Haciendo negocios en Venezuela
 

Luis Oliveros

 


 

Comercio Igualitario

 

Para nadie es un secreto que los niveles de pobreza a nivel mundial son cada día más preocupantes, pero tal vez este sea el segmento de la población mundial más desatendido. A diario observamos millones de estudios que explican su aparición, campañas internacionales en contra de este “flagelo” y reuniones de los países más ricos para tratar de paliar las penurias de los más necesitados, pero estas iniciativas muy pocas veces llegan a brindar soluciones verdaderas. Se tienen cifras que afirman que más de 1.200 millones de personas en el mundo subsisten con menos de un dólar al día.

Es indudable que el comercio internacional representa una vía muy importante y efectiva para la generación de riqueza. No obstante, al examinar las condiciones en las cuales se encuentra el comercio mundial en la actualidad, nos encontramos con muchas injusticias y desigualdades.

Para que tengamos una idea de estas desigualdades en el comercio internacional, basta con observar que de cada dólar generado por las exportaciones en el sistema internacional de comercio, los países pobres reciben 3 céntimos, las exportaciones mundiales de materias primas (principal producto de exportación de la gran mayoría de los países subdesarrollados) redujeron su participación en el comercio internacional a sólo un 22,1%, contra cerca de un 27% en 1980. Estas cifras explican que los países con el menor ingreso per cápita del mundo (y que concentran más del 40% de la población mundial) realizan menos del 3% del comercio mundial. Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón, controlan un poco más del 60% del comercio internacional y casi el 70% de las exportaciones mundiales.

Es menester para los países pobres poder obtener acceso a los mercados internacionales. Eso les permitiría comercializar en los mercados con mayor poder adquisitivo, retroalimentarse de la competencia, obtener divisas muy necesarias para poder financiar proyectos de mejora de vida de su población y diversificar sus fuentes de ingreso. Es indudable que la realidad del libre comercio mundial presenta para estos países, obstáculos que provienen del mundo desarrollado, a pesar de la onda globalizadora que estos tanto vociferan. La persistencia de barreras arancelarias, subsidios agrícolas, y otras formas de proteccionismo hacen muy difícil la entrada de productos del tercer mundo a los mercados desarrollados.

Es importante que los países ricos entiendan de una buena vez, que brindar una ayuda de calidad a los países pobres no significa enviarles al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial para aplicarles inadecuadas recetas económicas o condonar deudas. Estos países necesitan ser tratados con las mismas condiciones comerciales como son tratados sus pares que provienen de países desarrollados, o las empresas residentes en esos países. Es realmente necesario un esfuerzo de los países más ricos en ocuparse de esta problemática, ya que de empezarse a corregir las desigualdades en el comercio internacional, los países pobres podrán mejorar sus posibilidades de alcanzar cierto nivel de desarrollo, y los mercados internacionales tenderían a incrementarse, generando una relación de largo plazo de ganar-ganar para todos los involucrados.


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