La Economía Política de la Construcción del Socialismo
Figueroa Albelo y otros

 

 

LAS LEYES ECONÓMICAS EN LA TRANSICIÓN AL SOCIALISMO: UN TEMA A DISCUSIÓN [1]

 

Víctor M. Figueroa Albelo

 

RESUMEN

¿El estudio de las leyes económicas ha pasado de modao puede afirmarse que no existen o que poco importan ante el poder supremo de la subjetividad y de la superestructura durante la construcción del socialismo? ¿O por el contrario debe admitirse su objetividad y su íntima articulación dialéctica con la conciencia social formalizada? Estos problemas han ocupado un amplio espacio en los debates históricos entre los socialistas desde la época de Lenin hasta la fecha. En la experiencia nacional vivimos cierto momento a finales de los años sesenta, aun no superado totalmente, en que negamos la existencia objetiva de las categorías y leyes económicas. El hecho de que no contemos con una nueva economía política como ciencia constituida pone de relieve la importancia de este asunto, muy ligado por demás a cuestiones fundamentales de corte metodológico, y también a la lucha ideológica frente a la opciones epistemológicas de la economics. Estas son las interrogantes que enfrenta esta ponencia.

 

A MODO DE INTRODUCCIÓN

El estudio de las leyes económicas no ha pasado de moda. No puede afirmarse que no existen o que poco importan ante el poder supremo de la subjetividad y de la superestructura durante la construcción del socialismo. La subjetividad y la superestructura formalizada son tanto más poderosas y efectivas cuanto más se conozcan y dominen las relaciones sociales de producción y las tendencias objetivas que emergen en su despliegue incesante y contradictorio. Las leyes económicas son esas tendencias regulares que se desprenden de nuestros actos volitivos masivos, a partir de las acciones conscientes, intencionales de cada sujeto, los que subjetivamente se consideran libres, soberanos e independientes en sus accionar económico. Este asunto corresponde desde hace mucho tiempo a la economía política, muy a pesar de que la cienciología occidental la haya declarado obsoleta.

El debate en torno a las leyes económicas siempre ha sido trascendental para el pensamiento económico marxista. No pocas batallas tuvieron lugar en su nombre en la experiencia socialista mundial. Resultó inevitable que el optimismo revolucionario diera pábulo a tesis voluntaristas y subjetivistas una vez que el proletariado tomara el poder estatal y se iniciara con grandes movimientos de cambios y campanadas  de victoria el proceso de emancipación del hombre y su liberación del yugo del capital, por intermedio de una economía estatal dominante. Se entendía que en estas condiciones el hombre se liberaba de toda dependencia a leyes que eran el resultado de sus propias acciones, que la voluntad del hombre bastaba para embridar la realidad y someterla a su imagen y deseos. En la experiencia nacional vivimos cierto momento, a finales de los años sesenta, aun no superado totalmente, en que se negó la existencia objetiva de las categorías y leyes económicas, y, en consecuencia la propia economía política. Bastaba una tecnología económica.

La vida impuso en todas partes su lógica y la rectificación subsiguiente. Pero los caminos de la rectificación derivaron en teorías y prácticas diversas. La apologética dominó sobre la economía política y la enterró en un vertedero. El derrumbe del llamado socialismo real le dio el golpe de muerte a la práctica del socialismo en muchas partes. El marxismo y el socialismo fueron satanizados.

La construcción del socialismo en la periferia subdesarrollada continúa formando parte del mapa mundial en estos tiempos del siglo XXI, y más que nunca antes, reviste un carácter extraordinario, diferente a lo que postularan los clásicos del marxismo y observáramos en la historia socialista precedente. Nuevos proyectos sociales como la Revolución Bolivariana a golpes de cambios prácticos exige cada vez de conceptos que la expliquen como modelo del socialismo del siglo XXI. Hace falta y sin demoras una nueva economía política científica para seguir avanzando en la construcción del socialismo en el Sur.

La complejidad y la incertidumbre son rasgos inherentes a estos procesos de desarrollo por una senda no capitalista a causa, entre otras razones, de su tejido heterogéneo económico y social, al atraso de sus fuerzas productivas y a los impactos de sus relaciones de articulación-desarticulación con el capital globalizado. Entonces el proceso de anulación (destrucción) y de superación (creación) de lo existente se despliega en medio de tendencias contradictorias y antagónicas que bien se yuxtaponen o entrecruzan dando lugar a múltiples paralelogramos de fuerzas económicas, políticas y sociales que la sociedad está obligada a conocer y regular con variados mecanismos económicos y de conciencia. Estas son algunas de las interrogantes sobre las que versa la ponencia.

 

PERTINENCIA DE UNA NUEVA ECONOMÍA POLÍTICA

 

La polémica en torno a la existencia o no de la economía política como ciencia en una sociedad que construye el socialismo no es nueva. En los umbrales de la era soviética se produjo un gran debate nada menos que entre Lenin, Bujarin y Rosa Luxemburgo; los dos últimos negaban la nueva economía política desde las alturas del comunismo, partiendo de que con este último cesa la ley del valor y entonces “Toda ciencia [en este caso la economía política vf] será superflua si la apariencia y esencia de las cosas se confundieran”.[2] Por fin cesa la cosificación, la espontaneidad y la anarquía a que antes subordinaban al hombre. Ahora al hombre emancipado le bastaba, administrar la cosa económica mediante la regulación social con una especie de tecnología social. Rosa Luxemburgo agrega, por su parte, que la desaparición de la lucha de clases “significa el fin de la economía política como ciencia”.[3]

La respuesta crítica de Lenin al Bujarin de “La Economía del Período de Tránsito” fue tajante: en el comunismo también (v 1 + p1) > c2. Esta afirmación por sí misma explica la necesidad de una nueva Economía Política, de una vuelta a la interpretación de Engels sobre esta ciencia.[4] La cuestión radica en que las tendencias objetivas derivadas de las relaciones sociales de producción no se pueden identificar y limitar a una u otra forma de manifestación concreta. (Por  ejemplo, la ley de la proporcionalidad está más allá de la ley del valor que es una forma espontánea de asignación de los factores de la producción). Por tanto, la negación de la segunda no niega la primera. La nueva economía política está llamada a poner al descubierto las leyes económicas que rigen la reproducción del sistema socioeconómico comunista en sus diferentes etapas y fases de desarrollo, incluido claro está el período de construcción del socialismo.

El debate real y actual se traslada entonces al entendimiento y solución de la tesis de engelsiana según la cual la economía política “no puede ser la misma para todos los países ni para todas las épocas históricas”.[5]

El período de construcción socialista en el mundo subdesarrollado constituye de hecho una formación económico-social particular y, por lo mismo, es objeto específico de estudio de esta ciencia. Con más razón aún si sabemos que esta formación no emerge desde el capitalismo desarrollado, sino precisamente del subdesarrollado por lo que su razón de ser más importante es la promoción del salto al desarrollo económico y social con equidad y justicia social en plazos no definibles de antemano, bajo la égida de los intereses globales de la sociedad y de la regulación consciente de dichos procesos en direcciones precisas y determinadas.

El Che pretendió construir una economía política desde la experiencia cubana. En su proyecto de libro de economía política el Che Guevara reflexiona sobre esta ciencia en las condiciones de Cuba: “Hasta ahora, no había iniciado la aventura socialista ningún pequeño país aislado, sin posibilidad de grandes mercados ni de un rápido aprovechamiento de la división internacional del trabajo, pero, al mismo tiempo, con un estándar de vida relativamente elevado. (...); pero lo más importante son nuestras razones, razones que identificamos con las de los países de escaso desarrollo, en su conjunto, motivo por el cual pretendemos darle valor de cierta universalidad a nuestros planteamientos”.[6] No concluyó la obra, pero su intención y tesis principales siguen siendo una referencia obligada y duradera.

Por muchas razones esta Economía Política todavía es una asignatura no concluida. Hay aportes prácticos y teóricos acumulados en la construcción socialista en Cuba y en otros países que pueden servir al menos como material crítico. Urge a los del Sur una Economía Política que explique y apoye la transformación de la realidad en las coordenadas del desarrollo y del humanismo socialista.

 

TESIS SOBRE EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA NUEVA ECONOMÍA POLÍTICA

La respuesta a la tesis de Engels requiere al menos una precisión del objeto de estudio de esta nueva economía política. Lamentablemente faltan los debates y consensos críticos para acelerar su desbroce científico.

Una tesis de Marx es clave para el entendimiento del objeto general de toda economía política: “En la producción de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política (…)”.[7] Este concepto de formación económico-social coloca a la sociología, por primera vez, sobre bases científicas y advierte a la nueva economía política contra el enfoque economicista pues las relaciones en la base económica están mediadas por su dialéctica con la superestructura.

Otra tesis medular viene de Engels: la economía política es por definición la “ciencia de las condiciones y las formas bajo las que se produce y cambian lo producido las diversas sociedades humanas, y bajo las cuales, por tanto, se distribuyen los productos en cada caso concreto”.[8] La finalidad de esta ciencia consiste en estudiar el sistema de relaciones de producción e intercambio realmente existentes y poner al descubierto la leyes y tendencias que rigen dichas relaciones.

La nueva economía política debe partir de la asunción de la transición al socialismo en tanto que “formación económico social” particular como etapa germinal del comunismo, poner al descubierto el sistema particular de relaciones de producción que la acompaña en cada etapa de su desarrollo y derivar las tendencias, leyes económicas, de su realización.

La nueva economía política enfrenta retos especiales derivados de las particularidades de la formación económico-social en transición al socialismo desde el subdesarrollo. Estas ponen de relieve la complejidad del proceso de asimilación de lo concreto real por el pensamiento abstracto en sus formas reflejas las categorías y leyes económicas.

Precisemos aquellas particularidades que consideramos relevantes:

Primero, la construcción socialista como objeto real existente se circunscribe por el momento a unos pocos países que continúan la orientación socialista del desarrollo. En el mundo domina el régimen del capital y su forma superior el capitalismo monopolista transnacional.

Segundo, una cualidad común a todos: nacieron en países subdesarrollados que todavía no han podido rebasar ese estadio de sus fuerzas productivas lo que influye en su desarrollo social.

Tercero, la “estructura económica” de estas sociedades se compone de diversos modos y formas de producción (propiedad y apropiación); de lo que resulta una economía más o menos heterogénea” o mixta estructuralmente en virtud del subdesarrollo.

Cuarto, la emergente propiedad social socialista (básicamente estatal) y las relaciones de producción homónimas se extienden a lo largo y ancho de la estructura económica nacional sin que siempre se correspondan con la socialización real dado el bajo nivel relativo de las fuerzas productivas[9] muy distantes en muchos casos de sus homólogas mundiales.

Quinto, todos los países se encuentran en una etapa u otra de la acumulación originaria socialista y utilizan diversas vías y métodos a fin de lanzar el despegue económico que los catapulte en el largo plazo a la altura de las demandas de la civilización de esta época.

Sexto, el enfoque social del despegue se adelanta al crecimiento económico como una necesidad objetiva y subjetiva propia, particular a la nueva formación económico-social, a la confrontación con el modelo neoliberal y al humanismo socialista.

Séptimo, el proceso de desarrollo económico y social es de muy largo plazo y su trayectoria no es ni puede ser lineal como tampoco el crecimiento económico bajo el impacto de diversos obstáculos y contradicciones internas y a la interdependencia con el mercado globalizado transnacional (incluye los bloques regionales) con sus ciclos recurrentes.

Octavo, en la lógica del desarrollo se inscribe un fenómeno recurrente a todas las transiciones consistente en la reacción política, económica y militar en su contra por parte del imperialismo, incluyendo el bloqueo o guerra económica.

Noveno, el movimiento del sistema en su conjunto transcurre por diversas etapas de desarrollo que no cabe precisar de antemano hasta su arribo a la sociedad socialista.[10] El vaticinio de Engels en el siglo XIX sigue en pie.[11] Hoy solo cabe afirmar que la conclusión de este período específico del desarrollo hay que concebirlo en los marcos de cambios revolucionarios a escala planetaria o al menos regional.

Décimo, las economías en transición al socialismo no son parcelas cerradas. El capitalismo monopolista de la época, con la presencia dominante de las transnacionales[12] que socializan la producción y el capital a nivel planetario, contiene vectores que son asimilables convenientemente por las economías en transición al socialismo; más todavía en los socialismos que emerjan entre estos luego de las transformaciones revolucionarias. En fin, hay que estudiar a profundidad aquellas experiencias porque son de algún modo un espejo del otro mundo posible, el “socialismo del siglo XXI” a que está convocando el presidente Hugo Chávez.

Estas realidades no pueden separarse del objeto de estudio de la Economía Política, especialmente cuando se aspira a revelar y sistematizar con una visión integradora los problemas esenciales, las dinámicas del desarrollo y las tendencias que tienen como soporte la práctica socialista en los países subdesarrollados.

La nueva economía política exige el enfoque estadístico “macroeconómico” y el concurso de la historia económica y política de los procesos reales concurrentes en cada país sin dejar de tomar en cuenta los componentes socializatorios que se despliegan en el capitalismo a fin de auscultar el mundo real desde la teoría. 

 

LEYES ECONÓMICAS: OBJETIVIDAD Y SUBJETIVIDAD

La nueva economía política afirma con Marx que “Nos interesa más bien estas leyes de por sí, estas tendencias, que actúan y se imponen con férrea necesidad”, [13] especialmente la ley económica fundamental. Ahora bien en qué medida es aceptable este paradigma en la nueva economía política.

Digamos que enfrentamos un primer problema: ¿cómo entender las leyes económicas objetivas y su funcionamiento en el sistema heterogéneo de relaciones de producción de la transición?

Como se sabe, el tema de las leyes económicas en el socialismo –comunismo ha sido objeto de duras polémicas. Todo parecía estar claro con la conocida tesis del Moro: “Quién como yo concibe el desarrollo de la formación económica de la sociedad como un proceso histórico-natural, no puede hacer al individuo responsable de la existencia de relaciones de que él es socialmente criatura, aunque subjetivamente se considere muy por encima de ellas”.[14] Sin embargo la historia crítica de la economía política del socialismo revela una falta de unanimidad en la materia.

Las relaciones sociales de producción e intercambio en esta formación económica-social en gestación son también procesos regulares, estables y reiterados, esto es, dan lugar a tendencias (leyes económicas) diversas, incluso contrapuestas por su contenido. Porque conjuntamente con las leyes económicas propias al tipo emergente de economía socialista, accionan otras dentro del sistema heterogéneo de relaciones de propiedad y de producción. Estamos en presencia de múltiples leyes económicas, diversas por su esencia y naturaleza (en dependencia de los tipos de economía existentes) las que se interrelacionan en toda la vida económica y se proyectan de un modo u otro sobre el entramado social y político de la sociedad. Unas y otras leyes particulares y generales operan con un mayor o menor nivel de dependencia, solapamiento, interdependencia e intensidad dentro de la totalidad.

Subrayemos una vez más que no estamos frente a un sistema puro y mucho menos desarrollado de economía socialista, incluso ni del período de tránsito que Marx vaticinara en Crítica al Programa de Gotha, sino uno especial, extraordinario, como sentenciara el Che.

¿Cuáles son las tendencias que al final se imponen entre tantos paralelogramos de fuerzas? Ese es un problema medular de la investigación para la nueva economía política. De lo que se deduce que la finalidad de la nueva Economía Política es el sistema de leyes de la totalidad a la par que la de sus partes. Se trata justamente de una economía política del período de construcción del socialismo y si se quiere una mayor precisión la de cada país en específico.

Se preguntará ¿cómo enfrentar la investigación de las emergentes relaciones de producción socialistas y sus leyes económicas homónimas? ¿Es posible tal investigación si apenas están en su infancia?

Primero, las leyes económicas se revelan siempre bajo determinadas formas que reflejan el carácter objetivo, no intencional, de las determinaciones intencionales de los hombres en el proceso de producción, distribución, intercambio y consumo; por lo mismo, se convierten en importantes instrumentos de influencia social, consciente, a través de mecanismos económicos y de conciencia.

El carácter objetivo de las leyes económicas no niega la subjetividad, ni su lugar en la dinámica de la construcción económica y social. La nueva sociedad en formación no se desarrolla espontáneamente en términos estrictos, aunque no la excluye en virtud de factores internos como la acción de los tipos no socialistas y las relaciones económicas de interdependencia con la economía transnacional. La previsión probabilística de tales fenómenos es condición para conservar el equilibro económico deseable en la marcha hacia el desarrollo.

Segundo, el carácter peculiar del objeto de estudio de esta economía política, enfatizado en otro lugar de este texto, facilita la comprensión de las peculiaridades que esta última debe asumir en su función cognitivo-descriptiva en que se conjugan la nueva economía y otros tipos económicos no socialistas, en medio de una dinámica continua de cambios –incluidos movimientos de avance y retroceso- y que abarca diversidad de etapas temporales, particulares.

Tercero, el modelo socialista en la transición responde al concepto de acumulación originaria que nos legara Marx, aunque de factura diferente pues aquí no se trata de un proceso de disociación de los productores respecto a sus medios de producción, sino lo contrario, de una asociación de ambos polos a escala social; dicho de otro modo, es un proceso de socialización que emana del poder político que ejercen las fuerzas sociales progresistas que liquidan sucesivamente el poder monopólico del capital una vez asumido el mando del Estado, y lo conducen conscientemente.

Cuarto, en el estudio del capitalismo por Marx nos encontramos con categorías y leyes que rebasan los límites particulares del modo capitalista, y que por lo mismo son válidas y utilizables en la economía social socializada. No hay que olvidar que el socialismo nace desde las entrañas del capitalismo; es su negación dialéctica. La plusvalía es solo una forma histórica particular del excedente económico.

Quinto, el balance integral de los rasgos y tendencias del capitalismo monopolista de nuestro tiempo y el de los países subdesarrollados, son premisas indispensables, incluso componentes obligados de esta nueva economía política, en la medida que las teorías de la revolución y de la construcción socialista están fuertemente ligadas a estas realidades.

En suma, los retos teórico-metodológicos no tradicionales que enfrenta la nueva economía política podrían sintetizarse en las interrogantes siguientes:

1) Cómo examinar, analizar y describir el entramado complejo de la acumulación originaria socialista y los mecanismos de su realización en las condiciones de este modelo de desarrollo particular visto como totalidad.

2) Cómo investigar y explicar las relaciones estructurales y funcionales, con sus leyes correspondientes, en el caso de una economía heterogénea, comandada por el tipo socialista en proceso de formación y apenas en desarrollo.

3) La célula económica y la ley económica fundamental que nos recuerda la economía política socialista soviética -recurriendo a la lógica expositiva de El Capital- en qué medida son asimilables si recordamos con Marx que el método está contenido en el objeto.

En sentido propositito tenemos que habrá que aproximarse a la definición del objetivo supremo de la producción, así como a algunas de las leyes de la producción, la distribución, la circulación y el consumo que tienen mayor influencia en la reproducción real del tipo socialista de economía y su proyección a toda la formación como totalidad y actores sociales diversos.

Este por sí solo es un campo inagotable para el examen de las perspectivas metodológicas y para la crítica y asimilación creadora, sobre todo analítico-instrumental, del pensamiento neoclásico.

Hay que acabar de establecer las relaciones de planificidad y del valor en la construcción socialista, sus límites y combinaciones aceptables y posibles con una visión desde la teoría pura y la historia con sus determinaciones concretas. Todo esto nos lleva al agudo problema de los mecanismos de realización progresiva de la socialización real que conduce por vía evolutiva hacia la sociedad socialista plena, sin olvidar de nuevo el momento histórico-moral.[15]

 

VISIÓN RESUMEN DE LA NUEVA ECONOMÍA POLÍTICA

La representación abstracto-sistémica de la formación económica y social como totalidad en un cuerpo teórico coherente, científicamente fundamentado, debe ser capaz de explicar las formas sociales de apropiación de las fuerzas productivas subdesarrolladas en su íntima interacción con el sistema heterogéneo de relaciones de producción e intercambio en el que asume la función rectora el tipo socialista de economía. Muchas categorías y leyes deberán expresar lo particular al tipo socialista todavía inmaduro, y otras necesariamente deberán examinarse a partir del acerbo marxista de la economía política del capitalismo y del capitalismo monopolista.

En el conjunto de tendencias (leyes económicas) que actúan en el entramado heterogéneo de esta formación económico social, median la intencionalidad social (determinaciones sociales –dígase la regulación social consciente-) y la acción espontánea de otras fuerzas (internas y externas). De lo que resulta que ninguna ley existe en forma pura, acabada, sino que están intermediadas, mediadas y/o matizadas por otras de signo contrario o yuxtapuesto en virtud de las relaciones de interdependencia internas al sistema heterogéneo y las externas (economía mundo) por lo que el enfoque tiene que revestir un carácter multidiverso en el plano estructural y funcional.

Esto es, aquí no tratamos con leyes únicas ni puras de la economía socialista o de otros tipos socioeconómicos. Por lo mismo se impone el estudio de las leyes lo más cerca posible de sus expresiones superficiales concretas. El enfoque analítico-descriptivo será preponderante. En síntesis, no es ni puede ser la finalidad de esta economía política, parodiando a Marx, un socialismo puro con leyes puras.

Tal vez habría que subrayar de nuevo que el enfoque de totalidad es consustancial a la nueva economía política, lo que significa que ninguna categoría o ley puede ser estudiada solamente en su singularidad específica fuera de dicha totalidad, como pudiera ser el intento de estudiar  solamente o separadamente las leyes de origen socialista.

La dialéctica base-superestructura en esta formación económico-social particular,[16] además de las fuerzas productivas en su íntima articulación con las mundializadas, es un componente obligado del estudio genético-histórico desde esta economía política.

La relación base (estructura económica) - superestructura se conserva en lo fundamental en el sentido que Marx y Engels advirtieran en sus críticas a los “marxistas” deterministas. La más contundente confirmación de esta dialéctica es la construcción socialista en la periferia. Lo que cambia ahora son las relaciones de determinación que la teoría de acumulación originaria socialista ayuda a explicar. En la superestructura están los factores del cambio, del proceso de transformación revolucionaria, condicionando el peso decisivo del movimiento conciente frente al espontáneo.

La superestructura va formalizando y recreando la conciencia refleja de las nuevas relaciones económicas, sociales y espirituales de esta sociedad en lucha contra lo viejo, a la vez que impulsa, modela y cataliza lo nuevo en direcciones predeterminadas. En una palabra, emancipa al hombre como ser social afirmándolo en su individualidad y socialidad; y a la sociedad como identidad totalizadora.

Se sabe, y esto es una advertencia muy conocida, que la superestructura tiene capacidad de reproducción propia y de generación de maleficios que pueden interrumpir o neutralizar la formación del hombre nuevo hasta el punto de distorsionar el curso socialista. El desarrollo económico y el bienestar, la educación, la ciencia, la cultura y el ejercicio directo de la democracia participativa en todas las instancias y entidades de la sociedad son antídotos contra estos y otros maleficios.

El sistema teórico integral de esta economía política no puede presentarse como algo terminado (por supuesto que esta afirmación es válida para todas las variantes de economía política) como  “concreto pensado”, porque se trata precisamente de una sociedad económica en transición, donde no encontramos “el organismo desarrollado” sino un embrión o célula del comunismo.[17] A esto mismo se refería Lenin cuando centraba la diferencia entre la revolución socialista y la burguesa en que en el “segundo caso existen formas plasmadas de relaciones capitalistas, mientras que en el primer caso no existen estas formas plasmadas”.[18]

Es correcto afirmar que la economía política del socialismo (fase inferior) y del comunismo (fase superior) está necesariamente por crearse, lo que resulta más que evidente para el período de la transición del capitalismo al socialismo. Entonces, el problema consiste en desarrollar la nueva economía política de esta formación social que asuma y refleje las peculiaridades de las relaciones socialistas de producción y su funcionamiento en íntima relación de vinculación e interdependencia con el resto de los componentes de la estructura económica heterogénea.

Lo expuesto hasta aquí no significa que falte una concepción a priori de aspectos esenciales del comunismo. Toda ciencia social es necesariamente normativa y posee también cierta capacidad teleológica o de pronóstico si quiere ser perdurable. La teoría marxista del desarrollo permite fijar precisamente algunos (y solo algunos) rasgos esenciales comunes del movimiento de unidad, ruptura y continuidad de la sociedad comunista concebida como una sucesión de fases y etapas del desarrollo en que aquellos están presentes necesariamente en un diapasón más o menos amplio.

La utopía comunista parte precisamente de la crítica del modelo capitalista y de sus elementos de continuidad-ruptura, revelados científicamente, en función del desarrollo hacia una “asociación de hombres libres que trabajen con medio colectivos de producción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social”.[19] Aunque para ellos (Marx-Engels) hay que subrayarlo una y otra vez: “el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual”.[20] Tampoco a la altura de nuestro tiempo histórico, puede faltar la visión crítica de la praxis de construcción-destrucción de las experiencias socialistas durante el siglo XX si queremos atalayar nuestra praxis en una teoría que la refleje y proyecte.[21]

Los economistas cubanos tienen ante sí, de ningún modo exclusivamente aquellos que se dedican a la economía política como profesión académica, la enorme responsabilidad de contribuir a la formación de las iniciales de una nueva economía política capaz de asimilar teóricamente la experiencia nacional e internacional, que sirva de base científica para interpretar nuestra realidad, que sea una plataforma científica para encausar las estrategias y políticas económicas a favor de desarrollo y perfeccionamiento del modelo cubano de socialismo y que sea a su vez un arma para la lucha de clases y de ideas en este mundo globalizado.

Por último, entendemos como el Che, que la economía política desde Cuba puede contener resultados de alcance y universalidad, válidos y útiles para las demás experiencias existentes y a otras que emerjan de la lucha mundial contra el capitalismo.

En problemas de la economía política cabe aceptar como principio ético que “Nuestra fuerza de corazón ha de probarse aceptando el reto de la Esfinge y no esquivando su interrogación formidable.” Esta idea del Che es el único camino que nos aleja del pantano de la apologética y nos mantiene por el único rumbo sostenible: la defensa del proyecto social cubano con el corazón y con la razón científica.


 

[1] De Ponencia: Acerca de las leyes económicas en  la transición al socialismo. Primer Simposio Internacional de Economía Política y Pensamiento Económico. 14-18 noviembre 2005. Varadero-

[2] Marx, C. El Capital. T. III. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1973, p. 824.

[3] Luxemburgo, Rosa. Introducción a la Economía Política. Edición en ruso; cita  tomada de Comentarios a los tres tomos de El Capital de D. Rosemberg, Tomo 1, Editorial C. Sociales, La Habana, 1979, p. 38.

[4] Ver: Recopilación leninista XI, p. 349. Moscú 1929. (edición en ruso). Federico Engels: El objeto y el método de la Economía Política” en el Antidϋhring. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1977.

[5] Engels afirma que “La economía política, en el sentido amplio de esta palabra, es la ciencia de las leyes que rigen la producción y el intercambio de los medios materiales de vida en la sociedad humana”, en Antidϋhring. Ed. C. Sociales. La Habana, 1978, p. 179

[6] Ver Prólogo del Che a su proyecto de libro de Economía Política, reproducido en “Ensayos de economía política de la transición extraordinaria al socialismo en la experiencia de Cuba”. Víctor Figueroa. UCLV, abril 2003.

[7] Marx, C., Prólogo a la Crítica de la Economía Política. Ed. Política. La Habana, 1966, p.12.

[8] Engels, F. Antidϋhring. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1978, P., 183

[9] Se insiste en la necesidad del análisis de las fuerzas productivas en la medida que tienen una incidencia directa en la explicación de la dinámica de las relaciones de producción y también en la relación hombre-naturaleza, la problemática ecológica y las modificaciones que se generan en las relaciones entre los hombres y la tecnología de la información y las comunicaciones. Es un debate pendiente que urge desarrollarlo.

[10] Ver ponencia del autor “Socialismo Teórico desde el Subdesarrollo”. II Conferencia Mundial Marx Siglo XXI. La Habana. 2003. La afirmación de Engels suponía el apoyo incondicional de los centros ya revolucionados Europa y Norteamérica.

[11] A una pregunta de Kautsky sobre el acceso al socialismo de los países semicivilizados en 1982 responde Engels: “Las fases sociales y económicas que estos países tendrán que pasar antes de llegar también a la organización socialista no pueden, (…), ser sino objeto de hipótesis”. Marx –Engels, OE en tres tomos. T. III. Editorial Progreso. Moscú, 1973, p. 508

[12] “El capitalismo transnacional sigue siendo en muchos aspectos el punto de partida del comunismo futuro”. V. Figueroa en Socialismo Teórico desde el Subdesarrollo”. II Conferencia Mundial Marx Siglo XXI. La Habana. 2003.

[13] “Lo que de por sí nos interesa, aquí, no es precisamente el grado más o menos alto de desarrollo de las contradicciones sociales que brotan de las leyes naturales de la producción capitalista. Nos interesa más bien estas leyes de por sí, estas tendencias, que actúan y se imponen con férrea necesidad”. (...) “y la finalidad última de esta obra es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna”. C. Marx. Prólogo a la Primera Edición de El Capital. Tomo I. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1980, p. XI.

[14] C. Marx. Prólogo a la Primera Edición de El Capital. Tomo I. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1980, p. XI.

[15] Ya es más que una necesidad la edición de los apuntes críticos del Che en su proyecto de la nueva economía política. En las notas que aparecen en el libro “Che: camino del fuego” de Orlando Borrego se pueden encontrar los trazos de dicha crítica, que dicho sea de paso no son viejas para los tiempos que vivimos.. 

[16] El derecho no puede colocarse más allá de los límites que le imponen las relaciones económicas, so pena de convertirse en una retranca o una intervención perturbadora. Igual sucede con las demás formas de la superestructura. Ver a Marx en Prólogo a Crítica de la Economía Política. Op. Cit.

[17] “Es más fácil estudiar el organismo desarrollado que la simple célula”. Marx, C. El Capital. Tomo I. Editorial de C. Sociales, La Habana, 1973, p. IX.

[18] Lenin VII Congreso PCR. O. C. Tomo 27. P. 82.

[19] C. Marx. El Capital. Tomo I. Op. Cit., p. 45.

[20] Marx, C. y Engels, F. “La ideología alemana”. Op. Cit., p. 36.

[21] El Che toma en cuenta al análisis crítico de la experiencia teórica y práctica de la URSS principalmente cuando afirma que “Nos hemos hecho el firme propósito de no ocultar una sola opinión por motivos tácticos, pero al mismo tiempo, sacar conclusiones que por su rigor lógico y altura de miras ayuden a resolver problemas y no contribuyan solo a plantear interrogantes sin solución”, en Prólogo del Che en obra citada.


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