Obstáculos y Palancas
para la capitalización y expansión
de la Pequeña y Mediana Empresa

Guillermo Luis Locane

 

DEMOCRACIA, CAPITALISMO, Y BUEN GOBIERNO

Como hemos planteado en el capítulo 2, tanto el ambiente de negocios como las estrategias de desarrollo, son variables que actúa como parámetro, es decir como condicionantes o incentivos culturales y políticos (verdaderos obstáculos o palancas de desarrollo, según el sentido negativo o positivo de su influencia).

Una cuestión de índole general pero que hace al meollo de “los obstáculos” a superar para la capitalización y expansión de la Pequeña y Mediana Empresa”, es la relacionada, precisamente, con lo que se entiende como “un adecuado ambiente de negocios”[1] y el vínculo entre este concepto con los conceptos de democracia, capitalismo y buen gobierno. 

Ello dista de ser ajeno a la problemática PyME – y empresaria en general -, no solo por la obvia necesidad de un ambiente de economía de mercado para el desarrollo de las empresas, sino  por la íntima relación entre capitalismo y democracia.

            En una reciente exposición, el prestigioso catedrático argentino José Nun[2], sostuvo que es necesario despejar una confusión, entre democracia y buen gobierno, y propuso pensar en un triángulo, cuyos vértices son: Estado, Democracia y Capitalismo. Al observar las relaciones entre vértices, se registran tres proposiciones básicas:

a) Puede haber Estado sin Democracia pero no puede haber Democracia sin Estado.

b) Puede haber Estado sin Capitalismo pero no puede haber Capitalismo sin Estado.

c) Puede haber Capitalismo sin Democracia. Pero, no hay Democracia sin Capitalismo.

Con referencia a ésta última proposición, el Dr. Nun reflexionó acerca de cómo se compatibilizan dos sistemas con valores distintos: “Un sistema  – el capitalista - se basa en la desigualdad, el otro – la democracia -  en la igualdad. Este obstáculo, se resuelve de diversas maneras, por ejemplo, con disciplinamiento, es decir, represión política”.

Pero, hay otra solución, que ha generado el capitalismo para superar esa contradicción: el compromiso social, lo que Marshall llamaba un “capitalismo ablandado por una inyección de socialismo. Esta respuesta se materializó gracias a la alquimia keynesiana, que transformó los intereses de los trabajadores en intereses generales de la sociedad. Al plantearse que  un déficit de demanda puede conducir a escenarios de crisis, el mundo occidental se persuadió de que un adecuado nivel de ocupación y salarios, conviene al sistema capitalista y fortalece el régimen democrático.

Al final de su exposición El Dr. Nun remarcó: “Lo que debe iniciarse en América Latina, es un proceso de transición hacia el buen Gobierno: Que garantice libertades individuales y derechos humanos, pero también bienestar económico y justicia social”.

Con lo expuesto, queda planteada no solo la indispensable necesidad de un ambiente capitalista para el desarrollo de los negocios y las empresas sino que, además, la existencia robusta de ese ambiente “capitalista” parece condición necesaria para la existencia de la democracia misma, sujeto -  a su vez - a que ella posea la cualidad  de ”buen gobierno” que el lúcido catedrático argentino demanda para los tiempos que vienen.

Claramente no se trata de desmerecer la preocupación de los gobiernos por el aseguramiento de las libertades públicas, la participación democrática, o la igualdad de oportunidades, aspectos fundamentales que hacen a la calidad de vida de la ciudadanía, pero, para posibilitar la continuidad del análisis – enfocado a las cuestiones que el Dr. Nun denominó de bienestar económico –, resulta útil definir que:

No es buen gobierno aquel que, más allá de sus intenciones, despliega acciones o incurre en omisiones que objetivamente impiden, dificultan u obstaculizan el desarrollo de un adecuado ambiente de negocios que sustente la generación lícita de riqueza y su asentamiento como inversión reproductiva, siendo la consecuencia de tales acciones u omisiones la generalización de la especulación financiera y el oportunismo económico, así cómo, la pobreza, la decadencia y el desánimo.

           

Es obvio que no existe ni ha existido en la historia del mundo un gobierno que en forma consciente se halla propuesto deliberadamente ser “malo”, ineficaz, ineficiente o que sus acciones fueran inconducentes para propender al bienestar de su pueblo. No es cuestión entonces, de lo que el gobierno desea o propone, sino de los resultados (consecuencias) - en términos económicos y sociales - de lo que hace o deja de hacer, y de la necesidad de aprender de tales acciones u omisiones.

Sin que signifique toda la explicación ni mucho menos, es necesario reconocer que la historia de las últimas décadas de la Argentina se halla, lamentablemente, cargada de ejemplos (golpe de estado, guerra civil, genocidio, guerra internacional, hiperinflación, hipercorrupción, hiperincapacidad, default, avasallamiento de la propiedad y los contratos, inseguridad generalizada) respecto de cómo los distintos gobiernos, antes que proveer un ambiente favorable al desarrollo lícito de empresas y negocios, por el contrario, lo ha dificultado, favoreciendo de ese modo la especulación y el oportunismo económico, y aún la corrupción y el latrocinio[3]. Nótese además, que en la ejemplificación no se ha hecho hincapié en cuestiones particulares de las diversas políticas económicas aplicadas (cambiaria, monetaria o fiscal) ampliamente señaladas como erráticas, inconsistentes y adversas para la producción y subsecuentemente para el comercio.

            Todo ello ha constituido un importante obstáculo para el desarrollo empresarial en general, pero fue particularmente pernicioso para las pequeñas y medianas empresas por la siguiente razón: Las grandes empresas, los grandes conglomerados, las empresas multinacionales, por su  fortaleza económica y financiera, por su capacidad de lobby, por la habilidad y posibilidad de anticiparse a los acontecimientos, poseen una muy superior inmunidad a los efectos dañinos de los malos gobiernos que las pymes, habiéndose comprobado que dichos efectos son mucho más letales para éstas, que la insuficiente expansión o la escasa capitalización. 

De allí la importancia de lo que se desarrolla en el punto siguiente. Pero antes, puede resultar interesante evocar conceptos de alguien que tuvo una particular claridad en el arte de gobernar, el Presidente Juan Domingo Perón, quien en un discurso del año 1951 decía lo siguiente[4]:

 “Hemos enseñado al pueblo el camino de la justicia social”. (...)”Pero la justicia social no se sostiene con palabras ni con decretos. La justicia social se sostiene con una economía sólida y cae cuando se acaba la riqueza que se desea distribuir(...).El objetivo de nuestra reforma económica fue siempre muy claro para nosotros porque consideramos en todo momento que el bienestar material de la nación se consigue por los mismos medios con que suelen alcanzarlo los hombres y las familias: con buenas ideas, con mucho trabajo y, ¿Por qué no decirlo? También con buenos negocios”. 


 


[1] Cuando a lo largo de todo este trabajo, se hace referencia a un adecuado ambiente de negocios, se refiere a negocios lícitos y honestos orientados a generar riqueza socialmente útil, que sustente un aumento de la calidad de vida de la población, principalmente mediante la producción (de bienes materiales o inmateriales) y el comercio, y subsidiariamente mediante la intermediación financiera. 

[2] Ciclo de Debate Arturo Jauretche.- La reconstrucción del Estado y el pensamiento nacional. Síntesis de la exposición del Dr. José Nun. 13 de agosto de 2004.

[3] En palabras que tienen más de un siglo: “No hay no puede haber buenas finanzas, donde no hay buena política. Buena política quiere decir, respeto a los derechos, aplicación recta y correcta de las rentas públicas, protección a las industrias útiles y no a la especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder”. Leandro N. Alem, citado por Felipe Pigna en su libro “Mitos de la Historia Argentina”. Ed.Norma

[4] Balatti, Juan J. compilador. La economía social según Juan D.Perón. Ed. De Belgrano


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