El Estado como objeto económico
Jorge Isauro Rionda Ramírez

 

 

MÉXICO EN SU CONTEXTO ACTUAL

 

La miopía teórica de los fundamentos del neoliberalismo para el caso de la geografía del subdesarrollo hacen pensar que más que resolver los problemas los reproducen y aumentan, favorablemente para las naciones que concibieron dichas teorizaciones (las naciones industriales) y desfavorablemente para aquellas en vías de desarrollo.

 

La globalización es un término que surgió en el último lustro de los años 80 ante la inminente caída de la Unión Soviética y desmoronamiento del bloque socialista, como el término de la guerra fría.

 

En el mundo  dominan básicamente tres tipos de regímenes económicas: los llamados regímenes de costumbre o tradición, propios de muchas naciones en vías de desarrollo de países de África y Asia. Las economías de mercado o capitalismo, y las economías de planificación central o socialismo.

 

El mundo bipolar cambio de dimensión entre el bloque capitalista y el socialista ante la caída de la Unión Soviética, no obstante persisten con éxito naciones como China comunista y Cuba. El término de la guerra fría de alguna manera se suma al decaimiento del fordismo ante la crisis de la economía de la muerte que lideran los  Estados Unidos junto a la OTAN.

 

El surgimiento del nuevo régimen post fordista con fuertes visos a la toyotización, necesariamente son el marco explicativo de la relocalización industrial, la tras nacionalización de las economías y los procesos de integración y cooperación internacional.

 

Las grandes contradicciones surgen dentro de una geografía que expresa regiones con distintos grados de desarrollo: el primer mundo de naciones con alto nivel de ingreso, el segundo mundo socialista y las naciones en vías de desarrollo o tercer mundo.

 

Así también están los grandes problemas mundiales como son la población, el hambre, la pobreza, la ecología, la fuerza cada día mayor de las empresas multinacionales, los Estados nacionales y la crisis de la regulación estatal, entre otros más.

 

Las inercias de la estructura internacional en materia de la estagnación de las economías mundiales, la polarización del ingreso entre las naciones y la proliferación de la pobreza.

 

México se integra al esquema económico regional de las Américas bajo la tónica del Consenso de Washington, desde los años 80. Las políticas internas siguen las pautas de la tesis neoliberal y es ahora una de las economías latinoamericanas que presentan los mayores avances en su integración continental, y extra continental, así como una de las economías con más apertura y tras nacionalización.

 

No obstante, es muy cuestionable el nuevo esquema económico asumido puesto que las contradicciones internas se están violentando y la formación social mexicana presenta síntomas de conflicto. Las urgencias se hacen más imperantes y al parecer aún los grandes avances logrados en la implantación de un modelo de desarrollo hacia fuera no da en la dimensión necesaria las soluciones esperadas.

 

El grave rezago tecnológico del país se traduce en una fuerte dependencia tecnológica del extranjero, dominantemente de los Estados Unidos. La falta de competitividad de las exportaciones mexicanas, entre otros factores, hacen que los términos de intercambio sean desproporcionales lo que significa déficits perentorios en la cuenta corriente de la balanza de pagos, finalmente, la disminución de reservas llevan a la nación a un continuo deslizamiento de la paridad cambiaria ante el dólar, y el aumento del endeudamiento externo.

 

No obstante el carácter multilateralista y librecambista de las reformas institucionales en materia comercial, domina un unilateralismo y bilateralismo en el manejo del endeudamiento de las instituciones acreedoras internacionales tales como son el FMI, el BM y los bancos centrales de las naciones industrializadas. Conlleva entonces a que los problemas del subdesarrollo se traduzcan de conflictos en torno al financiamiento al desarrollo al financiamiento del financiamiento, donde los problemas de las naciones en vías de desarrollo pasan de ser de tipo estructural a financiero. Lo que pretendía resolver los problemas de una nación, ahora es el principal problema y obstáculo para su desarrollo.

 

Ante este cuadro, la vialidad a que las asimetrías existentes entre el centro y la periferia se aminoren, quedan distantes de una realidad en el mediano o largo plazo, la tendencia es que se amplíe el abismo entre el desarrollo y el subdesarrollo.

 

Se cuestiona entonces la estrategia que el orden económico internacional establece para resolver las seis grandes interrogantes de las economías nacionales: ¿Qué producir? ¿Cómo producir? ¿Cuánto producir? y ¿Para quién producir? ¿Hasta dónde es sustentable lo sostenido? ¿Hasta dónde es sostenible el sustento?

 

Se requiere un nuevo orden económico internacional que por un lado sea sostenido por sus propias fuerzas motoras y lógica inherente de reproducción, que resuelva las necesidades del Hombre actual, pero que a su vez sea sustentable en el manejo eficiente de los recursos bajo la óptica de que no se puede aspirar a crecer ilimitadamente ante recursos limitados, y que prevea las necesidades del hombre futuro. Las postulaciones son varias: por las economías de planificación central el neomarxismo. Por las economías de mercado noratlánticas el neoliberalismo. Y por algunas economías europeas la tesis de la tercera vía.

 

México se sumo al orden neoliberal, pero hay posiciones distintas puesto que las necesidades apremiantes del país, y a 20 años de políticas neoliberales, los conflictos se enconan en expresiones sociales y políticas de mayor violencia. Es por ello que el modelo aparenta una obsolescencia prematura y prevalece la inquietud de procurar un nuevo orden que observe las urgencias nacionales más que los intereses sectorizados trasnacionales.

 

La búsqueda de mayor captación de divisas para la nación por distintas vías, en el caso del turismo internacional, en México sigue como estrategia la inclusión de fuertes montos de IED en desarrollos turísticos y otros servicios a este tipo de turismo. En este afán se crea un mecanismo por el cual vía honorarios, beneficios y deuda externa, las divisas captadas vuelven a salir del país.

 

La transición económica del país implica la confrontación de intereses conservadores con los innovadores, la conformación social mexicana presenta graves problemas que presionan por sus urgencias a una atención inmediata, para ello la inversión nacional no basta, pero por otra parte, los escasos recursos son distraídos por lo que se puede llamar la “elitización de la inversión pública” al canalizarse a intereses de grupo, comprados (vendidos) al capital, desatendiendo estas urgencias. Esto es evidente tanto en la social democracia como en la democracia cristiana, pero en un régimen de gobierno ultraderechista, la situación se extrema.

 

En el régimen actual hay un abierto abandono de las necesidades públicas de la población tanto por carencia de recursos como por la elitización de la inversión pública, a lo que se llama “ingobernabilidad”.

 

El Estado mexicano desde la década de los 80 concesiona paulatinamente las instancias del gobierno a la iniciativa privada, el interés lucrativo de asimilar los servicios públicos por particulares, muchas veces es ajeno al interés social y público, esta desincorporación de las actividades del Estado expresan una precarización de los servicios que requiere la población en materia de educación, salud, asistencia social, seguridad, entre otros servicios.

 

Prosperan desarrollos de inversión pública en correspondencia a intereses de la empresa, pero a cambio se abandona la atención de grandes núcleos de la población, que se subestiman y subordinan a intereses de la acumulación capitalista. Se tiene entonces un Estado mexicano en subordinación de la empresa, nacional como extranjera.


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