá permitir un desarrollo de las capacidades.

La satisfacción al problema genera por tanto un cambio cultural. El sistema estático anteriormente presentado no llega a explicar de forma satisfactoria el modelo del cambio cultural, el cual, por naturaleza e intrínsecamente es dinámico. Por tanto, si se supone que la teoría del cambio cultural es dinámica se deduce que el agente aprende. Pero no sólo aprende el agente, sino que al modificar algunos aspectos culturales subyacentes en pro de un cambio positivo motivado por un evento, el agente interioriza la satisfacción de la estrategia puesta en práctica y de este modo podrá trasmitirlo a los demás agentes. Consecuentemente aprende la organización y se incrementan diferencialmente las capacidades agenciales de la misma. Obviamente, si se logran mayores capacidades, el autoconcepto del agente individual se refuerza y al trasmitir nueva energía a la organización o a la comunidad, el resto de agentes se muestran motivados por ese cambio satisfactorio y lógicamente se incrementa el autoconcepto organizacional, con lo cual, la organización es más capaz y mostrará unos sistemas culturales más ricos. De esta forma Pérez López con buen criterio, transforma el estatismo del modelo descriptivo mostrado más arriba y nos ofrece una versión dinámica, la cual, se relaciona con algunos de los aspectos comentados en este párrafo.(12) Sin embargo antes de entrar a detallar el modelo propuesto por Pérez López me parece oportuno comentar algunas ideas previas que pueden descubrir algunas ideas que critica el propio Pérez López.

Concretamente me estoy refiriendo al modelo esquemático del sistema general de la comunicación expuesto por Shannon en 1948 cuando publicó su teoría matemática de la comunicación.(13) El cual se reproduce previamente al modelo sistémico y por tanto dinámico de Pérez López. No se puede dejar pasar por alto lo que significó para el mundo de las telecomunicaciones la propuesta de Shannon. Sin embargo, la potencia de los descubrimientos en el ámbito de la física y de las demás ciencias experimentales han provocado interpretaciones, no siempre satisfactorias, del papel del hombre y la acción humana.(14) El esquema presentado por Shannon es satisfactorio para un sistema estático que base su principio “explicativo” en las relaciones causa-efecto. Es decir, una relación anclada en la causalidad simple –la cual integra el principio de causalidad – que tiene los siguientes axiomas: a) Cada acontecimiento tiene al menos una causa, b)Cada acontecimiento tiene al menos un efecto y c) Cada acontecimiento tiene exactamente una causa y cada causa tiene exactamente un efecto.(15) Esta tendencia pseudo-explicativa es muy habitual en las ciencias sociales y base principal de errores de planteamiento e interpretación. La máxima expresión de la explicación exige la concurrencia de los 4 tipos de causa: eficiente, material, formal y final. No una reducción del tipo causa-efecto.

Para explicar la invalidez de la interpretación causa-efecto al analizar un modelo dinámico de la acción humana hay que recordar los tipos de sistemas o de agentes como los denomina Pérez López. Desde una perspectiva sistémica, los sistemas de intercambio de comunicación son retroalimentativos –circulares- y exigen por tanto la intervención de dos agentes. Los agentes o sistemas vienen determinados por su estructura interna y esta dimensión hay que tenerla muy presente para no caer en el error de situar al hombre y a su acción en un esquema estático y privado de sus dos características principales: la libertad y la racionalidad. Se entiende que en un sistema dinámico existe la posibilidad de aprendizaje y en función a esto existen tres agentes posibles: el agente estable, el agente ultraestable y libremente adaptable o sistema libre.(16)

Como dice Pérez López, el agente estable no puede modificar sus reglas de decisión como consecuencia de la realización de sucesivas interacciones. Es decir, no aprende de la experiencia. El agente o sistema ultraestable, aprende con la experiencia y consecuente es capaz de modificar sus reglas de decisión y la calidad de su aprendizaje es siempre positiva. Es decir, a mayor experiencia, mejor decisión. En el sistema libre el agente actúa como sistema ultraestable pero el aprendizaje no es necesariamente positivo, es decir, puede ser negativo, y por tanto, estas experiencias negativas podrían dificultar el logro de satisfacciones.(17) Dentro de estos sistemas libres es donde hay que colocar el análisis de la acción humana. De no hacerlo así, y de no asumir que el hombre es un sistema libre, se corre el riesgo de conceptualizar al hombre como un sistema estable o ultraestable.

En este sentido, la teoría de la comunicación humana asumió el concepto de caja negra que se manifiesta en el modelo de Shannon. Desde esta perspectiva el individuo no es susceptible de análisis interno, sino que la evaluación de su acción se enfocará desde el ángulo de las influencias que percibe de su entorno. En resumen se prescinde de un análisis intrasíquico de la acción humana. Este modelo es muy oportuno para describir relaciones de input-output en un ámbito como el de las telecomunicaciones, pero no es pertinente para reflexionar sobre la comunicación y la acción humana y por ello Pérez López insiste en proponer un modelo dinámico esencialmente basado en la antropología filosófica, disciplina que se ha pasado por alto en este tipo de estudios.

A pesar de esta invalidación si queremos destacar un concepto que nos resultará muy atractivo para analizar el metalenguaje inherente a estos procesos de comunicación dinámica. Me refiero al aspecto del ruido, el cual permitirá esclarecer funciones probabilísticas desde el punto de vista del agente activo, como emisor y de la recepción y decodificación del mensaje por parte de agente reactivo, el cual se manifestará en función a la percepción del mensaje tras ser tamizado por el ruido existente. Esta dimensión la aclara la teoría matemática de la comunicación del propio Shannon pero únicamente tiene en cuenta el papel del agente receptor, que se comporta más como un agente pasivo que reactivo. A pesar de estar convencido de que Pérez López conocía perfectamente la teoría matemática de la comunicación de Shannon no adoptó en su modelo dinámico el concepto del ruido como elemento determinante en los comunicativos y Shannon no extendió su teoría al agente activo o emisor. Puede parecer evidente que la ausencia de ruido es una variable eidética en los procesos de comunicación ya que como en la experiencia imaginaria que dio la verdadera fundamentación a la mecánica del movimiento –la ausencia de roce- en la interacción comunicativa (18) hay que presuponer mayores o menores influencias externas, el ruido. Creo que ambas ideas asociadas pueden permitir una mayor claridad en el proceso de la comunicación, pero lo veremos más adelante. Aclarados estos conceptos podemos continuar con la exposición basándonos en la teoría de la acción humana de Pérez López la cual invalida cualquier intento de reducir esta cuestión epistemológica a una expresión irracional y carente de libertad.

Reacción

A.A. A.R. MODELO Dinámico

A.A. Agente Activo

A.R. Agente Reactivo

Acción

Tras comentar los modelos estático, el modelo de Shannon y B, dinámico, pasaremos a comentar algunos aspectos operacionales. Como dice Pérez López cuando habla de las estrategias en función a la acción que busca una reacción determinada, las aplicaciones técnicas son un conjunto de afirmaciones ciertas del tipo: si se quiere obtener By hay que aplicar la acción Ax.(19) Por tanto el autor habla de especializar a un alto número de personas para elaborar un gran “archivo” de estímulos, de acciones propias que sean capaces de buscar reacciones determinadas. Esto se resume en la idea anteriormente comentada del bagaje cultural del individuo o de la organización. Obviamente la teoría y la práctica muchas veces a por sendas diferentes, y también es habitual que cuando una acción se manifiesta de forma positiva –de facto- cuando surge la sistematización y comprensión de dicha experiencia, esta teoría válida para un evento determinado resulta inoperante en toda su magnitud ante un próximo evento de semejante naturaleza pero de matices diferentes. Obviamente en este sentido hay que analizar la instrumentalidad y la operacionalidad de la acción y la validez de la reacción.(20) El hecho que se trastorne alguno de los tres factores anteriores ya indican una incapacidad para poder predecir futuros eventos. Ahí radica el verdadero dinamismo de la teoría de la decisión, de la acción y de la evaluación provocadora del cambio cultural, el cual, irremediablemente siempre se irá construyendo y así las escalas de valores pueden cambiar en base a la experiencia. Quizá esta pudiera ser la explicación de las dificultades o de los esfuerzos vanos de querer predecir los acontecimientos, ya que si nosotros fuéramos capaces de conocer con cualquier grado de precisión que deseemos todos los ingredientes de un evento y este presentara unas características inmutables, la virtualidad del archivo de acciones y sus consecuencias serían obvias e indiscutibles.

Pérez López comenta que dicho archivo es bastante incompleto, y pienso que debido a las características dinámicas inherentes a modo de presentación de eventos es lógico que así sea. Asumir esta concepción dinámica sobre la naturaleza de la decisión y de la acción no tiene porqué ser necesariamente pesimista. Al contrario. En la medida en que el bagaje cultural sea amplio, las posibilidades de minimizar los efectos, por ejemplo de una crisis ó de la respuesta deseada se producirá con mayor eficacia.(21)

El modelo A, significaba un modo estático de interpretar las relaciones entre agentes. La forma en la que se proponen soluciones bajo este sistema, responden a un modelo dentro del cual subsiste la aceptación de paradigmas de base convencionalmente aceptados. Sin embargo, este también será un problema cuando defendamos incluso un sistema dinámico como el B, dentro del cual también observaremos problemas relacionados con presunción de validez de paradigmas sociales, culturales que convencionalmente, configuran las sociedades que envuelven a las organizaciones. Este punto es esencial para entender el marco tan amplio que mana del sistema económico global. Por este motivo uno los principales ingredientes que deben integrar el sistema cultural que integra el banco de conocimiento de acciones, es el relativismo cultural. Creo que tanto el modelo A como el modelo B se pueden pensar y analizar como sistemas de información y comunicación.

¿Qué quiero expresar con esto? Se supone y se acepta, que las organizaciones y las economías están integradas por individuos. Dichos individuos se han socializado dentro de unos esquemas culturales determinados. Incluso el autoconcepto individual promovido por la socialización primaria significa que el individuo puede aceptar paradigmas comportamentales que son socialmente aceptados dentro de su entorno. Y dicho entorno es variable por cuanto existen diferencias de socialización entre por ejemplo, la etnia gitana, un trabajador de una barriada o el gerente de una empresa, los cuales tienen factores diferenciales en cuanto a su rol social, y dicho autoconcepto, basado en el rol social, va a definir también la complejidad de las percepciones culturo-individuales que van a converger en una institución u organización social.

Vamos a observar que a pesar de aceptar un modelo dinámico, los factores que inciden sobre la elección de acciones, van a significar la preexistencia de paradigmas de base diferentes. Aclarado este punto, nos vamos a dar cuenta de lo siguiente: en un entorno económica y financieramente mundializado, las organizaciones van a tener que comunicarse e interactuar con organizaciones de otras latitudes. Incluso si dentro de un país pudiera ser pertinente pensar en diferentes paradigmas de base locales y regionales, entre países vamos a observar que las posibilidades de acción entre agentes, van a estar determinadas por esas diferencias en los paradigmas de base supuestos. Por tanto, podría ser válida la imagen de una gran torre de Babel, dentro de la cual, cada uno aspira a diseñar de la mejor forma posible sus estrategias de generación de reacciones esperadas. Es posible que la literatura sobre management tenga mucho que ver con un rol homogeneizador del pensamiento único derivado del sistema cultural basado en una satisfacción individual, fundamentalmente consumista, que termina por desembocar en una percepción autoconceptual del ser hipotecada por el tener. Al fin y al cabo, este planteamiento muestra un empobrecimiento real de las estrategias que pueden proponerse en función a unas características culturales particulares, y por ello los paradigmas de base los impone un sistema económico determinado, que propone sus propios paradigmas de actuación válidos, donde la ética de acción no está determinada por el hombre sino por la subsistencia del propio sistema, modelo, cultura o paradigma.

Según lo anterior puede ser fácil pensar en el panorama que sigue luego de interpretar este sistema dinámico. Si como dice Pérez López, la primera característica del modelo dinámico es que los agentes pueden aprender se podría establecer el siguiente planteamiento:

Modelo A Modelo A´ aprendido

R R´

A.A. A.R. A.A´ A.R´

A A´

Este sistema es válido para sistemas que muestran características isoinformacionales entre las capacidades del agente activo y del agente reactivo. Es decir, que la potencia de la acción sea similar a la capacidad de emitir una respuesta por parte del agente reactivo. En ese sentido el sistema dinámico se retroalimenta y el beneficio sería mutuo. Sin embargo, si pensamos que dichos sistemas pueden aprender, se podría intuir que la estrategia de acción de A.A. puede manipular la capacidad de respuesta de A.R. si es que no existe una homogeneidad relacional. ¿Cómo? Si aceptamos que un sistema económico puede determinar la forma en la que se concibe al hombre y cómo el hombre se concibe a si mismo, se podría creer que las acciones recreadas por A.A. o por A.A.´ (…) pueden acercarse y adherirse al pensamiento único que promueve dicha experiencia exitosa, si es que la independencia de A.A. sobre A.R. cada vez se hace más evidente. Por tanto los A.A. que actúan bajo esos paradigmas de base, homogeneizadores, buscan y consiguen la simplificación del banco de aplicaciones técnicas y esos sistemas aprendidos se hacen o se pueden hacer cada vez más y más potentes. Por tanto, un sistema amplio de A.A´ significaría en algún momento la inserción o absorción en él mismo de las experiencias de A.R. A.R´(…), por ello, el sistema de acción podrá tener el siguiente esquema dinámico-complementario, no dinámico simétrico que sería la situación de equilibrio ideal.

Cuando hablamos de complementariedad o de simetría estamos pensando en las interacciones propias de un modelo de comunicación sistémico. Esta concepción es plenamente aplicable a las relaciones económicas entendidas como sistemas de intercambio de comunicación basado en códigos sujetos a estas servidumbres conceptuales. Las interacciones comunicacionales complementarias se desarrollan en una esfera de desigualdad, mientras que las simétricas son interacciones basadas en una igualdad o en una tendencia al equilibrio, y son estas interacciones comunicacionales las que preferimos al proponer un modelo justo de diálogo económico. Aceptar un principio complementario es pretender seguir manteniendo una relación de tipo sadomasoquista, ya que en ella concurren dos figuras antagónicas, una de dominio y otra de sumisión, una díada que aunque presente agentes disímiles desarrollan funciones complementarias. Sin embargo si analizamos a priori la relación entre diferentes sistemas económicos no podremos hablar estrictamente de relación sadomasoquista, por cuanto este tipo de relación exige la ausencia de imposición de la conducta por ninguno de sus integrantes, es decir, se produce de forma natural.

En el diálogo entre sistemas económicos observamos que esta complementariedad viene impuesta y diseñada por el agente que domina el diálogo, generalmente asociado al carácter del agente activo. Por eso podemos decir, que en el plano eidético y práctico de la economía, aquellos sistemas culturales predominantes han desarrollado una gran fortaleza en la presentación de acciones, las cuales terminan por imponerse en un diálogo poco simétrico con aquellos agentes que no tienen la misma capacidad de negociación debido a pertenecer a un sistema cultural dependiente. Por ello pensamos que la aparición de un pensamiento económico “único” viene determinado por estas relaciones y obviamente estas interrelaciones complementarias o asimétricas son las que empobrecen tanto la calidad de la comunicación, como la eficiencia y eficacia de la misma. Veremos poco más adelante porqué decimos que se empobrece la eficiencia y la eficacia de la comunicación.

Modelo aprendido Dinámico-Complementario

Po.

AA AR e.

AA AR

AA AR o.

A.A.´ A.R.

AA AR

AA AR

AA AR

Pi.

Pi. = potencia el input.

Po= potencia del output.

e. = eficacia

o. = organización

El modelo aprendido dinámico-complementario, pondría de manifiesto que a medida que el A.A. puede fortalecerse por un intercambio de información desigual, el sistema del A.R. puede debilitarse y terminar por integrar el sistema activo, lo cual significa que el rango cuantitativo y cualitativo de las aplicaciones técnicas cada vez tenderán a ser menores. Por tanto, la regla de decisión de la que habla Pérez López podría estar influida por esta factibilidad.

Sintéticamente el sistema dinámico de Pérez López establece relaciones entre el A.A y A.R. del siguiente modo:(22)

“Si Rdx, Ax, Rdy, By entonces Rdx +1”

“Si Rdx, Ax, Rdy, By entonces Rdy+1”

Pero como hemos comentado anteriormente, el hecho de aceptar un paradigma dominante y que actúa bajo la inercia del A.A. puede provocar una reducción sustancial de las capacidades de emitir preguntas para obtener respuestas esperadas. Por ello, quizá en un momento más avanzado en el tiempo, podría darse un modelo como el que sigue, sin llegar a decir que ocurrirá necesariamente, sino que podría darse. Y este esquema le ha ocurrido, le ocurre y le ocurrirá a las grandes empresas, cuya gran preocupación es precisamente huir del estancamiento que les limita las posibilidades de aportar nuevas acciones y consecuentemente las puede llevar a la crisis. Se podría decir que las crisis no sólo empresariales sino económicas, políticas y sociales tienen mucho que ver con este esquema.

“Si Rdx, Ax, Rdy, By entonces Rdx -1”

“Si Rdx, Ax, Rdy, By entonces Rdy-1”

Es decir, se reducen las posibilidades de un aprendizaje entre un A.A. más o menos en competencia con el A.R. No estamos negando el principio que definimos más arriba cuando hablábamos de que en el sistema libre el aprendizaje puede ser tanto positivo como negativo. Lo que estamos sugiriendo es que los agentes no están expuestos totalmente a maximizar las posibilidades de aprendizaje, independientemente de que este sea positivo o negativo. Este sistema relacional de los Agentes Activos y Agentes Reactivos, por ser, quizá sistemas de comunicación se podría relacionar con las diferentes funciones del lenguaje.

Esta hipótesis interdisciplinar que estamos proponiendo al asociar los sistemas económicos con procesos de interacción comunicativa la podemos defender desde varios puntos de vista (23). En primer lugar, desde la teoría de la comunicación podemos recurrir a los cinco axiomas de la comunicación establecidos en 1967 con Watzlawick, Jackson y Beavin (24). Sin embargo tenemos que mencionar que los autores citados anteriormente no exponen los cinco axiomas de la comunicación sino que los muestran como algunos axiomas. Esto indica que internamente el sistema axiomatico presentado puede tener algunas condiciones de obsolescencia que no es motivo de este trabajo analizar, a pesar que resulta sumamente atractivo debido a la influencia que estos axiomas tienen en la teoría de la comunicación, dentro de la cual, han pasado de ser algunos axiomas a los 5 axiomas de la comunicación. Quizá sería pertinente pensar si los 5 axiomas presentados son realmente axiomas, o si alguno puede ser un postulado, entendiendo así que el objetivo de este último no finaliza en la demostración sino que su naturaleza potencial favorece posteriores razonamientos y aparición de nuevas hipótesis. Colocando esta interrogante sobre los “axiomas” de Watzlawick, Jackson y Beavin, siéndolo o no, nos permiten apoyarnos en ellos para defender nuestra hipótesis.

El primer axioma, la imposibilidad de no comunicar, hace referencia la relación entre la comunicación y la conducta: “En primer lugar, hay una propiedad de la conducta que no podría ser más básica por lo cual suele pasársela por alto: no hay nada que sea lo contrario a la conducta. En otras palabras, no hay no-conducta, o, para expresarlo de molo aún más simple, es imposible no comportarse. Ahora bien, si se acepta que toda conducta tiene en una situación de interacción tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicación, se deduce que por mucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicar. Actividad o inactividad, palabras o silencio, tienen siempre valor de mensaje: influyen sobre los demás, quienes a su vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y, por ende, también comunican.” (25)

Este axioma justifica teóricamente la propuesta que estamos realizando y es tan solo el primer paso para argumentarla. El segundo axioma trata sobre los niveles de contenido y las relaciones de la comunicación y su análisis es propio para estudiar la relación entre los agentes que interactúan en el proceso comunicativo. Según este axioma, la comunicación exige un compromiso y esta actitud define la propia relación. Así, desde el punto de vista operativo la comunicación no solo es un medio para trasmitir un mensaje sino que además impone conductas.(26) Así, este enfoque nos permite observar las relaciones existentes entre los agentes activos y reactivos entre los cuales no sólo se establecen intercambios de comunicación sino que también se establecen patrones preestablecidos de conducta orientados a una eficacia en el proceso de interacción comunicativa. Por esto, a nivel de contenido, entre el agente activo y el agente reactivo solamente se establece un intercambio de información a través de un mensaje y en el nivel de relación, se definen los tipos de relación que deseo establecer con mi interlocutor. Esto significa que el agente activo diseñe una estrategia de acción comunicativa esperando que su mensaje se entienda de una determinada forma por el agente reactivo y así, que este ofrezca la respuesta esperada. En este sentido, en una relación sana y simétrica se reduce el aspecto de la comunicación asociado con la relación.

Aún así esta teoría de la comunicación, que sí es dinámica, no resolvería de forma definitiva el modelo causal proveniente de la física. ¿Por qué? Porque se entiende que los niveles de contenido y de relación son dominados por un agente, el activo, que es capaz de instrumentalizar la comunicación para generar un tipo de relación con el receptor o reactivo o lo que vendría a ser similar a aceptar el esquema de la caja negra. El problema se resuelve cuando se introduce un nivel más profundo de análisis como es la metacomunicación, pero aún así, dentro del análisis metacomunicacional hay que introducir algunos conceptos esenciales para completarlo. Cabe decir, que el análisis de las interacciones comunicacionales entre sistemas económicos y culturales habría que desarrollarlo en el plano del metalenguaje. Para ello acudiremos nuevamente a los estudios de Pérez López y emplearemos los siguientes conceptos: Eficacia –dentro del concepto de eficacia haremos referencia a la instrumentalidad, operacionalidad y validez - eficiencia, consistencia, atractividad y unidad. Los conceptos precedentes fueron diseñados para analizar planes de acción y en este caso los adaptaremos para completar el sistema de comunicación desarrollado previamente al describir interrelaciones entre sistemas económicos.

Para describir estas relaciones comunicacionales desde el punto de vista cualitativo queremos matizar una diferencia conceptual que no siempre se precisa. Me refiero a los conceptos de eficacia y eficiencia, los cuales son necesariamente para este caso, términos que aportan significados distintos a los planes de acción y a los sistemas de comunicación. Karol Wojtila en 1977 publicó un sugerente documento titulado persona y acción en el cual desarrolla una antropología filosófica que trata de analizar la dimensión epistemológica de la acción ejecutada por el hombre (27) y entendemos que dicha acción es efectuada por un sistema libre –ni estable, ni ultraestable- por tanto, dicha libertad de acción se expresa según Wojtila –como también se verá más adelante- a través de la eficacia y la eficacia conduce a la responsabilidad. Veremos como conceptualiza Pérez López estos dos términos y finalmente colocaremos la asociación conceptual de eficacia y responsabilidad en una nueva dimensión.

• La Eficacia del plan de acción o en este caso de la comunicación tiene tres variables (28):

1. Instrumentalidad: Determinará que el agente reactivo produzca una reacción.

2. Operacionalidad: de la acción, o en este caso de la comunicación, es el impacto de la propia puesta en práctica de esa acción en la satisfacción del agente activo, o en este caso del emisor. Se podría resumir como el coste de oportunidad. Este concepto, nos va a permitir establecer una modificación a la teoría matemática de la comunicación y lo mostraremos más adelante ya que posibilita incorporar la dimensión dinámica al problema causa-efecto de inspiración física.

3. Validez: Se refiere a la reacción en cuanto a la satisfacción que produce la recepción al agente activo y nosotros añadimos, en función a los niveles de contenido y los niveles de relación que integran la comunicación, ya que en este caso, la dimensión metalingüística nos puede ayudar a comprender no sólo la comunicación sino la calidad de la misma.

• La Eficiencia del plan de acción (29) o de la comunicación en este aspecto, se refiere a los cambios que el aprendizaje produce en el agente activo, cambios que determinarán la satisfacción que alcanzará el agente en la próxima comunicación con el mismo agente reactivo.

• La Consistencia (30), se refiere a los cambios que el aprendizaje produce en el agente reactivo, cambios que determinarán la futura instrumentalidad de la acción.

Según este esquema la responsabilidad de los actos no estaría incluida en la eficacia, como señaló Wojtila, ni en los elementos constitutivos de la misma que detalló Pérez López. Por tanto la responsabilidad de la acción, entendida esta, repetimos en este contexto, como comunicación, se correspondería con la eficiencia de la comunicación ya que el agente activo al iniciar nuevamente una comunicación analizará previamente la experiencia anterior analizando si esta fue responsable. Para desarrollar un modelo de comunicación sano el agente activo no tendría que tener en mente la ejecución de un plan eficaz sino que este sea eficiente. Como señalan Alcázar y Ferreiro siguiendo a Pérez López, sin el concepto de eficacia y consistencia en un contexto dinámico, cualquier juicio de valor de un plan de acción será necesariamente incompleto (31) y obviamente a estos dos elementos se suma la eficiencia como dimensión ética de la comunicación.

Pérez López desarrolló una segunda dimensión o fin de la organización a la cual denominó Atractividad (32) y este concepto es muy necesario para introducirlo en las relaciones interagenciales que queremos destacar en este modelo sistémico comunicacional. La atractividad se define como “la capacidad de la empresa para operar a través de la satisfacción de motivos internos de las personas que participan en ella.(33) Por ello, cuando hablamos de sistemas de comunicación lo que queremos es lograr la eficacia pero sobre todo la eficiencia de la misma basada en un modelo de comunicación simétrica, no complementaria. Esto significa que los agentes implicados en el circuito de la comunicación encuentren un punto de equilibrio entre la eficacia y la atractividad, de forma la interacción comunicativa tienda a desarrollarse dentro de un esquema de aprendizaje mutuo basado en unos motivos intrínsecos y trascendentes que busquen sobre todo un resultado de suma 1 y si hablamos en este caso de economía, estaríamos descendiendo a conceptos de justicia.

Ferreiro y Alcázar analizan las relaciones atractividad-eficacia de 2 sistemas económicos aparentemente disímiles (34) como el comunismo y el capitalismo (35). Evidentemente para comprender las relaciones de este binomio hay que explicar previamente dos conceptos: sistema formal y sistema espontáneo. El sistema formal son las actividades previstas dentro de la organización, mientras que el sistema espontáneo hace referencia a la libertad dentro de la cual, los agentes actúan de forma voluntaria dentro de la organización, es decir, si se mueven o no desde la perspectiva de la atractividad y guiados por motivos intrínsecos o trascendentes. En la comunicación ocurriría exactamente lo mismo. Por un lado en una interrelación comunicacional complementaria estaría más enfocada a la eficacia que a la atractividad. En este sentido una interrelación simétrica estaría compuesta por un mayor grado de atractividad. Se podría graficar del siguiente modo:

E E

A A

Interacción simétrica Interacción complementaria

E: Eficacia

A: Atractividad

En el caso de la interacción simétrica la eficacia del sistema depende estrictamente de la atractividad es decir, del sistema espontáneo. Dicho sistema espontáneo estaría regido por el segundo axioma de la comunicación de la escuela de Palo Alto donde se relacionan los niveles de contenido y los niveles de relación. En este caso, donde se desarrolla una comunicación basada en estos principios la posibilidad de cooperación es mucha más alta y prima el nivel de contenido frente al nivel de relación, el cual, repetimos, está supeditado a las dependencias de un sistema basado en la estrategia de acción en función a una reacción esperada. Sin embargo en el modelo de interacción complementaria la eficacia depende del sistema formal, es decir de las normas, pero en este caso, de las normas impuestas por aquel que domina el diálogo, ya que estaríamos frente a un tipo de interacción complementaria o si resulta más gráfico, asimétrica.

Pensamos que si bien es cierto los niveles de interacción en comunicación son simétricos o complementarios, en la complementariedad se está excluyendo la posibilidad de vislumbrar una interacción dominada por uno de los agentes que no necesariamente necesite de la respuesta del agente dominado. No sería por tanto lo mismo en este contexto complementariedad que asimetría y posiblemente en la comunicación entre sistemas económicos puedan darse más modelos de asimetría que de complementariedad. Cuando hablamos de establecer por tanto un sistema de comunicación eficaz pero sobre todo eficiente, teniendo en cuenta, como dijimos anteriormente que la eficiencia en este modelo se corresponde con la responsabilidad, pensamos en el establecimiento de una comunicación del tipo interacción simétrica basada en un balance directamente proporcional entre eficacia-atractividad donde prime el sistema espontáneo y a nivel de motivos los intrínsecos y trascendentes, es decir, la cooperación, la justicia, la libertad. En este sentido a mayor relación entre eficacia y atractividad, mayor eficiencia en la relación.

Como comentan Alcázar y Ferreiro siguiendo de cerca de Pérez López, la atractividad también mide el grado de aprendizaje operativo de la organización, es decir, la competencia distintiva y las capacidades operativas ligadas a la actividad que realiza.(36) Por tanto, una acción, o en este caso, la comunicación entre sistemas económicos, es eficiente si contribuye a aumentar el grado de atractividad. Sin duda, esta forma de comunicar que busca la interacción simétrica de los agentes, basada en unos motivos intrínsecos y trascendentes, se puede asociar a la teoría de los rendimientos crecientes, por cuanto, la cooperación entre los agentes como fruto de una comunicación donde priman los niveles de contenido sobre los de relación, ofrecerán resultados basados en una mejora del aprendizaje operativo el cual podrá ofrecer cotas de calidad mejor adaptadas a cada evento o posible asimetría, tras la cual la escalada simétrica, como una consecuencia directa, puede plantearse de una forma natural y buscada por los dos agentes. Caso contrario los rendimientos decrecientes de una comunicación asimétrica o complementaria, son evidentes por cuanto a medida que se imponga una mayor relevancia del nivel de relación, se exigirá recurrir a la interpretación metalingüística y al axioma de la puntuación para corregir estos problemas estructurales que impiden una comunicación con escasez de ruido y sobre todo, superar la espiral de desconfianza generada por este tipo de comunicación asimétrica.

Otro concepto que resulta interesante introducir en este análisis es el de unidad, que sin bien está directamente relacionado con las organizaciones empresariales, también puede aplicarse al ecosistema comunicacional donde participan agentes interesados. La unidad permitiría igualmente evaluar la maximización de la eficacia e iría de la mano de la atractividad pero refiriéndose a los motivos trascendentes no a los intrínsecos que deberían reservarse a la atractividad. En este sentido, la unidad, es la capacidad de la organización para satisfacer los motivos trascendentes de las personas que participan en ella, sus necesidades afectivas.(37) Cuando hablamos de la comunicación entre sistemas no vamos a poder presenciar la evidencia tangible de entidades empresariales que puedan aunar intereses colectivos, pero si vamos a poder establecer y aplicar el concepto de unidad a comunidades de intereses que participan del intercambio de comunicación socioeconómica. Por tanto la eficiencia de la comunicación puede facilitar la unidad de los agentes que participan en dicho intercambio y permite así continuar desarrollando una comunicación simétrica.

Estos factores por sí solos no funcionarían si además no los relacionásemos con aspectos más relacionados con la teoría lingüística . Es muy atractiva la visión del proceso de comunicación establecido por la lingüística.(38) En este sentido se representa un emisor y un receptor que mucho tiene que ver con la figura del agente activo y del agente reactivo, pero en muchas ocasiones, cuando se enseña este modelo, se reproduce un sistema estático que impide observar la circularidad de la comunicación. Por tanto más que hablar de un agente activo y de un agente reactivo sería más preciso hablar de un agente activo y otro pasivo. Sin entrar en más detalle entre el emisor y el receptor existen cuatro factores, los cuales dan origen a una función lingüística diferente y son: el contexto, el mensaje, el contacto y el código. En cuanto uno de estos factores varia o falla la comunicación es ineficaz. Estas variables que determinan la función lingüística tienen que estar asociados con los conceptos enunciados anteriormente, los relativos a la teoría de la acción humana de Pérez López, cuyas condiciones de obsolescencia son ciertamente difíciles de establecer, y por otro lado, los axiomas –o postulados como comentábamos anteriormente- de la escuela de Palo Alto.(39)

Al hablar de teoría de la comunicación no estaríamos completando el panorama si no hiciésemos referencia a la teoría matemática de la información. Es verdad que dicha matemática fue desarrollada para las telecomunicaciones pero también puede utilizarse para cuantificar algunos aspectos relativos a la transferencia de información como elemento cualitativo de la comunicación. Puede servir para medir algunas las probabilidades de emitir o recibir información, pero conviene distinguir previamente dos aspectos. La comunicación puede ser digital o analógica. Digital hace referencia a los símbolos lingüísticos o escritos, es decir, se trata del trasmisor del contenido. Mientras que la comunicación analógica hace referencia a la conducta no verbal y está relacionada con la relación. Muy posiblemente las relaciones comunicaciones entre agentes económicos distantes estará dominada por la vertiente digital, mientras que la interacción comunicativa entre agentes cercanos estará influenciada por las dos vertientes; analógica y digital. Hay que tener en cuenta que si se pretende aplicar la teoría matemática de la información, se debe diferenciar estos dos planos, ya que aunque son complementarios, la posible existencia de diferentes ámbitos de comunicación, haría aconsejable la diferenciación entre las dos esferas.

La teoría matemática de la comunicación, puesta en funcionamiento por Shannon, es verdad que tiene una relación directa con el mundo de las telecomunicaciones. En este sentido este enfoque ha primado a la hora de “explicar” los fenómenos comunicacionales y a pesar de que se estudien fenómenos comunicacionales desde una perspectiva teórica sistémica, la aplicación de dicha teoría suele estar teñida de cierto estatismo. La teoría matemática de la información explica la trasmisión de la información desde una perpectiva estática del siguiente modo (40):

Información recibida = log (probabilidad de realización del acontecimiento en el receptor después de la recepción del mensaje/ Probabilidad de realización del acontecimiento en el receptor antes de la recepción del mensaje)

Es decir, el punto de análisis está aplicado al receptor de la información como agente reactivo, pero no evalúa la posición del emisor como agente activo. Por ello, se debería establecer otra función logarítmica a este respecto que evalúe el papel del agente activo.

Información emitida = log (probabilidad de establecer un plan de acción comunicativa /probabilidad de no establecer un plan de acción comunicativa –costo de oportunidad de no hacerlo-)

Como puede verse en el gráfico, las relaciones comunicacionales podrían establecerse entre un mínimo (-1) y un máximo (+1). Con este esquema es evidente que las relaciones comunicacionales tendentes a +1 serán más exitosas y más fluidas que las cercanas a –1. Siendo esto así, los valores comprendidos en la esfera de negociación, representan los esfuerzos por desarrollar comunicaciones simétricas a pesar de las diferencias entre ellas.(41) La interpretación de este gráfico puede darse de dos formas y de dos formas lo utilizaremos. 1) Definiremos como +1 al óptimo de la comunicación y al –1 como el mínimo comunicacional. A este primer nivel de interpretación lo definiremos como calidad comunicacional. 2) Definiremos +1 como capacidad de negociación por exceso y a –1 capacidad de negociación por defecto.

Es evidente que este modelo está adscrito a un perfil cibernético de segundo nivel, en el cual, los sistemas no son observados por el analista, ni por los planificadores de la comunicación, sino que tanto el analista como el planificador son observados por el propio sistema, de modo que la posibilidad de establecer pautas de conducta y comunicación dependerán de cómo el agente se interprete a si mismo dentro del sistema en que opera y dentro del sistema en que va a operar como fruto de la citada comunicación.

-1____________________________0__________________________+1

Esta última idea tan sólo la enunciamos porque pensamos que puede resultar interesante para cuantificar algunos aspectos de la comunicación. Sin embargo este análisis será complementario de las variables que se han expuesto más arriba. En este capítulo por tanto hemos procurado esbozar una teoría integral de la comunicación que más tarde será mostrada al analizar las relaciones socioeconómicas entre diferentes subsistemas económicos, ya que fundamentalmente en este trabajo tratamos de establecer los principios teórico-prácticos que nos permitan establecer las condiciones de obsolescencia de una teoría y una práctica económica muy asimétrica y fundamentalmente cuantitativa, dentro de la cual los países se han convertido en mercados, dentro de los cuales las comunidades adquieren un rol pasivo y cada vez menos representativo. Por ello, analizaremos la terminología actual de mercados emergentes, concepto que no satisface la visión integral de la socioeconomía tal y como aquí la plantemos y trataremos por tanto de utilizar esa energía para diseñar las líneas a través de las cuales, el hombre como protagonista puede diseñar una sociedad emergente.


1. PÉREZ LÓPEZ. J.A. 1991: Teoría de la acción humana en las organizaciones. La acción personal. Rialp. Empresa y Humanismo. Madrid.

2. Op.Cit. Pág 19.

3. POLO, Leonardo. 2.004: El yo. Cuadernos de Anuario Filosófico. Serie Universitaria nº 170. La presentación, estudio introductorio y las notas al pie de página han sido realizadas por Juan Fernando Sellés. Pág 13

4. Op. Cit. Pág 14.

5. Ibid.

6. Estos conceptos pueden encontrarse en GIDDENS, A. 2001: Sociología. Alianza editorial. Págs 139 y siguientes. Según la sociología observamos que el estatus atribuido coincide con la característica del individuo gracias a elementos biológicos y fisiológicos. Por ejemplo, ser negro, ser blanco, mujer…El estatus conseguido se refiere al grado de valorización social que ha alcanzado una persona por méritos propios. En el caso de las organizaciones que nos ocupa, estos dos conceptos pueden tener notable relevancia, puesto que la parte íntima de nuestra autoaceptación y de la aceptación social de la que somos protagonistas dependen de estos dos factores y consecuentemente las decisiones tomadas o potencialmente tomadas estarán directamente influidas por estos conceptos. Desde un punto de vista procedimental, los términos, también procedentes de la ciencia sociológica como son región trasera y región delantera nos pueden ayudar. Creo que puedo introducir algunos conceptos que ayuden esta comprensión. Cuando hablamos de región trasera hablamos de las formas comportamentales que evidencia el individuo cuando se encuentra en la segura intimidad. Es decir, el yo íntimo. La segunda parte de la decisión del individuo se forja en este momento en el cual el yo íntimo se imagina las decisiones tomadas por un yo público ideal. Este yo público ideal se ajusta a una percepción idealizada de su rol social o la aspiración al rol social que pretende representar. Finalmente, las decisiones expuestas una vez barajadas de “modo racional” entran en el mundo de la región delantera, en la cual actúa el yo público. En este momento su rol social se ve evaluado y el autoconcepto del individuo sufrirá un refuerzo o un castigo, ya que el yo íntimo evaluará la representación de su yo público. Una parte crítica de la evaluación puede ser la pugna entre el yo íntimo, el yo público y el yo público idealizado.

7. Ibid.

8. Op. Cit. Pág 25.

9. Ibid.

10. En este sentido estamos asumiendo el concepto de eficacia pensando en que establecemos una correlación directa entre eficacia y responsabilidad. En la acción humana, entendemos, desde una perspectiva normativa, que el resultado de una acción será o no eficaz dependiendo de la responsabilidad con que se tome la regla de decisión que conduce a dilucidar si la acción es eficaz o no. De acuerdo con Wojtyla, “el hombre, en cuanto autor de X, es responsable de X” En WOJTYLA, K. 1977: Persona y Acción. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. Págs 196 y siguientes.

11. Nuevamente de acuerdo con Wojtyla, “El conocimiento …se basa en último término en la experiencia y por tanto, el conocimiento del hombre que las personas comparten en sus comunicaciones mutuas, apela, en uno u otro sentido, a la propia experiencia de cada uno”. Op. Cit. Pág 5.

12. En el siguiente modelo observamos que el eje transversal que uno los agentes simboliza la organización y el eje vertical la eficacia organizacional ya que analiza y evalúa las relaciones existentes entre la acción y la reacción.

13. SHANNON, C.E. 1948: A mathematical theory of Communication. Reprinted The Bells System Technical Journal. Vol 27. Págs 379-423, 623-656, july, october.

14. Aunque no es el motivo de este trabajo reflexionar sobre las conexiones entre la física y el pensamiento –fundamentalmente occidental- recomendamos dos obras de interesante consulta, a través de las cuales pueden entreverse las relaciones aludidas. EINSTEIN, A y INFELD, L. 1939: La física. Aventura del pensamiento. Editorial Losada. Buenos Aires. También recomendamos la obra de CAPEK, M. 1965: El impacto filosófico de la física contemporánea. Editorial Tecnos. Madrid. Obviamente sobre este particular también recomendamos la obra de POPPER, K. 1995: Realismo y objetivo de la ciencia. Post-Scriptum a la lógica de la investigación científica. V.I. Tecnos. Madrid. POPPER, Karl.1982: El universo abierto. Un argumento a favor del indeterminismo. Post Scriptum a La Lógica de la investigación científica. Vol II Tecnos. Madrid. POPPER, K 1995: Realismo y objetivo de la ciencia. Post-Scriptum a la lógica de la investigación científica. V.I. Tecnos. Madrid.POPPER, K.1992: “Teoría cuántica y el cisma en física. Post Scriptum a La Lógica de la investigación científica. Vol III”. Tecnos. Madrid. Resulta imprescindible la obra de POINCARÉ. H. 1984: Filosofía de la Ciencia. Conacyt. México.

15. BUNGE. M. 1977: “Conjunción, sucesión, determinación, causalidad” En VVAA. 1977: Las teorías de la causalidad. Ediciones Sígueme. Salamanca. Pág 67.

16. PÉREZ LÓPEZ, J.A. 1991: Teoría de la acción humana en las organizaciones. Empresa y Humanismo. Pamplona. Pág 43 y siguientes.

17. Ibid.

18. Una interesante línea de investigación sobre las relaciones intra-agentes basadas en sistemas de comunicación y que evidentemente se basa en una propuesta de sistema de control, la podemos encontrar en los trabajos de MARANGONI, G, COLOMBO, G y FEZZI, G. 2002: Modelling intra-groups relationships. XIV International Conference on Input-Outpud Techniques. Montreal. Canadá.Working Paper. También COLOMBO, GL. y MALLONE, E. 2002: From context to system and back. How systems emerge from actors cognitive and social interactions. A system dynamics perspective. Working Paper.

19. Op.cit. Pág 26.

20. Op cit. Pág 33.

21. Más arriba aludíamos a la importancia del lenguaje como el dispositivo a través del cual las personas y las organizaciones se comunican. No dábamos tanta importancia al hecho de la comunicación sino a su calidad. Por ello, podemos observar que el lenguaje y su uso puede determinar incluso una forma de ver la vida. De caracterizar el autoconcepto del individuo y de la comunidad. Reflexionábamos antes sobre la posibilidad de no usar términos que generan una predisposición negativa frente a la resolución de un conflicto. De este modo en el lenguaje cotidiano el autoconcepto colectivo está afectado por palabras corrientes como crisis o cambio. Desde la perspectiva occidental el término crisis tiene una connotación diferente a la de su origen griego la cual muestra la posibilidad de un cambio, partida, revisión. Incluso en chino, la palabra crisis no existe, sino que su posible equivalente está compuesto por dos ideogramas que significan peligro y oportunidad. Es decir, el subconsciente colectivo asocia la crisis, como un momento idóneo para apuntalar un cambio cultural y como una oportunidad para mejorar las cosas.

22. Op. Cit. Pág 29.

23. Es muy necesaria en este sentido la visión que tiene sobre la dimensión filosófica-entendiendo a la filosofía como ciencia fundamentalmente práctica- del lenguaje. No entraremos a detallar en este documento la obra de Wittgenstein, pero muchas de las ideas aquí contenidas tienen mucho que ver con los postulados de este autor y de algunas ideas de Habermas. De estos dos autores en esa ocasión destacamos dos obras de referencia: WITTGENSTEIN, L. 1975: Tractatus Lógico-Philosophicus. Alianza Universidad. Barcelona. También HABERMAS, J. 1984: Teoría de la acción comunicativa: Complementos y estudios previos. Cátedra. Madrid.

24. WATZLAWICK, P, BEAVIN, J y JACKSON, D. 1967: Pragmatics of human communication. A study of interactional patterns, pathologies and paradoxes. New York. Norton.

25. Op. Cit. Pág 50.

26. Op. Cit. Pág 52.

27. WOJTILA, K. 1982: Persona y Acción. BAC. Madrid.

28. Op. Cit. PÉREZ LÓPEZ, J.A. 1991: La teoría de la acción humana en las organizaciones. Rialp. Navarra. Págs 33 y siguientes.

29. Op. Cit. ALCÁZAR, M y FERREIRO, P. 2.002: Gobierno de personas en la empresa. PAD. Universidad de Piura. Lima. Págs 36 y siguientes.

30. Ibid.

31. Op. Cit. Pág 38.

32. Op. Cit. Pág 117 y siguientes.

33. Las diferencias entre motivos y motivaciones se explicarán más adelante pero podemos introducir a modo de comentario las diferencias entre estas dos dimensiones conceptuales. Los motivos pueden ser de 3 tipos: internos, externos y trascendentes. Las motivaciones son de dos tipos: racionales o espontáneas. En el primer caso los motivos harían referencia al porqué de la acción y las motivaciones al impulso que desencadenado permite desarrollar las mismas.

34. Digo “aparentemente” porque en la actualidad me encuentro desarrollando un trabajo que busca y expone las conexiones teórico-prácticas entre el comunismo y el capitalismo, ofreciendo así una novedosa visión. Es sumamente interesante como el comunismo desde una perspectiva planificada y dogmática establece una serie de postulados que coinciden con algunos de los efectos colaterales que el desarrollo del capitalismo a lo largo de largas décadas ha provocado.

35. En realidad se trata de un ejemplo que ilustra las relaciones eficacia-atractividad y que sería muy interesante seguir desarrollando e introducir nuevas variables de análisis que permitan esbozar un ejemplo más integral. Incluso con una análisis más profundo de las variables teórico-prácticas de ambos sistemas de producción podría existir un signo contrario en las gráficas expuestas por los autores. Op. Cit. Pág 123.

36. Op. Cit. 118.

37. Op. Cit. 126.

38. Sobre este particular se recomiendan algunos textos como: FERNÁNDEZ, Marina y ANULA, A. 1995: Sintaxis y cognición. Introducción al conocimiento, el procesamiento y los déficits sintácticos. Editorial Síntesis. Madrid. CONESA, F. y NUBIOLA, J. 1998: Filosofía del lenguaje. Herder. Barcelona. LYONS, J. 1975: Nuevos horizontes de la lingüística. Alianza Editorial. Barcelona.

39. Para una visión más ámplia de las teorías de la comunicación recomendamos el libro de MATTELART, A y MATTELART, Michéle. 2.001: Historia de las teorías de la comunicación. Paidos. Barcelona. BATESON,G Y RUESCH, J. (1984) Individuo, grupo y cultura: Una reseña de la teoría de la comunicación humana, Art. Pub. En BATESON, G Y RUESCH, J: Comunicación: la matriz social de la psiquiatría, Barcelona: Paidós, p. 226-238. FESTINGER, LEON (1982, v.o. 1980) Teoría de la disonancia cognoscitiva, Art. Pub. En SCHRAMM, WILBUR (1982, v.o. 1980) La ciencia de la comunicación humana, México, Grijalbo, p21-32. HALL, EDWARD T. (1973) Las distancias en el hombre, Art. Pub. En HALL, EDWARD T. (1973) Enfoque antropológico del uso del espacio, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, p. 179-200. HALL, EDWARD T. (1973) La proxemística en un contexto intercultural: Alemanes, Ingleses y Franceses, Art. Pub. En HALL, EDWARD T. (1973) Enfoque antropológico del uso del espacio, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, p. 203-226.

40. CULLMAN, G. DENIS PAPIN, M y KAUFMANN, A. 1967: Elementos de cálculo informacional. Urmo. Bilbao. Pág 46.

41. Es cierto que este esquema que presentamos tiene muchas similitudes con los diagramas Venn-Euler, sin embargo emplearemos este esquema para graficar los logaritmos derivados de la teoría matemática de la información.


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