La dinámica de la inflación en Venezuela

Moisés Mata Aponte

 

 


EL ASPECTO INFLACIONARIO DEL GASTO PUBLICO VENEZOLANO *



*DIARIO FRONTERA, MERIDA, 22 DE SEPTIEMBRE DE 1986, PAG. 18
La idea que habitualmente relaciona el proceso inflacionario con el gasto público, idea bastante difundida en nuestros días, tiene una inculpación política en verdad harto curiosa: en la fase de auge de la actividad económica de los negocios, fase en que el optimismo generalizado prevalece sobre el pesimismo, la sicología de los negocios es de tal suerte que mira la intervención económica del Estado sumamente propicia. En la fase contractiva de la actividad económica, fase en que el pesimismo priva al optimismo, la relación se invierte totalmente. La intervención económica del Estado es vista sobremanera inconveniente.
Pero en todo evento, la historia natural de los acontecimientos es en fin de cuentas independiente de las ideas que muy a propósito se conciben. La verdad de las cosas abre su surco por un sendero diametralmente opuesto al juicio que se tiene de ordinario. Entiéndase pues por la verdad, la verdad que delimita la relación en que el conocimiento científico consiste, como la adecuación entre el entendimiento y la cosa. A lo que habría de añadírsele la siguiente afirmación de Fatone: “No es la verdad de un juicio lo que nos asegura su verificalidad, sino la verificabilidad lo que nos asegura su verdad” (1). Este es el único criterio en que bien puede entenderse la formulación de los juicios en tanto en cuanto verdad. Vale decir, en tanto en cuanto su norma se apoya en la evidencia de los hechos. Recordemos la primera regla cartesiana del método: “ ...no recibir jamás como cierta ninguna cosa sin conocer que lo era evidentemente o, lo que es lo mismo, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y comprender únicamente en mis juicios lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda”. Con este precepto del cual podemos hechar mano, dejemos entonces que sean los hechos quienes hablen por sí sólos.
La figura 1, ilustra el movimiento del nivel de precios en torno a un promedio aritmético que domina su comportamiento regular para un número de años que abarca desde 1960 hasta el año próximo pasado. Obsérvese que este promedio aritmético bien puede ubicarse alrededor del año 1975. Año a partir del cual el nivel de precios cambia significativamente su tendencia.
La figura 2 muestra de igual modo, enmarcado en su propia regularidad estadística, el comportamiento denotado por el gasto público en sus dos aspectos relacionados: el nivel de gasto público que guarda relación con los precios frente al nivel de gasto público que guarda relación con el producto. O dicho con otras palabras, la observación individual diagramada en la figura 2 contiene la cantidad de dinero que el Estado percibe, y que gasta, reflejado por separado tanto en los precios como en el producto.
El cuadro 1 es equivalente a la figura 2, salvo que esta vez la incidencia del gasto público en los precios y el producto se refiere a las variaciones que año tras año esta incidencia comporta.


CUADRO 1
GASTO PUBLICO POR UNIDAD PRODUCIDA Y GASTO PUBLICO REAL
- crecimiento interanual promedio -
FUENTE: PETROLEO Y OTROS DATOS ESTADÍSTICOS, MEM, VARIOS. INFORME ECONOMICO, BCV, VARIOS AÑOS
Dos puntos bien cabe resaltar hasta aquí, los cuales hay que tener bien presentes:
1) hasta el año de 1979, la expansión inflacionaria del gasto público y su expansión real, aunque no exactamente, puesto que esta última domina a la primera, denota una tendencia similar.
2) lo contrario ocurre a partir del año 1980. El nivel de gasto público que se logra alcanzar en términos reales es menor, tanto en su relación con los años anteriores, así como en su relación con la porción que del mismo logran los precios absorber. Esta porción cambia de tendencia en apenas casi un punto, lo cual es bastante inferior a lo que habría de esperarse.
Veamos una muestra más de los acontecimientos. El cuadro 2 contiene la cantidad de cambio porcentual del nivel de precios en respuesta a la cantidad de cambio porcentual del gasto publico por unidad producida.
El cuadro 3 nos revela la misma relación establecida en el cuadro 2, con la diferencia de que en este cuadro la relación se enmarca a ambos lados del año crítico en que la inflación comienza a hacer lo suyo. Nótese que todavía y cuando se observa un cierto grado de simetría en la relación existente entre las variables, ésta nos acusa un cambio que, antes bien, es proporcionalmente menor. Es decir, el nivel de precios no responde con mucho a los incrementos monetarios acaecidos en el gasto público. Esto bien puede observarse de mejor forma en el cuadro 2, de donde se deduce que el nivel de precios permanece más o menos al mismo nivel, independientemente del nivel de gasto alcanzado por el Estado.
La inequívoca conclusión puesta entonces de manifiesto por la lógica misma de los acontecimientos, dista notoriamente de la acepción manifiesta que sobre esta materia se tiene. Verum est id quod est.

CUADRO 2 CUADRO 3

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(1) V. Fatone. Lógica e Introducción a la Filosofía. Buenos Aires: Ed. Kapelusz, 1951, p.114.


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