La dinámica de la inflación en Venezuela

Moisés Mata Aponte

 

 


UNA PROPUESTA ALTERNATIVA DE POLITICA ECONOMICA *



*Diario Correo de los Andes, miércoles
3 de mayo de 1989, pág. B-5.

I
La administración Pérez inaugura su política económica con un error intelectual virtualmente no previsto: “La nueva administración que se inició el 2 febrero de 1989, reconoce la necesidad de instrumentar un amplio programa de ajustes para enfrentar los fuertes desequilibrios internos y externos, como requisito indispensable para poder potenciar el aprovechamiento de las ventajas económicas que ofrece el país, diversificar la economía y mantener el crecimiento económico en el mediano plazo.” (1). Nada más lejos de la verdad. El equilibrio macroeconómico no es una condición indispensable a los efectos del crecimiento. Cuando concienzudamente urgamos en la reciente recuperación económica de Venezuela, vale decir, la recuperación económica de Venezuela en estos últimos cuatro años, bien podemos caer en cuenta de que su crecimiento económico logrado precisamente se ha dado en virtud del desequilibrio. Desequilibrio este que se hizo fundamentalmente notorio en el mercado real de bienes y servicios producidos internamente, el cual, políticamente hablando, se apuntaló de tal suerte en razón de la preservación de nuestro orden democrático de cosas.
Pero de nuestra parte bien creemos que la recuperación económica así lograda no podía mantenerse por mucho tiempo. Y en efecto, mientras que las importaciones crecieron a una tasa interanual promedio 2.29 por ciento, el producto territorial bruto (PTB) por su parte, creció análogamente en un 1.98 por ciento. Este ritmo de crecimiento acelerado de las importaciones en relación con el PTB, igualmente trajo consigo un ritmo de crecimiento deficiente en la oferta agregada de bienes y servicios. Y de hecho, la oferta agregada creció 0.05 puntos por encima del PTB y 0.26 puntos por debajo de las importaciones; o lo que es igual, la oferta agregada de bienes y servicios de la cual Venezuela dispuso creció a una tasa interanual promedio de 2.03 por ciento (véase el cuadro 1).
Ahora bien, la teoría económica nos enseña que en condiciones de laissez faire, el movimiento de los precios que acompaña a este evento corregiría de tal suerte la deficiencia así descrita en la oferta agregada de bienes y servicios. Esto es, los precios de los bienes nacionales -dado los niveles del PTB- necesariamente tendrían que aumentar en términos de los precios de los bienes importados, lo cual, financieramente hablando, se traduciría en una transferencia neta de recursos desde la economía mundial hacia las economías nacionales.
Mas la realidad económica que toca las puertas de la sociedad venezolana en el período histórico comprendido entre los años de 1985 y de 1988, desdice total y definitivamente la solución de mercado que la teoría económica del comercio internacional virtualmente nos establece. El movimiento ascendente que debió haberse registrado en los términos existentes de intercambio entre el nivel de precios de los bienes nacionales y el nivel de precios de los bienes importados, contrariamente a lo teóricamente esperado, descendió inusitadamente a una tasa interanual promedio de un 6.6 por ciento (véase el cuadro 2).

CUADRO 1
CUADRO 2 IMPORTACIONES, PTB Y OFERTA AGREGADA TERMINOS DE INTERCAMBIO ENTRE LOS PRECIOS DE LOS BIENES NACIONALES Y LOS PRECIOS DE LOS BIENES IMPORTADOS

La verdad empírica de los hechos económicos no puede ser entonces más determinante: el crecimiento económico de Venezuela en estos últimos cuatro años -sin lugar a dudas insuficiente, pero crecimiento económico al fin y al cabo- se da en medio de unas condiciones desfavorables de su comercio exterior. Este precisamente, y no otro, acaso sea el límete realmente factible que socave nuestras disponibilidades futuras de financiamiento. En fin de cuentas, nada resultaría ser más económicamente impropio, el que una sociedad transfiera sus recursos financieros al resto del mundo en las primeras de cambio de su recuperación material. Y esto, sea bueno recalcarlo, es lo que precisamente Venezuela ha venido haciendo en estos últimos cuatro años. La encrucijada financiera a la que finalmente Venezuela pareciera estar llegando no puede ser en verdad más avasallante.


II


La solución financiera que los actuales conductores de la estrategia económica del gobierno hicieron virtualmente suya, la encontramos específicamente detallada en los siguientes términos: “Las políticas de mediano plazo que el gobierno de Venezuela ha diseñado, tiene como objetivos fundamentales: a) Fortalecer el ahorro interno; b) Promover la entrada de capital extranjero; y c) Diversificar la economía a través de un proceso de ajuste y liberalización que permita reducir los desequilibrios macroeconómicos, aumentar la eficiencia económica y reforzar la estrategia de desarrollo hacia afuera. Para lograr estos objetivos, las autoridades han iniciado un amplio programa que contempla reformas cambiarias y comerciales, desregulaciones financieras, reducción de los controles de precios y mejoras en la gestión fiscal.” (2). Desde que hiciéramos una primera lectura de este párrafo, hasta el presente, hemos notado que hay algo fundamentalmente equívoco en la manera de describir el resultado final que los objetivos económicos del gobierno presumen en el mediano plazo obtener. En nuestra opinión, el error básicamente se encuentra íncito en la presunción de que las reformas cambiarias (léase el establecimiento de un tipo de cambio único y flotante) llevará a la economía venezolana a tan feliz término.
Nada más cerca de la falsedad misma de los hechos. El establecimiento de un tipo de cambio único y flotante no hará tal cosa posible. Y la razón es muy simple de entender: la actividad económica que Venezuela hace posible no es una actividad económica tecnológicamente independiente. Esto es, el valor agregado que Venezuela genera requiere en buena medida de la adquisición de maquinarías, equipos y hasta de materias primas importadas.
La adquisición por demás necesaria de todos estos bienes, al tipo de cambio actualmente existente, inevitablemente trae consigo un incremento de los precios relativos internos. Este incremento en los precios relativos, a su vez, igualmente lleva a una disminución del consumo relativo interno. Pues, bien, dado que el consumo relativo en términos de los bienes importados no puede descender más allá de cierto nivel mínimo (léase nivel mínimo de subsistencia) lo más probable que ocurra -y en esto la experiencia venezolana misma es una prueba irrefutable de ello- es que de toda suerte se de una mayor puja salarial. Y lo que una mayor puja salarial virtualmente induce en una economía capitalista de mercado, finalmente viene traduciéndose en un mayor incremento del nivel general de precios, ¡He aquí precisamente donde los resultados económicos esperados del gobierno virtualmente se diluyen! Un mayor incremento en el nivel general de precios finalmente conspiraría contra el fortalecimiento del ahorro financiero interno, contra la promoción de las inversiones extranjeras, y contra el fomento de la política de sustitución de exportaciones.
De una parte el ahorro financiero, cuya motivación está determinada por la tasa de interés, finalmente se riñe con el establecimiento de un proceso económicamente inflacionario. De otra parte, la movilidad de las inversiones extranjeras no sólo dependen de la baratura de las materias primas nacionales, sino que además están en buena medida sujeta a la baratura en el costo de la mano de obra. Finalmente, las posibilidades de mercado de las exportaciones no tradicionales, sobre todo cuando lo que quiere fomentar es la exportación (así lo entendemos) de bienes manufacturados, tiene en el incremento de los costos de producción su mayor limitante. Limitante esta que dice mucho de la inviabilidad económica de la estrategia gubernamental.
Ya sabemos de la inviabilidad social que la estrategia económica del gobierno tiene de suyo. La manera como en días recientes el grueso de la población venezolana racionalizó las expectativas por éste creadas, constituye, sea bueno enfatizarlo, una prueba irrestricta de ello. ¿Qué nos resta acaso por conocer bajo esta suerte de consideraciones como no sea de su inviabilidad política?

III

La solución financiera que de nuestra parte quisiéramos en breve poner a la consideración pública, toma por unos derroteros sociopolíticos sustancialmente distintos. Partamos para ello de un determinado nivel del PTB, el cual supondremos económicamente compatible con una combinación isoproporcional entre el tipo de cambio y el déficit fiscal. Partamos además del siguiente escenario financiero sobrada cuenta conocido: 1) Una disminución de los precios del petróleo, 2) Atender los compromisos contraídos en virtud de la deuda pública y 3) El agotamiento de las reservas operativas. Establezcamos finalmente como objetivos económicos los igualmente contemplados en el programa económico del gobierno. Valga nuevamente acotar: “ a) Fortalecer el ahorro interno; b) Promover la entrada de capital extranjero; y c)...reforzar la estrategia de desarrollo hacia afuera.”
Pues, bien, en la gráfica 1, la cual es una representación gráfica un tanto modificada de Mundell, tenemos representado el nivel del PTB cónsono a la combinación adecuada entre el tipo de cambio (TC ) y el déficit fiscal (DF).
Tres combinaciones posibles de política económica, con sus respectivos resultados económicos posibles, bien pueden derivarse de la gráfica en cuestión: a) Un incremento en el tipo de cambio, junto con una disminución en el déficit fiscal, se colige con una igualmente disminución en el PTB (ver gráfica 2), b) Un aumento en el déficit fiscal, junto con una disminución en el tipo de cambio, se colige por el contrario con un aumento en el PTB (ver gráfica 3), c) Un incremento en el tipo de cambio junto con un por igual aumento en el déficit fiscal, se colige de tal suerte con un desplazamiento hacia arriba en los niveles obtenibles del PTB (ver gráfica 4 ).
Tal suerte combinada de políticas económicas posibles -salvo la segunda (gráfica 3) toda vez que la capacidad financiera de Venezuela en términos de dólares sencillamente ha mermado en virtud de las razones ya conocidas- bien valen a los efectos resolutorios de la coyuntura económica presente. No obstante ello, sentados responsablemente a escoger entre estas dos restantes soluciones gráficas posibles (gráfica 2 versus gráfica 4) optaríamos sin temor a equívocos por esta última, toda vez que la misma es, sociopolíticamente hablando, muchísimo más viable a los efectos de obtener los resultados económicos propuestos.
Esta afirmación de parte nuestra requiere de la siguiente explicación: el efecto contractivo que todo aumento en el tipo de cambio tiene de suyo, si la obtención del equilibrio macroeconómico es lo que en verdad se quiere, tiene que ser necesariamente compensado por un aumento en el déficit fiscal.





GRAFICA 1 GRAFICA 2

Ahora bien, este aumento en el déficit fiscal, al hacer virtualmente posible la expansión sucesiva del PTB, llevará a la postre a un incremento de las importaciones por encima del incremento inducido por las exportaciones.
El deterioro que para la balanza de pagos significa el que su cuenta corriente (exportaciones menos importaciones) resulte ser deficitaria, requiere necesariamente ser compensado a través de un movimiento superavitario en su cuenta de capital. Mención aparte nos merece en este punto específico la consideración sobre la tasa de interés. Consideremos para ello la siguiente afirmación que leemos en Machlup: “Las variaciones de los tipos de interés desempeñan un doble papel: por sus efectos sobre el gasto interior intervienen en el proceso del ajuste real . . .pero por sus efectos sobre el crédito exterior constituyen correctivos de los desequilibrios, al posponer o eliminar la necesidad de recurrir al ajuste real.” (3).
En efecto, el impacto contractivo que en el nivel de la actividad económica todo aumento en la tasa de interés trae consigo, más específicamente en el nivel de la actividad económica cuyos recursos productivos se destinan a la formación bruta de capital privado (inversión privada) se ve de tal suerte compensado, debido precisamente a este aumento en la tasa de interés, por una masiva entrada de capital privado extranjero al interior del país. Esta masiva entrada de capital privado extranjero, refuerza así la actividad económica interna previo la restauración del equilibrio de la balanza de pagos. Dicho en las propias palabras de Machlup: “La corriente de entrada de capitales constituye en este caso un correctivo financiero automático que reduce, simultáneamente, la velocidad y la necesidad del ajuste real.” (4).
Conviene finalmente señalar que la solución financiera que aquí hemos propuesto, tiene su resolución última en el establecimiento de la tasa de interés. Cuyos niveles estarían determinados por el incremento que bien se de en el déficit fiscal, el que, a su vez, estaría determinado por el incremento que en el tipo de cambio se establezca conforme a la paridad del poder de compra del bolívar. En suma, esta combinación de toda suerte óptima entre la política fiscal y la política monetaria, si la sociedad política comprende bien su interés, es lo que debería sin lugar a dudas establecerse.




NOTAS

(1) Memorando relacionado con las políticas Económicas de
Venezuela. El Universal, viernes 3 de marzo de 1989, pág. 2-4,
párrafo 6.
(2) Ibidem, párrafo 9.
(3) F. Machlup. La Cuenta de Capital de la Balanza de Pagos, en Mantenimiento y Restauración de la Balanza de los Pagos Internacionales. Barcelona: Edit. Gustavo Gili, 1969, pp. 203-207 (W. Fellner, F. Machlup y R. Triffin comp.).
(4) F. Machlup. En busca de Directrices para la Política, en Op. Cit. pp. 37-104.
 


Google
 
Web eumed.net

 

Volver al índice de La dinámica de la inflación en Venezuela

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"