Influencia del neoliberalismo en la dialéctica del campesinado

Irma Lorena Acosta Reveles

 

CAPÍTULO PRIMERO

MARCO DE REFERENCIA CONCEPTUAL.

EL CAMPESINADO EN EL SUBDESARROLLO CAPITALISTA

MOVIMIENTO DE LA FORMA SOCIAL CAMPESINA

En relación con su entorno

Como parte de un complejo social mayor, el proceso de descomposición de las entidades campesinas adquiere su auténtica dimensión, porque hacer abstracción de su contexto para apreciar su debilidad intrínseca no elimina sus determinaciones.

El nexo que se tiende entre la forma social campesina, y la del capital en condiciones de subdesarrollo no es externo a la primera, está en su origen mismo y trasciende su constitución interna, la determina.

La transfiguración de campesinos a subcampesinos, así como su tránsito de la sobrepoblación relativa a la absoluta, guarda una íntima relación con la forma de producción dominante en la sociedad global que los contiene; porque esta contención va más allá de llevar en su seno, significa sobre todo mantener en ciertos límites, reprimir.

Se les obstruye toda posibilidad de progreso, y aunque en su estructura y funcionamiento evaden la ley absoluta que rige la acumulación, en su contacto directo y continuado se frustran sus objetivos.

Kirsten Appendini ha considerado erróneamente que el nexo básico entre las unidades domésticas campesinas y el capital es de dependencia de las primeras respecto al segundo, donde la esfera de la circulación es por excelencia el "canal de succión del producto de su trabajo intercambiado por otras mercancías a tasas desventajosas" 1. Supone también que en el excedente de producto campesino que llega al mercado capitalista, se esconde la explotación y que "contribuye al proceso de valorización del capital." 2

Cierto es que una parte del trabajo campesino se realiza en un mercado en el que prevalece el capital, sin embargo, el precio de producción por unidad no puede contabilizarse a través de la fórmula c + v + p; donde respectivamente figuran el capital constante, el capital variable y el plusvalor. Esto no es posible porque estas categorías no se desprenden de la naturaleza de sus relaciones sociales; su producción, que deviene en mercancía por mediación del sistema, contiene trabajo, pero no plustrabajo.

Podemos sí, apreciar el valor unitario de su producto en relación al tiempo de trabajo incorporado, y referirlo a otro producto que con similares características proviene de la esfera capitalista y encontraremos invariablemente más valor en el primero. En el mercado capitalista, libre o restringido, el precio al consumidor tiene como antecedente el tiempo de trabajo socialmente necesario, y los productos que contengan una cantidad mayor de valor que el promedio, deberán sacrificar parte de ese valor para ser demandados.

La magnitud de valor que el producto campesino contiene por encima del precio de mercado es valor que no alcanza reconocimiento social y que, por tanto se desvanece. Si el precio de mercado es más alto que el valor socialmente determinado del producto, como tiende a ser el caso con los precios de garantía, entonces ese precio es es una fuente de ganancia extra para las explotaciones capitalistas con mejores condiciones tecnológicas. Y en la carrera del capital por aumentar el rendimiento del trabajo se va desplazando del mercado a los productores menos eficientes, o se les condena a vender sus productos por debajo de su valor.

Los ingresos así obtenidos tenderán a ser sistemáticamente menores y la pequeña explotación se verá presionada a generar cada vez mayor cantidad de productos y con mejores rendimientos si espera mantener constante su nivel de consumo. El valor de su producto no puede pretender, bajo la base material en que opera, alcanzar en la tendencia decreciente de los precios medios de producción y de mercado.

Acotado por la masa de recursos productivos disponibles y bajo relaciones de producción que no le permiten acumular, responde a la presión del mercado inclinándose por alternativas que no redundan necesariamente en un aumento del producto o de la productividad como la explotación excesiva del predio, cambios en el uso del suelo, aumento a la intensidad del trabajo y aun sacrificar una proporción del consumo de la familia por el consumo productivo.

Mientras estas opciones -que suelen no representar una una erogación suplementaria, pero sí el detrimento paulatino de su base productiva- le permitan subsistir con el producto de la explotación de la tierra, se les considera parte del campesinado, todavía en el caso de que los recursos no sean suficientes para reponer los medios de producción y se reproduzca a nivel de subsistencia.

La situación descrita es la antesala en su transición a subcampesino. La línea divisoria está ahí donde su reproducción y sobrevivencia descansa exclusivamente en los recursos que se obtienen del empleo de su fuerza de trabajo en la actividad agrícola y en base a su patrimonio. Cuando no precisan acudir a otras actividades para complementar con ingresos de otras fuentes el consumo familiar y productivo, aún en condiciones decrecientes.

El tránsito se consuma en el momento en que recurren a tareas ajenas a la explotación agrícola, remuneradas o independientes, como condición para producir y reproducirse. Los ingresos provenientes de actividades alternas, realizadas en el exterior o interior de su lugar de residencia, cumplen la función de sostener la unidad productiva de manera artificial.

Las diversas ocupaciones que la economía campesina y subcampesina emprenden para no renunciar a sus objetivos originales, constituyen sus estrategias de reproducción.

Algunas de estas labores no exigen salir de la comunidad, como ocurre cuando al interior de la familia se procura proveer parte de los artículos que podrían adquirir en el mercado, comenzando por sus alimentos y privilegiando para ello el cultivo de granos básicos.

Prueban diferentes oficios, como elaborar artesanías, utensilios de uso doméstico, muebles o transformar los productos del campo; incorporan a la explotación agrícola la actividad pecuaria como complemento o la recolección de productos que ofrece la naturaleza. Estos artículos son consumidos en lo inmediato, y los excedentes llevados a mercados ambulantes o locales, suelen también intercambiarse en el medio rural aprovechando relaciones de vecindad, amistad o parentesco.

Fuera de su lugar de origen, alguno o varios de los miembros de la familia campesina ensayan el comercio informal, la prestación de servicios, o el trabajo doméstico, sin romper los lazos con su comunidad.

Otra opción es la migración temporal o definitiva para intentar en otras comunidades rurales o en los centros urbanos emplearse a cambio de un salario. Si son afortunados alcanzan el status de asalariados permanentes, el resto se ocupa por temporadas, esto es pasa a formar parte del ejército industrial de reserva.

En lo individual se proletarizan sólo si su nuevo rango se prolonga en el tiempo y renuncian a subsidiar su actividad original; en tanto se conserve la expectativa de revitalizar la explotación agrícola a través de su percepción salarial, y de retornar a su antigua condición, los vínculos con la comunidad y la familia se sostienen, y su calidad de campesino está latente.

Los recursos provenientes de la migración pueden ser suficientes para mantener con vida por amplios lapsos la unidad productiva familiar, elevar su participación en el mercado como consumidores y productores, y si practican el ahorro y la previsión hasta mejorar su nivel de vida. Al contrario de lo que se observa en apariencia, la economía campesina no rompe, a partir de esta última estrategia, con el proceso de descomposición. Su sobrevivencia estará supeditada a una inyección permanente de recursos externos; abstraerse de su tendencia lógica sólo sería posible si su expansión en el patrimonio y una buena administración les permite dar un salto cualitativo que los incorpore en calidad de pequeños productores a la relación de capital. Si esta metamorfosis no ocurre continúan inmersos en un proceso que sólo se aplaza.

Entre las estrategias de reproducción no pueden faltar las ocupaciones que por cuenta propia o en calidad de empleados se realizan al margen de la ley.

La organización política constituye también parte de las estrategias de reproducción cuando el objetivo de la movilización independiente o corporativizada consiste en presionar para exigir al capital, a través del Estado, consideraciones especiales en el mercado de productos o de dinero, con el fin de que su proceso lógico pueda postergarse. El mismo objetivo tienen sus demandas de subsidios a la producción y al consumo familiar, la entrega gratuita de tierras adicionales para la explotación, etc.

Lo que caracteriza a las estrategias de reproducción campesina es que no logran interrumpir indefinidamente su tendencia a la descomposición; en los más de los casos recurren a ocupaciones también de subsistencia o infrasubsistencia que transitan hacia su propio desgaste y cuyos ingresos están predestinados a compensar el déficit crónico y creciente de la economía campesina, en sentido amplio.

Mientras consiguen su objetivo (el de subsidiar la actividad agrícola, que en realidad es sólo el medio para reproducirse como campesinos), estas ocupaciones parecen ser una alternativa confiable, pero lo único que logran es diferir la desarticulación del campesinado, evitar provisionalmente que el proceso avance hasta sus límites.

Están también aquellos que al experimentar en otras ocupaciones pierden de vista sus objetivos, bien porque logran acceder por alguno de sus polos a la relación de capital, o porque se asimilan a otros estratos de la sobrepoblación ampliada, transformando la actividad estratégica en su fuente principal de ingresos.

Está visto que para el desenvolvimiento del capital en el subdesarrollo, la forma en que se organiza el trabajo campesino no constituye una fuente de plusvalor, y esto se puede hacer extensivo al trabajo que los miembros del grupo campesino desempeñan como parte de sus estrategias de reproducción, siempre que se sucedan en las entrañas de la sobrepoblación ampliada.

De lo anterior se desprende que el vínculo primario que existe entre la economía campesina y el capital no puede consistir en una relación de explotación, como algunos autores de ascendencia marxista lo proponen porque el trabajo campesino 3, en su expresión típica, no transfiere valor excedente para su apropiación por las formas capitalistas de producción.

También se ha insistido en encontrar en el mercado de productos y de dinero, canales de transferencia de valor favorables al capital, atribuyendo a estos vínculos un rol protagónico en el devenir campesino 4. Sin desconocer el significado de éstas relaciones de carácter económico -situadas al margen de la producción en sentido estricto-, ni su capacidad para acelerar o entorpecer el proceso, podemos afirmar que no alcanzan a influir al grado de desviar su trayectoria lógica.

De cualquier manera, acercarse a éstos y otros vínculos, extraeconómicos incluso, tiene la utilidad de mostrar que el valor que el campesino genera a partir de sus particulares relaciones, siendo riqueza social -y parte de ella no es reconocida como tal-, no es indiferente al sistema. Así como tampoco puede serle indiferente el potencial político de un sector de la población rural, creciente y empobrecido.

Consideramos que la relación de subordinación y confinamiento, se tiende desde el amplio espacio en que se despliega la forma social dominante hasta la reducida y decreciente esfera de acción de la economía campesina.

Es el movimiento esencial de la relación de capital en el subdesarrollo, el que determina y acota la base material (recursos, modo técnico...), los objetivos y los alcances de la economía campesina. Sin despojarla de los medios de trabajo, y sin explotar a su población, la condena a su descomposición.

Proyectados de antemano su esfera de acción y su destino, las transfiguraciones que soporta a lo largo de su proceso lógico deben ser consideradas invariablemente en perspectiva de la dinámica de acumulación en el subdesarrollo, una dinámica que no es lineal sino contradictoria, con desequilibrios inherentes, y que por su parte también debe ser apreciada en sus vínculos con el desarrollo de la relación de capital.


1. Appendini Kirsten y otros. 1996. El campesinado en México, Dos perspectivas de análisis., Ed. El Colegio de México, México, p. 28
2. Ib. P. 30
3. Díaz-Polanco, por ejemplo, considera que la transferencia de excedente a otros sectores (y normalmente hay excedente), manifiesta esa relación de explotación. Al enunciar los variados mecanismos a través de los cuales "la sociedad mayor extrae esos excedentes a los campesinos para financiar su propio funcionamiento", destaca los términos de intercambio económico. En Díaz Polanco, Héctor. 1988. Teoría marxista de la economía campesina, Juan Pablos Editor, México.
4. Armando Bartra los califica como "vías de explotación del trabajo campesino por el capital”, en su obra del mismo nombre. 1979, Ed. Macehual. México.


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